La sangría del comercio. "Cuando abrimos, la tienda estaba llena. Ahora dan ganas de llorar"

Totalmente de acuerdo, el problema es que los gobiernos no les interesa ponerle coto, y cuando ponen alguna mínima ley contra ellos (la tasa google) un montón de palmeros a chillar contra eso.

hasta cierto punto, gran parte del IVA de las compras de Amazon se deriva a Luxemburgo lo que esta resultando en un gran agujero en todas las haciendas europeas
 
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os 250 metros de la zapatería de Marisol a la pescadería de Samuel: "No sacamos limpio ni el Salario Mínimo"
PREMIUM
Actualizado Miércoles, 15 febrero 2023 - 10:25
Ver 43 comentarios
La subida de costes y la caída de ingresos desata la tormenta perfecta para muchos autónomos del comercio y la hostelería en el país, que no descartan un cierre inminente
Marisol en su zapatería de Avilés

Marisol en su zapatería de AvilésJavier GarcíaAraba
Unos 250 metros separan la zapatería de Marisol, Calzados Kenza, y la pescadería de Samuel, Casapesca, situadas ambas en el centro de Avilés, una ciudad en el centro de la costa asturiana, a 26 kilómetros de Oviedo, con 75.877 habitantes. Aunque la actividad portuaria y la industria tienen un peso relevante en ese enclave en comparación con la media nacional, los servicios copan, como en todo el país, la mayor parte del PIB y el empleo, y son los que más sufren en el entorno económico actual.
De la ilusión que tenía Marisol cuando abrió su tienda de calzado y complementos hace diez años queda poco. En el camino, la resaca de la crisis anterior, el auge de las compras online, la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y la inflación han ido cayendo gota a gota hasta desbordar el vaso de los contratiempos. "Cuando abrimos la tienda estaba siempre llena... y ahora te dan ganas de llorar", lamenta en una entrevista telefónica con EL MUNDO.
Entre los principales problemas que han hundido su negocio como autónoma destaca el declive del pequeño comercio frente a las grandes superficies y, sobre todo, la competencia desleal que le hacen los propios fabricantes -quienes le proveen de la mercancía- al venderla directamente al cliente por medio de internet a precios más bajos. "No vamos a poder seguir aguantando durante mucho más tiempo la competencia desleal de nuestros proveedores, que se están convirtiendo en nuestros competidores. Tenemos un problema considerable".
Pide más protección por parte del Gobierno al pequeño comercio y una regulación que evite esa competencia y "frene esa carnicería". "Nosotros vendemos muy poco online. Todas las instituciones están diciendo que las pymes se están quedando atrás, pero para nosotros una página web es como tener una plantilla colgada en internet, pero para posicionarnos como mínimo necesitamos 500 euros... y sacar 500 euros limpios al mes es imposible".
A este problema de competencia se suma la subida de la luz ("ha subido un 50%, pago el doble que el año pasado y no estamos poniendo la calefacción"), las rebajas a destiempo, las promociones todo el año que marcan las grandes superficies -como el Black Friday- y la caída de ventas, que ha sido "grandísima". "La gente espera a comprar a los descuentos, pero es imposible que un negocio pueda subsistir vendiendo siempre en rebajas", apunta.
"No nos podemos igualar a las grandes distribuidoras como Amazon, Zalando, Privalia... no tenemos herramientas y no jugamos en la misma liga. Todos esos factores hace que estemos en una crisis interminable y cada vez más negocios nos vemos abocados al cierre. No sacamos limpio ni siquiera el Salario Mínimo y muchos nos estamos endeudando o tirando de ahorros personales", lamenta.
Marisol tiene dos empleados, uno a jornada completa de lunes a viernes y otro en fines de semana y vacaciones, y aunque sus costes laborales han crecido por la subida de cotizaciones y el aumento del SMI aprobado este martes, está intentando preservar sus empleos. "Es el SMI, pero no sólo eso. También es el alquiler, los gastos fijos, la mutua, los riesgos laborales, la protección de datos... no paramos de pagar y las cuentas no están saliendo. Encima en nuestro sector un pedido mínimo de temporada son 20.000 euros y si no lo pides no tienes para rellenar la tienda ni ofrecer nada a los clientes", explica.
Samuel, propietario de la pescadería Casapesca, en el Mercado de Abastos de Avilés

