En esos países más pobres es bastante probable que no existan los ordenamientos jurídicos homoprogres que convierten en España el emparejarte y tener hijos en un deporte de riesgo que puede acabar con uno en la ruína, en la guandoca o suicidado. O todo ello consecutivamente.
Y no es miedo. Es sentido común. Como lo de no meter la mano en el fuego instintivamente.
Y no es miedo. Es sentido común. Como lo de no meter la mano en el fuego instintivamente.