Visilleras Reloaded
Baneado
- Desde
- 28 Abr 2013
- Mensajes
- 1.487
- Reputación
- 3.518
Foreros todos: Como consecuencia del interesante debate que ha suscitado el no menos interesante artículo "El drama tardo adolescente", he decidido escribir un breve ensayo sobre el tema del nuncafollismo, y la falta de relaciones sensuales y afectivas satisfactorias del hombre joven español.
Antes de que me vengan tocando las bolas con el victimismo, la auto-inculpación y el fracaso he de decirles que estas líneas las escribo sin ningún ánimo de attention-whorismo, si no por la mera intención de acotar los terrenos comunes de una generación de individuos con un problema soterrado y más común del que nos creeemos. Pueden, no obstante, opinar lo que les salga de las narices (faltaría más), pero si van a empezar con "quererse a uno mismo", "Apuntarse a un gimnasio", o "salir de casa a tomar el aire", les recomiendo que se pasen por Fobia Social a salvar almas. Aquí estamos hablando del callado devenir de los incels normales. Esos que están a nuestro lado cada día, o que somos nosotros mismos. Los solícitos postulantes que, merced a la hipergamia y la tontería (o a saber que otros factores), son casi invisibles.
Otrosí digo: Verán que en mi texto hablo de que, por aquel entonces nuestra infancia era relativamente fácil y acomodada. No maten al mensajero. Puede que tal vez ustedes sufrieran de palizas paternales y viviesen en una chabola, "disfrutando" de una primera infancia digna de Dickens. Yo no la tuve. No fue Jauja, ni mucho menos, y más de una vez tuve que presenciar como la policía entraba en mi casa. (Así que, como siempre acostumbro a hacer, antes de que digan ustedes alguna tontería, lo de "pijo" y "privilegiado" me lo pueden decir si les canta el tercer ojo, pero no me vengan diciendo que "no se lo que es la vida".)
El porqué del texto es el tratar de COMPRENDER EL ORIGEN del NUNCAFOLLISMO ESPAÑOL, y de la falta de relaciones satisfactorias, más o menos afectivas con el sesso contrario, y de como ESE PROBLEMA es, de lejos, mucho más grave, preocupante y hasta interesante, que muchos otros.
Frente al silencio solo queda silbar, para comprobar que no todo es eco.
No está terminado, ni mucho menos, y queda mucho por escribir, pero he decidido abrir el hilo porque también considero interesantes las aportaciones que puedan hacer ustedes, ya que si hablo solo de lo que yo percibo, esto no es ensayo ni palos: Es un truño.
Acomódense, y disfruten.
LA GENERACIÓN OCULTA
1. Hijos de la EGB, los juguetes de madera, y el freudo-marxismo de la bata blanca.
Se supone que somos hombres que, en comparación con sus hermanos o padres, han recibido una educación sensual y afectiva bastante acorde con el devenir de los tiempos y con una serie de valores jovenlandesales bastante útiles que, en teoría, venían a sustituir al concepto carpetovetónico del honor. No hemos hecho la mili, no nos creemos que el asunto de Gibraltar sea tan importante, no confiamos en los políticos, y estamos, en apariencia, de vuelta de muchas cosas. Por desgracia. Pero esa inocencia petulante no se pierde de un día para otro.
Se nos prometió que, casi por ciencia infusa, podríamos ganar todo lo que quisiésemos tener. Si para nosotros fue más o menos fácil, para nuestras contemporáneas, en lineas generales, la cosa fue mucho más sencilla todavía. Resonaba en el aire la letanía del "Habla Pueblo, Habla". Casi 40 años de franquismo dan mucho juego para tener a una sociedad completamente adocenada por medio de una meritocracia basada en el "Esfuerzo". Ya saben, ese honor y trabajo constante en el que uno comenzaba de botones en la empresa y terminaba de jefe de negociado. Ese concepto, guste o no, está casi implícito en la genética de nuestra generación. "Hay que ser algo en la vida".
A nosotros aún niños, se nos exigía una cierta compostura. Eso que se supone "ser un hombre" y que nadie nos explicó muy bien que era. Creo que tenía que ver con la decisión, y con aparentar tener cierta "capacidad de liderazgo". Esa de derechasda es muy útil en una guerra civil, en una postguerra y durante el desarrollismo, pero nosotros, La Generación Oculta, que tuvimos casi todo lo que deseamos, y apenas sufrimos de competencia con nuestros hermanos (porque muchos ni tuvieron hermanos), considerábamos tal concepto como una especie de resto del pasado, con olor a naftalina sucia, y estampas de santos. Preferimos la Game-Boy a la lista de Reyes Godos.
Y salvo a cuatro "intelectuales" tal decisión no parecía escandalizar a nadie.
El ambiente era propicio para ello. Nuestra madres, abnegadas supervivientes de la ficción que supone España en una “tras*ición”, hicieron lo que pudieron con nuestra educación: Tolerancia y ética patrocinada por lo que luego sería el grupo PRISA, con pinceladas de Teología de Liberación.
Nuestros padres en el bar, o en "una reunión de negocios" nos sacaban de paseo los sábados, o, luego con un divorcio encima, nos arreaban un billete de 5000 pelas. Y a correr.
Nuestros mayos eran casi más felices que nuestros agostos, y solo el tedio de las matemáticas o de algún día de calor podía resultarnos "algo deprimente". Los colores fluorescentes y el optimismo generalizado de los posteriores noventa era el buque insignia de los años dorados. Aunque luego las vidas cotidianas fuesen un pozo de miseria y secretos.
Todo fue bien hasta que Cobi, Curro, y la capitalidad de Madrid en el mundo pasaron de moda en el 93. Pero no adelantemos acontecimientos.
Hijos de dos canales de televisión, y familias extensas en las que algún primo había caido en la droja, o en las que alguien había concursado en el "1,2,3". El "Seat Fura" era el cadillac de nuestro tiempo para esa resplandeciente "clase media" tan nuestra y tan cañí, que no era más que un reducto de los planes sindicales del Franquismo.
Aprendimos a ocultarnos y a mentir casi antes que a multiplicar. Teníamos buen bagaje: Tanto si nacías en una familia de Izquierdas como de derechas era necesario disimular.
Las batas blancas y las herederas del freudo-marxismo nos animaban a leer casi por Decreto Ley. La imaginación era el nuevo Dios: Michael Ende y las campañas de Greenpeace eran cosa para ser tomadas en serio.
No éramos ya los brutos criminales que fueron nuestros padres.
Nosotros éramos esa nueva sensibilidad del próximo, y siempre próspero, siglo XXI. Y nos daban juguetes de madera: Todo muy igualitario, muy moderno, y sin marcas de trazabilidad de lo que era el pasado. Lo de ser niño o niña ya no se llevaba de la misma forma que antaño. O al menos no de una forma tan estricta.
Además teníamos toda una pléyade de psicólogos y nacientes expertos en pedagogía que nos enseñaban que el mundo no era un lugar peligroso siempre que aceptásemos las mínimas normas de convivencia universales. A saber: Creer en la democracia, respetar a nuestros mayores, no tirar papeles al suelo, y seguir las normas de nuestros profesores y padres.
Lo divertido (y trágico) de todo esto es que fuimos hijos y alumnos de una generación que estaba completamente desubicada tras 40 años de dictadura. España debía agarrarse al tren de eso que en el siglo XIX se llamó modernidad, e iba con mucho, mucho, mucho retraso.
Por suerte a alguien se le ocurrió crear la movida madrileña y tirar de todos los que habían nacido en los años 60 para darle un lavado de cara al país. Más abajo no podíamos caer, sobre todo después de aguantar casi cuarenta años de cerrojo. Éramos, como país, los niños mimados de Europa. Un poco demorados, si. Pero mimados. Por ser los nuevos.
Durante los ochenta nuestra infancia se resumía en ir al colegio, veranear, y tratar de aprender a entender un mundo bastante absurdo y un tanto gris. Pero como hasta pasado un tiempo los infantes no comprenden que no solo tienen una familia y una imagen en el espejo, si no que hay más gente a su alrededor, la cosa no fue excesivamente traumática.
2. El NO de las niñas.[/CENTER]
"Por el mar corre la liebre
por el mar corre la liebre
por el monte las sardinas
tralará,
por el monte las sardinas
tralará
por el monte las sardinas"
(Canción popular)
En algún momento del pasado perdimos la capacidad de discernir entre lo concreto y lo absoluto. Debió de ser en 7 de EGB con 12 o trece años. Da igual el momento exacto. Ya no se puede rememorar. Además, cada uno tiene su historia personal.
Momentos de euforia generalizada, con unas olimpiadas y una exposición universal en ciernes que recordaban el mejor desarrollismo de los sesenta, pero de otra forma mucho más diferente. Más demócrata, más PSOE, más Almodovar, más reciclaje de los saldos hippies tardo setenteros. Porque esa es otra clave: Los hippies en España eran catedráticos de Pedagogía, y no tirados que se paseaban por las playas de Ibiza en pelotas. Esos eran cuatro. Los nuestros, nuestros modernos, nuestros revolucionarios eran personas que en un mes pasaban de estar temerosos de los grises a tener el carnet de UCD, y cuando Felipe arrasó en el 83, aquí se apuntó al carro de "lo moderno" hasta los camisas viejas fans de Girón de Velasco.
