M. Priede
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En medio de esas tensiones norte-sur que la propaganda se encarga de exacerbar al extremo para romper Europa, la lógica de la posición alemana ha sido que una cosa es la política pública del “Déficit cero” que tan diligentemente aplicaron las administraciones, y otra cosa muy distinta es el panorama de su deuda empresarial. Así, la realidad de la empresa alemana es que se ha enfrentado a la crisis del cobi19 con 10 puntos más de endeudamiento sobre recursos propios que la empresa española, o 108% versus 98%. Un endeudamiento del 108% sobre recursos propios indica que las empresas alemanas deben un 8% más de lo que poseen en activos junto con lo que tienen en caja, pasando la peligrosa línea roja que marca a partir de dónde se debe más de lo que se tiene, y por tanto ya no se podría pagar con total garantía en caso de necesidad: un punto al que las empresas españolas sí que llegarían a poder pagar íntegramente.
Así pues, Alemania tenía un problema de endeudamiento empresarial que podía explotarle con la crisis del cobi19, y por ello habría podido haber decidido posicionarse esta vez en el club de la laxitud con el endeudamiento, a fin de lograr condiciones más fáciles de digerir por su tejido empresarial ante la complicada coyuntura pandémica que se nos ha venido encima a todos. La realidad es que, en este sentido, la posición de endeudamiento alemana le sitúa a años luz de aquella de los países frugales, llegando al extremo de que tres de las diez empresas más endeudadas del planeta son empresas alemanas (automovilísticas, para más referencias).
Y es que parece que la empresa española ha hecho (al menos en parte) sus deberes de desapalancamiento tras la funesta crisis inmobiliaria. Como pueden leer en el enlace anterior, en el último lustro el endeudamiento de las empresas españolas se ha reducido en línea con aquellas de los países frugales, en extremo que sin embargo no ha ocurrido con las empresas alemanas. Y la paradoja aquí en términos de deuda es mayúscula, con unas administraciones públicas alemanas que hicieron lo que sus empresas no hicieron tan bien, mientras que nos encontramos con unas empresas españolas que sí que hicieron lo que sin embargo sus administraciones públicas dejaron flagrantemente de hacer. Desde luego, las idiosincrasias nacionales muchas veces no son lo que parecen a primera vista, y menos cuando se culpa a justos por pecadores.
Pues si hay algo seguro es que, en este mundo de intereses y juego de poderes, todas las posiciones nacionales tienen un porqué; otra cosa es que se llegue a saber. En este caso, la posición alemana en las negociaciones del macro-paquete de ayuda para la crisis del cobi19 era ciertamente intrigante, hasta que supimos el porqué.
Alemania abandona a los frugales en la reconstrucción post-cobi19: ahora sabemos el porqué
Es lo de siempre:
(...) incluso a día de hoy, Alemania, que capitanea el BCE, no permite que nadie inspeccione sus cuentas bancarias:
¿Qué tiene que esconder Alemania? Sus reticencias tienen que ver con un entramado financiero que, además de 280 bancos comerciales, en 2010 constaba de 10 bancos dependientes de los Estados federales (landesbanken) y 429 cajas de ahorros, amén de otras 1.200 entidades entre las que figuran, sobre todo, cooperativas de crédito y también bancos especializados en hipotecas y asociaciones inmobiliarias de crédito. Dejando a un lado las cooperativas, son 620 entidades financieras con 348.000 empleados, 50 millones de clientes y más de 4.600 millones de euros en activos, el 64% de los activos financieros de todo el país. “Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la situación real” de estas entidades, dice Zalba, que cree que a “España se la ha penalizado por su tras*parencia”.