La leyenda blanca de Nerón

2 parte

Suele haber una tendencia, incluso en historiadores, en utilizar categorías políticas y sociales modernas en el Imperio Romano. Aunque los romanos tenían muchas similitudes con nosotros también tenían enormes diferencias así que hay que poner un poco de contexto.

El sistema social en el Principado

La estructura social romana era enormemente estricta con clases sociales muy marcadas y aisladas. La escala social estaba abierta, pero para poder ascender se necesitaba dinero y sobre todo algo que no remediaba fácilmente el dinero: haber nacido libre.

Cualquiera que hubiera nacido en la esclavitud quedaba anclado entre los libertos por mucho dinero y poder que pudiera atesorar. El poder que ostentara sería siempre vicario pues le estaba vedado cualquier cargo público oficial.

La razón de este veto era prácticamente religiosa. Los magistrados y cargos públicos romanos eran casi sacerdotes. De hecho, la religión estaba tan presente en la vida romana que se podía ser ateo, pero no ignorar a los dioses y a sus ritos. A veces los romanos se quejaban de que no se podía dar un paso sin molestar a un dios. No siendo ingenuo (nacido libre) determinadas funciones religiosas estaban vetadas y por tanto las magistraturas.

Simplificando un poco la estructura social del periodo era la siguiente:
- Familia Imperial
- Senadores y senatoriales (familiares de los senadores, pero sin asiento)
- Caballeros
- Ciudadanos romanos (con sufragio y sin él, pero la diferencia se estaba diluyendo)
- Ciudadanos latinos
- Libertos (de ciudadanos romanos y latinos)
- Hombres libres (algunos ciudadanos de ciudades aliadas eran privilegiados en esta clase)
- Libertos de hombres libres
- Peregrinos (extranjeros)
- Esclavos

Si se tenía mucho dinero se podía saltar de clase o comportase como de una clase superior (con cierto repudio social). Los senadores y caballeros dependían de la designación del emperador, pero si su capital descendía de lo establecido salían de la clase. De la misma manera un caballero o un ciudadano romano podía pedir el ascenso de clase si cumplía con su censo. El emperador a veces sufragaba a algunos para ascender o evitar que descendieran.

Visto esto ahora viene el problema de identificar la tan manida y usada categoría “Pueblo” en esta escala social.

Para los romanos Pueblo y Plebe podían ser sinónimos, aunque plebe adquirió un sentido despectivo. ¿Y quién era el Pueblo? Al inicio del principado solo los caballeros y los ciudadanos romanos con sufragio. En suma los que participaban en los comicios y asambleas (teóricamente también los senadores, pero en muchas cosas se autoexcluían) De ahí para abajo nadie era pueblo y no tenían ninguna función ni influencia política.

El concepto se expandió a lo largo del Principado, ya que los ciudadanos sin sufragio y los ciudadanos latinos convergían a los ciudadanos con sufragio, pero también el valor político del pueblo disminuía al disminuir la convocatoria de los comicios. En cualquier caso, nunca supusieron en el periodo más del 40% en la ciudad de Roma y poco más del 10% en el imperio. Y cualquiera fuera de la ciudad en la práctica, no contaba. Así que, aunque el censo de Claudio habla de cinco millones de ciudadanos, capacidad de participar en los comicios solo tendrían los aproximadamente 200.000 varones mayores de edad que habitaban en Roma y cercanías. El resto, menores, mujeres, habitantes de colonias, soldados, elites indígenas o ciudades aliadas agraciados con la ciudadanía no votaban.
Ese era el pueblo romano del SPQR.

El sistema político en el Principado

El Imperio Romano del principado estaba lejos de ser un estado unitario. Tenía dos administraciones paralelas y multitud de estados satélites y ciudades con autonomía en diversos grados.

