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La decadente España progresista
En proposiciones económicas acerca de la tierra prometida y de un nuevo mundo mejor, no sé si comparable con aquella leyenda del siglo XVI sobre El Dorado, andan enzarzados nuestros mandamases, con la augurada recuperación de España y con la machacona cantinela de los sobados fondos europeos...
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La decadente España progresista
- Los datos muestran el empeoramiento de la calidad de vida y el declive de las clases medias
- José María lgtb de Liébana
En proposiciones económicas acerca de la tierra prometida y de un nuevo mundo mejor, no sé si comparable con aquella leyenda del siglo XVI sobre El Dorado, andan enzarzados nuestros mandamases, con la augurada recuperación de España y con la machacona cantinela de los sobados fondos europeos sobre cuyos programas y detalles presentados ante Bruselas, al menos quien suscribe admite ser absoluto lego.
Es decir, uno ha oído sobre el cuánto, se imagina muy vagamente el qué y desconoce por completo el cómo y su modus operandi. Solo sabe lo que ha leído y escuchado: habrá más subidas de impuestos justo en la dirección opuesta de lo que hacen los países de nuestro entorno, que tendría que servir de inspiración en aras de la reconstrucción y, de remate, más figuras tributarias para dar la estocada a nuestra maltrecha economía.
Sin embargo, no es de eso de lo que hoy venía a hablar, sino de la decadencia económica que se observa en esta España progresista, entendiendo como tal aquella que postulan nuestros máximos dirigentes políticos y cuya ideología y doctrina teóricamente defiende el desarrollo y el progreso de la sociedad en sus distintos ámbitos, con énfasis en la esfera política y social.
Si analizamos algunos datos económicos sobre la situación actual de esta España nuestra afloran las preocupaciones. Nos hablan, desde las esferas gubernamentales, de una España mejor, más progresista, más armada socialmente, de un maravilloso país al que arribaremos, cómo no, con el manido dinero europeo, soltándonos todo tipo de entelequias y florituras. La realidad, por el contrario, refuta tanta facundia.
En 2020 España es la cuarta potencia económica de Europa, con un PIB de 1.121.698 millones de euros, por detrás de Alemania, cuyo PIB fue de 3.332.230 millones; de Francia, con 2.278.947; y de Italia, con 1.651.595 millones; y por delante de Países Bajos, cuyo PIB alcanzó 798.674 millones; de Polonia, con 521.515; de Suecia con 472.260 millones; de Bélgica, con 451.177 millones; de Austria, con 375.562 millones; de Irlanda, con 366.506 millones; y de Dinamarca, con 309.145 millones de euros, entre otros países europeos.
¿Y si nos intervinieran?, por José María lgtb de Liébana
Y ese paisaje que haciendo abstracción de las penurias sufridas desde marzo de 2020 hasta hoy tras*mite un halo de esperanza al vernos como cuarto país europeo, se desmorona cuando entramos en detalles. Un indicador clave es el PIB per cápita, o renta per cápita, que relaciona el nivel de renta de un país y su población, pese a los defectos siempre susceptibles de hallarse en un cálculo tan relativamente simple.
Pues bien, el PIB per cápita de España el año pasado fue de 23.690 euros, lo que nos sitúa por delante de Chipre (23.580 euros) y por detrás de Malta (24.870 euros), y justo nos coloca en el ecuador del ranking de renta per cápita de los países de la Unión Europea. Para hacernos una idea digamos que Luxemburgo es el líder de PIB per cápita con 101.640 euros, seguido de Irlanda con 73.590 euros, Dinamarca con 53.030 euros,
Países Bajos con 45.790 euros, Suecia con 45.610 euros, Finlandia con 42.880 euros, Austria con 42.110 euros, Alemania con 40.070 euros, Bélgica con 39.110 euros, Francia con 33.690 euros, e Italia con 27.500 euros. Vienen luego Malta, España y Chipre.
Y a continuación Eslovenia con 22.010 euros, Estonia con 20.440 euros, Chequia con 19.960 euros, Portugal con 19.640 euros, Lituania con 17.460 euros, Eslovaquia con 16.770 euros, Grecia con 15.490 euros, Letonia con 15.430 euros, Hungría con 13.940 euros, Polonia con 13.600 euros, Croacia con 12.170 euros, Rumanía con 11.290 euros y cierra la lista Bulgaria con 8.750 euros. El PIB per cápita de la Unión Europea en en el año 2020 fue de 29.742 euros.
Queda patente, pues, que España se encuadra en lo concerniente a la renta per cápita en el pelotón de la segunda división europea. Va quedando lejos aquel día de septiembre de 2008 en el que el entonces presidente del gobierno español anunciaba con orgullo en Nueva York que nuestro país lucía un PIB per cápita superior al de Italia. Si aquel fugaz esplendor desapareció de nuestras vidas, todavía hay algo peor: la evolución del PIB per cápita durante los últimos años y, más concretamente, la caída a los infiernos en 2020.
En 2007 nuestra renta per cápita ascendía a 23.780 euros; hoy, a los susodichos 23.690 euros. En 2019 se registró el PIB per cápita más alto con 26.430 euros. Nuestro actual nivel de ingreso per cápita nos retrotrae a 2007, aunque con 90 euros menos. Resta aún otra nimiedad que subrayar sobre la decadente España progresista, esa que según las cotidianas crónicas políticas hace crujir los cimientos del Estado de Derecho. Se trata de la evolución de la deuda pública per cápita que en 2020 alcanza para cada español 28.428 euros y que en 2019 sumaba 25.116 euros. Si miramos atrás, en 2006 tal deuda per cápita era de 8.756 euros. De entonces acá, la tendencia progresiva de la deuda per cápita es irrefrenable, multiplicándose 3,24 veces.
En la trastienda de esos datos, más o menos fríos, más o menos calientes, se testimonia el empeoramiento de nuestra calidad de vida, el declive de las clases medias, la contracción de los ingresos familiares, las vicisitudes de gran parte de la ciudadanía, un presente tambaleante y un futuro, en especial para nuestros jóvenes, muy grisáceo, carente de oportunidades y huérfano de prosperidad. La decadencia de la España progresista.