La lanza mística de longinus

Henry Rearden

Madmaxista
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Castilla-La Mancha
En el año 1938, el capitán Hans Müller de la Wehrmacht recibió una misión secreta del alto mando alemán. Su objetivo era encontrar la legendaria lanza de Longinus, un artefacto que, según la leyenda, poseía poderes sobrenaturales. Para esta misión, Müller fue acompañado por el renombrado arqueólogo Heinrich Schliemann, conocido por sus descubrimientos en Troya.

Müller y Schliemann comenzaron su búsqueda en Jerusalén, donde se decía que la lanza había sido vista por última vez. Tras meses de investigación y excavaciones, encontraron una pista en un antiguo manuscrito que los llevó a una cueva oculta en las montañas de Anatolia.

Dentro de la cueva, enfrentaron numerosos desafíos, desde trampas antiguas hasta guardianes que protegían el artefacto. Sin embargo, con la combinación de la astucia de Schliemann y la valentía de Müller, lograron superar todos los obstáculos y finalmente encontraron la lanza de Longinus, enterrada en un sarcófago de piedra.

Al tocar la lanza, Müller sintió una energía poderosa recorrer su cuerpo. Schliemann, fascinado por el descubrimiento, comenzó a estudiar las inscripciones en la lanza, que hablaban de su origen y sus poderes. Según las inscripciones, la lanza tenía la capacidad de otorgar fuerza y protección a quien la poseyera, pero también advertía sobre los peligros de su uso indebido.

Decididos a llevar la lanza de regreso a Alemania, Müller y Schliemann emprendieron el viaje de regreso. Sin embargo, durante el trayecto, comenzaron a notar que la lanza también tenía efectos inesperados. Müller se volvió más fuerte y resistente, pero también más agresivo y temerario. Schliemann, preocupado por los cambios en su compañero, intentó advertirle sobre los peligros de la lanza.

Finalmente, al llegar a Berlín, Müller presentó la lanza al alto mando alemán. Sin embargo, Schliemann, consciente de los peligros que la lanza representaba, decidió actuar. En una noche oscura, robó la lanza y huyó, decidido a esconderla en un lugar donde nunca pudiera ser encontrada.

Müller, furioso por la traición de Schliemann, lo persiguió por toda Europa. Sin embargo, Schliemann, utilizando su conocimiento y astucia, logró mantenerse un paso adelante. Finalmente, escondió la lanza en una cueva secreta en los Alpes suizos y dejó pistas falsas para desviar a sus perseguidores.

La lanza de Longinus, con todos sus poderes y peligros, quedó perdida una vez más, y la historia de su descubrimiento se convirtió en una leyenda. Müller, sin la lanza, regresó a Alemania, donde continuó su servicio en la Wehrmacht, mientras que Schliemann desapareció, dejando solo su legado como uno de los arqueólogos más grandes de la historia.
 
El argumento de la Última Cruzada era con el Santo Grial.

Además faltan Aliens o en su defecto Cruzados.

Marchando una historia con aliens:

En el año 1938, el capitán Hans Müller de la Wehrmacht recibió una misión secreta del alto mando alemán. Su objetivo era encontrar la legendaria lanza de Longinus, un artefacto que, según la leyenda, poseía poderes sobrenaturales. Para esta misión, Müller fue acompañado por el renombrado arqueólogo Heinrich Schliemann, conocido por sus descubrimientos en Troya.

Müller y Schliemann comenzaron su búsqueda en Jerusalén, donde se decía que la lanza había sido vista por última vez. Tras meses de investigación y excavaciones, encontraron una pista en un antiguo manuscrito que los llevó a una cueva oculta en las montañas de Anatolia.

Dentro de la cueva, enfrentaron numerosos desafíos, desde trampas antiguas hasta guardianes que protegían el artefacto. Sin embargo, con la combinación de la astucia de Schliemann y la valentía de Müller, lograron superar todos los obstáculos y finalmente encontraron la lanza de Longinus, enterrada en un sarcófago de piedra.

