Siempre se ha dicho que España es un país de propietarios y así lo confirman los datos: el 75% de los hogares españoles tiene una casa propia, según los últimos registros de...
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La locura de los precios, la contracción de la oferta y los trabajos precarios retrasan aún más la emancipación de los jóvenes
Jóvenes frente a un parque de viviendas en Madrid Angel Navarrete
18/02/2023 22:30
Siempre se ha dicho que España es un país de propietarios y así lo confirman los datos:
el 75% de los hogares españoles tiene una casa propia, según los últimos registros de Eurostat. Una realidad que se vuelve cada vez más complicada. En un momento en el que los precios no paran de subir y firmar una hipoteca en condiciones favorables es prácticamente imposible, por las medidas tomadas por el
Banco Central Europeo para contener la
inflación, hablar de adquirir una vivienda parece hasta utópico. Sin embargo, el sentimiento de propiedad sigue muy arraigado en nuestra sociedad, también entre los más jóvenes. El
Instituto Silestone, en su estudio La vivienda del futuro de la Generación Z en España, señala que el
75,4% de los jóvenes menores de 28 años se ve comprando una vivienda en un futuro, pero, ¿es esta una realidad factible o es el alquiler la única opción para los jóvenes?
En 2022, el
precio de la vivienda aumentó un 7,5%, según las cifras proporcionadas por el portal inmobiliario
Fotocasa, y la previsión es que continúe al alza.
Ignasi Martí, profesor en
Esade y director del Instituto de Innovación Social, se muestra escéptico al respecto. «Pinta mal. Mi percepción es que cada vez serán menos los jóvenes que puedan comprar una casa». Por su parte,
María Matos, Directora de Estudios y Portavoz de Fotocasa sostiene que los jóvenes se enfrentan a dos problemas: el precio de la vivienda, pero sobre todo a la precariedad laboral, lo que impide que se conviertan en propietarios. «Muchos de ellos tienen trabajos inestables, temporales y con salarios bajos y esto es el gran obstáculo que tienen a la hora de acceder al mercado. Si un joven no tiene el dinero suficiente para dar la entrada, que es en torno al 30%, se queda fuera.
El 74% de los ciudadanos necesita una ayuda inmobiliaria, es decir, tiene que pedir un crédito al banco».
Según el
Banco de España, comprar una casa de tipo medio de 180.000 0 190.000 requiere de ocho años de renta bruta para pagarla y una entrada de 45.000 euros, el doble que hace tres décadas. Una cantidad que no está al alcance de todos. De hecho, en nuestro país, tres de cada diez menores de 25 años está en paro, es decir, 540.000 personas y el salario medio de los activos fue de 1.2000 euros en 2022, datos del INE.
Esta situación es la que provoca que el alquiler se convierta en la única opción viable, y cada vez menos. En el último año el
arrendamiento se encareció un 8,4%, como consecuencia en gran parte de la falta de stock y el pasado mes de enero concluyó con una subida mensual de
1,5% hasta alcanzar los
11,6 euros el metro cuadrado, según el último informe del portal inmobiliario Idealista, el precio más alto registrado por el portal. Lo que demuestra el gran obstáculo que supone el acceso a la vivienda para las personas jóvenes, lo que retrasa cada vez más su emancipación. De hecho, en 2022, sólo el
15,9% de los jóvenes españoles logró independizarse, mientras que la media europea se situó en el 32,10%, tal como indica el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.
Iván Martínez tiene 18 años y entre sus aspiraciones está comprarse una casa en un futuro para lo cual necesita ahorrar bastante y considera que la única forma de hacerlo es quedarse en casa de sus padres hasta que reúna el dinero suficiente para la entrada. «Para ser un adulto necesito una casa para vivir y creo que por mi carrera (doble grado de Economía y Matemáticas en la UCM) voy a poder permitírmelo».
Como Iván son muchos los jóvenes que tienen que sacrificar su independencia si quieren adquirir una vivienda en propiedad en algún momento y optan por permanecer en el nido. También los hay que piensan que alquilar es una forma de tirar el dinero, en concreto, el 43% de los jóvenes así lo cree, tal como señala Fotocasa. Pero, para otros el arrendamiento se convierte en una vía a esa independencia deseada, a pesar de que eso les impida ahorrar y es que el alquiler, en algunos sitios especialmente en los más tensionados, ya se come hasta el
50% del salario de uno. Lo que obliga a que se tenga que compartir un piso o una habitación. En este sentido, Matos explica que «de los 18 a los 25 años no les importa vivir de alquiler y compartir una vivienda. También por el hecho de socializar, o por la flexibilidad que te da el repartir los gastos, pero es a partir de los 25 cuando el alquiler ya se convierte en una obligación». Además, afirma que al ser tan escasa la oferta y los precios tan elevados, se empieza a dar un cambio de tendencia. «Hemos observado que empieza a ser cada vez más alta la demanda de pisos para alquilar a las afueras de las grandes urbes. Por ejemplo, en
Madrid, los jóvenes están buscando ya fuera de la almendra de la M-30; mientras que en
Barcelona, se están registrando movimientos en municipios próximos como Sabadell, Hospitalet, Cornellá... para así no tener que compartir piso especialmente entre los de más edad».
