El mayor factor en la caída de natalidad son los sistemas de pensiones.
En la antigüedad la gente no tenía hijos por el placer de tenerlos, sino con un objetivo egoísta: a más hijos, más garantías de pasar una vejez tranquila, dado que tus hijos podrían sostenerte y mantener "la casa". (Las familias residían durante generaciones en la misma casa, que se iba ampliando según las necesidades).
En el momento en que el Estado asume la función de garantizar una vejez digna, tener hijos supone una complicación, y sobre todo, un gran coste que retrae recursos para el hedonismo en la juventud. Así que se pasa de tener cuatro y cinco hijos, a tener uno como quien se compra un perro.
Obsérvese como allí donde se establece un sistema de pensiones, la natalidad cae en picado. Y donde no existe, la natalidad se mantiene.