En ese ambiente de Cartuja iluminada con modelos de pasarela, de ambigüos "Loco Mía" en la televisión, de chiste cutre de Martes y Trece, de “Gil y Gil Superestar”, aparecieron en nuestras vidas los noventa. Como un cogollo de lechuga tras*génico: Una cosa rara, pero, ¡Qué demonios! era el inicio de nuestra pubertad (eso era lo que decían en las películas americanas).
Un buen día uno se da cuenta de que esas otras a las que conviene tratar como seres únicos y maravillosos, casi angelicales, comenzaban a ignorarle. En mi caso concreto he de decir que no tengo grandes traumas de esa época, aunque parezca lo contrario. Simplemente en aquellos años no pensaba ni en hacerme caricias, y mis contemporáneas ya hacían toda una serie de listas con los pros y contras sobre los chicos que les gustaban: 1) El que saca mejores notas 2) El que juega mejor al fútbol 3) El de otro colegio, un año mayor, y que tiene moto.
En mi bendita inocencia (que creo, es la de muchos otros) aquello era como ver una procesión de marcianos bailando la Lambada. E intuía la pregunta fatídica: "¿Que mecanismo mental es el que lleva a esas, que van conmigo a clase, a comportarse así".
Recuerdo en cierta ocasión en que las muchachas de mi clase protestaron con vehemencia ante un acto cruel: Uno de los matones oficiales de mi colegio torturó a un pobre chaval empollón de mi clase restregándole cardos por el ojo ciego, y metiéndolo en un contenedor. Servidor tuvo suerte de no ser blanco de tamaña "broma", pero dio la casualidad de que dos semanas antes me había hecho una brecha en la cabeza jugando al futbol, y tres puntos de sutura me libraban de ser un pringado. Además no sacaba buenas notas, cosa que siempre evita que el macarra proto-cani le coja a uno excesiva manía.
Creo que la actuación de esas niñas debió de ser la primera vez que me di cuenta de que la crueldad humana no distingue de sexos. Tras protestar airadamente ante la profesora de guardia en el patio por lo que acababan de presenciar, el macarra protagonista (y no el empollón) empezó a ser deseado por la práctica totalidad de las niñas de mi colegio. En resumen: El frotamiento de unos cardos en ojo ciego de listo, y su introducción en un contenedor, provocó las (tal vez) primeras humedades íntimas en las que eran mis compañeras.
Pero ¿Si habíamos sido criados igual, como era posible que ese sádico comportamiento tuviese el aplauso de esos seres que olían a gominola y colonia chispas?. Primer misterio insondable del miembro de la "Generación Oculta".
Aquí es también, en esta etapa, en este contexto, en donde el proto-solterón debe asumir los roles de participación social. Obviamente queda descartado si es feo, va a clase de educación especial, le falta media oreja, o es etniano. No es el caso de la gran mayoría. Hablamos de cosas como los cumpleaños (La "Era dorada" de los fabricantes de estuches de lata de Taiwan), las salidas al cine, primeros tonteos con el alcohol, bodas, bautizos y comuniones.
Los cumpleaños pasaron de ser un tedio con tarta, más o menos gozoso, (y que se convertía en el sumun si a alguien le daba por querer jugar a las tinieblas) a un exhibicionismo patente por parte de las féminas.
¿Que demontres hacían esas niñas de 12 años haciendo bailes? Lo suyo sería estar jugando al escondite, o tirándonos globos de agua, pero ... ¿Bailar?, ¿Nos hemos vuelto todos locos?.
A la mayoría de mis contemporáneos, por no decir el 100%, la escena en cumpleaños y reuniones sociales se nos hacía insoportable. ¿Que huevones hacíamos presenciando a aquellas retacas con mocos imitando los contoneos de Madonna o Marta Sanchez?. ¡jorobar, aquello daba mucha vergüenza ajena!. Por aquel entonces no conocía la obra de Marvin Harris, ni sabía, ni de broma, lo que era un rito de paso.
En cuanto unos colegas y un servidor empezaron a comprar discos y a grabar música, las muchachas nos empezaron a mirar de otra forma. Y yo de repente empecé a molar, cosa que me parecía harto extraña, pues poner una cassette a grabar no parecía lo más complejo del mundo, y pensaba que dicho proceso estaba a la orden del día.
Pues no.
Lo que tampoco entendía, y creo que, como yo, muchos de ustedes, era el porqué de esa sequedad de carácter de esos seres otrora dulces y angelicales. No lo comprendía hasta que, obviamente, lo comprendí: En cuanto a menganita le crecían un poco las berzas era indefectiblemente adoctrinada por su progenitora, abuela, tía, o quien fuera.
Y con la primera aquello ya adquiría tintes apocalipticos. Al parecer el atávico secreto, o consejo esencial, era algo como esto: "Hija mía, has de saber que ya eres mujer" (Así a bocajarro). "Mira, a partir de ahora tienes que tener mucho cuidado porque los hombres van a tratar de aprovecharse de ti, siempre".
Al ser un tío no puedo entender demasiado el miedo atroz que debe de surgir en una niña al pasar de un mundo de algodones y tonalidad de rosa, en el que casi todo el mundo la mima, a otro en el que todos los varones son poco menos que una amenaza.
Primer punto de inflexión: Creo que a los nenes españoles nacidos en los ochenta NADIE nos agarro un día y nos dijo "Mira, hijo, ahora que te haces caricias debes saber que las niñas te tienen miedo porque con esa cosa puedes hacer dentro de poco....errrr...bueno, ya sabes".
Desventaja de base.
Lo vuelvo a repetir. No es ni malo ni bueno. Es simplemente la diferencia que existe entre saber que hay un dragón que te quiere dar por el ojo ciego, y que puedes correr, y no tener ni idea de que hay un dragón, ni de que tienes piernas.
Desventaja de base.
Se los explico en síntesis, no se me pongan bravos:
a) Niñas de 12 años = Saben que el hombre es un peligro potencial. Como no se fían de lo que dicen sus madres, y son jóvenes, experimentarán teórica y prácticamente con todas las posibilidades de ese Nuevo Orden que aparece en sus vidas: "Aiinssss tía me gusta Pepe porque es muy guapo, pero me gusta también Juan, y mi amiga Puri es un poco juca porque dice que se toca, pero yo no me toco, me voy a comprar la super-pop, tengo ganas de llorar, tengo ganas de bailar, hace calor, tengo miedo, estoy alegre, tengo miedo otra vez, no entiendo a mi progenitora, me duele la tripa, jijijijiji, ha pasado pepito por mi lado, jooo es tan mono, ayyyys me vuelve a doler la tripa, jijijijiji".
b) Niños de 12 años = "A ver si consigo la nueva consola para Reyes, y me libro del próximo examen de matemáticas. Por cierto, a la seño Marimar se la ve el balcón, jijijijijiji. Se me ha puesto dura. Tengo hambre."
¿Se va comprendiendo la cosa, o no se va comprendiendo la cosa?.
Las niñas tienen un especie de rito de paso por imperativo biológico (La primera menstruación). Los niños están a por uvas. A lo sumo el más despierto se hará caricias pensando en La Bombi, o en Cicciolina. Pero poco más.
El Input que recibe el varón es "Estudia y esfuerzate, y podrás hacer lo que te de la gana en la vida. Ánimo Machote". (con más o menos detalles y variaciones, pero ese es. Una cosa sencilla y de fácil asimilación hast apara un mandril).
En cambio los Inputs (si en plural) que recibe la niña en esta etapa son una mezcolanza kafkiana de esto "No hace falta que hagas nada si no quieres, pero... ¡Ah insensata! ¡Debes hacer caso a tu madreeee! ¡Los hombres se van a aprovechar de tiiiii! ¡No seas locaaaaaaaa! ¡No te vistas así! Ayy que guapa es mi niña. Ahhh, ¿pero como se te ocurre contestar?, Claro que si, mi vida, lo que tu quieras princesa. ¡¡Ni de broma, vamos de ninguna manera!!, eso se lo preguntas a tu profesora!!. Yo no tengo tiempo. ¿Porqué no me haces caso, hija?. Ayyy por Dios, que pesadaa eres".
Creo que entienden el matiz, ¿no?
Y si, para los que tengan curiosidad sobre porqué conozco las demenciales y, sobre todo, contradictorias, relaciones progenitora-hija: Tengo una hermana, y eso da una perspectiva huevonuda de "la otra parte".
Aquí conviene admitir, por lo tanto, que ellas parten con una desventaja tremebunda y una presión social absolutamente brutal, pues ser el centro de atención pre-puber no es un camino de rosas. Lo malo de este fenómeno es que no resuelve (por ahora, ya verán como luego si) dos de las dudas del solterón patrio:
a) ¿Porqué actuan muchas así desde que tienen doce años?
b) ¿Habiendo tenido una vida plena de injusticias y presión social ¿Porqué no entienden que los hombres no somos los culpables de no haber sido amedrentados, utilizados, y acojonados, y que por lo tanto, no podemos ser adivinos? ¿Porqué repiten esos patrones según sus intereses?.
