La desconocida Operación Backbone. El plan de invadir el jovenlandia español tras el desembarco aliado en Casablanca

Icibatreuh

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Muy interesante y desconocido.

EL PLAN BACKBONE: ESPAÑA, BAJO DOS AMENAZAS DE
oleada turística

Antonio Marquina1

Director de UNISCI

Title in English: "The Backbone Plan: Spain under a double threat of
invasion"

Copyright © UNISCI, 2014.


1. Introducción

Los Estados Unidos habían colaborado con el esfuerzo bélico británico desde el comienzo de
la Segunda Guerra Mundial. Sin las ventas, préstamos, arriendos y regalos de buques, armas,
alimentos y suministros norteamericanos de todo tipo no hubiera resistido Londres el acoso de
Berlín. Con la entrada norteamericana en la guerra, esta cooperación se acentuó, creándose un
estado mayor conjunto encargado de planificar las operaciones militares de ambos países.
En junio de 1942, el primer ministro británico Winston Churchill viajaba a los Estados
Unidos para examinar, con el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, la
marcha de la guerra. El tema clave estudiado fue la apertura del segundo frente que el aliado
soviético, José Stalin, deseaba situar en Europa.
Los estados mayores británicos y norteamericano no consideraron factible una
operación similar que, seguramente, terminaría en descalabro, y aconsejaron, a cambio, un
desembarco en el norte de África.
Para acelerar estos planes, Roosevelt insistió el 23 de julio en la urgente necesidad de
llevarlos a cabo. Y al día siguiente se acordaba que una fuerza aliada de las tres armas
desembarcaría en Argelia y jovenlandia (∗

El nombre clave elegido fue Torch (Antorcha) y británicos y norteamericanos resolvieron que
el comandante en jefe de esta operación fuese norteamericano. Un general británico al frente
de la misma habría despertado suspicacias en el gobierno de Vichy y, probablemente, una
fuerte resistencia francesa2
.
El 26 de julio, el general Marshall informaba al general D. Eisenhower que sería
designado jefe de la operación. El nombramiento fue oficial el 14 de agosto.
Horas antes de que esto ocurriese, Churchill era recibido por Stalin. Asegura aquél en
sus memorias, que al principio Stalin se enfureció. Más tarde, comprendiendo el alcance de
Torch, exclamó: ¡Que Dios favorezca la empresa! 3
.
Pocos días después de su nombramiento, Eisenhower informó a Marshall que Torch
tendría éxito si España permanecía neutral y las tropas coloniales francesas no oponían
resistencia o ésta era simbólica4
. Por ello, comenzó a estudiarse a fondo la posibilidad de que
España entrase en guerra.
Los ingleses, que llevaban bastante tiempo recopilando información sobre España y sus
posesiones, ofrecieron datos precisos al Estado Mayor norteamericano. Según Londres,
España mantenía fuerzas importantes en jovenlandia, había fortificado la zona y construido
aeropuertos y otras instalaciones con ayuda técnica alemana. Estos preparativos se dirigían
contra el jovenlandia francés, por el que España sentía aspiraciones territoriales. Pero en el
verano de 1942, nada indicaba que Madrid preparase una operación contra los franceses.
Decía también Londres que España no tenía ningún interés en intervenir en la guerra. Los
alemanes, por tanto, sólo podrían ocupar el jovenlandia español si previamente invadían Es-
paña o el jovenlandia francés5
.
El 17 de octubre, el Comité Combinado de Inteligencia enviaba al Estado Mayor
angloamericano un estudio sobre las fuerzas españolas en jovenlandia. El estudio concluía
diciendo que el ejército francés de la zona era más poderoso. Nada indicaba, por otro lado,
que España preparase un ataque por sorpresa6
.
Aunque esta posibilidad no se descartó, los estudios aliados se centraron en el ataque y
ocupación del sur peninsular y del jovenlandia español para el caso de que España se declarase
beligerante a favor del Eje o que las tropas alemanas penetrasen en España. Se trata de un
plan curioso y poco conocido. Lo citan, a lo sumo, las publicaciones que versan sobre Torch.

