La Motilla de La Encantada es un poblado en altura a casi 800 metros, ubicado sobre una posición estratégica sobre el valle del río Jabalón y controlando los pasos naturales hacia la Sierra de Alcaraz y los que conducían a Sierra Morena, a través del Valle de Alcudia, importantes rutas ganaderas norte-sur y este-oeste.
Es un poblado metalúrgico fortificado con varias líneas de defensa, que contiene un viejo templo funerario que data de la Edad del Bronce y fue hábitat, necrópolis y fortaleza, formada por una importante muralla con bastiones. Los sistemas artificiales de protección defensiva del poblado están constituidos por lienzos de muralla concéntricos y secantes, ocho puertas de acceso y un aljibe natural en torno a la cueva.
El primer sistema defensivo que rodeaba el asentamiento desde su momento más antiguo se documenta a partir de la presencia de restos de varios lienzos de muralla en la zona oriental del mismo, situados a media ladera, con cierres entre los afloramientos de la roca natural.
Los bastiones suelen ser circulares, pero también encontramos viviendas de planta rectangular, no sólo en la fortificación superior, sino también en las laderas. Este poblado está dividido en dos barrios claramente diferenciados, separados por una vaguada, que también cuenta con restos de viviendas y murallas. Los poblados en altura que dominan un territorio circundante son propios de zonas elevadas de Ciudad Real. Existen dependencias circulares adosadas unas a otras intramuros, de uso desconocido. Distinguimos hacia el sureste una primera hilera de alineamientos fortificados, que se continúan hacia el norte, con otro lienzo de muralla al descubierto.
La necrópolis presenta enterramientos rituales, en tinaja o pithos y ajuares muy variados, que algunos autores relacionan con la cultura almeriense de El Argar. Dentro del abundante material arqueológico excavado destacan recipientes cerámicos, hachas pulimentadas, brazaletes de arquero y colgantes, botones, puntas de flechas y puñales de bronce. Sus habitantes debieron practicar básicamente una economía de carácter ganadero y pastoril, complementada con la minería y el comercio.
Las campañas de excavación realizadas hasta el momento, entre 1977 y 1991, ponen de manifiesto la existencia en la región manchega de una fase cultural con nombre propio, el Bronce de La Mancha. Según algunos autores, los restos de La Encantada no encajan ni en la "prolongación de lo argárico" ni en el esquema de la "Cultura de las Motillas" (una "forma" o "facies" más de ese Bronce de La Mancha, como lo puedan ser las "Morras").
La Encantada es un exponente del asentamiento en la Meseta Sur de grupos humanos que mantuvieron fuertes contactos con gentes procedentes del Mediterráneo Oriental, cuya presencia en el centro de la Península, puede explicarse por el atractivo que debió suponer para ellos las posibilidades agrícolas y ganaderas de la región, así como la riqueza en minerales de cobre y plata de la cara norte de Sierra Morena.
Pero a pesar de esta información, todavía hoy sigue siendo un lugar enigmático. No se conoce la razón de su posición tan elevada, el porqué de sus potentes fortificaciones, y por qué en su última etapa todo el poblado devino en cementerio, siendo abandonado definitivamente hacia el 1200 a. C. sin que ningún otro colectivo humano volviera a aposentar sus reales en este sitio.