M. Priede
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No hay manera de conseguir ese libro, salvo en bibliotecas del Estado. Es de esos ensayos premonitorios, que se adelantan a su tiempo, en este caso unos quince años. Parecido al documental The money masters
Autor:
1 Primera parte: la intensificación de las divisiones sociales
2 Segunda parte: el declive del discurso democrático
3 Tercera parte: el alma en la noche oscura
La rebelión de las élites y la traición a la democracia - Wikipedia, la enciclopedia libre
2 Segunda parte: el declive del discurso democrático
3 Tercera parte: el alma en la noche oscura
La rebelión de las élites y la traición a la democracia - Wikipedia, la enciclopedia libre
Autor:
Christopher Lasch (1932-1994)
PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO
Nació en Omaha, Nebraska, Estados Unidos, en 1932. Estudió historia en la Universidad de Harvard (1951-1956) y se doctoró en la de Columbia (1961). Tras una breve aproximación al ejercicio del periodismo, siguiendo los pasos de su padre, comenzó su actividad docente en el Williams College y en la Roosevelt University, antes de pasar por las Universidades de Iowa (1961) y Northwestern (1966) y establecerse después, en 1970, en la de Rochester como catedrático de Historia de América y director del Departamento de Historia (1985). En los años 60 publica dos libros de amplia circulación The New Radicalism in America (1965) y The Agony of the American Left (1969), a los que siguieron otros posteriores como Haven in a Heartless World (1977), The Culture of Narcissism: Americam Life in an Age of Diminishing Expectations (1979), The Minimal Self (1985) y The True and Only Heaven (1991). Después de su fin se publicó The Revolt of the Elites: And the Betrayal of Democracy (2005), en el que se recogen trabajos y artículos de su último período de reflexión.
Fue asesor del Center for the Study of Commercialism y realizó trabajos para las fundaciones Ford y Guggenheim. Escribió con frecuencia en medios como el diario New York Times y la revista Time. Doctor 'honoris causa' del Bard College y del Hobart and William Smith College.
Entre los textos traducidos a las lenguas española y portuguesa: A Cultura do Narcisismo. A vida americana numa era de esperanças em declínio, Imago, Rio de Janeiro, 1983; O Mínimo Eu, Brasiliense, São Paulo, 1986; La rebelión de las elites y la traición a la democracia, Barcelona, Paidós, 1995; A rebelião das elites e a traição da democracia, Ediouro, Rio de Janeiro, 1995; La cultura del narcisismo, Andrés Bello, Santiago de Chile, 1999.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA
El pensamiento de Lasch cuestiona el modelo de progreso y la naturaleza de la cultura y la democracia de los Estados Unidos. Inicialmente influenciado por la Escuela de Francfort y de escritores como Jacques Ellul, su pensamiento crítico no puede ser adscrito dentro de las corrientes radicales y mantiene una línea de independencia. Desde el conocimiento de la historia describe las evoluciones acaecidas hasta el presente y anticipa ciertos riesgos que se advierten en las tendencias de futuro.
Lasch cuestiona una sociedad que se aplana intelectualmente, que pierde sus reflejos democráticos y que se adormece en el sueño endogámico y autocomplaciente de la supremacía norteamericana. Falta de estímulos cívicos, decaimiento en nuevas formas de analfabetismo, de ignorancia. Lasch atribuye un papel central a la prensa en la gestación del proceso. Los medios son los que han recreado el sueño narcisista de una nación y de sus gentes, que da relieve a aspectos socialmente irrelevantes y suscita el culto personal hacia las figuras del espectáculo o del deporte, esto es, de todo aquello que conduce a una progresiva banalización de la vida cultural.