Ahh, queridos. ¿Les suena la palabra economía, verdad?. ¿Y eso de gestión de recursos?.
Hmmmm, ¿No saben por donde voy todavía?
Bueno, véanse con atención 3 o 4 documentales de leones de la National Geographic, y ya verán como el resto del texto empieza a cobrar mucho sentido.
"You don't have to be yourself
change into someone else"
(Karl Bartos)
Entre película y película americana, tebeo japonés, y primera crisis política que recuerdo, llegamos a 1994. Lo más parecido a Internet se llamaba RDSI, y era cosa de empresas o cuatro extraños privilegiados. El mundo eran los límites mi parque, o de mi instituto, como para otros podía ser la estación de Antón Martín, o la calle Cabañal de Cullera (en esencia tanto da).
Por primera vez desde hacía lustros compartíamos clase con gente de otras culturas, y como buenos hijos del PSOE, éramos tolerantes y nos parecía "Guay del Paraguay que uno sea chino, de tonalidad, o de Ecuador" como dijo cierta delegada de 1 BUP de mi instituto allá por 1995.
Además esa cosa llamada ETA estaba activa, como desde que nacimos, pero con un gran "problema" a sus espaldas: La sociedad española en su conjunto se horrorizaba y condenaba cada uno de los atentados de la banda criminal. Mientras tanto el doctor Nacho, recién llegado el PP al gobierno, desgranaba en la pequeña pantalla una suerte de sainete light para todos los públicos. Eran unos tiempos felices, si, pese a que ahora nos parezcan un ******.
No teníamos acceso a móviles, y los botellones ni siquiera se llamaban así. En mis tiempos era "Ir a beber al Parque".
Obviamente en estos años cualquier pobre futuro nunca-***ista es cuando empieza a interesarse por ese "otro ser" tan extraño y cuyas formas causan curiosidad. Aparecen por doquier clases de "Educación sensual" cuyo máximo aliciente era o bien ir para librarse de horas de clase, o bien esperar al final de dicha charla para que, si llegabas de los 20 primeros, repartiesen condones. Esas charlas venían aderezadas con serias advertencias sobre drojas y alcohol, y el reparto de tampones y compresas entre las féminas.
De todas formas uno se mostraba confiado en el futuro. No solo yo. Casi todos a excepción de los que estaban en el reformatorio: Éramos una generación de lujo, y nuestras madres nos decían que éramos los más guapos del mundo.
Bueno, si, a veces ETA protagonizaba algún cruel atentado, o aparecía una mujer muerta por un crimen pasional, o había una desgracia que se necesitaba condenar enérgicamente.
Como buenos cachorros de los ochenta, íbamos en manada a escuchar las diatribas del Sindicato de Estudiantes, la Concejala Mari Puri, o el Padre Mengano, que había estado de cura en Llodio, y casi se lo cargan los abertzales. Luego politicamente la cosa estaba dividida en tres grupos: 1) de derechass y pijos (lo que ahora llamaríamos demo-cristianos) 2) La izquierda (Que lo mismo eran las JS que los de IU) y por último 3) El amplio resto de la masa. Lo único que teníamos en común los tres estratos era el rechazo a ETA, el rechazo a la violencia, la necesidad de ser tolerantes con el prójimo (por muy moreno que fuese), y el firme convencimiento en que íbamos a ser los dueños del futuro.
Si ellas nos dejaban claro: Aquí es donde empieza a hablarse de disparidad de sueldos, de machismo, y de otra serie de cosas. Y es aquí en donde el futuro solterón se dice "¡Válgama Dios! Que situación tan injusta!. ¡He de apoyar a las mujeres!!". Eso los más inocentes (que éramos casi todos). Los más dotados en la picaresca se acercaban a la cosa "solidaria" o utilizaban ese argumento para desentrañar a sus compañeras pensando algo como "¡Mi mamá me mima, y si mimo a las que son como mi mami a lo mejor me la maman!". (Perdonen el exabrupto, pero eso es así).
Supe de un amigo que salió un tiempo con una chica mona. Los dos tenían quince años. Andaban por los parques alcalaínos agarraditos de la mano, y a lo sumo se daban algún beso orate. Un día el más macarrilla de la clase (que luego resultó ser un tipo excepcional) dijo con gran decisión "Mira, a la churri de tu amigo le voy a comer yo toda la boca y la lengua se la voy a meter hasta la campanilla".
Tanto mi amigo como un servidor nos escandalizamos como jesuitas en almibar ante tamaño ataque a La Mujer (si, así, en mayusculas). ¿Cómo era posible que semejante idea pudiese rondar la mente del muchacho?, y, lo que era más enervante y condenable ¿Como es que ella no protestaba?.
Pensando que tal plan estaba abocado al desastre más absoluto, mi colega, ya sin "novia" y un servidor llegamos a dos conclusiones:
1) El macarra no le va a meter lengua a la muchacha
2) Si esta se entera le dará una bofetada al bribón.
Cual fue nuestra sorpresa que tras el bofetón de la muchacha al macarra no sólo vino una comida de boca, si no de entrepierna. Por ambos bandos (o eso era lo que se comentaba).
Empezaba a estar confuso. ¿Era así como había que comportarse? ¡Pero si eso era casi tan malo como la ETA!
Huelga decir que ésta es solo una de las múltiples anécdotas acaecidas durante aquellos años. Hay material como para escribir cien libros, pero lo que nos ocupa es tratar de saber las razones del problema.
En estos años de instituto, y salvo que nuestro protagonista sea orate, tenga Síndrome de Asperger, o serios problemas de relación social, es cuando la interacción para con los individuos del otro sesso es más habitual. Se fortalecen formas y maneras (incluso se enquistan) y la forma de proceder (casi siempre ensayo-error) será la que forje el anhelo esencial del hombre solterón: Ligar para tratar de meterla en caliente.
Porque “llegados los dieciseis cuando queremos tener algunos años de más”, como diría Julio Iglesias, el problema del no amar salta a la palestra. El joven varón español observa con una mezcla de fascinación y ardor de estomago como se forman las primeras parejas en su entorno, y cree corroborar algo que ha sido una constante desde el jardín de infancia: “Los que se pelean se desean”.
Esta frase totémica, casi implícita en su código genético merced a años de patio y parque, parece corroborarse como un mantra totémico llegada la pubertad. Nuestro héroe, azorado y molesto, se pregunta en plena primavera algo similar a esto: “Pero ¿cómo es posible que el Jony y la Jessy se estén dando el lote después de recibir las notas, si el primer día se estaban tirando de los pelos y se llevaban a apiolar?”. Esta pregunta resulta en un eco que permanecerá bastantes años, pero callado, mitigado, por mor del calimocho y las cintas de los porretas. Y también por la secreta esperanza de que la Jessy no le haga un feo, y termine por comerle los morros. U otra cosa.
Probablemente Jony, avispado por algún mecanismo ancestral, ha sabido entender que la fémina adolescente española de provincias se siente atraída por el conflicto, por aquel que le da una de cal y una de arena, por ese que, en definitiva, la trata como lo que es: Una cría sencilla.
O por la figura del padre, que viene a ser lo mismo. Claro, aquí es donde más de uno puede decir “Ese chaval sabía latín, y se había leido a Freud de cabo a regazo”. Pues si, y no. Jony al haber nacido en una barriada marginal, o un pueblo, o un entorno en donde su papá no es catedrático de Filosofía (si no tornero fresador), supone un conflicto esencial con la modernidad pesoera. Jony es, quiera o no, un “hombre de verdad”. Un tipo que caza pájaros y da de fumar a los murciélagos en verano con sus colegas, y que desconoce el apasionante mundo que se esconde en “Muy Interesante” y los tebeos del “Pequeño país”. Jony, que conoce el tractor y/o el uso de la chaira desde casi antes de la cuna, es, pese a quien pese, lo que luego vendría a denominarse, mucho tiempo después, “Macho Alfa”. Jony vive en un mundo freudiano, eminentemente charil, y ordenado según los restos de serie que se llamó “La sección femenina”. Así que, desde pequeño ha mamado inconscientemente todo lo que hay que hacer cositas, y conoce, también de forma espontánea, como funciona la “maquinaria de la vida”.
¿Pero qué pasa con el resto?. Pues a parte de los guapos marginales y misteriosos (“Los dequiurs”), los de sexualidad y formas ambiguas (“Mariquitas”), los eternos carapadres (chandal y periódico “Marca” debajo del brazo), el Instituto descata, en su oferta a las mozas, por ser continente poblado de un arquetipo que ya hubiese querido desarrollar Jün puesto de cariñena: El buen chaval.
Ese buen chaval somos todos: Como el protagonista pobre de las películas, el principe valiente del cuento o como Jesucristo. No le verá usted en peleas, defenderá a los débiles, pondrá la otra mejilla, y, si es preciso, te pasará todos los diskettes del primer PC Fútbol formateados en “.arj” aunque eso le suponga perder 4 horas de catequesis.
