Teuro
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Es sorprendente el sesgo positivo que existe hacia la inmi gración sudamericana y centroamericana, quizá por idioma o por afinidad cultural, cuando han traído y siguen trayendo la más perniciosa de las influencias: las bandas o pandillas, organizaciones criminales cuya corrupción alcanza a los adolescentes y los niños en las aulas.
Los marroquíes y argelinos podrán robar algún móvil, atracar a algún autóctono de vez en cuando a punta de navaja, dedicarse al tráfico y venta de hachís y mariguana, o pillar paguitas; pero su impacto social no alcanza la magnitud de la proliferación de las pandillas.
El auge de las bandas y pandillas va a ser uno de los fenómenos más degradantes y significativos de este país en esta primera mitad del siglo XXI. La cultura criminal sudamericana nada tiene que ver con la joven, de perfil más bajo.
La comparación entre la influencia criminal y social de la inmi gración americana contra la del sur muy sur invalida el sesgo:
inmi gración americana:
- Cultura criminal de bandas y pandillas. Captación de menores de edad en redes criminales y consecuente tras*formación de la sociedad.
- Tráfico de drojas "duras" como la cocaína.
- Inseguridad en las calles por enfrentamientos entre bandas. Exhibicionismo y publicidad de la violencia.
- Otros crímenes relacionados: asaltos con arma blanca a población autóctona, robos, homicidios.
inmi gración joven:
- Trafico de drojas "blandas" cannábicas.
- Redes criminales de bajo perfil, sin influencia sobre la población autóctona en los colegios e institutos.
- Ausencia de integración cultural. tras*formación cultural en el largo plazo por la alta natalidad del colectivo.
- Otros crímenes relacionados: asaltos con arma blanca a población autóctona, robos, homicidios.
Y de las tres mayoritarias, en mi opinión, la inmi gración subsahariana es la menos perniciosa de las tres en cuanto a su impacto social, tanto por cultura criminal como por volumen. El africano se integra mejor que el joven y suelen ser agradecidos con las oportunidades de la sociedad que les acogen. No en vano, la mayoría de ellos se juegan la vida de verdad para llegar, a diferencia de los pagapensiones sudamericanos que vienen cómodamente en avión.
La diferencia está en que la cultura, el saber estar, las costumbres y maneras de actuar de la inmi gración hispanoamericana no nos es exógena.