Lasch entiende la cultura desde una óptica muy abierta, relacionada con la información y la educación, con el fortalecimiento de la democracia. El déficit de los medios en su función social y su alineamiento con el mercado hace que éstos, en términos de valor cultural e informativo, pierdan eficacia. La degradación narrativa limita la capacidad cívico-perceptiva o, simplemente, el saber escuchar y entender, y la presión del cada vez mayor número de medios lleva al receptor a protegerse, desconfiar, desoír. El medio genera por sí mismo hábitos de consumo, que definen su valor de uso, al tiempo que sirve para sus contenidos generen la disposición de realizar otros consumos comerciales. El individualismo y la creación de un marco de necesidades narcisistas completan esta visión pesimista de los medios y de la sociedad en la que se sustentan.
Los medios de comunicación y la información que estos tras*miten no bastan para fortalecer la democracia. La democracia requiere del debate público, pero los medios sustituyen el debate por la información. Los medios no animan el debate, lo suplantan: "El oficio de la prensa es animar el debate, no suplirlo con información", señala Lasch. La información se convierte en un subproducto cuando no se integra en el debate cívico, cuando no se contextualiza. Los medios dibujan escenarios fugaces de inseguridad e incertidumbre -catástrofes, accidentes, conflictos y crisis-, que igual que llegan desaparecen, sin continuidad histórica; esto es, construyendo un presente que no parece estar relacionado con el pasado, por consiguiente, sin una clara proyección de confianza con la incógnita del futuro. Pero también, la información puede convertirse en simple diversión.
El problema, que se ha acentuado en las últimas décadas del siglo XX -Lasch fallece en 1994-, viene no obstante de lejos. Ya en el siglo XIX, la prensa comenzó a abdicar de su principal función social: favorecer y enriquecer el debate ciudadano. La publicidad se fue adueñando de la prensa independiente, de modo que los reclamos y otras formas de persuasión comercial han acabado disfrazándose de información.
Las corporaciones mediáticas han modificado los valores de la escena política, cortada ahora por patrones tecnocráticos y descapitalizada en sus bases argumentales. Los medios, que son instrumentos capacitados para el debate, paradójicamente han desactivado el debate público.
La información de los medios y la ausencia de reflexión pública contribuye a crear un ambiente de incertidumbre, de desconfianza en la autoridad, al tiempo que acentúan el individualismo y devalúan los referentes de la inteligencia, el heroísmo, los valores cívicos. Esta acción sobre la opinión pública rebaja su capacidad crítica, aumenta el escepticismo y, más que por la propia publicidad comercial, crea las condiciones de la dependencia consumista. Para Lasch, el consumo aparece como un alivio, como un satisfactor o respuesta a estados psicológicos de ansiedad, que se reproducen mediante procesos de adicción que, en el extremo besugo de la escala de gratificantes, concluye en el consumo de drojas.
En el libro La rebelión de las élites y la traición de la democracia, Lasch denuncia el peligro que supone la deriva que toman los sectores intelectuales, profesionales y directivos cuando, decepcionados por los rasgos de la escena cultural y política, se alejan y descomprometen del resto de la sociedad, creando sus propios espacios refugio. Una tendencia que acentúa nuevas formas de desigualdad social y cultural, a la vez que provoca una ruptura del pacto social en el que se asienta el Estado de derecho y las bases de la democracia.
La ruptura se produce como consecuencia de la crisis de las clases medias, mas conservadoras y menos orientadas hacia la vida ‘globalizada’, ajenas a los intereses de un territorio que se observa en las nuevas élites, entre quienes la meritocracia sustituye a la democracia. Las élites viven en un mundo de ideas, conceptos abstractos y símbolos: evolución de los mercados, tendencias financieras, tecnología y comunicación globales, vida académica, etc. Viven con intensidad un mundo de nuevos símbolos. Viven en la idea de una comunicación planetaria, de más coincidencias con las élites de otros lugares que con las gentes corrientes con las que se cruzan a diario. Esa apertura de fronteras le aleja de las dificultades del entorno próximo, de las clases medias, mucho menos favorecidas por los cambios tecnológicos, sujetas a la precarización laboral y al progresivo deterioro del estado del bienestar y de los servicios públicos.