Samuel, propietario de la pescadería Casapesca, en el Mercado de Abastos de Avilés
Dos calles más arriba, Samuel inauguraba este mismo martes una nueva pescadería, Casapesca. Hasta ahora, tenía dos locales en el centro de Avilés que daban empleo a 11 trabajadores, pero la subida de costes le ha obligado a quedarse con un sólo local un poco más grande y a prescindir de cuatro empleados.
"Una de las razones de quedarnos en un local es recortar personal para intentar reducir gastos, porque te comen el beneficio. Nos afecta el Salario Mínimo porque de los siete empleados que quedamos, dos somos los propietarios y cinco cobran el SMI, con lo que ahora subirá su sueldo y su cuota. A eso se suma que las cuotas de autónomos en España son tan exageradamente altas en comparación con otros países europeos que creo que lo seguirán siendo pese a la reforma", explica también en conversación telefónica a este periódico.
Señala que, afortunadamente, la alimentación es uno de los sectores que mejor ha capeado la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y la crisis inflacionaria -nadie puede renunciar a comer-, por lo que las ventas se han mantenido. "En ese sentido no nos podemos quejar. El problema es que todos los costes nos han subido muchísimo. El primero, la gasolina -tenemos tres vehículos repartiendo toda la mañana y eso supone el doble de coste en combustible que hace tres años-, la luz también -tenemos dos neveras frigoríficas, un congelador e iluminación-, y lo que más: las bolsas y el papel que utilizamos para envolver el pescado", lamenta.
DEL COMERCIO ASTURIANO A LA HOSTELERÍA MADRILEÑA
Juan Carlos Arias tiene un restaurante en uno de esos barrios madrileños con solera. Abrió sus puertas año y medio antes del estallido de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, un mal momento que le penalizó a la hora de recibir ayudas directas del Gobierno por no cumplir los requisitos, sobre todo, por haber incurrido en pérdidas en el primer año del negocio. La crisis inflacionista le ha golpeado de lleno: "En verano, con el recibo de la energía disparado, tuve que reducir la plantilla de 7 a 4 empleados y adicionalmente, yo mismo hacer más horas", explica este hostelero con casi dos décadas de experiencia en el sector.
Arias reconoce que lo está pasando "muy mal" y recuerda con preocupación cómo en los últimos seis meses ha visto morir a dos negocios de hostelería vecinos del barrio, aunque asegura que va a "dar la batalla hasta el último momento". En un contexto de inflación galopante, las facturas de los proveedores le han subido en torno a un 40%. En diciembre de 2021 pagaba 94 euros por el barril de cerveza y ahora está pagando 134 euros, pero afirma que sólo subió el precio de la consumición una vez el año pasado, porque "si se suben los precios constantemente, al final, la gente deja de venir a los bares".
El negocio de Arias, y la hostelería en general, es un buen termómetro del estado de salud del consumo de las familias. "Desde finales de verano estamos notando que la gente sale menos y, cuando lo hace, es más comedida con el gasto", según percibe en las cuentas. "Ahora se pide menos por mesa y en reuniones grandes los clientes buscan concertar los platos para ajustar el presupuesto", indica este hostelero que está sufriendo también un acusado descenso de la demanda de desayunos y menús del día por el cierre de edificios de oficinas de la zona causado, en gran medida, por el auge del teletrabajo.
Preguntado por qué le pide al Gobierno para amortiguar el impacto de esta crisis en su negocio, Arias lo tiene claro: "La mejor ayuda es que nos dejen trabajar y no nos ahoguen con tantas retribuciones". Coincide con él, desde una de las zonas más abarrotadas de bares de la capital, David Lorenzo, presidente de la Asociación de Hosteleros y Comerciantes de Ponzano, quien considera que "la que está cayendo es similar para todos los negocios, en mayor o menor medida". Con el foco en la asfixia por la escalada de costes, denuncia que es "una vergüenza la subida indiscriminada de todos los consumibles y materias primas". "El estrangulamiento financiero que sufren todas las empresas es brutal y todos se suman al carro, muchos injustificadamente, pero aun así aplican subidas por defecto", añade Lorenzo, que es dueño de un local en esa misma calle, y advierte: "No sabemos lo que durará o lo que aguantaremos".
No me voy a leer el tocho, pero no hay mucho misterio, todo provocado
 
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