La geografía de españa es complicada cuanto menos

La geografía realmente jodida es la de Portugal.
 
Habrá que darte la razón una vez. Los tres pilares de la civilización occidental, antes llamada Cristiandad y ahora Europa, son sus tres penínsulas mediterráneas: la Balcánica, la Italica y la Ibérica, cada una con su respectivo muro orográfico: Pindos, Alpes y Pirineos. La primera trajo nuestra base intelectual genuina, la segunda los patrones fundamentales políticos y sociales, la tercera la expansión global a través de España y Portugal.

Los bárbaros del norte que primero arrasaron Roma, arrastrando la Europa civilizada a edades oscuras, y que tras la revolución industrial disolvieron la Cristiandad volviendo a oscurecerla jovenlandesal e intelectualmente, ahora esos catetos descendientes de los salvajes saqueadores norteños se arrogan la verdadera identidad uropea y reparten los carnés. Enga.
Me alegro de que me la des a mi, pero yo no te la voy a dar a ti

La civilizacion occidental, mal llamada occidental por los puñeteroS GUSANOS (se llama civilizacion EUROPEA), se basa en la creacion de GRECIA. Los barbaros no metieron europa en una edad oscura, pues todos ellos se romanizaron. Quien mete europa en una edad oscura es esa secta venida de oriente medio, que arrasa por completo esa civilizacion basada en la ciencia y el pensamiento, para imponer por la fuerza una sociedad analfabeta basada en las sectas, los rezos y leyenditas supersticiosas de cosa, de las que no se salio hasta el siglo 19
 
Me alegro de que me la des a mi, pero yo no te la voy a dar a ti

La civilizacion occidental, mal llamada occidental por los puñeteroS GUSANOS (se llama civilizacion EUROPEA), se basa en la creacion de GRECIA. Los barbaros no metieron europa en una edad oscura, pues todos ellos se romanizaron. Quien mete europa en una edad oscura es esa secta venida de oriente medio, que arrasa por completo esa civilizacion basada en la ciencia y el pensamiento, para imponer por la fuerza una sociedad analfabeta basada en las sectas, los rezos y leyenditas supersticiosas de cosa, de las que no se salio hasta el siglo 19

Pues no exactamente ni ahora tengo ganas de explicarte las grandes diferencias entre el grecocristianismo originario y el yudeocristianismo que creó la Reforma. Dos religiones completamente diferentes eclipsando progresivamente la segunda a la primera y de manera definitiva tras el Vaticano II. Los bárbaros vencieron definitivamente y usurpando la herencia genuina europea extendieron su barbarie al resto del Globo. En ello siguen.
 
Me alegro de que me la des a mi, pero yo no te la voy a dar a ti

La civilizacion occidental, mal llamada occidental por los puñeteroS GUSANOS (se llama civilizacion EUROPEA), se basa en la creacion de GRECIA. Los barbaros no metieron europa en una edad oscura, pues todos ellos se romanizaron. Quien mete europa en una edad oscura es esa secta venida de oriente medio, que arrasa por completo esa civilizacion basada en la ciencia y el pensamiento, para imponer por la fuerza una sociedad analfabeta basada en las sectas, los rezos y leyenditas supersticiosas de cosa, de las que no se salio hasta el siglo 19
Todos los gaies aman grecia, fuente de culto al cuerpo,(mañacos) a darse por el pandero (amor griego), es normal que odies el cristianismo. Pero para tu tranquilidad, ya sabes que en el Islam, la India, Rusia, petarse el pandero tampoco está bien visto, así que te tendrás que ir a EEUU.
 
Todos los gaies aman grecia, fuente de culto al cuerpo,(mañacos) a darse por el pandero (amor griego), es normal que odies el cristianismo. Pero para tu tranquilidad, ya sabes que en el Islam, la India, Rusia, petarse el pandero tampoco está bien visto, así que te tendrás que ir a EEUU.
Pero en Grecia no son cristianos? No es la iglesia ortodoxa la mayoritaria allí?
 
y no menciona a la sagra?
Encuentro nocturno en La Sagra.



Antes de continuar su camino, Tomás Gómez se detuvo en la solitaria estación de gasolina.