El alivio temporal que supuso la esa época en el 2020 de la que yo le hablo en el coste de los alquileres, que cayeron por efecto de la menor actividad económica, la
guerra de Ucrania ha traído de vuelta el nivel que había antes de la crisis sanitaria que dejó el el bichito-19. La subida de precios ha provocado una pérdida del poder adquisitivo de gran parte de los españoles y, por lo tanto, un mayor esfuerzo a la hora de alquilar una casa, que roza el
umbral del 30% que recomiendan los expertos. Además, desde Fotocasa no se muestran muy optimistas y estiman que este
2023 el alquiler seguirá subiendo un 5% y la compraventa un 3%. Además, la oferta seguirá reduciéndose si no hay nada en el horizonte que pueda ayudar a aumentar la oferta tan rápido como se requiere. Además, el intervencionismo en el mercado en forma de limitación de precios y medidas sancionadoras causará todavía más reducción de oferta y serán los jóvenes los más afectados.
«Son un colectivo vulnerable», asegura Martí y lamenta que esta situación no va a cambiar hasta que «se produzcan cambios estructurales» como es aumentar el parque de vivienda y hacerlo más asequible. Asegura que las nuevas ayudas al alquiler, como el
Bono joven para el alquiler, no son más que «parches», que no van a cambiar esta realidad que se presenta tan cruda para las generaciones venideras. «Por supuesto que en algunos casos pueden ayudar, pero te ayudan el primer mes, el segundo, pero no a la larga. Entonces es muy difícil que eso permita a la gente acceder a un alquiler o a una compra de forma estable».
EL MUNDO ha preguntado a 6 jóvenes de entre 19 y 20 años sobre sus planes de futuro y sobre la percepción que tienen del mercado de vivienda y todos coinciden en algo: comprar una casa es sinónimo de seguridad y de estabilidad familiar.
Los seis nacieron en Madrid y actualmente cursan sus estudios en la universidad. Derecho es la carrera que más se repite, pero también otras carreras como Filología hispánica, Comunicación Audiovisual y otras más actuales como Ingeniería de Datos e Inteligencia Artificial. Son muy jóvenes y para alguno de ellos, la opción de comprarse una casa todavía ni se había pasado por la cabeza, pero todos quieren convertirse en propietarios en algún momento de sus vidas.
«Seguramente tarde más que lo tardaron mis padres en comprársela», afirma
Adrián Alcántara, «pero igual, cuando empiece a trabajar espero poder hacerlo. Yo quiero ser policía y el tener una plaza fija, igual ayuda a que me concedan una hipoteca».
Mientras tanto, la idea de alquilar se baraja con gran fuerza entre los 6, para poder disfrutar de esa libertad que conlleva el vivir solo y si es con sus respectivas parejas o entre amigos, mucho mejor. «Creo que es la solución más factible y lo más realista sería compartiendo porque no quiero contar con la ayuda de mis padres. Si me independizo que sea por mis propios medios», afirma
Guillermo Díaz, pero tiene claro que no quiere vivir de alquiler toda su vida. También lo es para
Candela García porque asegura que «siendo realistas, no voy a tener dinero para una casa».
Por su parte,
Gabriela Mortera, confiesa que no tiene muchas esperanzas puestas en el futuro. Estudia Comunicación Audiovisual y Cine en la Francisco de Vitoria, pero es consciente de que sus posibilidades laborales igual no son tan altas, como el de otros. Aún así, ella tiene varios trabajos que le permiten tener su colchoncito financiero para a largo plazo poder alquilar o comprar una vivienda y si no, «tengo la suerte de que mi familia tiene varias propiedades e igual en un futuro lejano, podría heredar uno, aunque no es mi prioridad», argumenta.
La falta de oferta pública es uno de los grandes problemas, tal como asegura María Matos, quien alienta a que se le reclame al Gobierno la construcción de más viviendas. «En Madrid faltan 100.000 viviendas, igual que en Barcelona». «Si tuviéramos un parque público de vivienda tan grande como el que tienen nuestros vecinos europeos, o si hubiera más en alquiler, la oferta sería mayor que la demanda y nuestros jóvenes no tendrían este problema, pues los precios serían asequibles».
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Hay que colgar a los langostos multipropietarios