Servidor también fue buen chico, si bien yo andaba a medio camino entre los siniestros dequiurs, un par de mods salidos de algún agujero de gusano en Liverpool, y la incipiente escena drag-queen/mariquitil/petardo que los medios publicitaban a troche y moche. Si queridos, yo era un raro. Un “artista”. Lo bueno es que, como no había Internet, para tratar de conocer el mundo uno tenía que recurrir a esa cosa rara e insondable: Las bibliotecas. Allí en, vez de estudiar, uno pasaba las horas entre Asterix, Jüng, Cummings (es un poeta, no piensen en guarradas), los libros de Pepe Rodriguez sobre sectas, Bukowski, “El Vibora”, Baudelaire, y Henry Miller. Eso en una semana normal.
No es que fuese especialmente pedante para lo que hay ahora, pero si era un ******.
He de decir, en mi descargo, que yo no era, ni de lejos el único que, de forma casi autista, trataba de conocer el mundo a través de los libros.
Por suerte a los 16 me enganché la primera de mis curdas, y supe, de una vez por todas, que era eso de ir a beber a los parques. Y aprendí a observar a los demás. Y a las demás.
Tal vez para muchos de ustedes, jovenzanos, la escena parezca un poco cutre. Les recuerdo que no había WhatsApp, y que lo más creativo para encontrar a alguien que deseabas ver era o bien usar el instinto, o bien pegar una nota en la puerta del garito, árbol cercano, o lo que fuera, con un escueto “Estamos en el nosedonde, pasaros a las diez”. Y funcionaba.
Pero no me voy a poner en plan “nostalgias”, que bastante ****** les estoy dando ya.
Centremonos. En esta etapa el varón español tiene unas opciones de ocio que, por lo nuevo y excitante, le parecen lo máximo del despiporre: Irse a dar una vuelta con los colegas, o irse de cachondeo con los colegas.
Descartando, como ya he repetido varias veces, a aquellos que no han tenido amigos o vida social por poseer algún tipo de tara, hemos de decir que esta es la etapa de la exploración. Salvo los Jonys, que tienen más calle que “el Tigre de Chamberí”, el resto del personal oscilaba entre el amable descubrimiento del mundo, y el miedo a lo desconocido.
Huelga decir que, hasta los 18 años, los grupos son difícilmente mixtos. (Al menos así era en mi época, hoy, por suerte, la cosa ya no es así).
Existen unos espacios y ritos. En nuestro caso eran los parques y plazas de 1996 y 1997.
Ellas quedan con ellas, y ellos con ellos. La intención de juntarse del viernes era, además de pillarse una curda con poco dinero, establecer un cierto plan o estrategia, para acercarse a las otras.
Ellas por su parte no hacían nada. Bueno, si, arreglarse según dictase la moda. ¡Dios, parece que más que hablar del pasado estoy viendo el atávico rito de paso de los jóvenes Dogón!. Esencialmente la adolescente española de antaño (y la de ahora) solo tiene como casi certera en la cabeza una cosa, un concepto esencial “Yo soy el premio”.
Ese “Yo soy el premio”, es decir “Los hombres van detrás mío” es la segunda de las claves del surgimiento del nuncafollismo (o perdida de la virginidad tardía) entre el joven español. La adolescente, adoctrinada de forma salvaje por sus arquetipos mas cercanos, y por la presencia del marketing petulante, sabe que es valiosa. O lo intuye. El shishi crea la vida, y no al revés que es lo que piensan los hombres.
Por tanto ella (que así también lo dicta la biología) no puede por menos que sospechar que el hombre es orate. Y en gran parte tiene razón. Porque tanto ese chico bueno, como el gótico, el friki, el asocial, el guapo, el normal, o el mariquita, comenten, en esta etapa esencial del desarrollo vital, el mayor error que puede cometer un hombre en su vida: Pensar que las mujeres son siempre buenas.
La tontería bipolar, repetida por Tia Charo y la mafia de la bata blanca, así como por eso que se llama “Marianismo”, cala de forma profunda en la cabecita de la muchacha española. El proceso vendría a ser, muy muy muy esquemáticamente, más o menos así:
-Soy única y todo el mundo me mima.
-Vivo en un mundo seguro, sano, y feliz.
-Pero me llega la regla, y no se si soy fruta o santa.
-Puedo crear vida. Ellos no. Ellos me quieren por el shishi.
-Yo tengo el shishi, por tanto hago las reglas.
-Las que tenemos shishi no nos podemos equivocar, y estamos siempre alerta.
-Aunque tengamos un miedo atroz a la presión insoportable que sufrimos por parte de nuestras protectoras pedagogas caseras, hemos de aparentar, siempre, autosuficiencia.
-Da igual que mi progenitora, mi tía, o eso que se llama matriarcado sean las que me han estropeado la vida tratándome como una fulastre: La culpa es de ellos, que por un shishi pierden el Norte.
Dejo un par de líneas en blanco para que reflexionen sobre ésto, y procedan a cagarse en mis ancestros.
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?. Mal supongo. ¿Y las neuronas?.
Entiendo la confusión: Si esperaban encontrar aquí un alegato a favor del “todas prespitadoras” no lo van a encontrar. Siento decirlo ahora, en el capítulo tres, pero es que esto no es fruto de un par de tardes en las que me aburría. Esto es fruto de años de observación y sobre todo de evitar que un paradigma erróneo me fastidie la realidad.
Noticia de última hora para despistados: El culpable de la misoginia, del machismo, y de la desesperación no es tanto lo Paternal (Abuelo, Papá, Patriarcado, Dios, Jesús, Presidente del Gobierno, profesor de naturales), como la progenitora (Abuela, Mamá, Matriarcado, Diosa progenitora, Virgen María, Concejala de Igualdad, profesora de Ética).
El padre, por si llegado a estas alturas todavía está usted con un gran despiste, no pinta, histórica, psicológica, y formalmente UNA fruta cosa.
Si los hombrs han guerreado, si han descubierto galaxias, si han conquistado imperios, es porque, o bien existía una progenitora a la que alagar (“Mira, Oh tótem, las conquistas del fruto de tu potorro!!”) o bien, casi siempre, una “progenitora” a la que alagar (“Mira, oh chochete de mis desvelos, te traigo las joyas más hermosas para que te cases conmigo).
Luego lo que sucedía, o al menos así me di cuenta después de un par de asignaturas de Historia Moderna, era que la dama en cuestión se casaba con el conquistador, pero se amaba a la tripulación del barco. Esto se llama POLIGINIA, y es un concepto ESENCIAL de la biología. Si no se lo creen, o no lo aceptan, ya pueden dejar de leer.
Está más que comprobado que en el caso de ciertas especies, como el león marino, tan sólo entre el 6% y 8% de los machos se calza al 90% de las hembras. En los primates, según tamaño, la cosa no está mucho mejor. Pero no les doy datos al respecto, que no quiero que se me depriman. Además no los tengo a mano.
Huelga decir que nuestro protagonista, ese joven que fui yo, ese que fue usted, no sabe, a estas alturas de la película, nada de lo anteriormente descrito. Será nuestro secreto, y lamentablemente el de el, hasta que comience a preguntarse poe la extraña repetición de sucesos que suelen desencandenar en misoginia, desencanto, depresión, o claudicación.
Mientras tanto, en ese tiempo, ese joven (que fui yo, y usted) se guarece de la lluvia unos soportales de los años setenta protegiendo con bolsas del Caprabo las botellas de calimocho.
4. ¿Donde está mi coche volador?
Casi un Epílogo
Y llegados a este punto en que nuestro protagonista (usted, el vecino, o yo mismo) se encuentra con que no puede echar las culpas a otros por no haber disfrutado del "Locus Amoenus" postmoderno, excelso y maravilloso, que parecían prometer las primeras miradas infantiles. Y que ya no hay Dios que nos venda la moto. Llegados a este punto el miembro de la Generación Oculta solo puede ser un simpático émulo del arquetipo "Trickster" definido por Jüng, o convertirse definitivamente en Kurtz, y perderse en la perdida de si mismo. La primera es una forma de salvación, la segunda también pero contempla una venganza. El primero, el bufón tranquilo, el que se ha calmado a si mismo, y se ha reconciliado con el mundo (aparentemente) es un eterno adolescente con alma de anciano que sabe que va a morir solo, y opta por reírse para sobrevivir. El segundo, en cambio, todavía cree en la venganza, y necesita expiar su culpa (la culpa de no tener eso que anhela) por medio de infligir dolor a otros. Como una razzia salvaje sin temor de que la víctima seamos nosotros.
Antes de que me vengan tocando las bolas con el victimismo, la auto-inculpación y el fracaso he de decirles que estas líneas las escribo sin ningún ánimo de attention-whorismo, si no por la mera intención de acotar los terrenos comunes de una generación de individuos con un problema soterrado y más común del que nos creeemos. Pueden, no obstante, opinar lo que les salga de las narices (faltaría más), pero si van a empezar con "quererse a uno mismo", "Apuntarse a un gimnasio", o "salir de casa a tomar el aire", les recomiendo que se pasen por Fobia Social a salvar almas. Aquí estamos hablando del callado devenir de los incels normales. Esos que están a nuestro lado cada día, o que somos nosotros mismos. Los solícitos postulantes que, merced a la hipergamia y la tontería (o a saber que otros factores), son casi invisibles.
