Szadek
Himbersor
- Desde
- 20 Mar 2019
- Mensajes
- 2.443
- Reputación
- 1.824
- Los japoneses, ese pueblo indómito, guerrero y orgulloso de sus tradiciones, no fue ajeno a las exigencias de la guerra, e hicieron de su idiosincrasia una virtud. Fueron los primeros en concebir el portaaviones como arma de guerra, y los primeros en cuestionarlo, mediante el uso de equipos ligeros, como cazas de combate, contraviniendo los dogmas militates del primer tercio del siglo XX, en donde se creía que la aviación y la marina eran ramas separadas. Los japoneses fueron los primeros en destruir varios portaaviones con a exigua fuerza de combate aéreo, lo cual es una proeza en toda regla, y es aquí donde podemos comenzar a rastrear las heroicidades poco cantadas de varios pilotos japoneses, heroicidades durante mucho tiempo sepultadas bajo la épica de los americanos, que pretendían hallar gloria en su derrota, y no en la victoria nipona, relegando al cajó del olvido a estos grandes guerreros del aire;
Kaname Harada;
Fué enrolado en la unidad de reconocimiento previo a los ataques de Pearl Harbour, rogó a sus superiores por formar parte del ataque, pero la petición fué sistemáticamente denegada por sus superiores. Combatió con soltura y gran habilidad cerca de Ceilán, Sri Lanka fué asombrosa, poniendo en jaque a cinco Hurricanes. Participó de igual forma en Midway. Era un piloto nato. De los 1.500 hombres que se enrolaron junto a él para convertirse en aviadores navales, sólo 26 completaron el proceso de selección y el entrenamiento de cuatro años. Harada recibió de manos de su emperador un reloj por ser el número uno de su promoción. Fuerte, apuesto e inteligente, se le consideró un candidato idóneo para el mundo castrense. Hoy tiene 85 años, trabaja en un jardín de infancia y su opinión sobre la vida ha cambiado mucho desde entonces. Cuando en septiembre de 1941 fue asignado al portaaviones Soryu, su formación como piloto imperial se hizo más intensa. Por eso, decidió enviar a su esposa embarazada, Sei, a casa de sus padres en Nagano. Haciendo gala de la frialdad japonesa, ninguno de los dos mostró emoción alguna en la despedida, pero ella le compensó escribiéndole todos los días hasta que su barco levó anclas. "Mis camaradas bromeaban y me decían que parecía suscrito a un periódico", relata divertido. Todavía recuerda cómo el día de su partida los conductos exteriores del navío fueron forrados para protegerlos del frío. Los tripulantes estaban convencidos de que se disponían a atacar a la Unión Soviética, incluso la nave trazaba rumbo hacia las Aleutianas. Nadie sospechaba que eran actos para ocultar a Estados Unidos sus verdaderas intenciones. Hasta el 24 de noviembre, ni Harada ni ninguno de sus compañeros supo que su objetivo era Pearl Harbor. Al igual que el resto de soldados, fueron despreciados y vilipendiados por su propia sociedad tras el conflicto, al considerarlos responsables de la debacle de japón, soldados corrientes forzados a combatir, o voluntarios con la única esperanza de salvar a su país, siendo usados como chivos expiatorios, de los verdaderos responsables del desastre de Japón. Se sabe que en 1991, viajó a Pearl Harbour, para entrevistarse con las familias de sus viejos enemigos, para rendirles honor, y solicitarles el perdón, y lleva 3 décadas haciendo charlas entre los jóvenes nipones, haciendo hincapié en lo importante que es la educación, como arma para evitar que estas cosas, vuelvan a ocurrir.
Zenji Abe:
Cuando el avión de este teniente comenzó su frenético ataque en picado contra el acorazado de guerra USS Arizona, el buque ya se encontraba envuelto en llamas. Los pañoles de munición de proa habían saltado por los aires como consecuencia de una bomba lanzada durante la primera oleada. Su único torpedo, de 250 kilos, fue lanzado a 400 metros de altura y contribuyó a la destrucción bajo cubierta. Murieron casi 1.200 marinos a bordo. El breve ataque sería la culminación de uno de los entrenamientos para pilotos de combate más riguroso del mundo.