El territorio estaba dividido en provincias y en estados clientes. Los estados clientes aparecían, desaparecían, fusionaban o fragmentaban constantemente en función de las necesidades del Imperio, o de las necesidades del Emperador de agradecer o castigar aliados. El objetivo fundamental era reducir la presión sobre las legiones (y auxiliares) de defender todas las fronteras, aunque no excluía que estas tuvieran que proteger a los estados tampón si no quedaba otra.

Las provincias se dividían entre senatoriales e imperiales. Las senatoriales las gestionaba el Senado al modo republicano y sus gobernadores eran senadores o senatoriales mientras que las imperiales las gestionaba el emperador fundamentalmente con caballeros. Había por tanto dos administraciones casi completamente separadas, aunque ocasionalmente una clase podía entrar en el gobierno de las provincias de la otra. Con la notable excepción de Egipto donde un senador no ponía poner el pie ni por turismo sin el expreso permiso del Emperador.

La capacidad legislativa estaba teóricamente repartida entre el Senado y los comicios. Y esta es la clave del sistema constitucional romano. Augusto se hizo nombrar Tribuno de la Plebe y por tanto era el que organizaba las asambleas y comicios. Cuando por conveniencia no quería ser tribuno se reservó para sí la “potestad tribunicia”. En la práctica esto se convirtió en la capacidad de legislar en nombre de la Asamblea, pero sin contar con ella. En efecto, las asambleas se extinguieron, pero los emperadores mantuvieron la potestad tribunicia.

De ahí viene las afirmaciones del “apoyo popular” al emperador. En efecto los Julio-Claudios se apoyaron en el “pueblo” es decir en la asamblea y los tribunos de la plebe contra el Senado.

El Senado se vio forzado a aceptar esta situación y la continua pérdida de funciones frente al emperador. Incluso colaboró y se benefició de la nueva situación. Pero el resentimiento estuvo siempre presente y destila en la historiografía.

Como además los romanos eran muy clasistas y amaban muchísimo los honores, historiadores salidos de los caballeros como Suetonio y por tanto favorecidos por los emperadores no dejan de admirar y envidiar los oropeles senatoriales. Es decir, para muchos era más atractivo ser cónsul que prefecto del pretorio o prefecto de la ciudad que tenían más poder efectivo, pero eran rangos reservados a los caballeros.

Así que si queremos poner con mucha generalización en términos modernos los apoyos de los emperadores Julio-Claudios, podemos decir:

- Se oponían a parte de la aristocracia si bien eran y se consideraban la máxima aristocracia
- Se apoyaban en parte de la aristocracia (familias senatoriales afines) la alta burguesía (caballeros) y la baja burguesía (ciudadanos activos y libertos imperiales)
- El “pueblo” en sentido moderno no contaba.

Los apoyos al emperador se extendían por todo el Imperio a través de la red clientelar de sus apoyos directos. De esta forma si la parte superior de la pirámide tomaba partido por un candidato imperial esto se reflejaba miméticamente en provincias.

Las provincias tenían un pequeño reflejo de poder a través de los concilios provinciales y sus patrones en Roma, pero la influencia era más económica que política y se reflejaba en una cadena de favores mutuos. Los estados satélites y las ciudades autónomas intentaban integrarse en las redes clientelares para poder acceder al Emperador.

Hasta la caída de Nerón el ejército no era un poder político decisivo. Estrictamente controlado por el emperador y sus clientes las sucesiones se resolvieron en luchas palaciegas que eran aceptadas por el ejército sin excesivos problemas. La guardia pretoriana si era un factor decisivo por su cercanía, así que los sucesores de Augusto se procuraron su fidelidad para asegurar el resultado de las intrigas.

El prestigio de Augusto y la familia imperial era inmenso. Eso explica que su enorme red clientelar fuera capaz de sostener a los más que deficientes sucesores. La maquinaria estaba tan bien engrasada que funcionaba sola. Las chifladuras de Roma apenas tenían efecto en el resto de Italia y no digamos en las provincias que progresaban incluso con tarados al frente del Imperio.