Otrosí digo: Verán que en mi texto hablo de que, por aquel entonces nuestra infancia era relativamente fácil y acomodada. No maten al mensajero. Puede que tal vez ustedes sufrieran de palizas paternales y viviesen en una chabola, "disfrutando" de una primera infancia digna de Dickens. Yo no la tuve. No fue Jauja, ni mucho menos, y más de una vez tuve que presenciar como la policía entraba en mi casa. (Así que, como siempre acostumbro a hacer, antes de que digan ustedes alguna tontería, lo de "pijo" y "privilegiado" me lo pueden decir si les canta el tercer ojo, pero no me vengan diciendo que "no se lo que es la vida".)
El porqué del texto es el tratar de COMPRENDER EL ORIGEN del NUNCAFOLLISMO ESPAÑOL, y de la falta de relaciones satisfactorias, más o menos afectivas con el sesso contrario, y de como ESE PROBLEMA es, de lejos, mucho más grave, preocupante y hasta interesante, que muchos otros.
Frente al silencio solo queda silbar, para comprobar que no todo es eco.
No está terminado, ni mucho menos, y queda mucho por escribir, pero he decidido abrir el hilo porque también considero interesantes las aportaciones que puedan hacer ustedes, ya que si hablo solo de lo que yo percibo, esto no es ensayo ni palos: Es un truño.
Acomódense, y disfruten.
LA GENERACIÓN OCULTA
1. Hijos de la EGB, los juguetes de madera, y el freudo-marxismo de la bata blanca.
"¿Que es un mundo feliz, el de Buda o Schopenhauer?
¿Libros de autoayuda, o la belleza en Murakami?"
(Love of Lesbian)
¿Libros de autoayuda, o la belleza en Murakami?"
(Love of Lesbian)
Se supone que somos hombres que, en comparación con sus hermanos o padres, han recibido una educación sensual y afectiva bastante acorde con el devenir de los tiempos y con una serie de valores jovenlandesales bastante útiles que, en teoría, venían a sustituir al concepto carpetovetónico del honor. No hemos hecho la mili, no nos creemos que el asunto de Gibraltar sea tan importante, no confiamos en los políticos, y estamos, en apariencia, de vuelta de muchas cosas. Por desgracia. Pero esa inocencia petulante no se pierde de un día para otro.
Se nos prometió que, casi por ciencia infusa, podríamos ganar todo lo que quisiésemos tener. Si para nosotros fue más o menos fácil, para nuestras contemporáneas, en lineas generales, la cosa fue mucho más sencilla todavía. Resonaba en el aire la letanía del "Habla Pueblo, Habla". Casi 40 años de franquismo dan mucho juego para tener a una sociedad completamente adocenada por medio de una meritocracia basada en el "Esfuerzo". Ya saben, ese honor y trabajo constante en el que uno comenzaba de botones en la empresa y terminaba de jefe de negociado. Ese concepto, guste o no, está casi implícito en la genética de nuestra generación. "Hay que ser algo en la vida".
A nosotros aún niños, se nos exigía una cierta compostura. Eso que se supone "ser un hombre" y que nadie nos explicó muy bien que era. Creo que tenía que ver con la decisión, y con aparentar tener cierta "capacidad de liderazgo". Esa de derechasda es muy útil en una guerra civil, en una postguerra y durante el desarrollismo, pero nosotros, La Generación Oculta, que tuvimos casi todo lo que deseamos, y apenas sufrimos de competencia con nuestros hermanos (porque muchos ni tuvieron hermanos), considerábamos tal concepto como una especie de resto del pasado, con olor a naftalina sucia, y estampas de santos. Preferimos la Game-Boy a la lista de Reyes Godos.
Y salvo a cuatro "intelectuales" tal decisión no parecía escandalizar a nadie.
El ambiente era propicio para ello. Nuestra madres, abnegadas supervivientes de la ficción que supone España en una “tras*ición”, hicieron lo que pudieron con nuestra educación: Tolerancia y ética patrocinada por lo que luego sería el grupo PRISA, con pinceladas de Teología de Liberación.
Nuestros padres en el bar, o en "una reunión de negocios" nos sacaban de paseo los sábados, o, luego con un divorcio encima, nos arreaban un billete de 5000 pelas. Y a correr.
Nuestros mayos eran casi más felices que nuestros agostos, y solo el tedio de las matemáticas o de algún día de calor podía resultarnos "algo deprimente". Los colores fluorescentes y el optimismo generalizado de los posteriores noventa era el buque insignia de los años dorados. Aunque luego las vidas cotidianas fuesen un pozo de miseria y secretos.
Todo fue bien hasta que Cobi, Curro, y la capitalidad de Madrid en el mundo pasaron de moda en el 93. Pero no adelantemos acontecimientos.
Hijos de dos canales de televisión, y familias extensas en las que algún primo había caido en la droja, o en las que alguien había concursado en el "1,2,3". El "Seat Fura" era el cadillac de nuestro tiempo para esa resplandeciente "clase media" tan nuestra y tan cañí, que no era más que un reducto de los planes sindicales del Franquismo.
Aprendimos a ocultarnos y a mentir casi antes que a multiplicar. Teníamos buen bagaje: Tanto si nacías en una familia de Izquierdas como de derechas era necesario disimular.
Las batas blancas y las herederas del freudo-marxismo nos animaban a leer casi por Decreto Ley. La imaginación era el nuevo Dios: Michael Ende y las campañas de Greenpeace eran cosa para ser tomadas en serio.
No éramos ya los brutos criminales que fueron nuestros padres.
Nosotros éramos esa nueva sensibilidad del próximo, y siempre próspero, siglo XXI. Y nos daban juguetes de madera: Todo muy igualitario, muy moderno, y sin marcas de trazabilidad de lo que era el pasado. Lo de ser niño o niña ya no se llevaba de la misma forma que antaño. O al menos no de una forma tan estricta.
Además teníamos toda una pléyade de psicólogos y nacientes expertos en pedagogía que nos enseñaban que el mundo no era un lugar peligroso siempre que aceptásemos las mínimas normas de convivencia universales. A saber: Creer en la democracia, respetar a nuestros mayores, no tirar papeles al suelo, y seguir las normas de nuestros profesores y padres.
Lo divertido (y trágico) de todo esto es que fuimos hijos y alumnos de una generación que estaba completamente desubicada tras 40 años de dictadura. España debía agarrarse al tren de eso que en el siglo XIX se llamó modernidad, e iba con mucho, mucho, mucho retraso.
Por suerte a alguien se le ocurrió crear la movida madrileña y tirar de todos los que habían nacido en los años 60 para darle un lavado de cara al país. Más abajo no podíamos caer, sobre todo después de aguantar casi cuarenta años de cerrojo. Éramos, como país, los niños mimados de Europa. Un poco demorados, si. Pero mimados. Por ser los nuevos.
Durante los ochenta nuestra infancia se resumía en ir al colegio, veranear, y tratar de aprender a entender un mundo bastante absurdo y un tanto gris. Pero como hasta pasado un tiempo los infantes no comprenden que no solo tienen una familia y una imagen en el espejo, si no que hay más gente a su alrededor, la cosa no fue excesivamente traumática.
2. El NO de las niñas.[/CENTER]
"Por el mar corre la liebre
por el mar corre la liebre
por el monte las sardinas
tralará,
por el monte las sardinas
tralará
por el monte las sardinas"
(Canción popular)
En algún momento del pasado perdimos la capacidad de discernir entre lo concreto y lo absoluto. Debió de ser en 7 de EGB con 12 o trece años. Da igual el momento exacto. Ya no se puede rememorar. Además, cada uno tiene su historia personal.
Momentos de euforia generalizada, con unas olimpiadas y una exposición universal en ciernes que recordaban el mejor desarrollismo de los sesenta, pero de otra forma mucho más diferente. Más demócrata, más PSOE, más Almodovar, más reciclaje de los saldos hippies tardo setenteros. Porque esa es otra clave: Los hippies en España eran catedráticos de Pedagogía, y no tirados que se paseaban por las playas de Ibiza en pelotas. Esos eran cuatro. Los nuestros, nuestros modernos, nuestros revolucionarios eran personas que en un mes pasaban de estar temerosos de los grises a tener el carnet de UCD, y cuando Felipe arrasó en el 83, aquí se apuntó al carro de "lo moderno" hasta los camisas viejas fans de Girón de Velasco.
En ese ambiente de Cartuja iluminada con modelos de pasarela, de ambigüos "Loco Mía" en la televisión, de chiste cutre de Martes y Trece, de “Gil y Gil Superestar”, aparecieron en nuestras vidas los noventa. Como un cogollo de lechuga tras*génico: Una cosa rara, pero, ¡Qué demonios! era el inicio de nuestra pubertad (eso era lo que decían en las películas americanas).