Es el plan denominado Backbone (columna vertebral).
2. La hipótesis de una oleada turística alemana
El plan, de inconfundible sabor británico, partía de un supuesto: tras el desembarco aliado en
las colonias francesas norteamericanas, los alemanes intentarían alcanzar el estrecho de Gi-
braltar (aunque no podrían hacerlo en la primera parte del invierno de 1942-1943). Si se
producía esta oleada turística, los aliados, que ya se habrían consolidado en Argelia y en el
jovenlandia francés, tendrían que ocupar el jovenlandia español para impedir que los alemanes
llegasen por esta zona al norte de África. Este ataque aliado se llevaría a efecto después de
que los alemanes cruzaran los Pirineos.
Según el plan, los preparativos alemanes para atacar España serían advertidos por los
aliados dos semanas antes de que la oleada turística se produjera. Igualmente, los alemanes tardarían
un mes, por lo menos, en vencer la resistencia hispana y alcanzar el sur de la Península.
De este modo, los aliados dispondrían de catorce días para preparar su ataque al
jovenlandia español y de treinta más para ocupar la colonia. El plan Backbone contaba también
con la oposición de las tropas españolas en jovenlandia a una ocupación aliada (tanto si España
entraba en guerra con el Eje como si Alemania atacaba España) y con la pérdida de Gibraltar
o con su neutralización como base a causa de los ataques aéreos o artilleros.
El Estado Mayor aliado realizó asimismo un detallado estudio de las fuerzas,
aeropuertos, instalaciones militares y comunicaciones del jovenlandia español, pensando no
sólo en la resistencia que podría oponer España como en el juego que darían estas
instalaciones a los aliados tras la ocupación.
Los aeropuertos carecían de una capacidad superior a los 160 aviones. Se precisaría, por
tanto, ampliarlos y usarlos con intensidad si se deseaba contrarrestar el importante número de
aeródromos que hallarían los alemanes en el sur de España. La resistencia aérea española no
preocupaba mucho, ya que sólo disponía en la colonia de unos 60 aviones, en general
anticuados y con problemas de combustible.
Las fuerzas españolas en jovenlandia sumaban 99.000 hombres organizados en siete di-
visiones. Había, además, 11.000 tropas kalifianas. Con la Operación Torch, Madrid podría
añadir 25.000 hombres más a su ejército africano. Tropas, en suma, numéricamente
importantes, pero sin equipo moderno ni buen entrenamiento.
Las fuerzas blindadas españolas ascendían a 200 carros. Pero todos anticuados, restos en
su mayoría de la guerra civil, faltos de repuestos, carburante y material de tras*porte. La
capacidad de fuego de una división española era aproximadamente la mitad que la de una
división aliada. La flota española tampoco suponía un obstáculo insalvable. Con barcos
antiguos y faltos de combustible, si España se aliaba con el Eje se limitaría a operaciones
defensivas o de apoyo a convoyes y tráfico de cabotaje7
.
3. El Plan de operaciones
En función de estos presupuestos, el Estado Mayor aliado dispuso tres acciones simultáneas:
1) Toma de Tánger y Tetuán avanzando hacia el norte, vía Querrane y Alcazarquivir (si se
demostraba que podía utilizarse esta carretera), con fuerte cobertura aérea.
2) Toma de Ceuta, con un desembarco 20 kilómetros al sur de la ciudad y, de ser posible,
con lanzamiento de paracaidistas también al sur, mientras se bombardeaba
intensamente la ciudad.
3) Toma de Melilla y de su aeropuerto, avanzando desde el este.