La quiebra del pacto social conlleva a una democracia individualista, basada no tanto en los elementos solidarios como en el resguardo de los derechos personales, en un egocentrismo que define como modelo narcisista de la democracia (The Culture of Narcissism, 1979).
INFOAMÉRICA | Christopher Lasch
PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO
Nació en Omaha, Nebraska, Estados Unidos, en 1932. Estudió historia en la Universidad de Harvard (1951-1956) y se doctoró en la de Columbia (1961). Tras una breve aproximación al ejercicio del periodismo, siguiendo los pasos de su padre, comenzó su actividad docente en el Williams College y en la Roosevelt University, antes de pasar por las Universidades de Iowa (1961) y Northwestern (1966) y establecerse después, en 1970, en la de Rochester como catedrático de Historia de América y director del Departamento de Historia (1985). En los años 60 publica dos libros de amplia circulación The New Radicalism in America (1965) y The Agony of the American Left (1969), a los que siguieron otros posteriores como Haven in a Heartless World (1977), The Culture of Narcissism: Americam Life in an Age of Diminishing Expectations (1979), The Minimal Self (1985) y The True and Only Heaven (1991). Después de su fin se publicó The Revolt of the Elites: And the Betrayal of Democracy (2005), en el que se recogen trabajos y artículos de su último período de reflexión.
Fue asesor del Center for the Study of Commercialism y realizó trabajos para las fundaciones Ford y Guggenheim. Escribió con frecuencia en medios como el diario New York Times y la revista Time. Doctor 'honoris causa' del Bard College y del Hobart and William Smith College.
Entre los textos traducidos a las lenguas española y portuguesa: A Cultura do Narcisismo. A vida americana numa era de esperanças em declínio, Imago, Rio de Janeiro, 1983; O Mínimo Eu, Brasiliense, São Paulo, 1986; La rebelión de las elites y la traición a la democracia, Barcelona, Paidós, 1995; A rebelião das elites e a traição da democracia, Ediouro, Rio de Janeiro, 1995; La cultura del narcisismo, Andrés Bello, Santiago de Chile, 1999.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA
El pensamiento de Lasch cuestiona el modelo de progreso y la naturaleza de la cultura y la democracia de los Estados Unidos. Inicialmente influenciado por la Escuela de Francfort y de escritores como Jacques Ellul, su pensamiento crítico no puede ser adscrito dentro de las corrientes radicales y mantiene una línea de independencia. Desde el conocimiento de la historia describe las evoluciones acaecidas hasta el presente y anticipa ciertos riesgos que se advierten en las tendencias de futuro.
Lasch cuestiona una sociedad que se aplana intelectualmente, que pierde sus reflejos democráticos y que se adormece en el sueño endogámico y autocomplaciente de la supremacía norteamericana. Falta de estímulos cívicos, decaimiento en nuevas formas de analfabetismo, de ignorancia. Lasch atribuye un papel central a la prensa en la gestación del proceso. Los medios son los que han recreado el sueño narcisista de una nación y de sus gentes, que da relieve a aspectos socialmente irrelevantes y suscita el culto personal hacia las figuras del espectáculo o del deporte, esto es, de todo aquello que conduce a una progresiva banalización de la vida cultural.
Lasch entiende la cultura desde una óptica muy abierta, relacionada con la información y la educación, con el fortalecimiento de la democracia. El déficit de los medios en su función social y su alineamiento con el mercado hace que éstos, en términos de valor cultural e informativo, pierdan eficacia. La degradación narrativa limita la capacidad cívico-perceptiva o, simplemente, el saber escuchar y entender, y la presión del cada vez mayor número de medios lleva al receptor a protegerse, desconfiar, desoír. El medio genera por sí mismo hábitos de consumo, que definen su valor de uso, al tiempo que sirve para sus contenidos generen la disposición de realizar otros consumos comerciales. El individualismo y la creación de un marco de necesidades narcisistas completan esta visión pesimista de los medios y de la sociedad en la que se sustentan.