Parece evidente que Nerón aniquiló a los Julio-Claudios (con la denodada ayuda de sus predecesores) y a su red clientelar. Por ello se explica que nadie se sacrificara por él.
 
Bueno dejando aparte las "leyendas negras" senatoriales y las blancas actuales, hay indicios históricos bastante sólidos que dejan ver algunos aspectos de la línea de gobierno del personaje....uno de ellos es su política monetaria, Nerón hizo hizo una reforma en el año 64 en la que se bajó la ley y el peso de los denarios y el peso de los áureos , lo que significa que antes sacaban 42 monedas de oro de una libra romana (327 grs.) y a partir de la reforma sacaban 45 del mismo lingote de oro que seguían con el mismo valor nominal de antes de la reforma , o sea, que a partir de esa fecha Nerón por cada libra de oro acuñada Nerón se quedaba para él 3 monedas de oro, si acuñaban 1000 libras se embolsaba 3.000 áureos....y ojo que la siguiente reducción fuerte del peso del aureo la hace Caracalla mucho después, curiosamente otro emperador "loco"...

La devaluación también quiere decir que el estado gastaba mucho y que había que financiar esos gastos sin pedir préstamos ni emitir deuda porque no existían, pero ¿qué quería financiar Nerón?....si no amplió el ejército que se comía la mayor parte de los gastos, Nerón lo más seguro es que necesitara dinero para obras públicas, pero que se sepa él lo único que construyó fué la Domus Aurea, que las fuentes antiguas coinciden en que tenía unas dimensiones descomunales (el Coliseo ocupaba un estanque de sus jardines) y que se construyó encima de un barrio quemado en el incendio iniciandose su construcción también en el 64 d.C.....o sea tenemos en el mismo año el incendio, la reforma monetaria y la construcción de un super palacio...... y aquí no hay ningún testimonio sesgado de ningún senador, ni ningún texto manipulado , ésto son indicios muy serios como mínimo de que se aprovechó de la desgracia de su pueblo para construirse una residencia digna de un tirano ¿cómo no iba a pensar mal de él el pueblo romano?... si lo raro es que aguantara 4 años más.


Nerón también fué uno de los emperadores Julio Claudios (el otro fué Calígula) que intentó gobernar al margen de la legalidad establecida por Augusto, que consistía en mantener y respetar formalmente las instituciones republicanas..., el modelo neroniano eran los monarcas absolutos orientales pero en el siglo I las clases altas romanas no podían aceptar ésto y se le pusieron en contra...y según las fuentes las clases bajas también porque a Nerón no le gustaban los juegos del anfiteatro, o sea descuidó también el "panem et circenses"..y al final sólo tenía enemigos , el apoyo a los pronunciamientos militares en su contra fué masivo, lo dejaron tirado hasta los pretorianos.
Impresionante y totalmente de acuerdo. Me da un poco de vergüenza ya poner lo que me queda
 
Y 3 Conclusión

El incendio de Roma


La más popular de las acusaciones a Nerón es el famoso incendio de Roma, no parece probable que fuera el responsable, aunque algunas defensas como el insistir que estaba en Ancio son ridículas.

Los incendios en Roma eran habituales, ya que la construcción popular tenía una gran parte de madera y pisos altos exclusivamente en esta. Qué fuera en verano sirvió para agravar el incendio, que fue uno de los mayores si no el mayor de la historia de Roma.

Que la gente acusara a los gobernantes es algo normal y natural (todavía pasa), probablemente en los otros incendios esto también pasó, pero se diluyó en el tiempo una vez restablecida la normalidad.

Aquí sin embargo, ocurrió algo diferente, la acusación era tan fuerte que necesitó desviar la atención a otros culpables y persistió en el tiempo.

Que Nerón ayudara a la población, facilitara la reconstrucción y creara nueva legislación no era una novedad ni excepcional, era lo mínimo que debía hacer. Lo mismo haría Tito en Campania tras la erupción del 79 y tantos otros.