Abe tomó parte en otras cinco acciones en la Segunda Guerra Mundial. La última de ellas consistió en una misión sin retorno para bombardear al grupo de combate naval número 58 de EEUU. Su ataque lo realizaría más allá del punto de retorno; sin poder volver a su barco por la falta de combustible, tendría que realizar un aterrizaje en algún lugar de las cercanías del punto de ataque. Tras localizar a la flota -tres portaaviones rodeados por una veintena de buques navegando en formación concéntrica defensiva- dio a su escuadrón la orden de ataque a la par que lanzaba su aparato en picado a través de una lluvia de fuego antiaéreo. Recuperó altura y esperó a sus compañeros. En ese momento, varios cazas se lanzaron contra él, pero los eludió ocultándose entre las nubes. Con su combustible agotándose, logró aterrizar en la pequeña isla de Rota (en el Pacífico Oeste, a 32 millas de Guam). De los 430 aviones que participaron en el ataque, sólo se salvaron 30. El 15 de agosto de 1945, Abe se rindió a las tropas estadounidenses.
Después de la guerra, perdió el contacto con sus antiguos compañeros de armas. Más tarde, en 1991, con motivo del 50 aniversario del ataque, fue invitado a asistir a los actos de conmemoración organizados por la US Pearl Harbor Association. Su deseo de perdón le condujo a formar el Japanese Friends of Pearl Harbor (Asociación de Amigos Japoneses de Pearl Harbor). Confeccionó un listado de supervivientes, que por esa época sumaban unos 80, y fue a visitar a cada uno de ellos para explicarles lo que estaba haciendo. Estima que hoy sólo están vivas cinco personas que puedan relatar la experiencia. Ha viajado varias veces a EEUU y ha participado incansablemente en actos de reconciliación, ayudando a restañar algunas de las profundas heridas que se abrieron durante aquellos días.
Takeshi Maeda:
Educado por un padre autoritario, su sueño de la infancia de convertirse en pintor nunca llegó a materializarse. En vez de eso, le convencieron para que realizara una carrera más acorde con la ambición de su país. En 1938, se alistó en la Marina Imperial Japonesa. Tres años más tarde, participaba en uno de los eventos históricos del siglo XX. Para entonces tenía 20 años y se había convertido en un joven disciplinado y cualquier duda que pudiera albergar sobre las órdenes que recibía las suprimía automáticamente. Recuerda que no sintió miedo durante el ataque, ya que, para él, al igual que para sus compañeros, "sólo se trataba de otro trabajo". Como navegante a bordo de un torpedero participó en la incursión sorpresa de la isla de Oahu. La culminación de este conflicto sería la destrucción de Hirosima y Nagasaki de la mano de las primeras bombas atómicas y la rendición incondicional del emperador Hiro Hito.
Tomó parte de la primera oleada de 183 aeronaves que despegó de los portaaviones japoneses. Maeda recuerda que los 40 torpederos de su oleada se colocaron en formación de a uno para la aproximación final. Cada avión tenía asignado un objetivo específico. En su caso era el USS West Virginia. Tras el impacto directo del proyectil de Maeda sobre el USS West Virginia, ocho bombas más de sus compañeros hicieron blanco contra el navío, enviándolo a pique en el interior de la bahía. Una consecuencia del escaso calado de las aguas volvería para atormentarle mucho más tarde en el conflicto bélico: en 1945, durante la batalla de Okinawa, Maeda tomó parte en una incursión nocturna contra un grupo de barcos estadounidenses. "Los aviones de reconocimiento lanzaron bengalas para iluminar a la flota enemiga mientras iniciábamos el ataque final. De repente, justo enfrente de mí pude ver al USS West Virginia, el mismo barco que había torpedeado y hundido. No me lo podía creer, los ingeniosos americanos habían logrado reflotar y reparar muchos de los barcos hundidos o averiados. Las aguas poco profundas y las condiciones de la bahía que tanto puso a prueba la destreza y el valor de los pilotos japoneses, contribuyó a hacer infinitamente más sencillo reflotar los buques".
"Yo había acumulado 3.800 horas de vuelo en combate y no podía creer que mis comandantes quisieran tirar esa experiencia por la borda, en una sola misión. En ese momento comprendí el error de mis líderes y la inconsciencia con la que dispusieron de las vidas del pueblo japonés". Esta opinión la mantiene. También cree que la decisión de emplear las armas nucleares contra Japón fue en represalia al ataque contra Pearl Harbor, . El 14 de agosto, el emperador Hiro Hito instó a su pueblo a la rendición, dos días antes de que Maeda realizara su previsto vuelo suicida. Actualmente, a sus 80 años, es un hombre despierto y aparentemente tranquilo que ha pasado buena parte de su vida como civil trabajando para una corporación japonesa. Su punto de vista de la guerra ha cambiado. Participa en iniciativas de reconciliación y el discurso que pronunció en el simposio del 50 aniversario organizado por la Asociación Norteamericana Pearl Harbor, celebrado en Hawai, alcanzó las primeras páginas de la prensa estadounidense, al finalizarlo con la emotiva frase: "Pearl Harbor, nunca más". Desde entonces ha hecho muchos amigos en la tierra de la libertad, entre los que se encuentran algunos supervivientes del ataque al USS West Virginia.
