No hay más que ver la cara que tenía el cabrero al empezar y la que tiene ahora. Entonces parecía un hurdano de los de los tiempos del hambre, de cuando fue Alfonso XIII a la zona, y ahora no para de hacer compras y de viajar.
A mí me da la impresión de que este, la sobrina y el adiosín con de poco fiar, gente de esa que más vale tener lejos porque te la lían a la mínima.
Y el pueblo, si la mitad de lo que cuentan es verdad, debe ser como una zona No Go, pero con extremeños en lugar de con jovenlandésnegros.