La primera acción requería dos divisiones de infantería, una brigada acorazada y el apoyo
aéreo de cuatro escuadrones de caza y reconocimiento. Las fuerzas se concentrarían en el área
de Port Lyautey-Fez y avanzarían hacia Tánger y Tetuán, acelerando su marcha con el empleo
de fuerzas aerotransportadas si se pudiera disponer de ellas.
Este ataque por tierra se consideraba menos arriesgado que una operación anfibia.
Tánger constituía objetivo prioritario, sobre todo si no se lograba tomar Ceuta. Tetuán, capital
del protectorado, disponía de numerosa guarnición y su toma tendría efectos psicológicos
importantes de cara a organizar la resistencia y a reducir las dificultades del asalto a Ceuta.
Tetuán debería ser tomada en un solo asalto. Un asedio se consideraba desastroso por las
dificultades de aprovisionamiento, dada la lejanía de las bases de partida. El objetivo más
difícil era Ceuta, que, por sus defensas costeras no podía ser tomada por mar ni acosada por
un desembarco en el oeste.
Se precisaban para conquistarla una brigada de infantería, un regimiento de carros, dos
grupos de comandos y dos escuadrones de caza. Estas fuerzas serían seguidas de dos brigadas
de infantería o una de infantería y otra paracaidista. Mientras se bombardeaba la ciudad, un
comando silenciaría las ocho piezas de Cabo neցro y otro cortaría las comunicaciones entre
este punto y la plaza. Así, el resto de las fuerzas podrían desembarcar en una playa próxima a
Cabo neցro, bloquear la carretera Tetuán-Ceuta y avanzar rápidamente sobre ésta. Era
preciso también tomar las baterías de Río Martín, que podrían hacer fracasar el desembarco.
La operación era compleja y la sorpresa resultaba esencial.
Para tomar Melilla se concentrarían en el área de Oujda una división de infantería y una
brigada acorazada. Dos escuadrones de caza apoyarían la acción desde el aire. Las fuerzas
aliadas tomarían por sorpresa el puente internacional, avanzarían sobre Melilla, la rendirían y
luego continuarían hasta Alhucemas. Estas operaciones contarían probablemente con el apoyo
de comandos que, partiendo de Gibraltar, destruirían las baterías de la Península de Tarifa al
inicio de las operaciones, lo que permitiría una gran movilidad a las fuerzas navales aliadas.
Aunque todo parecía bien amarrado, el general Patton puso muchas objeciones. El plan
le resultaba excesivamente complejo por las dificultades del terreno y la falta de carreteras.
Para él era suficiente tomar las fortificaciones próximas a Ceuta y asegurar la ruta Tánger-La-
rache, lo que daría a los aliados una vía de comunicación alternativa entre el Mediterráneo y
Casablanca. En su opinión quedaría controlado el jovenlandia español si se conseguía esa
cabeza de playa y se controlaba la ruta hacia Casablanca8
.
Mientras se ultimaban los preparativos para la Operación Torch, en la que el plan
Backbone era sólo una pieza de cobertura por si España intervenía o Alemania intentaba
alcanzar África por el jovenlandia español, los servicios secretos aliados dispusieron un plan
de decepción. Consistía éste en lanzar cortinas de humo sobre los preparativos aliados, que
indudablemente serían advertidos por los servicios de espionaje italo-germanos, a fin de
ocultar el auténtico objetivo de aquéllos. Para eso pensaron primero los aliados en hacer creer
que el desembarco tendría lugar en Dakar, lo que sería verosímil tras el fracaso de De Gaulle
al atacar este punto.
La Inteligencia del Eje, que había detectado los preparativos, lanzó globos sonda en
busca de la verdad y propuso como objetivo Dakar. Sorprendentemente, los espías del Eje en
España, Portugal y otros lugares confirmaron que Dakar era el punto elegido. Otro suceso
reforzaría la candidatura de Dakar: el Foreign Office no quiso que esta ciudad se utilizara
como cortina de humo, alegando que podría suscitar problemas con los franceses, y propuso,
en su lugar, Noruega o Malta.

