Bartolomé de las Casas, en su célebre “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, editado en 1552, verifica que los pueblos indígenas americanos estaban siendo exterminados con rapidez, lo que dejaba a amplias áreas del territorio colonial español con escasez de mano de obra. Su propuesta es doble, por un lado frenar el maltrato a aquéllos para permitirlos sobrevivir y por otro traer trabajadores esclavos de África.
Había observado que las comunidades indígenas del Nuevo Mundo que estaban en la fase de cazadores y recolectores no servían para el trabajo explotado, por falta de hábitos, de modo que había que acudir a la mano de obra del sur muy sur. La pregunta es por qué los jovenlandeses eran tan buenos trabajadores, en tanto que esclavos. La respuesta es porque los pueblos jovenlandeses conocían un sistema de trabajo esclavo a gran escala, que ocupaba todo el continente y que tenía siglos, o incluso milenios, de antigüedad. Los poderosos Estados esclavistas neցros y las enormes haciendas de los terratenientes neցros capturaban o criaban y adiestraban una mano de obra perfectamente adecuada al trabajo no libre.
Los europeos se limitaron a comprar esclavos jovenlandeses a quienes los aprisionaban en guerras incesantes o bien los producían, las todopoderosas oligarquías negras de África. Por tanto, la esclavitud de los neցros llegó a América como extensión del régimen esclavista africano, que fue trasplantado allí por los europeos. Por eso la aserción de Malcolm X de que no podía conocer su apellido porque los esclavistas blancos se lo habían negado a sus ascendientes es un despropósito, pues quienes hicieron esclavos a aquéllos no fueron los europeos sino otros neցros, éstos esclavistas, de manera que es a ellos a quienes habría de haber culpabilizado por verse obligado a usar la X en vez de su apellido. Para averiguar sobre éste tendría que haber viajado a África, a la zona donde sus ancestros fueron apresados o criados como esclavos por otros neցros…
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