Von Riné
Madmaxista
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Como si se tratara de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española, pero a la inversa, decenas de jóvenes españoles en sus 20 y en sus 30 años acudieron en goteo al Este de Ucrania entre 2014 y 2016. Lo hicieron llamados por una supuesta lucha contra el fascismo en el marco de la revuelta del Euromaidán de 2013, que desembocó en una guerra civil entre prorrusos y proeuropeístas en el país.
Explicado de forma simple, el país se dividió en dos: por un lado, en la Ucrania occidental, estaban los afines a la Unión Europea y la OTAN, con la intención de abandonar su pesado legado soviético. En este bando afloraron también posturas ultranacionalistas ucranianas. Por el otro lado, en el Este y en la península de Crimea, estaban los ucranianos rusófonos nostálgicos de la URSS, vinculados social, emocional y culturalmente a Rusia, que preferían ligar su destino a Moscú antes que a Bruselas.
En medio del fango del conflicto, en ambos bandos surgieron múltiples brigadas paramilitares, las cuales, la mayoría de las veces, no eran más que grupos criminales armados operando bajo el paraguas de una guerra ideológica. A ella apelaron para recibir la solidaridad internacional de movimientos afines, lo cual atrajo a decenas de radicales de todo el mundo, entre ellos, varios españoles.
Seis años después de aquello, con la tensión creciente entre la OTAN y Rusia por Ucrania, alguno de esos milicianos sigue en el Donbás, la región al Este del país que comprende las repúblicas separatistas prorrusas no reconocidas de Donetsk y Lugansk. Ambas declararon su independencia unilateral y por las armas en 2014 tras la caída del régimen prorruso en Kiev. Los combatientes que regresaron a España en 2015 rehicieron sus vidas pero, ante un nuevo llamamiento a ir al frente, el fenómeno podría volver a repetirse.
“En su momento, desde Ucrania se hizo un llamamiento internacional para reclutar voluntarios. Esa situación ahora no se está produciendo porque ahora, supuestamente, la OTAN respalda a Ucrania. Sin embargo, tampoco se descarta que haya desplazamientos”, aseguran estas fuentes. “No podemos contar mucho más, porque el tema internacional depende del devenir de los acontecimientos”, concluyen.
Por su parte, Joan Caballero, experto académico en grupos ultras violentos explica a este periódico que, a día de hoy, “es posible que siga habiendo muchos voluntarios españoles” en el país. Sin embargo, afirma que “no publican tanto en sus redes sociales como antes”. “Las organizaciones antifascistas se cuidan mucho de vincularse para no ser judicializados”, añade.
Como si se tratara de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española, pero a la inversa, decenas de jóvenes españoles en sus 20 y en sus 30 años acudieron en goteo al Este de Ucrania entre 2014 y 2016. Lo hicieron llamados por una supuesta lucha contra el fascismo en el marco de la revuelta del Euromaidán de 2013, que desembocó en una guerra civil entre prorrusos y proeuropeístas en el país.
Explicado de forma simple, el país se dividió en dos: por un lado, en la Ucrania occidental, estaban los afines a la Unión Europea y la OTAN, con la intención de abandonar su pesado legado soviético. En este bando afloraron también posturas ultranacionalistas ucranianas. Por el otro lado, en el Este y en la península de Crimea, estaban los ucranianos rusófonos nostálgicos de la URSS, vinculados social, emocional y culturalmente a Rusia, que preferían ligar su destino a Moscú antes que a Bruselas.
En medio del fango del conflicto, en ambos bandos surgieron múltiples brigadas paramilitares, las cuales, la mayoría de las veces, no eran más que grupos criminales armados operando bajo el paraguas de una guerra ideológica. A ella apelaron para recibir la solidaridad internacional de movimientos afines, lo cual atrajo a decenas de radicales de todo el mundo, entre ellos, varios españoles.
De izquierda a derecha, los combatientes 'antifa' españoles Adrià Irigoyen y Sergio Becerra junto a un tercero y otros miembros de la Brigada Prizrak, al Este de Ucrania a finales de 2014.
Seis años después de aquello, con la tensión creciente entre la OTAN y Rusia por Ucrania, alguno de esos milicianos sigue en el Donbás, la región al Este del país que comprende las repúblicas separatistas prorrusas no reconocidas de Donetsk y Lugansk. Ambas declararon su independencia unilateral y por las armas en 2014 tras la caída del régimen prorruso en Kiev. Los combatientes que regresaron a España en 2015 rehicieron sus vidas pero, ante un nuevo llamamiento a ir al frente, el fenómeno podría volver a repetirse.
Es lo que indican a EL ESPAÑOL fuentes policiales que siguen de cerca a estos grupos de ideología ultra en España, aunque señalan que las “circunstancias son distintas a las de 2015”.
“En su momento, desde Ucrania se hizo un llamamiento internacional para reclutar voluntarios. Esa situación ahora no se está produciendo porque ahora, supuestamente, la OTAN respalda a Ucrania. Sin embargo, tampoco se descarta que haya desplazamientos”, aseguran estas fuentes. “No podemos contar mucho más, porque el tema internacional depende del devenir de los acontecimientos”, concluyen.
Por su parte, Joan Caballero, experto académico en grupos ultras violentos explica a este periódico que, a día de hoy, “es posible que siga habiendo muchos voluntarios españoles” en el país. Sin embargo, afirma que “no publican tanto en sus redes sociales como antes”. “Las organizaciones antifascistas se cuidan mucho de vincularse para no ser judicializados”, añade.