Los nuevos objetivos puestos en circulación confirmaron a la Abwehr (Inteligencia alemana)
que era Dakar el objetivo real9
. Así, ciñéndonos al período más próximo al desembarco, el 19
de octubre se pidieron desde Lisboa a una estación alemana clandestina situada en África
Occidental, detalles relativos a un ataque a Dakar que ésta había tras*mitido anteriormente.
Ese mismo día, los mandos supremos de Alemania e Italia valoraban las informaciones recibi-
das y concluían que el punto de desembarco sería Dakar.
El 23 de octubre se inició la ofensiva británica sobre El-Alemein. Los convoyes de la
Operación Torch también se pusieron en movimiento. Siete días después, un agente alemán
en Lisboa informaba de un posible ataque en el jovenlandia español, norte de África francesa,
Casablanca y Dakar. El 2 de noviembre comenzaron a pensar los alemanes que era Italia el
objetivo final y que la concentración de fuerzas en Gibraltar tenía como fundamento aliviar la
angustiosa situación de Malta.
Pero ya el día 4 descartó Berlín esa posibilidad. El gobernador de Gibraltar, general
McFarlane, tratando de apoyar la cortina de humo tendida sobre la operación, pronunció un
discurso por la radio a la guarnición de la plaza y tropas allí concentradas. Refiriéndose a los
bombardeos del Eje sobre Malta y a los sufrimientos de la isla, dijo: Ahora podemos
ayudarles. Id allí! La maniobra era tan burda que los agentes de la Abwehr en Madrid
dedujeron que lo de Malta constituía una farsa.
El 5 de noviembre aparecieron otras posibilidades en los mensajes de la Abwehr: el mar
Egeo o algún punto de la retaguardia de Rommel que en esos momentos se retiraba hacia la
frontera de Libia. En la misma fecha llegaba al espionaje alemán una información procedente
de París, según la cual el punto elegido para el desembarco era Casablanca. Pero la Abwehr la
desestimó.
4. La información española
El embajador británico en Madrid, Samuel Hoare, cuenta que esa misma noche, en una cena
ofrecida por el embajador alemán, un oficial de la Marina española afirmó que la operación
tenía como objetivo el norte de África. Burlonamente le replicó el embajador alemán que sus
fuentes, absolutamente fiables, le indicaban que los objetivos eran el Mediterráneo oriental o
Italia. No se arredró el marino, que mantuvo con absoluta firmeza lo dicho. Tanta, que el
embajador Von Stohrer informó a Berlín. A estas alturas hay que concluir que la Abwehr
estaba dando palos de ciego.
Un informe del ministerio de Asuntos Exteriores español, con destino al consejo de
ministros del 4 de noviembre, descartaba a Dakar como punto elegido. Se consideraba, sin
embargo, muy próxima a la realidad la información enviada por el duque de Alba, embajador
en Londres, por la que el segundo frente se abriría en el norte de África, con la intención de
saltar posteriormente a Italia.
Por su parte, Lequerica, embajador en Vichy, ponía en guardia sobre la capacidad
militar de las tropas coloniales francesas. Pero estaba desorientado. El ministerio de Asuntos
Exteriores postulaba que España no suscitase problemas a Francia ni tratase de satisfacer
ambiciones territoriales, permitiendo que Vichy se defendiese de la oleada turística. Había que
averiguar las intenciones francesas para evitar el gravísimo peligro de una intervención militar
alemana en España10. Madrid, pues, parecía al cabo de la calle respecto a los planes alemanes.