-Aquí se sentirá usted bastante solo -le dijo al viejo.

El viejo pasó un trapo por el parabrisas de la camioneta.

-No me quejo.

-¿Le gusta La Sagra?

-Muchísimo. Siempre hay algo nuevo. Cuando llegué aquí el año pasado, decidí no esperar nada, no preguntar nada, no sorprenderme por nada. Tenemos que mirar las cosas de aquí, y qué diferentes son. El tiempo, por ejemplo, me divierte muchísimo. Es un tiempo sagreño. Un calor de mil demonios en verano y un frío de mil demonios en invierno. Y las escasas plantas y la lluvia, tan diferentes. Es asombroso. Vine a La Sagra a retirarme, y busqué un sitio donde todo fuera diferente. Un viejo necesita una vida diferente. Los jóvenes no quieren hablar con él, y con los otros viejos se aburre de un modo atroz. Así que pensé: lo mejor será buscar un sitio tan diferente que uno abre los ojos y ya se entretiene. Conseguí esta estación de gasolina. Si los negocios marchan demasiado bien, me instalaré en una vieja carretera menos bulliciosa, donde pueda ganar lo suficiente para vivir y me quede tiempo para sentir estas cosas tan diferentes.

-Ha dado usted en el clavo -dijo Tomás. Sus manos le descansaban sobre el volante. Estaba contento. Había trabajado casi dos semanas ayudando a establecerse a varios okupas en Lominchar y ahora tenía dos días libres e iba a una fiesta.


-Ya nada me sorprende -prosiguió el viejo-. Miro y observo, nada más. Si uno no acepta a La Sagra como es, puede volverse a Madrid. En esta comarca todo es raro; el suelo, el aire, los arroyos, los lugareños y los relojes. Hasta mi reloj anda de un modo gracioso. Hasta el tiempo es raro en La Sagra. A veces me siento muy solo, como si yo fuese el único habitante de esta comarca; apostaría la cabeza. Otras veces me siento como si me hubiera encogido y todo lo demás se hubiera agrandado. ¡Dios! ¡No hay sitio como éste para un viejo! Estoy siempre alegre y animado. ¿Sabe usted cómo es La Sagra? Es como un juguete que me regalaron en Navidad, hace setenta años. No sé si usted lo conoce. Lo llamaban calidoscopio: trocitos de vidrio o de tela de muchos colores. Se levanta hacia la luz y se mira y se queda uno sin aliento. ¡Cuántos dibujos! Bueno, pues así es La Sagra. Disfrútelo. Tómelo como es. ¡Dios! ¿Sabe que esas ruinas de Carranque tienen dieciséis siglos y aún están en buenas condiciones? Son veinte euros.. Gracias. Buenas noches.

Tomás se alejó por la carretera, riendo entre dientes.

Era un largo camino que se internaba en la oscuridad y la desolación. Tomás, con una sola mano en el volante, sacaba con la otra, de cuando en cuando, un caramelo de la bolsa del almuerzo. Había viajado toda una hora sin encontrar en el camino ningún otro automóvil, ninguna luz. La carretera solitaria se deslizaba bajo las ruedas y sólo se oía el zumbido del motor. La Sagra era una comarca silenciosa, pero aquella noche el silencio era mayor que nunca. Los secarrales giraban a su paso y el monte de Magán se alzaba contra las estrellas.




Esta noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche (y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo.

La camioneta se internó en las colinas del tiempo. Tomás sintió unas punzadas en la nuca y se sentó rígidamente, con la mirada fija en el camino.

Entró en una muerta aldea sagreña; paró el motor y se abandonó al silencio de la noche. Maravillado y absorto contempló los edificios blanqueados por las lunas. Deshabitados desde hacía siglos. Perfectos. En ruinas, pero perfectos.

Puso en marcha el motor, recorrió algo más de un kilómetro y se detuvo nuevamente. Dejó la camioneta y echó a andar llevando la bolsa de comestibles en la mano, hacia una loma desde donde aún se veía la aldea polvorienta. Abrió el termo y se sirvió una taza de café. Un pájaro nocturno pasó volando. La noche era hermosa y apacible.

Unos cinco minutos después se oyó un ruido. Entre las ondulaciones, sobre la curva de la antigua carretera, hubo un movimiento, una luz mortecina y luego un murmullo.

Tomás se volvió lentamente, con la taza de café en la mano derecha.

Y asomó en las ondulaciones una extraña aparición.
Era una máquina que parecía un insecto de tonalidad verde jade, una mantis religiosa que saltaba suavemente en el aire frío de la noche, con diamantes verdes que parpadeaban sobre su cuerpo, indistintos, innumerables, y rubíes que centelleaban con ojos multifacéticos. Sus seis patas se posaron en la carretera, como las últimas gotas de una lluvia, y desde el lomo de la máquina un sagreño antediluviano de ojos de oro fundido miró a Tomás como si mirara el fondo de un pozo.


Tomás levantó una mano y pensó automáticamente:
¡Hola!, aunque no movió los labios. Era un sagreño. Pero Tomás había nadado en Navacerrada en arroyos azules mientras los desconocidos pasaban por la carretera, y había comido en casas extrañas con gente extraña y su sonrisa había sido siempre su única defensa. No llevaba armas de fuego. Ni aun ahora advertía esa falta aunque un cierto temor le oprimía el pecho.

También el sagreño tenía las manos vacías. Durante unos instantes, ambos se miraron en el aire frío de la noche.

Tomás dio el primer paso.

-¡Hola! -gritó.

-¡Hola! -contesto el sagreño en su propia lengua. No se entendieron.

-¿Has dicho hola? -dijeron los dos.

-¿Qué has dicho? -preguntaron, cada uno en su habla.

Los dos fruncieron el ceño.

-¿Quién eres? -dijo Tomás en .

-¿Qué haces aquí -dijo el otro en sagreño.

-¿A dónde vas? -dijeron los dos al mismo tiempo, confundidos.

-Yo soy Tomás Gómez,

-Yo soy Pompa de Mingo.

No entendieron las palabras, pero se señalaron a sí mismos, golpeándose el pecho, y entonces el sagreño se echó a reír.
-¡Espera!

Tomás sintió que le rozaban la cabeza, aunque ninguna mano lo había tocado.

-Ya está -dijo el sagreño en español-. Así es mejor.

-¡Qué pronto has aprendido mi idioma!

-No es nada.

Turbados por el nuevo silencio, ambos miraron el humeante café que Tomás tenía en la mano.

-¿Algo distinto? -dijo el sagreño mirándolo y mirando el café, y tal vez refiriéndose a ambos.

-¿Puedo ofrecerte una taza? -dijo Tomás.

-Por favor.

El sagreño descendió de su máquina.

Tomás sacó otra taza, la llenó de café y se la ofreció.

La mano de Tomás y la mano del sagreño se confundieron, como manos de niebla.

-¡Dios mío! -gritó Tomás, y soltó la taza.

-¡En nombre de los Dioses! -dijo el sagreño en su propio idioma.

-¿Viste lo que pasó? – murmuraron ambos, helados por el terror.

El sagreño se inclinó para tocar la taza, pero no pudo tocarla.

-¡Señor! -dijo Tomás.

-Realmente… -comenzó a decir el sagreño. Se enderezó, meditó un momento, y luego sacó un cuchillo de su cinturón.

-¡Eh! -gritó Tomás.

-Has entendido mal. ¡Tómalo!

El sagreño tiró al aire el cuchillo. Tomás juntó las manos. El cuchillo le pasó a través de la carne. Se inclinó para recogerlo, pero no lo pudo tocar y retrocedió, estremeciéndose.

Miró luego al sagreño que se perfilaba contra el cielo.
-¡Las estrellas! -dijo.

-¡Las estrellas! -respondió el sagreño mirando a Tomás.

Las estrellas eran blancas y claras más allá del cuerpo del sagreño, y lucían dentro de su carne como centellas incrustadas en la tenue y fosforescente membrana de un pez gelatinoso; parpadeaban como ojos de tonalidad violeta en el estómago y en el pecho del sagreño, y le brillaban como joyas en los brazos.

-¡Eres tras*parente! -dijo Tomás.

-¡Y tú también! -replicó el sagreño retrocediendo.

Tomás se tocó el cuerpo, sintió su calor y se tranquilizó. «Yo soy real», pensó.

El sagreño se tocó la nariz y los labios.

-Yo tengo carne -murmuró-. Yo estoy vivo.

Tomás miró fijamente al fío.

-Y si yo soy real, tú debes de estar muerto.

-¡No! ¡Tú!

-¡Un espectro!

-¡Un fantasma!

Se señalaron el uno al otro y la luz de las estrellas les brillaba en los miembros como dagas, como trozos de hielo, como luciérnagas, y se tocaron otra vez y se descubrieron intactos, calientes, animados, asombrados, despavoridos, y el otro, ah, si, ese otro, era sólo un prisma espectral que reflejaba la acumulada luz de unos mundos distantes.

Estoy borracho, pensó Tomás. No se lo contaré mañana a nadie. No, no.

Se miraron un tiempo, de pie, inmóviles, en la antigua carretera.

-¿De dónde eres? -preguntó al fin el sagreño.

-De Madrid.

-¿Qué es eso?

Tomás señaló al norte.

-¿Cuándo llegaste?

-Hace más de un año.

-Jamás habíamos visto a nadie como tú.

-Ni yo a alguien como usted.

-Escúcheme. En La Sagra no vive nadie como usted hace casi dieciséis siglos. Así lo dicen las viejas leyendas que cuentan las viejas con olor a meado de lechón, diente torcido e hijo petulante.

-No entiendo lo que dice. Voy a una fiesta en el Palatium, a orillas del Aquae Divergia . Allí estuve anoche. ¿No ve la villa?

Tomás miró hacia donde indicaba el sagreño y vio las ruinas.

-Pero cómo, esa ciudad está muerta desde hace siglos.

El sagreño o se echó a reír.

-¡Muerta! Dormí allí anoche.

-Y yo estuve allí la semana anterior y la otra, y hace un rato, y es un montón de escombros. ¿No ve las columnas rotas?

-¿Rotas? Las veo perfectamente a la luz de la luna. Intactas.

-Hay polvo en las calles -dijo Tomás.

-¡Las calles están limpias!

-Los estanques están vacíos.

-¡Los estanques están llenos de vino de lavándula!

-Está muerta.

-¡Está viva! -protestó el sagreño riéndose cada vez más-. Oh, está muy equivocado ¿No ve las luces de la fiesta? Hay barcas hermosas esbeltas como mujeres, y mujeres hermosas esbeltas como barcas; mujeres del tonalidad de la arena, mujeres con flores de fuego en las manos. Las veo desde aquí, pequeñas, corriendo por las calles. Allá voy, a la fiesta. Flotaremos en las aguas toda la noche, cantaremos, beberemos, haremos el amor. ¿No las ve?

-Su ciudad está muerta como un lagarto seco. Voy a las urbanizaciones de Chozas de Canales. Es una colonia de madrileños desterrados por la burbuja. No puede ignorarlo. Las constructoras trajeron muchas toneladas de ladrillo y cemento y construyeron las dos urbanizaciones más espantosas que pueda imaginar. Esta noche festejaremos la okupación de un chalet. Llegan de Lavapiés un par de fragonetas que traen a nuestras mujeres y a nuestras amigas. Habrá bailes, kalimotxo y Dyc…

El sagreño estaba inquieto.

-¿Dónde está todo eso?

Tomás señaló a lo lejos en varias direcciones.

-Allá están las luces nocturnas de los diferentes pueblos ¿Los ve?

-No.

-¡Maldita sea! ¡Ahí están! ¡El resplandor de Madrid se ve claramente!

-No.

Tomás se echó a reír.

-¡Está ciego!

-Veo perfectamente. ¡Es usted el que no ve!

-Pero ve el resplandor nocturno, ¿no es así?

-Yo veo una laguna, y con abundante agua.

-Señor, esa agua se evaporó hace siglos.

-¡Vamos, vamos! ¡Basta ya!

-Es cierto, se lo aseguro.

El sagreño se puso muy serio.

-Dígame otra vez. ¿No ve la ciudad que le describo? Las columnas muy blanca, las barcas muy finas, las luces de la fiesta… ¡Oh, lo veo todo tan claramente! Y escuche… Oigo los cantos. ¡No están tan lejos!

Tomás escuchó y sacudió la cabeza.

-No.

-Y yo, en cambio, no puedo ver lo que usted me describe -dijo el sagreño.

Volvieron a estremecerse. Sintieron frío.

-¿Podría ser?

-¿Qué?

-¿Dijo que «del Norte»?

-De Madrid.

-Madrid, ese nombre nada me dice -dijo el sagreño-. Pero… al subir por el camino hace una hora… sentí…



Se llevó una mano a la nuca.

-¿Frío?

-Sí.

-¿Y ahora?

-Vuelvo a sentir frío. ¡Qué raro! Había algo en la luz, en las ondulaciones, en el camino… -dijo el sagreño-. Una sensación extraña… El camino, la luz… Durante unos instante creí ser el único sobreviviente de este mundo.

-Lo mismo me pasó a mí -dijo Tomás, y le pareció estar hablando con un amigo muy íntimo de algo secreto y apasionante.

El sagreño meditó unos instantes con los ojos cerrados.

-Sólo hay una explicación. El tiempo. Sí. Usted es una sombra del pasado.

-No. Usted, usted es del pasado -dijo el madrileño.

-¡Qué seguro está! ¿Cómo es posible afirmar quién pertenece al pasado y quién al futuro? ¿En qué año estamos?

-En el año dos mil veinte.

-¿Qué significa eso para mí?

Tomás reflexionó y se encogió de hombros.

-Nada.

-Es como si le dijera que estamos en el año 1.123 Ab urbe condita. No significa nada. Menos que nada. Si algún reloj nos indicase la posición de las estrellas…

-¡Pero las ruinas lo demuestran! Demuestran que yo soy el futuro, que yo estoy vivo, que usted está muerto.

-Todo en mí lo desmiente. Me late el corazón, mi estómago siente hambre, mi garganta sed. No, no. Ni muertos, ni vivos, más vivos que nadie, quizá. Mejor, entre la vida y la fin. Dos extraños cruzan en la noche. Nada más. Dos extraños que pasan. ¿Ruinas dijo?

-Sí. ¿Tiene miedo?

-¿Quién desea ver el futuro? ¿Quién ha podido desearlo alguna vez? Un hombre puede enfrentarse con el pasado, pero pensar… ¿Ha dicho que las columnas se han desmoronado? ¿Y que la laguna está vacía y la acequias, secas y las doncellas muertas y las flores marchitas? -El sagreño calló y miró hacia la ciudad lejana. -Pero están ahí. Las veo. ¿No me basta? Me aguardan ahora, y no importa lo que diga.

Y a Tomás también lo esperaban los perroflautas, allá a lo lejos, y las urbanizaciones, y las mujeres de Madrid.

-Jamás nos pondremos de acuerdo -dijo.

-Admitamos nuestro desacuerdo -dijo el sagreño-. ¿Qué importa quién es el pasado o el futuro, si ambos estamos vivos? Lo que ha de suceder sucederá, mañana o dentro de diez mil años. ¿Cómo sabe que esos templos no son los de su propia civilización, dentro de cien siglos, desplomados y en ruinas? ¿No lo sabe? No pregunte entonces. La noche es muy breve. Allá van por el cielo los fuegos de la fiesta, y los pájaros.

Tomás tendió la mano. El sagreño lo imitó. Sus manos no se tocaron, se fundieron atravesándose.

-¿Volveremos a encontrarnos?

-¡Quién sabe! Tal vez otra noche.

-Me gustaría ir con usted a la fiesta.

-Y a mí me gustaría ir a su urbanización y ver esas gentes de las que me habla, y oír todo lo que sucedió.

-Adiós -dijo Tomás.

-Buenas noches.

El sagreño voló serenamente hacia las ondulaciones en su vehículo de metal verde. El madrileño se metió en su camioneta y partió en silencio en dirección contraria.

-¡Dios mío! ¡Qué pesadillas! -suspiró Tomás, con las manos en el volante, pensando en los cohetes, en las mujeres, en el Dyc, en las noticias del el bichito, en la fiesta.

-¡Qué extraña visión! -se dijo el sagreño, y se alejó rápidamente, pensando en el festival, en los canales, en las barcas, en las mujeres de ojos dorados, y en las canciones.

La noche era oscura. La luna se había puesto. La luz de las estrellas parpadeaba sobre la carretera ahora desierta y silenciosa. Y así siguió, sin un ruido, sin un automóvil, sin nadie, sin nada, durante toda la noche oscura y fresca.
 
Los bárbaros vencieron definitivamente y usurpando la herencia genuina europea extendieron su barbarie al resto del Globo. En ello siguen.
Los barbaros no usurparon nada, se integraron en la cultura grecorromana y la adoptaron como propia. Los que usurparon esa civilizacion fueron los de tu secta, que aun hoy, siguen diciendo que la civilizacion europea es un invento suyo y no de grecia, cuando lo unico que hicieron ellos fue hundirla y practicamente erradicarla

Los barbaros igualmente, no le han hecho nada al mundo. Quienes lo estan destruyendo son los ñarigudos y sus sabuesos (vease, los ceporroides). De hecho los ñarigudos y sus sabuesos llevan 500 años apurandose a fondo por erradicar a los barbaros de la faz de la tierra. Desde las revueltas protestantes hasta hoy, alemania ha venido sufriendo un genocidio detras de otro. Y encima hay que tragar con que los ñarigudistas les achaqueis a las victimas el papel de verdugos
 
Complicada de qué? Griegos, fenicios, romanos, godos, árabes... la han ocupado sin mayores problemas. Lo único que se puede decir es que el clima es más seco y cálido que la media europea, pero, por lo demás, no es mucho más complicada España que Italia, que es una península alargada con una cordillera en medio y un valle fluvial en el norte que está semicerrado y que está separado del centro de Europa por una cordillera más elevada que los Pirineos.

Hay muchos países europeos con geografías más complicadas que España, sin ir más lejos, los del extremo norte y este, y sólo hay que ver la densidad de población que tienen Noruega o Rusia.

A nivel global, de hecho, España está en un sitio privilegiado: está en Europa, pero enfrente del norte de África, con acceso al Mediterráneo y de cara al Atlántico, lo que favorece las comunicaciones con América y de ahí, con el resto del mundo. Por eso se expandió como se expandió.
 
Todos los analfabetos y estultoes la despreciais
Yo no la desprecio, ¿dónde he dicho eso?, su filosofia es la base del pensamiento occidental, pero el panteón interminable de dioses te tendría que parecer tan poco apreciable, como los del resto del mundo, si eres ateo.
 
Yo no la desprecio
No, simplemente te cagas en todo su legado, diciendo "gaiis ñiñiñi" y diciendo que la civilizacion de europa es un invento de una secta alubia* que nos condeno al oscurantismo analfabeto durante los 15 siglos posteriores a su llegada y difundida por cierto, por varones que se prohibian a si mismos yacer con mujeres

Asi que venga, de rodillitas y sigue masajeando cirios, nosea que te castigue tu señor ñarigudo
 
Como os joroba siempre que tenga razon. Ojala vinieran algun dia los marcianos, nos secuestraran a todos, y nos obligaran a todos a vivir en un lugar donde se implantaran las cosas que pedimos y defendemos. Yo estaria en la grecia civilizada que defiendo, y tu estarias en ****a masajeando cirios. O en mongolia fumando pegamento
 
y no menciona a la sagra?
Chozas de Canales es uno de los lugares más siniestros que conozco. En realidad toda la comarca de la Sagra.



Impacta la cantidad de neցros que hay, tienen la plaza del pueblo tomada. Hay uno que lleva la mano en la oreja y simula tener un móvil y hablar con alguien.



Una vez que estaba en el ayuntamiento, un neցro pedía audiencia con el alcalde en el mostrador. ¿Pa qué le quieres? Le decían, y el neցro que era muy importante, que tenía que hablar con el alcalde, y venga y dale. Sale el alcalde y ve el tinglado y le dice al neցro que qué huevones quiere. Y el neցro, todo solemne, le dice que es el encargado de comunicarle que un ministro de su país va a visitar el pueblo. Todo Dios allí descojonandose, y el neցro to serio, que sí, que iba a ir un ministro de su país al pueblo a visitar a sus compatriotas y que había que recibirle con honores. Y el alcalde tratando de quitarse al neցro de encima, venga, venga, pues que me mande una carta y ya veremos si no hay que llamar también a un ministro nuestro, venga, venga, haz el favor. Luego resultó que era un hijo de un jefe de una tribu.



Por no hablar de las dos urbanizaciones enormes que hay a cada lado del pueblo con casas a mitad de construir muchas de ellas y muchos enganches de luz ilegales y cosa a tutiplén en los ¿jardines?. Y todo eso en medio de esos secarrales infames, es un lugar sólo apto para querersese o suicidarse.



Estoy harto de decir que la zona norte de Toledo y Parla y sus alrededores son una zona extraña. Es un lugar raro que trasmite sensaciones raras. Pueblos llenos de urbanizaciones en medio de la nada, medio vacías, aceras sin árboles, chalet abandonados o con puertas y ventanas tapiadas junto a otros bien cuidados. Gente extraña, neցros deambulando sin oficio ni beneficio, paisanos con sus Ebros sin capota y la cuba de sulfatar las viñas, pilinguis de saldo que ya no son competitivas en Madrí, jovenlandeses, jovenlandeses a tutiplén con las jovenlandesas cubiertas de pies a cebeza. Páramos infinitos, cielos inmensos que te aplastan y te recuerdan que solo eres un simple mortal.

Hay algo en esa tierra que perturba el alma, los que hemos estado allí lo sabemos, aunque no sepamos qué es.



El alma y el cuerpo, hay una cantidad enorme de cáncer y esquizofrenia, más que en ninguna otra parte de España.



El ambiente perturba el alma y la tierra se alimenta de sus cuerpos. Está maldita.



Decía José Antonio Primo de Rivera que los castellanos conquistaron el mundo porque no tenían otra opción, quien haya vivido en Toledo Norte sabe que esto es un dogma de fe.



Es una tierra de desdicha. Desdicha mala...



Siempre que hay un secuestro en Madrí, no sé el porqué pero si la cosa sale mal, el cadáver lo encuentra semienterrado en la Sagra, escarbado por unos perros de caza o en alguna antigua fábrica de ladrillos de esa maldita zona.



Esa zona esta maldita. Los perros huyen espantados por el hedor a fin y sin embargo la tierra engulle desdicha. Pide desdicha.



Siempre galgos, porque allá no hay más que galgos, y a montones abandonados.



Colgados, ahorcados, devorados por las pulgas mientras todavía sigue fluyendo la cosa de sus tripas por el tronco que les sirve de patíbulo. Cae la tarde; se va poniendo el sol... Los lugareños, apestando a sudor, dejan de un lado sus aperos y se dirigen a la taberna a gastarse el jornal en vino tinto.



Y cuando sopla el aire, el solano, que es el único aire que allí recorre los llanos y que además les seca la ropa, cuando éste corre se puede oír los lamentos de la almas de los oriundos que calladamente agonizan e impregnan el ambiente de dolor y fatigas. En verano el calor te achicharra como si del mismo infierno se tratase, y en invierno castañean los dientes y el moquillo cae de la nariz. No hay mujeres guapas, solo viejas y extranjeras. No cantan los pájaros, no hay sombras de árboles porque no hay árboles, ni pájaros que se posen. Todo es desasosiego y una extraña sensación de angustia.



Por la noche en verano no refresca jamaś y oyes a las chicharras cantar con su monótono canto hasta volverte loco. Y se oyen cantos de pájaros pero sólo de perdices ya que no hay otras aves, perdices sí que hay en muchísima abundancia, y también muchos conejos. Infinidad de conejos atropellados se ven en las cunetas.



Y los contenedores de la Maersk reciclados para vivienda con un tinajón enorme de cemento al lado para tener agua son todo un clásico.



Siempre creí que yo era uno, indivisible. Pero la Sagra me desdobló, fue allí donde pude comprobar que no era uno, sino dos. Un cuerpo y un alma que formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.



Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.



Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.



Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.

Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.



Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la lechetera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.



¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.



No se si serán fuerzas telúricas o arcanos secretos, pero en esa zona el número de niños estultoes es llamativo. Cuando me la recorrí, raro era el día que alguien no me confesaba que tenía un hijo en un colegio especial, o una hija con paga, o algún ser de luz en la familia. Llegué a pensar que los hombres de allí son estériles y que es el mismísimo Belcebú el que engendra en sus mujeres esos abominables seres. Preñando la región de mongolismo y atraso.



Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.



El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.



Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos inanes.



Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.



Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.



Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.



Ancianos que van a labrar viñas en tractores que se fabricaron cuando aún vivía Franco. Gestos huraños en sus curtidos rostros.



La mayor parte de los campos de cultivo están yermos y llenos de malas yerbas.



Cardos seteros por doquier pero no se os ocurra recoger setas de cardo. Las setas absorben muchos tóxicos y a saber qué comes. En una ocasión recogí un montón de setas de cardo en el interior de la rotonda de acceso a la autovía en Santa Cruz de Retamar y la diarrea que tuve fue histórica.



Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.



No vayáis a la Sagra hijos míos.



Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.
 
Los barbaros no usurparon nada, se integraron en la cultura grecorromana y la adoptaron como propia. Los que usurparon esa civilizacion fueron los de tu secta, que aun hoy, siguen diciendo que la civilizacion europea es un invento suyo y no de grecia, cuando lo unico que hicieron ellos fue hundirla y practicamente erradicarla

Los barbaros igualmente, no le han hecho nada al mundo. Quienes lo estan destruyendo son los ñarigudos y sus sabuesos (vease, los ceporroides). De hecho los ñarigudos y sus sabuesos llevan 500 años apurandose a fondo por erradicar a los barbaros de la faz de la tierra. Desde las revueltas protestantes hasta hoy, alemania ha venido sufriendo un genocidio detras de otro. Y encima hay que tragar con que los ñarigudistas les achaqueis a las victimas el papel de verdugos

Se integraron descomponiéndola y sin aportar nada de algún valor civilizatorio. Después Europa se sumergiría en una edad oscura que resurgió en la Baja Edad Media, nuevamente desde el Mediterráneo y su tradición, hasta que estos bárbaros a partir de la revolución industrial se sacaron de la manga un protagonismo supremacista ficticio en la configuración del Occidente producto de ese onanismo desatado del Romanticismo con que la burguesía intoxicó Europa con engendros intelectuales e Historia inventada que nos han atropellado desde entonces en una catarata de ideologías, cientifismo pseudocientífico y un concepto darwinista de la existencia tan destructor interna y externamente. A partir de aquello el mundo no ha dejado de ser un totum revolutum de conflictos sociales y bélicos en los que seguimos envueltos de manera acelerada y apocalíptica. Esa es la regente civilización de la barbarie disfrazada de progreso.

Se ha impuesto la idea, por los herederos de esos bárbaros, del concepto de yudeocristiano o cristianismo como hermano menor de los yudíos. Esto es una falacia derivada de la simbiosis que ocurrió en centroeuropa entre el cristanismo reformista y el propio yudaísmo dando lugar a ciertas ramas de gnosticismo híbrido que alimentó, entre otras cosas, la peculiar religiosidad de la masonería.

El cristanismo no nació en Yudea sino en el mediterráneo helenista, siendo una creación genuina del entorno cultural griego y su tradición intelectual aristotélica y platónica, estableciendo el tomismo la primera como referencia clave. Su relación con el yudaísmo del primer milenio es casi cero y con menores conexiones que las del propio yudaísmo con las religiones zoroástricas, de quienes plagiaron casi todos sus relatos bíblicos incluida la noción de Yaveh desde la del Ahura Mazda.

De hecho el yudaísmo actual o rabínico empezó tras la destrucción del templo y en el exilio dando lugar a un yudaísmo completamente diferente del existente en torno al Templo en vida de Jesús.

Pero el yudeocristianismo de la Reforma acabó devorando al grecocristianismo mediteráneo y sus valores.
 
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