Fuente:
Los tres aviadores japoneses de Pearl Harbor 1
Kaname Harada;
Fué enrolado en la unidad de reconocimiento previo a los ataques de Pearl Harbour, rogó a sus superiores por formar parte del ataque, pero la petición fué sistemáticamente denegada por sus superiores. Combatió con soltura y gran habilidad cerca de Ceilán, Sri Lanka fué asombrosa, poniendo en jaque a cinco Hurricanes. Participó de igual forma en Midway. Era un piloto nato. De los 1.500 hombres que se enrolaron junto a él para convertirse en aviadores navales, sólo 26 completaron el proceso de selección y el entrenamiento de cuatro años. Harada recibió de manos de su emperador un reloj por ser el número uno de su promoción. Fuerte, apuesto e inteligente, se le consideró un candidato idóneo para el mundo castrense. Hoy tiene 85 años, trabaja en un jardín de infancia y su opinión sobre la vida ha cambiado mucho desde entonces. Cuando en septiembre de 1941 fue asignado al portaaviones Soryu, su formación como piloto imperial se hizo más intensa. Por eso, decidió enviar a su esposa embarazada, Sei, a casa de sus padres en Nagano. Haciendo gala de la frialdad japonesa, ninguno de los dos mostró emoción alguna en la despedida, pero ella le compensó escribiéndole todos los días hasta que su barco levó anclas. "Mis camaradas bromeaban y me decían que parecía suscrito a un periódico", relata divertido. Todavía recuerda cómo el día de su partida los conductos exteriores del navío fueron forrados para protegerlos del frío. Los tripulantes estaban convencidos de que se disponían a atacar a la Unión Soviética, incluso la nave trazaba rumbo hacia las Aleutianas. Nadie sospechaba que eran actos para ocultar a Estados Unidos sus verdaderas intenciones. Hasta el 24 de noviembre, ni Harada ni ninguno de sus compañeros supo que su objetivo era Pearl Harbor. Al igual que el resto de soldados, fueron despreciados y vilipendiados por su propia sociedad tras el conflicto, al considerarlos responsables de la debacle de japón, soldados corrientes forzados a combatir, o voluntarios con la única esperanza de salvar a su país, siendo usados como chivos expiatorios, de los verdaderos responsables del desastre de Japón. Se sabe que en 1991, viajó a Pearl Harbour, para entrevistarse con las familias de sus viejos enemigos, para rendirles honor, y solicitarles el perdón, y lleva 3 décadas haciendo charlas entre los jóvenes nipones, haciendo hincapié en lo importante que es la educación, como arma para evitar que estas cosas, vuelvan a ocurrir.
Zenji Abe:
Cuando el avión de este teniente comenzó su frenético ataque en picado contra el acorazado de guerra USS Arizona, el buque ya se encontraba envuelto en llamas. Los pañoles de munición de proa habían saltado por los aires como consecuencia de una bomba lanzada durante la primera oleada. Su único torpedo, de 250 kilos, fue lanzado a 400 metros de altura y contribuyó a la destrucción bajo cubierta. Murieron casi 1.200 marinos a bordo. El breve ataque sería la culminación de uno de los entrenamientos para pilotos de combate más riguroso del mundo.
Abe tomó parte en otras cinco acciones en la Segunda Guerra Mundial. La última de ellas consistió en una misión sin retorno para bombardear al grupo de combate naval número 58 de EEUU. Su ataque lo realizaría más allá del punto de retorno; sin poder volver a su barco por la falta de combustible, tendría que realizar un aterrizaje en algún lugar de las cercanías del punto de ataque. Tras localizar a la flota -tres portaaviones rodeados por una veintena de buques navegando en formación concéntrica defensiva- dio a su escuadrón la orden de ataque a la par que lanzaba su aparato en picado a través de una lluvia de fuego antiaéreo. Recuperó altura y esperó a sus compañeros. En ese momento, varios cazas se lanzaron contra él, pero los eludió ocultándose entre las nubes. Con su combustible agotándose, logró aterrizar en la pequeña isla de Rota (en el Pacífico Oeste, a 32 millas de Guam). De los 430 aviones que participaron en el ataque, sólo se salvaron 30. El 15 de agosto de 1945, Abe se rindió a las tropas estadounidenses.