Los medios de comunicación y la información que estos tras*miten no bastan para fortalecer la democracia. La democracia requiere del debate público, pero los medios sustituyen el debate por la información. Los medios no animan el debate, lo suplantan: "El oficio de la prensa es animar el debate, no suplirlo con información", señala Lasch. La información se convierte en un subproducto cuando no se integra en el debate cívico, cuando no se contextualiza. Los medios dibujan escenarios fugaces de inseguridad e incertidumbre -catástrofes, accidentes, conflictos y crisis-, que igual que llegan desaparecen, sin continuidad histórica; esto es, construyendo un presente que no parece estar relacionado con el pasado, por consiguiente, sin una clara proyección de confianza con la incógnita del futuro. Pero también, la información puede convertirse en simple diversión.
El problema, que se ha acentuado en las últimas décadas del siglo XX -Lasch fallece en 1994-, viene no obstante de lejos. Ya en el siglo XIX, la prensa comenzó a abdicar de su principal función social: favorecer y enriquecer el debate ciudadano. La publicidad se fue adueñando de la prensa independiente, de modo que los reclamos y otras formas de persuasión comercial han acabado disfrazándose de información.
Las corporaciones mediáticas han modificado los valores de la escena política, cortada ahora por patrones tecnocráticos y descapitalizada en sus bases argumentales. Los medios, que son instrumentos capacitados para el debate, paradójicamente han desactivado el debate público.
La información de los medios y la ausencia de reflexión pública contribuye a crear un ambiente de incertidumbre, de desconfianza en la autoridad, al tiempo que acentúan el individualismo y devalúan los referentes de la inteligencia, el heroísmo, los valores cívicos. Esta acción sobre la opinión pública rebaja su capacidad crítica, aumenta el escepticismo y, más que por la propia publicidad comercial, crea las condiciones de la dependencia consumista. Para Lasch, el consumo aparece como un alivio, como un satisfactor o respuesta a estados psicológicos de ansiedad, que se reproducen mediante procesos de adicción que, en el extremo besugo de la escala de gratificantes, concluye en el consumo de drojas.
En el libro La rebelión de las élites y la traición de la democracia, Lasch denuncia el peligro que supone la deriva que toman los sectores intelectuales, profesionales y directivos cuando, decepcionados por los rasgos de la escena cultural y política, se alejan y descomprometen del resto de la sociedad, creando sus propios espacios refugio. Una tendencia que acentúa nuevas formas de desigualdad social y cultural, a la vez que provoca una ruptura del pacto social en el que se asienta el Estado de derecho y las bases de la democracia.
La ruptura se produce como consecuencia de la crisis de las clases medias, mas conservadoras y menos orientadas hacia la vida ‘globalizada’, ajenas a los intereses de un territorio que se observa en las nuevas élites, entre quienes la meritocracia sustituye a la democracia. Las élites viven en un mundo de ideas, conceptos abstractos y símbolos: evolución de los mercados, tendencias financieras, tecnología y comunicación globales, vida académica, etc. Viven con intensidad un mundo de nuevos símbolos. Viven en la idea de una comunicación planetaria, de más coincidencias con las élites de otros lugares que con las gentes corrientes con las que se cruzan a diario. Esa apertura de fronteras le aleja de las dificultades del entorno próximo, de las clases medias, mucho menos favorecidas por los cambios tecnológicos, sujetas a la precarización laboral y al progresivo deterioro del estado del bienestar y de los servicios públicos.
La quiebra del pacto social conlleva a una democracia individualista, basada no tanto en los elementos solidarios como en el resguardo de los derechos personales, en un egocentrismo que define como modelo narcisista de la democracia (The Culture of Narcissism, 1979).
INFOAMÉRICA | Christopher Lasch