Un buen día uno se da cuenta de que esas otras a las que conviene tratar como seres únicos y maravillosos, casi angelicales, comenzaban a ignorarle. En mi caso concreto he de decir que no tengo grandes traumas de esa época, aunque parezca lo contrario. Simplemente en aquellos años no pensaba ni en hacerme caricias, y mis contemporáneas ya hacían toda una serie de listas con los pros y contras sobre los chicos que les gustaban: 1) El que saca mejores notas 2) El que juega mejor al fútbol 3) El de otro colegio, un año mayor, y que tiene moto.
En mi bendita inocencia (que creo, es la de muchos otros) aquello era como ver una procesión de marcianos bailando la Lambada. E intuía la pregunta fatídica: "¿Que mecanismo mental es el que lleva a esas, que van conmigo a clase, a comportarse así".
Recuerdo en cierta ocasión en que las muchachas de mi clase protestaron con vehemencia ante un acto cruel: Uno de los matones oficiales de mi colegio torturó a un pobre chaval empollón de mi clase restregándole cardos por el ojo ciego, y metiéndolo en un contenedor. Servidor tuvo suerte de no ser blanco de tamaña "broma", pero dio la casualidad de que dos semanas antes me había hecho una brecha en la cabeza jugando al futbol, y tres puntos de sutura me libraban de ser un pringado. Además no sacaba buenas notas, cosa que siempre evita que el macarra proto-cani le coja a uno excesiva manía.
Creo que la actuación de esas niñas debió de ser la primera vez que me di cuenta de que la crueldad humana no distingue de sexos. Tras protestar airadamente ante la profesora de guardia en el patio por lo que acababan de presenciar, el macarra protagonista (y no el empollón) empezó a ser deseado por la práctica totalidad de las niñas de mi colegio. En resumen: El frotamiento de unos cardos en ojo ciego de listo, y su introducción en un contenedor, provocó las (tal vez) primeras humedades íntimas en las que eran mis compañeras.
Pero ¿Si habíamos sido criados igual, como era posible que ese sádico comportamiento tuviese el aplauso de esos seres que olían a gominola y colonia chispas?. Primer misterio insondable del miembro de la "Generación Oculta".
Aquí es también, en esta etapa, en este contexto, en donde el proto-solterón debe asumir los roles de participación social. Obviamente queda descartado si es feo, va a clase de educación especial, le falta media oreja, o es etniano. No es el caso de la gran mayoría. Hablamos de cosas como los cumpleaños (La "Era dorada" de los fabricantes de estuches de lata de Taiwan), las salidas al cine, primeros tonteos con el alcohol, bodas, bautizos y comuniones.
Los cumpleaños pasaron de ser un tedio con tarta, más o menos gozoso, (y que se convertía en el sumun si a alguien le daba por querer jugar a las tinieblas) a un exhibicionismo patente por parte de las féminas.
¿Que demontres hacían esas niñas de 12 años haciendo bailes? Lo suyo sería estar jugando al escondite, o tirándonos globos de agua, pero ... ¿Bailar?, ¿Nos hemos vuelto todos locos?.
A la mayoría de mis contemporáneos, por no decir el 100%, la escena en cumpleaños y reuniones sociales se nos hacía insoportable. ¿Que huevones hacíamos presenciando a aquellas retacas con mocos imitando los contoneos de Madonna o Marta Sanchez?. ¡jorobar, aquello daba mucha vergüenza ajena!. Por aquel entonces no conocía la obra de Marvin Harris, ni sabía, ni de broma, lo que era un rito de paso.
En cuanto unos colegas y un servidor empezaron a comprar discos y a grabar música, las muchachas nos empezaron a mirar de otra forma. Y yo de repente empecé a molar, cosa que me parecía harto extraña, pues poner una cassette a grabar no parecía lo más complejo del mundo, y pensaba que dicho proceso estaba a la orden del día.
Pues no.
Lo que tampoco entendía, y creo que, como yo, muchos de ustedes, era el porqué de esa sequedad de carácter de esos seres otrora dulces y angelicales. No lo comprendía hasta que, obviamente, lo comprendí: En cuanto a menganita le crecían un poco las berzas era indefectiblemente adoctrinada por su progenitora, abuela, tía, o quien fuera.
Y con la primera aquello ya adquiría tintes apocalipticos. Al parecer el atávico secreto, o consejo esencial, era algo como esto: "Hija mía, has de saber que ya eres mujer" (Así a bocajarro). "Mira, a partir de ahora tienes que tener mucho cuidado porque los hombres van a tratar de aprovecharse de ti, siempre".
Al ser un tío no puedo entender demasiado el miedo atroz que debe de surgir en una niña al pasar de un mundo de algodones y tonalidad de rosa, en el que casi todo el mundo la mima, a otro en el que todos los varones son poco menos que una amenaza.
Primer punto de inflexión: Creo que a los nenes españoles nacidos en los ochenta NADIE nos agarro un día y nos dijo "Mira, hijo, ahora que te haces caricias debes saber que las niñas te tienen miedo porque con esa cosa puedes hacer dentro de poco....errrr...bueno, ya sabes".
Desventaja de base.
Lo vuelvo a repetir. No es ni malo ni bueno. Es simplemente la diferencia que existe entre saber que hay un dragón que te quiere dar por el ojo ciego, y que puedes correr, y no tener ni idea de que hay un dragón, ni de que tienes piernas.
Desventaja de base.
Se los explico en síntesis, no se me pongan bravos:
a) Niñas de 12 años = Saben que el hombre es un peligro potencial. Como no se fían de lo que dicen sus madres, y son jóvenes, experimentarán teórica y prácticamente con todas las posibilidades de ese Nuevo Orden que aparece en sus vidas: "Aiinssss tía me gusta Pepe porque es muy guapo, pero me gusta también Juan, y mi amiga Puri es un poco juca porque dice que se toca, pero yo no me toco, me voy a comprar la super-pop, tengo ganas de llorar, tengo ganas de bailar, hace calor, tengo miedo, estoy alegre, tengo miedo otra vez, no entiendo a mi progenitora, me duele la tripa, jijijijiji, ha pasado pepito por mi lado, jooo es tan mono, ayyyys me vuelve a doler la tripa, jijijijiji".
b) Niños de 12 años = "A ver si consigo la nueva consola para Reyes, y me libro del próximo examen de matemáticas. Por cierto, a la seño Marimar se la ve el balcón, jijijijijiji. Se me ha puesto dura. Tengo hambre."
¿Se va comprendiendo la cosa, o no se va comprendiendo la cosa?.
Las niñas tienen un especie de rito de paso por imperativo biológico (La primera menstruación). Los niños están a por uvas. A lo sumo el más despierto se hará caricias pensando en La Bombi, o en Cicciolina. Pero poco más.
El Input que recibe el varón es "Estudia y esfuerzate, y podrás hacer lo que te de la gana en la vida. Ánimo Machote". (con más o menos detalles y variaciones, pero ese es. Una cosa sencilla y de fácil asimilación hast apara un mandril).
En cambio los Inputs (si en plural) que recibe la niña en esta etapa son una mezcolanza kafkiana de esto "No hace falta que hagas nada si no quieres, pero... ¡Ah insensata! ¡Debes hacer caso a tu madreeee! ¡Los hombres se van a aprovechar de tiiiii! ¡No seas locaaaaaaaa! ¡No te vistas así! Ayy que guapa es mi niña. Ahhh, ¿pero como se te ocurre contestar?, Claro que si, mi vida, lo que tu quieras princesa. ¡¡Ni de broma, vamos de ninguna manera!!, eso se lo preguntas a tu profesora!!. Yo no tengo tiempo. ¿Porqué no me haces caso, hija?. Ayyy por Dios, que pesadaa eres".
Creo que entienden el matiz, ¿no?
Y si, para los que tengan curiosidad sobre porqué conozco las demenciales y, sobre todo, contradictorias, relaciones progenitora-hija: Tengo una hermana, y eso da una perspectiva huevonuda de "la otra parte".
Aquí conviene admitir, por lo tanto, que ellas parten con una desventaja tremebunda y una presión social absolutamente brutal, pues ser el centro de atención pre-puber no es un camino de rosas. Lo malo de este fenómeno es que no resuelve (por ahora, ya verán como luego si) dos de las dudas del solterón patrio:
a) ¿Porqué actuan muchas así desde que tienen doce años?
b) ¿Habiendo tenido una vida plena de injusticias y presión social ¿Porqué no entienden que los hombres no somos los culpables de no haber sido amedrentados, utilizados, y acojonados, y que por lo tanto, no podemos ser adivinos? ¿Porqué repiten esos patrones según sus intereses?.
Ahh, queridos. ¿Les suena la palabra economía, verdad?. ¿Y eso de gestión de recursos?.
Hmmmm, ¿No saben por donde voy todavía?
Bueno, véanse con atención 3 o 4 documentales de leones de la National Geographic, y ya verán como el resto del texto empieza a cobrar mucho sentido.
