Don Solomillón
Madmaxista
Ya hace unos meses escuché en la radio a un colaborador creo que de Cáritas diciendo que en los pocos sitios en los que la purria no lo ha infestado todo, los ciudadanos corrientes montan sus propias barricadas y deciden quién entra y quién no. Y que no se andan con chiquitas si las pintas o las explicaciones no les gustan. Plomo y a otra cosa. En esos barrios “normales” el Estado ni está ni se le espera. Lo único que puede entrar es, precisamente, Cáritas. No creo que estén ocurriendo barbaridades mucho mayores que las que llevan tiempo ocurriendo. Cuando la línea que separa la barbarie de la razón es tan fina, cualquier reacción es legítima y necesaria. Lo vergonzoso es que se permita llegar a esos extremos de anarquía. Haití quizá sea la hipérbole, pero occidente está permitiendo asentar las bases que a largo plazo llevan a esa misma anarquía. El Estado no es capaz de garantizar el orden. Se empieza con casos aislados, se sigue asumiendo la realidad como inevitable y, como digo, a largo plazo se acaba en la más abyecta cosa.