Muy interesante el artículo. Cuando oigo a todos estos simples anti-taurinos pienso si se dan cuenta de que abolir el toreo significa ipso facto la desaparición, la completa extinción del toro bravo de la faz de la Tierra. Porque sin tauromaquia ningún ganadero va a seguir criando toros bravos por hobby, claro está, y el toro bravo, ese magnífico animal desaparecerá para siempre. Lo mismo vale para el campo, esas magníficas dehesas, razón suficiente para viajar por el campo salmantino, cacereño, etc. Ver esas dehesas con sus alcornoques, sus toros paciendo y disfrutando de ese maravilloso entorno natural no tiene precio. Y todo eso va a desaparecer si consiguen que desaparezca el toreo. Y en su lugar, en lugar de la vegetación, los toros, los pájaros, el resto de animales que viven en ese entorno natural de fábula, pues tendremos adosados de ladrillo, urbanizaciones de casas de campo, y el campo irá desapareciendo poco a poco ante nosotros, y España entera, con su maravillosa naturaleza silvestre arrasada y desaparecida, se convertirá en un erial y en un extrarradio extenso de chichinabo.
El toro bravo está extinto desde hace mucho gracias a la connivencia de ganaderos y toreros que querían toritos más manejables. A partir de ahí, alegar la raza ya extingida por motivos comerciales para persistir en su negocio es obsceno.
El toreo nació de fiestas de matanza de la nobleza en la edad media. Lo mismo que ahora no hay luchas de gladiadores no debería haber corridas de toros. Es algo anacrónico, obsoleto, y básicamente menso.
La industria tiene que asumir que no puede ir contra el avance cultural, sobre todo cuando se financia de la propia sociedad.