Roma, también. Berlín, sin embargo, adoptó medidas para interceptar a la flota aliada en el
Mediterráneo central.
Cuando los anglo-norteamericanos desembarcaron en Safi, Casablanca, Port Lyautey,
Fedhala, Orán, Argel y Bugía en las primeras horas de la madrugada del 8 de noviembre, el
Estado Mayor alemán recibió una sorpresa mayúscula. Inmediatamente los aliados dieron
seguridades a Madrid de que no tenían intenciones hostiles hacia España o sus colonias11
.
Pero los aliados, como vimos, tenían en cartera el plan Backbone. Y el 26 de octubre,
Eisenhower había enviado al Estado Mayor conjunto un cable cifrado para su puesta en
marcha si España se mostraba hostil a Torch. Si España entraba en guerra junto al Eje en los
primeros momentos de Torch, Eisenhower proponía desviar parte de sus fuerzas contra Ceuta
y Tánger.
Si España iniciaba las hostilidades tras el día 0+60 días, el ataque contra el jovenlandia
español correría a cargo de las fuerzas angloamericanas asignadas a la zona norte, procedentes
de Gran Bretaña. Si lo hacía con posterioridad, las fuerzas aliadas en el oeste y el centro
(jovenlandia francés), se encargarían de ocupar el Protectorado.
5. Precauciones aliadas
Antes de que concluyera el mes, Londres y Washington se mostraron conformes con las
operaciones y el empleo de fuerzas aconsejado por el jefe de Torch. La Royal Navy empezó a
hacer las previsiones necesarias para la operación anfibia y el apoyo naval.
Los aliados trataron de conjurar las apetencias territoriales hispanas en el jovenlandia
francés que Ramón Serrano Súñer, ministro de Asuntos Exteriores, reiteró en los dos años
precedentes. Afortunadamente, en el mes de septiembre, el general Jordana le sustituía al
frente del Ministerio12
.
El embajador británico en Madrid, según Eisenhower, tenía instrucciones de comunicar
al gobierno de Franco que España y Francia debían resolver entre ellas sus diferencias en
jovenlandia, siendo conveniente que las pospusieran -y aquí había una velada amenaza-,
porque constituían una grave complicación para los aliados.
Para ahorrarse problemas, Eisenhower estaba dispuesto a tolerar un tímido avance
español que no rebasara el río Sebou ni interfiriera en las comunicaciones aliadas. Discrepó el
Estado Mayor conjunto aliado, pero Eisenhower insistió, por lo que Washington y Londres se
mostraron conformes en ofrecer a España la línea del río Quergah (bastante menor que la del
Sebou) para evitarse una dura campaña de invierno en el Rif.
Madrid vio la posibilidad de obtener concesiones y esgrimió incluso la baza de una leve
intervención. Pero ante la peligrosidad del juego decidió olvidarlo. El mismo día 8 se reunió
el Consejo de Ministros español para tratar el tema. El general Asensio y los ministros
falangistas Arrese y Girón propugnaron la intervención española en guerra.
 
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Mas la decisión fue aplazada y Franco escribió al presidente Roosevelt que evitaría cuanto
pudiera entorpecer sus relaciones. Los aliados, aún así, se mantuvieron cautelosos y en la
misma mañana del desembarco efectuaron reconocimientos aéreos en la zona Tánger, sin
apreciar movimiento de tropas españolas.
La pasividad -mejor dicho, la impotencia- era absoluta. El día 10, el general Orgaz, que
llegaba de Madrid, confirmó al cónsul norteamericano en Tánger la neutralidad española. Al
día siguiente, Carlton Hayes, embajador norteamericano en Madrid, notificaba a Washington
que por el momento no había presión de Berlín sobre el gobierno y que no se habían
cancelado permisos a los soldados ni convocado a los reservistas.
El día 16, el general Aranda informaba a los aliados que no habría movilización general
y que Berlín no había solicitado la presencia de España en la guerra. De cualquier forma, pese
al espíritu conservador de ambos bandos, la situación era lo suficientemente compleja como
para propiciar todo tipo de recelos. El general Kindelán dijo el día 15 al embajador inglés
Hoare que se había recibido un telegrama de Berlín anunciando que Hitler solicitaría permiso
para llevar sus tropas a África a través la península.
El asunto era inquietante y la tensión subió de tono en Londres cuando el "Boletín
Oficial del Estado» publicó el día 18 un decreto de movilización parcial. Desde Madrid, salió
al paso de la alarma el agregado militar norteamericano aclarando que el ejército español no
iba a crear nuevas unidades, sino a cubrir las plantillas de las ya existentes.
Igualmente, el embajador británico señaló que la medida no iba dirigida contra los
aliados, sino en prevención de una eventual agresión alemana. La mayor alarma aliada se
produjo al advertirse movimientos en el norte de África: reagrupamiento de fuerzas, recluta de
nativos, instalación de baterías antiaéreas, persecución de judíos y sospechosos, inesperada
presencia del general Yagüe... Para esas fechas, sin embargo, el gobierno de Madrid tenía
bastante clara su postura. El consejo de ministros del día 16 había decidido:
1) No admitir la solicitud alemana de paso de tropas por España si tal solicitud se
producía.
2) Evitar incidentes en jovenlandia.
3) Dar instrucciones a Orgaz para que controlase a Yagüe.
4) Apaciguar al Eje con nuevas facilidades económicas y no interferir su propaganda en
la prensa española.
Jordana había impuesto sus criterios a los de Asensio, Arrese y Girón. Evidentemente, el
revés de Rommel en El-Alemein y el desembarco aliado en el norte de África indicaban a
Madrid que la suerte de la guerra cambiaba. Con buenos informadores en las esferas del
poder, el embajador británico Hoare telegrafió a su país que si se producía un descalabro
aliado en África, los generales, ministros y altos funcionarios germanófilos procurarían
modificar la opinión de Franco. De hecho, Lequerica, embajador, en la Francia de Vichy,
viajó a Madrid y propugnó la entrada de España en guerra a favor del Eje.
Todavía el 29 de noviembre se difundía el rumor de que los alemanes preparaban 30
divisiones para invadir España. El rumor fue muy pronto desmentido: Von Paulus estaba
sitiado en Stalingrado, Rommel era empujado a las cercanías de Trípoli y la flota italiana
quedaba reducida a la inoperancia. Tiempos malos para el Eje.
Ante este panorama, España quiso reforzar su neutralidad y entre el 18 y el 22 de de
diciembre, Jordana acordó en Lisboa la formación del Bloque Ibérico. Una de las más
pretenciosas aspiraciones del citado Bloque era mediar en el conflicto mundial y conseguir la
paz entre Alemania, Estados Unidos e Inglaterra.