Explicado de forma simple, el país se dividió en dos: por un lado, en la Ucrania occidental, estaban los afines a la Unión Europea y la OTAN, con la intención de abandonar su pesado legado soviético. En este bando afloraron también posturas ultranacionalistas ucranianas. Por el otro lado, en el Este y en la península de Crimea, estaban los ucranianos rusófonos nostálgicos de la URSS, vinculados social, emocional y culturalmente a Rusia, que preferían ligar su destino a Moscú antes que a Bruselas.
En medio del fango del conflicto, en ambos bandos surgieron múltiples brigadas paramilitares, las cuales, la mayoría de las veces, no eran más que grupos criminales armados operando bajo el paraguas de una guerra ideológica. A ella apelaron para recibir la solidaridad internacional de movimientos afines, lo cual atrajo a decenas de radicales de todo el mundo, entre ellos, varios españoles.
Seis años después de aquello, con la tensión creciente entre la OTAN y Rusia por Ucrania, alguno de esos milicianos sigue en el Donbás, la región al Este del país que comprende las repúblicas separatistas prorrusas no reconocidas de Donetsk y Lugansk. Ambas declararon su independencia unilateral y por las armas en 2014 tras la caída del régimen prorruso en Kiev. Los combatientes que regresaron a España en 2015 rehicieron sus vidas pero, ante un nuevo llamamiento a ir al frente, el fenómeno podría volver a repetirse.
“En su momento, desde Ucrania se hizo un llamamiento internacional para reclutar voluntarios. Esa situación ahora no se está produciendo porque ahora, supuestamente, la OTAN respalda a Ucrania. Sin embargo, tampoco se descarta que haya desplazamientos”, aseguran estas fuentes. “No podemos contar mucho más, porque el tema internacional depende del devenir de los acontecimientos”, concluyen.
Por su parte, Joan Caballero, experto académico en grupos ultras violentos explica a este periódico que, a día de hoy, “es posible que siga habiendo muchos voluntarios españoles” en el país. Sin embargo, afirma que “no publican tanto en sus redes sociales como antes”. “Las organizaciones antifascistas se cuidan mucho de vincularse para no ser judicializados”, añade.
Como si se tratara de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española, pero a la inversa, decenas de jóvenes españoles en sus 20 y en sus 30 años acudieron en goteo al Este de Ucrania entre 2014 y 2016. Lo hicieron llamados por una supuesta lucha contra el fascismo en el marco de la revuelta del Euromaidán de 2013, que desembocó en una guerra civil entre prorrusos y proeuropeístas en el país.
Explicado de forma simple, el país se dividió en dos: por un lado, en la Ucrania occidental, estaban los afines a la Unión Europea y la OTAN, con la intención de abandonar su pesado legado soviético. En este bando afloraron también posturas ultranacionalistas ucranianas. Por el otro lado, en el Este y en la península de Crimea, estaban los ucranianos rusófonos nostálgicos de la URSS, vinculados social, emocional y culturalmente a Rusia, que preferían ligar su destino a Moscú antes que a Bruselas.
En medio del fango del conflicto, en ambos bandos surgieron múltiples brigadas paramilitares, las cuales, la mayoría de las veces, no eran más que grupos criminales armados operando bajo el paraguas de una guerra ideológica. A ella apelaron para recibir la solidaridad internacional de movimientos afines, lo cual atrajo a decenas de radicales de todo el mundo, entre ellos, varios españoles.
De izquierda a derecha, los combatientes 'antifa' españoles Adrià Irigoyen y Sergio Becerra junto a un tercero y otros miembros de la Brigada Prizrak, al Este de Ucrania a finales de 2014.
Seis años después de aquello, con la tensión creciente entre la OTAN y Rusia por Ucrania, alguno de esos milicianos sigue en el Donbás, la región al Este del país que comprende las repúblicas separatistas prorrusas no reconocidas de Donetsk y Lugansk. Ambas declararon su independencia unilateral y por las armas en 2014 tras la caída del régimen prorruso en Kiev. Los combatientes que regresaron a España en 2015 rehicieron sus vidas pero, ante un nuevo llamamiento a ir al frente, el fenómeno podría volver a repetirse.
Es lo que indican a EL ESPAÑOL fuentes policiales que siguen de cerca a estos grupos de ideología ultra en España, aunque señalan que las “circunstancias son distintas a las de 2015”.
“En su momento, desde Ucrania se hizo un llamamiento internacional para reclutar voluntarios. Esa situación ahora no se está produciendo porque ahora, supuestamente, la OTAN respalda a Ucrania. Sin embargo, tampoco se descarta que haya desplazamientos”, aseguran estas fuentes. “No podemos contar mucho más, porque el tema internacional depende del devenir de los acontecimientos”, concluyen.
Por su parte, Joan Caballero, experto académico en grupos ultras violentos explica a este periódico que, a día de hoy, “es posible que siga habiendo muchos voluntarios españoles” en el país. Sin embargo, afirma que “no publican tanto en sus redes sociales como antes”. “Las organizaciones antifascistas se cuidan mucho de vincularse para no ser judicializados”, añade.
https://www.elespanol.com/reportaje...batallones-prorrusos-ucrania/645935522_0.html