3. A punto de entrar en el fantástico mundo global
"You don't have to be yourself
change into someone else"
(Karl Bartos)
Entre película y película americana, tebeo japonés, y primera crisis política que recuerdo, llegamos a 1994. Lo más parecido a Internet se llamaba RDSI, y era cosa de empresas o cuatro extraños privilegiados. El mundo eran los límites mi parque, o de mi instituto, como para otros podía ser la estación de Antón Martín, o la calle Cabañal de Cullera (en esencia tanto da).
Por primera vez desde hacía lustros compartíamos clase con gente de otras culturas, y como buenos hijos del PSOE, éramos tolerantes y nos parecía "Guay del Paraguay que uno sea chino, de tonalidad, o de Ecuador" como dijo cierta delegada de 1 BUP de mi instituto allá por 1995.
(El señor Cobain, una de las cosas más radicales que parieron los noventa según nuestras infantiles mentes)
Además esa cosa llamada ETA estaba activa, como desde que nacimos, pero con un gran "problema" a sus espaldas: La sociedad española en su conjunto se horrorizaba y condenaba cada uno de los atentados de la banda criminal. Mientras tanto el doctor Nacho, recién llegado el PP al gobierno, desgranaba en la pequeña pantalla una suerte de sainete light para todos los públicos. Eran unos tiempos felices, si, pese a que ahora nos parezcan un ******.
No teníamos acceso a móviles, y los botellones ni siquiera se llamaban así. En mis tiempos era "Ir a beber al Parque".
Obviamente en estos años cualquier pobre futuro nunca-***ista es cuando empieza a interesarse por ese "otro ser" tan extraño y cuyas formas causan curiosidad. Aparecen por doquier clases de "Educación sensual" cuyo máximo aliciente era o bien ir para librarse de horas de clase, o bien esperar al final de dicha charla para que, si llegabas de los 20 primeros, repartiesen condones. Esas charlas venían aderezadas con serias advertencias sobre drojas y alcohol, y el reparto de tampones y compresas entre las féminas.
De todas formas uno se mostraba confiado en el futuro. No solo yo. Casi todos a excepción de los que estaban en el reformatorio: Éramos una generación de lujo, y nuestras madres nos decían que éramos los más guapos del mundo.
Bueno, si, a veces ETA protagonizaba algún cruel atentado, o aparecía una mujer muerta por un crimen pasional, o había una desgracia que se necesitaba condenar enérgicamente.
Como buenos cachorros de los ochenta, íbamos en manada a escuchar las diatribas del Sindicato de Estudiantes, la Concejala Mari Puri, o el Padre Mengano, que había estado de cura en Llodio, y casi se lo cargan los abertzales. Luego politicamente la cosa estaba dividida en tres grupos: 1) de derechass y pijos (lo que ahora llamaríamos demo-cristianos) 2) La izquierda (Que lo mismo eran las JS que los de IU) y por último 3) El amplio resto de la masa. Lo único que teníamos en común los tres estratos era el rechazo a ETA, el rechazo a la violencia, la necesidad de ser tolerantes con el prójimo (por muy moreno que fuese), y el firme convencimiento en que íbamos a ser los dueños del futuro.
Si ellas nos dejaban claro: Aquí es donde empieza a hablarse de disparidad de sueldos, de machismo, y de otra serie de cosas. Y es aquí en donde el futuro solterón se dice "¡Válgama Dios! Que situación tan injusta!. ¡He de apoyar a las mujeres!!". Eso los más inocentes (que éramos casi todos). Los más dotados en la picaresca se acercaban a la cosa "solidaria" o utilizaban ese argumento para desentrañar a sus compañeras pensando algo como "¡Mi mamá me mima, y si mimo a las que son como mi mami a lo mejor me la maman!". (Perdonen el exabrupto, pero eso es así).
Supe de un amigo que salió un tiempo con una chica mona. Los dos tenían quince años. Andaban por los parques alcalaínos agarraditos de la mano, y a lo sumo se daban algún beso orate. Un día el más macarrilla de la clase (que luego resultó ser un tipo excepcional) dijo con gran decisión "Mira, a la churri de tu amigo le voy a comer yo toda la boca y la lengua se la voy a meter hasta la campanilla".
Tanto mi amigo como un servidor nos escandalizamos como jesuitas en almibar ante tamaño ataque a La Mujer (si, así, en mayusculas). ¿Cómo era posible que semejante idea pudiese rondar la mente del muchacho?, y, lo que era más enervante y condenable ¿Como es que ella no protestaba?.
Pensando que tal plan estaba abocado al desastre más absoluto, mi colega, ya sin "novia" y un servidor llegamos a dos conclusiones:
1) El macarra no le va a meter lengua a la muchacha
2) Si esta se entera le dará una bofetada al bribón.
Cual fue nuestra sorpresa que tras el bofetón de la muchacha al macarra no sólo vino una comida de boca, si no de entrepierna. Por ambos bandos (o eso era lo que se comentaba).
Empezaba a estar confuso. ¿Era así como había que comportarse? ¡Pero si eso era casi tan malo como la ETA!
Huelga decir que ésta es solo una de las múltiples anécdotas acaecidas durante aquellos años. Hay material como para escribir cien libros, pero lo que nos ocupa es tratar de saber las razones del problema.
En estos años de instituto, y salvo que nuestro protagonista sea orate, tenga Síndrome de Asperger, o serios problemas de relación social, es cuando la interacción para con los individuos del otro sesso es más habitual. Se fortalecen formas y maneras (incluso se enquistan) y la forma de proceder (casi siempre ensayo-error) será la que forje el anhelo esencial del hombre solterón: Ligar para tratar de meterla en caliente.
Porque “llegados los dieciseis cuando queremos tener algunos años de más”, como diría Julio Iglesias, el problema del no amar salta a la palestra. El joven varón español observa con una mezcla de fascinación y ardor de estomago como se forman las primeras parejas en su entorno, y cree corroborar algo que ha sido una constante desde el jardín de infancia: “Los que se pelean se desean”.
Esta frase totémica, casi implícita en su código genético merced a años de patio y parque, parece corroborarse como un mantra totémico llegada la pubertad. Nuestro héroe, azorado y molesto, se pregunta en plena primavera algo similar a esto: “Pero ¿cómo es posible que el Jony y la Jessy se estén dando el lote después de recibir las notas, si el primer día se estaban tirando de los pelos y se llevaban a apiolar?”. Esta pregunta resulta en un eco que permanecerá bastantes años, pero callado, mitigado, por mor del calimocho y las cintas de los porretas. Y también por la secreta esperanza de que la Jessy no le haga un feo, y termine por comerle los morros. U otra cosa.
Probablemente Jony, avispado por algún mecanismo ancestral, ha sabido entender que la fémina adolescente española de provincias se siente atraída por el conflicto, por aquel que le da una de cal y una de arena, por ese que, en definitiva, la trata como lo que es: Una cría sencilla.
O por la figura del padre, que viene a ser lo mismo. Claro, aquí es donde más de uno puede decir “Ese chaval sabía latín, y se había leido a Freud de cabo a regazo”. Pues si, y no. Jony al haber nacido en una barriada marginal, o un pueblo, o un entorno en donde su papá no es catedrático de Filosofía (si no tornero fresador), supone un conflicto esencial con la modernidad pesoera. Jony es, quiera o no, un “hombre de verdad”. Un tipo que caza pájaros y da de fumar a los murciélagos en verano con sus colegas, y que desconoce el apasionante mundo que se esconde en “Muy Interesante” y los tebeos del “Pequeño país”. Jony, que conoce el tractor y/o el uso de la chaira desde casi antes de la cuna, es, pese a quien pese, lo que luego vendría a denominarse, mucho tiempo después, “Macho Alfa”. Jony vive en un mundo freudiano, eminentemente charil, y ordenado según los restos de serie que se llamó “La sección femenina”. Así que, desde pequeño ha mamado inconscientemente todo lo que hay que hacer cositas, y conoce, también de forma espontánea, como funciona la “maquinaria de la vida”.
¿Pero qué pasa con el resto?. Pues a parte de los guapos marginales y misteriosos (“Los dequiurs”), los de sexualidad y formas ambiguas (“Mariquitas”), los eternos carapadres (chandal y periódico “Marca” debajo del brazo), el Instituto descata, en su oferta a las mozas, por ser continente poblado de un arquetipo que ya hubiese querido desarrollar Jün puesto de cariñena: El buen chaval.
Ese buen chaval somos todos: Como el protagonista pobre de las películas, el principe valiente del cuento o como Jesucristo. No le verá usted en peleas, defenderá a los débiles, pondrá la otra mejilla, y, si es preciso, te pasará todos los diskettes del primer PC Fútbol formateados en “.arj” aunque eso le suponga perder 4 horas de catequesis.
Servidor también fue buen chico, si bien yo andaba a medio camino entre los siniestros dequiurs, un par de mods salidos de algún agujero de gusano en Liverpool, y la incipiente escena drag-queen/mariquitil/petardo que los medios publicitaban a troche y moche. Si queridos, yo era un raro. Un “artista”. Lo bueno es que, como no había Internet, para tratar de conocer el mundo uno tenía que recurrir a esa cosa rara e insondable: Las bibliotecas. Allí en, vez de estudiar, uno pasaba las horas entre Asterix, Jüng, Cummings (es un poeta, no piensen en guarradas), los libros de Pepe Rodriguez sobre sectas, Bukowski, “El Vibora”, Baudelaire, y Henry Miller. Eso en una semana normal.