Pero esta vez no fue suficiente ni los culpables alternativos ni las ayudas acallaron las voces. Que el Palatino saliera casi indemne del incendio tampoco ayudó a confirmar la inocencia de Nerón.

La gota que colmó el vaso fue el nuevo palacio. Este era gigantesco. Nerón planificó una villa rural con jardines y estanques en pleno centro de Roma. Normalmente se habla de la Domus Aurea, cuyos restos semienterrados sobreviven todavía, pero se olvida que había otra casi tan grande. La Domus tras*itoria que conectaba la primera con el viejo conjunto de casas de Augusto, Tiberio y Calígula en el Palatino.

El conjunto palacial era aproximadamente el triple de lo que ocuparía el Palatino en su máxima extensión tras las ampliaciones de Domiciano y Septimio Severo. Y eso que ese conjunto era en buena parte administrativo y no una villa de placer como las ampliaciones neronianas.

La construcción era un insulto y un robo en la cara de los romanos y además aprovechándose de la desgracia. Que lo único que viera la gente del palacio era sobresalir una estatua colosal de Nerón en bronce dorado todavía provocaría más exasperación.

Así que Nerón sería inocente, pero una vez detenida la primera onda de acusaciones, se esforzó denodadamente en confirmarlas.

El apoyo del pueblo

Como hemos comentado con la potestad tribunicia los emperadores se presentaban como jefes y defensores del Pueblo Romano. El éxito del sistema imperial se basó precisamente es que inicialmente esto era cierto. Los caballeros y ciudadanos notables se beneficiaron de servir al emperador y a diferencia de los gobernadores republicanos que depredaban sin control debían rendir cuentas en Roma lo que supuso un descenso espectacular de la avidez.

Incluso en las provincias senatoriales los gobernadores se cuidaban de exagerar en los latrocinios al viejo estilo, pues las redes clientelares de los caballeros los denunciarían en Roma.

Junto con la paz, la prosperidad económica y una cierta seguridad jurídica consolidaron el régimen. La estructura de Augusto fue tan perfecta que chiflados y dilapidadores como Calígula no fueron capaces de romper la consolidación de Roma en las provincias. Estas apenas se enteraban de los disparates.

Pero la erosión existía. El pueblo romano ya no mostraba su adhesión al emperador en los comicios y asambleas que ya estaban desapareciendo. El emperador era el jefe del pueblo, pero no trataba con este más que en los espectáculos. Ya no necesitaba comprar sus votos, solos sus bocas y sus aplausos. Ya no era el pueblo romano era la plebe en el peor significado de la palabra. Inevitablemente perdiendo la conciencia de pueble elegido y copartícipe en el gobierno, la plebe era ya una masa, fácil de comprar y fácil de perder.


La fin y el recuerdo

Es cierto que los historiadores reflejan que la tumba de Nerón se conservó largo tiempo y cuidada por admiradores. Incluso sobrevivió hasta época medieval para dejar por el contrario leyendas de terror.

Esto demuestra poco. Incluso los peores gobernantes recientes tienen flores y homenajes. En cualquier caso, serían de poca entidad, ya que con la Damnatio Memoriae hubiera costado poco liquidar la tumba y cualquier homenaje.

Los falsos Nerones tienen un poco más de valor como prueba de un agradecimiento popular, pero tampoco es que resultaran un problema muy serio y menos en Roma. Todos aparecieron en Oriente y ya es difícil discernir si era nostalgia de Nerón o de los Julio-Claudios. Si algo debían temer en Oriente es que volviera la República. Con el imperio asociado a la familia extinta una restauración republicana podía ser un temor razonable.

En cualquier caso, Nerón fue el causante del primer golpe militar exitoso del Imperio. Después de casi cien años de dominio familiar fue capaz de socavar de tal forma su posición que el golpe fue masivo. No hubo apenas resistencia y todos lo abandonaron con más facilidad de la que soportaban sus espectáculos en el teatro. Su patético final confirma que como gobernante fracasó sin paliativos.
 
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