Después de la guerra, perdió el contacto con sus antiguos compañeros de armas. Más tarde, en 1991, con motivo del 50 aniversario del ataque, fue invitado a asistir a los actos de conmemoración organizados por la US Pearl Harbor Association. Su deseo de perdón le condujo a formar el Japanese Friends of Pearl Harbor (Asociación de Amigos Japoneses de Pearl Harbor). Confeccionó un listado de supervivientes, que por esa época sumaban unos 80, y fue a visitar a cada uno de ellos para explicarles lo que estaba haciendo. Estima que hoy sólo están vivas cinco personas que puedan relatar la experiencia. Ha viajado varias veces a EEUU y ha participado incansablemente en actos de reconciliación, ayudando a restañar algunas de las profundas heridas que se abrieron durante aquellos días.
Takeshi Maeda:
Educado por un padre autoritario, su sueño de la infancia de convertirse en pintor nunca llegó a materializarse. En vez de eso, le convencieron para que realizara una carrera más acorde con la ambición de su país. En 1938, se alistó en la Marina Imperial Japonesa. Tres años más tarde, participaba en uno de los eventos históricos del siglo XX. Para entonces tenía 20 años y se había convertido en un joven disciplinado y cualquier duda que pudiera albergar sobre las órdenes que recibía las suprimía automáticamente. Recuerda que no sintió miedo durante el ataque, ya que, para él, al igual que para sus compañeros, "sólo se trataba de otro trabajo". Como navegante a bordo de un torpedero participó en la incursión sorpresa de la isla de Oahu. La culminación de este conflicto sería la destrucción de Hirosima y Nagasaki de la mano de las primeras bombas atómicas y la rendición incondicional del emperador Hiro Hito.
Tomó parte de la primera oleada de 183 aeronaves que despegó de los portaaviones japoneses. Maeda recuerda que los 40 torpederos de su oleada se colocaron en formación de a uno para la aproximación final. Cada avión tenía asignado un objetivo específico. En su caso era el USS West Virginia. Tras el impacto directo del proyectil de Maeda sobre el USS West Virginia, ocho bombas más de sus compañeros hicieron blanco contra el navío, enviándolo a pique en el interior de la bahía. Una consecuencia del escaso calado de las aguas volvería para atormentarle mucho más tarde en el conflicto bélico: en 1945, durante la batalla de Okinawa, Maeda tomó parte en una incursión nocturna contra un grupo de barcos estadounidenses. "Los aviones de reconocimiento lanzaron bengalas para iluminar a la flota enemiga mientras iniciábamos el ataque final. De repente, justo enfrente de mí pude ver al USS West Virginia, el mismo barco que había torpedeado y hundido. No me lo podía creer, los ingeniosos americanos habían logrado reflotar y reparar muchos de los barcos hundidos o averiados. Las aguas poco profundas y las condiciones de la bahía que tanto puso a prueba la destreza y el valor de los pilotos japoneses, contribuyó a hacer infinitamente más sencillo reflotar los buques".
"Yo había acumulado 3.800 horas de vuelo en combate y no podía creer que mis comandantes quisieran tirar esa experiencia por la borda, en una sola misión. En ese momento comprendí el error de mis líderes y la inconsciencia con la que dispusieron de las vidas del pueblo japonés". Esta opinión la mantiene. También cree que la decisión de emplear las armas nucleares contra Japón fue en represalia al ataque contra Pearl Harbor, . El 14 de agosto, el emperador Hiro Hito instó a su pueblo a la rendición, dos días antes de que Maeda realizara su previsto vuelo suicida. Actualmente, a sus 80 años, es un hombre despierto y aparentemente tranquilo que ha pasado buena parte de su vida como civil trabajando para una corporación japonesa. Su punto de vista de la guerra ha cambiado. Participa en iniciativas de reconciliación y el discurso que pronunció en el simposio del 50 aniversario organizado por la Asociación Norteamericana Pearl Harbor, celebrado en Hawai, alcanzó las primeras páginas de la prensa estadounidense, al finalizarlo con la emotiva frase: "Pearl Harbor, nunca más". Desde entonces ha hecho muchos amigos en la tierra de la libertad, entre los que se encuentran algunos supervivientes del ataque al USS West Virginia.
Fuente:
Los tres aviadores japoneses de Pearl Harbor 1