Al tocar la lanza, Müller sintió una energía poderosa recorrer su cuerpo. Schliemann, fascinado por el descubrimiento, comenzó a estudiar las inscripciones en la lanza, que hablaban de su origen y sus poderes. Según las inscripciones, la lanza tenía la capacidad de otorgar fuerza y protección a quien la poseyera, pero también advertía sobre los peligros de su uso indebido.

Mientras estudiaban la lanza, una luz brillante llenó la cueva. De repente, una figura alta y esbelta apareció ante ellos. Era un extraterrestre, con piel plateada y ojos luminosos. “Soy Zorath, guardián de la lanza,” dijo la figura en un tono sereno. “Esta lanza no es de este mundo. Fue creada por mi gente hace milenios y dejada en la Tierra para protegerla de amenazas cósmicas.”

Müller y Schliemann, sorprendidos pero intrigados, escucharon mientras Zorath les explicaba que la lanza tenía el poder de abrir portales a otros mundos y dimensiones. Sin embargo, su uso indebido podría desatar fuerzas destructivas inimaginables.

Zorath les ofreció una elección: devolver la lanza a su lugar de origen en un planeta lejano o enfrentar las consecuencias de su poder. Müller, tentado por la posibilidad de usar la lanza para asegurar la victoria de Alemania, dudó. Pero Schliemann, comprendiendo la magnitud del peligro, convenció a Müller de que la única opción era devolver la lanza.

Juntos, con la ayuda de Zorath, viajaron a través de un portal dimensional hasta el planeta de los extraterrestres. Allí, fueron recibidos por una civilización avanzada que les mostró maravillas tecnológicas y les agradeció por devolver la lanza.

Al regresar a la Tierra, Müller y Schliemann sabían que no podían revelar la verdad de su aventura. Sin embargo, la experiencia los cambió profundamente. Müller decidió abandonar la Wehrmacht y dedicarse a la arqueología junto a Schliemann, mientras que Zorath prometió vigilar la Tierra y protegerla de futuras amenazas.
 
que se lo digan a patton, que parece ser que se lo cargaron por su obsesión con la lanza.


“Hitler robó la lanza de Longinos, y Patton quiso quedársela”​


Tengo 51 años. Soy de Barcelona. Trabajo como editora y disfruto como escritora. Divorciada, tengo dos hijos, Ainara (21) y Alex (16). ¿ Política? Asqueada, solo votaría a alguien honesto. ¿ Creencias? Hay un más allá. Me gusta el maquetismo, cantar y escribir​



La lanza sagrada​

A Franco le gustaba tener el brazo incorrupto de santa Teresa. A Hitler, la lanza sagrada. Los tiranos aman las reliquias. Con esta verdad urde Laura Falcó un thriller histórico con nazis y videntes, pasiones amorosas y traiciones, una original y trepidante mirada del delirio hitleriano a través de pasadizos y búnkeres secretos: La maldición de la lanza sagrada (La Esfera de los Libros). De estas cuestiones trata también en su programa de radio El colegio invisible (madrugada de los jueves en Onda Cero). De Uri Geller me cuenta que “Gorbachov estaba en una sala para firmar el acuerdo de desarme, y los americanos tenían a Uri Geller en la sala contigua, que le enviaba la orden telepática de firmarlo”. Y lo firmó.
Su abuelo materno, qué personaje.
Esa es la palabra, sí. Fue “el señor Lara”, más que el abuelo. No nos dejaba llamarle “abuelo”.
¿Por qué?
Abuelo equivalía a viejo, y él no se veía así. Íbamos “a casa de la abuela Teresa y del Pepe”. Él era “el Pepe”.
¿Le influyó?
Me influyeron mis padres, que me incitaron a leer desde niña. Mi padre era aparejador, y mi progenitora era editora de enciclopedias.
¿Y qué quería ser usted?
Dibujaba, cantaba, me disfrazaba, iba para artista, y estudié filología inglesa... y también Esade: he dirigido muchos sellos editoriales.

Y lo de escribir...