Los aliados siguieron tratando con enorme tacto a los españoles. Patton se entrevistó con
Orgaz e imprimió un tono amistoso a las relaciones entre ambos ejércitos vecinos. Para no
dejar nada al azar, Eisenhower afianzó con nuevas tropas la ruta Casablanca-Orán, aunque los
soldados se mantuvieron a prudente distancia de la demarcación española para evitar
incidentes.
El 11 de enero, el Estado Mayor británico debatió la situación en España. Se concluyó
que, pese a las continuas presiones nazis en Madrid, Franco tenía la intención de mantener la
neutralidad. El 1 de febrero se recomendó la desactivación del plan Backbone por resultar ya
innecesario y estar reteniendo fuerzas útiles para el ataque a Sicilia (plan Husky).
Al día siguiente, el Estado Mayor conjunto debatió esa recomendación y, pese a que
Eisenhower había propuesto la fecha del 1 de marzo, acordó archivar en ese momento el plan
Backbone y asignar las fuerzas retenidas a otras operaciones13. Así desapareció un plan que
tuvo al borde de la Segunda Guerra Mundial a una España probablemente inconsciente del
peligro que había corrido durante dos meses.
 
Torch era la primera gran operación de EEUU en el frente europeo de la Guerra. Se la jugaban. Si no salía bien, tendrían que cancelar la política de "Alemania primero", ya muy cuestionada por la opinión pública norteamericana, e ir a por los Japoneses.

Eisenhower se la jugaba todavía mas. Era su primera gran operación, se jugaba literalmente la carrera en ella. Y estaba acojonado con lo que pudiera hacer Franco. Temía que una intervención española dejase aisladas a las tropas aliadas en Argelia y Tunez, y provocar un desastre cuando los alemanes reaccionaran llevando refuerzos y contraatacaran.

Pero no sucedió nada. La operación salió bien, y Eisenhower siempre se sintió agradecido a Franco por ello. Cuando en 1953 Ike se convirtió en presidente de EEUU, inmediatamente dió luz verde para firmar los Pactos de Madrid, que supusieron sacar a España del aislamiento internacional. El proceso de acoger plenamente a la España de Franco en el seno de los países civilizados culminó con la visita oficial de Eisenhower en 1959, la primera de un presidente de EEUU a nuestro país.

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