No es que fuese especialmente pedante para lo que hay ahora, pero si era un ******.
He de decir, en mi descargo, que yo no era, ni de lejos el único que, de forma casi autista, trataba de conocer el mundo a través de los libros.
Por suerte a los 16 me enganché la primera de mis curdas, y supe, de una vez por todas, que era eso de ir a beber a los parques. Y aprendí a observar a los demás. Y a las demás.
Tal vez para muchos de ustedes, jovenzanos, la escena parezca un poco cutre. Les recuerdo que no había WhatsApp, y que lo más creativo para encontrar a alguien que deseabas ver era o bien usar el instinto, o bien pegar una nota en la puerta del garito, árbol cercano, o lo que fuera, con un escueto “Estamos en el nosedonde, pasaros a las diez”. Y funcionaba.
Pero no me voy a poner en plan “nostalgias”, que bastante ****** les estoy dando ya.
Centremonos. En esta etapa el varón español tiene unas opciones de ocio que, por lo nuevo y excitante, le parecen lo máximo del despiporre: Irse a dar una vuelta con los colegas, o irse de cachondeo con los colegas.
Descartando, como ya he repetido varias veces, a aquellos que no han tenido amigos o vida social por poseer algún tipo de tara, hemos de decir que esta es la etapa de la exploración. Salvo los Jonys, que tienen más calle que “el Tigre de Chamberí”, el resto del personal oscilaba entre el amable descubrimiento del mundo, y el miedo a lo desconocido.
Huelga decir que, hasta los 18 años, los grupos son difícilmente mixtos. (Al menos así era en mi época, hoy, por suerte, la cosa ya no es así).
Existen unos espacios y ritos. En nuestro caso eran los parques y plazas de 1996 y 1997.
Ellas quedan con ellas, y ellos con ellos. La intención de juntarse del viernes era, además de pillarse una curda con poco dinero, establecer un cierto plan o estrategia, para acercarse a las otras.
Ellas por su parte no hacían nada. Bueno, si, arreglarse según dictase la moda. ¡Dios, parece que más que hablar del pasado estoy viendo el atávico rito de paso de los jóvenes Dogón!. Esencialmente la adolescente española de antaño (y la de ahora) solo tiene como casi certera en la cabeza una cosa, un concepto esencial “Yo soy el premio”.
Ese “Yo soy el premio”, es decir “Los hombres van detrás mío” es la segunda de las claves del surgimiento del nuncafollismo (o perdida de la virginidad tardía) entre el joven español. La adolescente, adoctrinada de forma salvaje por sus arquetipos mas cercanos, y por la presencia del marketing petulante, sabe que es valiosa. O lo intuye. El shishi crea la vida, y no al revés que es lo que piensan los hombres.
Por tanto ella (que así también lo dicta la biología) no puede por menos que sospechar que el hombre es orate. Y en gran parte tiene razón. Porque tanto ese chico bueno, como el gótico, el friki, el asocial, el guapo, el normal, o el mariquita, comenten, en esta etapa esencial del desarrollo vital, el mayor error que puede cometer un hombre en su vida: Pensar que las mujeres son siempre buenas.
La tontería bipolar, repetida por Tia Charo y la mafia de la bata blanca, así como por eso que se llama “Marianismo”, cala de forma profunda en la cabecita de la muchacha española. El proceso vendría a ser, muy muy muy esquemáticamente, más o menos así:
-Soy única y todo el mundo me mima.
-Vivo en un mundo seguro, sano, y feliz.
-Pero me llega la regla, y no se si soy fruta o santa.
-Puedo crear vida. Ellos no. Ellos me quieren por el shishi.
-Yo tengo el shishi, por tanto hago las reglas.
-Las que tenemos shishi no nos podemos equivocar, y estamos siempre alerta.
-Aunque tengamos un miedo atroz a la presión insoportable que sufrimos por parte de nuestras protectoras pedagogas caseras, hemos de aparentar, siempre, autosuficiencia.
-Da igual que mi progenitora, mi tía, o eso que se llama matriarcado sean las que me han estropeado la vida tratándome como una fulastre: La culpa es de ellos, que por un shishi pierden el Norte.
Dejo un par de líneas en blanco para que reflexionen sobre ésto, y procedan a cagarse en mis ancestros.
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
---------------------------------------------------------- ------------------------------------------
¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?. Mal supongo. ¿Y las neuronas?.
Entiendo la confusión: Si esperaban encontrar aquí un alegato a favor del “todas prespitadoras” no lo van a encontrar. Siento decirlo ahora, en el capítulo tres, pero es que esto no es fruto de un par de tardes en las que me aburría. Esto es fruto de años de observación y sobre todo de evitar que un paradigma erróneo me fastidie la realidad.
Noticia de última hora para despistados: El culpable de la misoginia, del machismo, y de la desesperación no es tanto lo Paternal (Abuelo, Papá, Patriarcado, Dios, Jesús, Presidente del Gobierno, profesor de naturales), como la progenitora (Abuela, Mamá, Matriarcado, Diosa progenitora, Virgen María, Concejala de Igualdad, profesora de Ética).
El padre, por si llegado a estas alturas todavía está usted con un gran despiste, no pinta, histórica, psicológica, y formalmente UNA fruta cosa.
Si los hombrs han guerreado, si han descubierto galaxias, si han conquistado imperios, es porque, o bien existía una progenitora a la que alagar (“Mira, Oh tótem, las conquistas del fruto de tu potorro!!”) o bien, casi siempre, una “progenitora” a la que alagar (“Mira, oh chochete de mis desvelos, te traigo las joyas más hermosas para que te cases conmigo).
Luego lo que sucedía, o al menos así me di cuenta después de un par de asignaturas de Historia Moderna, era que la dama en cuestión se casaba con el conquistador, pero se amaba a la tripulación del barco. Esto se llama POLIGINIA, y es un concepto ESENCIAL de la biología. Si no se lo creen, o no lo aceptan, ya pueden dejar de leer.
Está más que comprobado que en el caso de ciertas especies, como el león marino, tan sólo entre el 6% y 8% de los machos se calza al 90% de las hembras. En los primates, según tamaño, la cosa no está mucho mejor. Pero no les doy datos al respecto, que no quiero que se me depriman. Además no los tengo a mano.
Huelga decir que nuestro protagonista, ese joven que fui yo, ese que fue usted, no sabe, a estas alturas de la película, nada de lo anteriormente descrito. Será nuestro secreto, y lamentablemente el de el, hasta que comience a preguntarse poe la extraña repetición de sucesos que suelen desencandenar en misoginia, desencanto, depresión, o claudicación.
Mientras tanto, en ese tiempo, ese joven (que fui yo, y usted) se guarece de la lluvia unos soportales de los años setenta protegiendo con bolsas del Caprabo las botellas de calimocho.
4. ¿Donde está mi coche volador?
"Que el mundo fue y será una porquería,
ya lo se...en el 506 y en el 2000 también"
(Cambalache)
ya lo se...en el 506 y en el 2000 también"
(Cambalache)
(EN PROCESO)
(En donde se habla del papel cuché, de la tecnología, de los tiempos universitarios)5. El desencanto...tantos años después.
"A veces regresas, en una pesadilla
tan absurda como fue nuestra historia (...)
Ni aun ahora, tantos años después
es posible el pacto entre nosotros,
Ni aun ahora, la piedad ni el olvido"
(Juan Luís Panero)
tan absurda como fue nuestra historia (...)
Ni aun ahora, tantos años después
es posible el pacto entre nosotros,
Ni aun ahora, la piedad ni el olvido"
(Juan Luís Panero)
EN PROCESO
(En donde se habla de eso que llaman labrarse un porvenir, de las resacas en bodas, de la apretada quijada de las madres primerizas sonriendo en las fotografías de facebook)Casi un Epílogo
Y llegados a este punto en que nuestro protagonista (usted, el vecino, o yo mismo) se encuentra con que no puede echar las culpas a otros por no haber disfrutado del "Locus Amoenus" postmoderno, excelso y maravilloso, que parecían prometer las primeras miradas infantiles. Y que ya no hay Dios que nos venda la moto. Llegados a este punto el miembro de la Generación Oculta solo puede ser un simpático émulo del arquetipo "Trickster" definido por Jüng, o convertirse definitivamente en Kurtz, y perderse en la perdida de si mismo. La primera es una forma de salvación, la segunda también pero contempla una venganza. El primero, el bufón tranquilo, el que se ha calmado a si mismo, y se ha reconciliado con el mundo (aparentemente) es un eterno adolescente con alma de anciano que sabe que va a morir solo, y opta por reírse para sobrevivir. El segundo, en cambio, todavía cree en la venganza, y necesita expiar su culpa (la culpa de no tener eso que anhela) por medio de infligir dolor a otros. Como una razzia salvaje sin temor de que la víctima seamos nosotros.
Última edición: