El pueblo debe exigir y controlar a sus políticos y aquí no se ha hecho. Entonces el pueblo deja de existir y se convierte en masa que se agrupa por afinidades.
Volvemos al feudalismo: la nobleza del ibex y las familias que llevan mandando desde 1939; el clero funcionarial y político sindical; y los siervos solitarios condenados a no salir del territorio de su señor, ahora de su municipio.
Algunos se agrupan en gremios para mantener su chiringuito fuera del mercado.
Pero nadie se agrupa para cambiar la situación política. Solo lo hicieron los comunistas y algunos más exigiendo la ruptura y no la tras*ición. Perdimos, y de aquellos polvos vienen estos lodos.
¿Tantos?
Es que propietarios son los hipotecados también...