Le he tenido mucho respeto, por haber tratado tanto con escritores. Me limité a escribir cuentos en mi blog, y un editor quiso publicarlos. Y llevo ya cuatro novelas.
La última, sobre una lanza.
La lanza que el centurión romano Longinos hundió en las costillas de Jesús en la cruz.
¿Existió esa lanza?
Los romanos alanceaban a los crucificados para que no quedasen vivos en sabat.
Manó agua y sangre de la herida.
Salpicó el rostro de Longinos, y sanó de cataratas: “¡En verdad este era el hijo de Dios!”.
¿Eso dijo?¿Qué le atrae de esta historia?
La leyenda en torno a la lanza, y cómo se imbrica en la historia reciente de Europa.
¿Qué leyenda?
Quedó fijada en el medioevo: “Quien tenga la lanza, vencerá; quien la pierda, morirá”.
¿Y quién la tuvo?
Tras José de Arimatea y san Mauricio Tebano, ¡el emperador Constantino!

Mandó mucho, sí.
Y, luego, Teodosio... que la pierde en favor del bárbaro Alarico, luego Teodorico, Carlos Martel, Carlomagno...
Poderosos todos, desde luego.
Pasó por reyes y emperadores, hasta quedar custodiada en Viena. Y en 1938, Austria es anexionada por Hitler.
¡El que faltaba!
Quiso quedarse a solas con la lanza, y dijo: “Soy la reencarnación del señor teutónico Landulfo II de Capua”. Y se llevó la lanza.

¿A dónde?
A Nuremberg. Himmler y él se obsesionaron con los objetos de poder de todas las tradiciones, los buscaron por todo el orbe.
¿Era auténtica, la lanza?
Con el carbono 14, sabemos que es del siglo VII. Hitler creyó que era verdadera.
¿Hasta cuándo la tuvo?
Planteo una hipótesis alternativa a la oficial, y cuadra con las primeras derrotas nazis.
La leeré, pero... ¿cuál es el relato oficial?
Himmler la llevó al castillo de Wewelsburg, donde oficiaba rituales esotéricos con algunos jerarcas nazis.

¿Y seguía ahí al caer el III Reich?
A los americanos les contaron los nazis que la habían arrojado a un lago austriaco. Pero el teniente Horn descubrió que estaba en un búnker sellado en Panierplatz, Nuremberg.
Bravo por el sagaz teniente Horn.
En agosto de 1945 abre el búnker, recupera el tesoro de los Habsburgo, con la lanza de Longinos, se lo entrega al general Patton... ¡y cae también bajo el hechizo de la lanza!
¿Qué quiere decir?
Patton escribió un poema (“A través del cristal oscuro”) donde se describe como soldado a través de los milenios, y dice: “Veo las caras retorcidas y siento la lanza desgarradora. Quizás alanceé al Salvador...” ¡Patton se ve a sí mismo encarnado en Longinos!
Patton fue el general más poderoso de los aliados, eso es verdad.
Y se llevó la lanza a Estados Unidos, y quiso quedársela. Pero Eisenhower le obliga a devolverla. Y poco después, Patton fallece en un raro accidente de automóvil...

¿Raro? ¿Un atentado?
Su anticomunismo incomodaba a todos: Stalin, Eisenhower y Churchill se estaban repartiendo el mundo, pactando.
¿Tienen hoy los americanos la lanza de Longinos?
No: en 1946 fue devuelta al museo Hofburg de Viena, en un acto protocolario y filmado. O... puede que no fuera la verdadera lanza.
¿No?
El coronel Buehner sostiene que la lanza de Nuremberg ¡era una réplica! Que la buena viajó de Wewelsburg a la Antártida. Y que un grupo secreto nancy la ha recuperado.
¿Y cuál es su hipótesis?
Pudo haber réplicas, o pudo haber sido hurtada... En mi novela interviene cierta vidente a la que Churchill visitó en la guandoca...
¿Qué vidente?
Hellen Duncan, encarcelada 1944 ¡por bruja! Adivinó un secreto militar: que los nazis habían hundido un barco británico...
Parecería que los poderosos siempre tontean con el ocultismo.
Todos queremos saber lo oculto, ¿no? Hitler tuvo astrólogo: Karl Ernst Krafft. Churchill, al saberlo, fichó al suyo: Louis de Wohl. Lo despidió rápido, por inútil. Y a Krafft lo enviaron al campo de Buchenwald.
 
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