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Madmaxista
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La música andaluza, según la Junta: David Bisbal, los verdiales y el Rocío
El manual que usa en centros públicos y concertados no habla del flamenco ni de músicos como Falla o Turina
alberto garcía reyes / sevilla
Día 20/09/2015 - 08.14h
David Bisbal, Merche, Sabina, José el Francés y los verdiales. A esto se resume, a grandes rasgos, la música andaluza según el libro de texto que prescribe la Junta de Andalucía en centros públicos y concertados de la comunidad para los alumnos de 3º de Primaria, a los que dentro de la asignatura de Música se les adentra por primera vez en la que se genera exclusivamente aquí.
El libro, realizado por la editorial SM, pero con asesores educativos de la propia Junta, comienza con el capítulo dedicado a la música de raíz, pero habla exclusivamente del fandango y de su importancia en nuestro folclore. Sin embargo, no lo vincula con el género musical andaluz por antonomasia, que es el flamenco, al que no se le dedica una sola línea, salvo para hacer aclaraciones de dudoso rigor. De hecho, la única vez que se utiliza esta palabra en el manual es dentro del capítulo titulado «El pop en Andalucía», que en el libro aparece bajo la consideración de «música popular». En un pequeño recuadro en el que aparece dibujado Alejandro Sanz, se indica lo siguiente: «Hay muchos grupos y cantantes pop que utilizan el flamenco. Su música recuerda a Andalucía, aunque no hayan nacido en ella». Los ejemplos que señala son el propio Sanz, Malú, Ketama y José el Francés.
En otro texto recuadrado, titulado «Acento andaluz», apostilla: «En el pop andaluz se pueden escuchar rasgos de la música tradicional de Andalucía, del carnaval o del flamenco». Y en la página anexa, el libro expone como grandes referencias a Joaquín Sabina, Pastora Soler, Merche y David Bisbal. Personalidades como Paco de Lucía, Camarón o Enrique Morente, por citar sólo a algunos de los maestros del flamenco más recientes, no se incluye una sola palabra. De la Niña de los Peines, Caracol o Antonio Mairena menos aún. Eso sí, a los escogidos como paradigmas de nuestra música, que ciertamente son artistas muy relevantes, se les relaciona indirectamente con el flamenco: a Sabina porque tiene «voz ronca»; a Pastora Soler porque «empezó cantando» eso; a Merche porque «es muy bailable»; y a Bisbal porque «en su música trabaja diferentes estilos» y «el flamenco es uno de ellos».
Es decir, se habla del folclore y del pop como géneros que se nutren del flamenco, pero del arte jondo no se incluye la menor referencia, y eso a pesar de que la Junta de Andalucía cuenta con un organismo, el Instituto Andaluz del Flamenco, que tiene entre sus objetivos primordiales la inclusión de este arte en el currículum escolar de los andaluces, una aventura en la que se trabaja desde que era consejero de Educación Manuel Pezzi, pero que jamás se ha llevado a cabo. Basta con aclarar que en los conservatorios públicos de nuestra comunidad existe la carrera de guitarra flamenca, pero está impartida por catedráticos de clásica, algo de lo que se han quejado históricamente maestros como Manolo Sanlúcar.
Pero el libro incluye muchos más olvidos flagrantes. En el apartado de música clásica todo se resume a una referencia a Cristóbal de jovenlandesales y al baile de los seises en la Catedral de Sevilla. Joaquín Turina o Manuel de Falla son inexistentes. Y a esto hay que sumar, además, varias incorrecciones. Por ejemplo, en el capítulo dedicado a los instrumentos propios de Andalucía sólo se menciona el tamboril y el «pito» rociero. La guitarra no aparece pese a que es nuestro gran emblema. No sólo porque el cambio de cinco a seis órdenes -cuerdas- lo propiciara el gaditano Juan Antonio de Vargas y Guzmán en 1773, sino porque la llamada guitarra española o flamenca es obra del constructor almeriense Antonio de Torres, que reformó las dimensiones del instrumento y toda su estructura interna para hacerlo un poco más grande que la guitarra barroca y con el aro más estrecho. Su adelanto ha sido estudiado en el último siglo por todos los luthieres del mundo, ya que de Torres, coetáneo del guitarrista clásico español Julián Arcas, construyó la primera guitarra flamenca con cartón piedra buscando sólo el molde a partir del cual se han construido todas las demás hasta hoy. Esa historia, sin embargo, se soslaya en el libro de texto «La música andaluza», que prefiere centrarse en el «pito» rociero, que, por cierto, se denomina oficialmente gaita.
Y por último está el apartado de la danza, donde sólo hay espacio para el legado malagueño, los verdiales, que tienen mucha antigüedad y valor antropológico, pero que ni son el único, ni el más importante de los bailes creados en Andalucía. Desde que Marcial escribiera en el siglo I sobre Telethusa, una danzarina gaditana -«puellae gaditanae»- que era «diestra en adoptar posturas lascivas al son de las castañuelas béticas y en menearse según las cadencias gaditanas», hasta las creaciones de maestros como Antonio el Bailarín, la danza andaluza ha dejado piezas tan trascendentes como las jácaras, la chacona, los olés, el zorongo o la zarabanda, entre otras muchas, por no hablar de toda la escuela bolera. Pero, sin duda, la más extendida es la seguidilla, hoy conocida como sevillana. Y ni siquiera en el capítulo dedicado al Rocío se menciona. Porque para la Junta de Andalucía, la única bulería que existe es la que cantaba David Bisbal.
La música andaluza, según la Junta: David Bisbal, los verdiales y el Rocío - ABC de Sevilla