La Batalla de Argentoratum según Ammiano Marcelino (357 d. C.)

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28 Jul 2010
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Esta fué la última oleada turística germánica rechazada por los romanos, Constancio II Augusto encomendó a Juliano la tarea enfrentandose con 13.000 efectivos a 35.000 alamanes y venciendo de forma inesperada gracias a la disciplina y el entrenamiento de los romanos.

De la "Rerum Gestarum" de Amiano que yo sepa no se ha hecho una traducción reciente en español, ni siquiera en la Biblioteca Clásica Gredos , así que el texto que pego es de una edición de 1896 (se nota por ejemplo en los acentos en la preposición "a"). Aunque el estilo es algo mas literario que descriptivo hay detalles interesantes, por ejemplo como los germanos combatían a los catafractos.

Nuestros jefes veían ya al enemigo formar sus columnas de ataque: mandóse hacer alto y en seguida los antepilarios y hastatos se ordenan en filas y quedan parados, presentando un frente de batalla tan fuerte como un muro. El enemigo, queriendo imitar nuestra prudencia, guardó igual inmovilidad. Viendo toda nuestra caballería colocada en el ala derecha, le opusieron á la izquierda, en compactas masas, lo mejor de sus jinetes, entre cuyas filas, empleando una táctica muy bien entendida, cuyo conocimiento debían al desertor mencionado ya , pusieron aquí y allá algunos peones ágiles y armados á la ligera. Habían observado, en efecto, que las riendas y el escudo no dejaban á sus jinetes más que un brazo libre para lanzar el dardo, y el más diestro, en un combate cuerpo á cuerpo con un clibanario romano, no conseguía más que fatigarse en vano contra el soldado completamente defendido por su armadura de hierro; pero que un peón, en quien no se reparaba en medio del combate, cuando solamente se piensa en. el que se tiene delante, podía deslizarse por los costados del caballo, herirle en el vientre y desmontar de esta manera al enemigo invulnerable, al que fácilmente se vencía entonces y no contentos con esta disposición, nos preparaban a su derecha otra clase de sorpresa.

Mandaban aquel ejército feroz y belicoso Chnodomario y Serapión, los más poderosos de todos los reyes confederados. En el ala izquierda, donde según esperaban los bárbaros, el combate había de ser más furioso, se mostraba el funesto promotor de aquella guerra, Chnodomario, ceñida la frente con una banda roja y montando un caballo cubierto de espuma. Amante del peligro, confiando ciegamente en sus prodigiosas fuerzas, apoyábase altivo en su lanza de formidables dimensiones, llamando la atención desde lejos por el brillo de sus armas. Hacía mucho tiempo que tenía acreditada su superioridad como valiente soldado y hábil capitán. Serapion mandaba el ala derecha; éste apenas había entrado en la edad de la pubertad, pero el talento se había adelantado en él á los años. Era hijo de aquel Mederico, hermano de Chnodomario, cuya vida entera había sido un tejido de perfidias. Mederico, que como rehen había permanecido mucho tiempo en las Galias, donde se inició en algunos de los misterios religiosos de los griegos; debiéndose esta circunstancia el cambio de nombre de su hijo Agenarico por el de Serapion.

En segunda línea estaban los cinco reyes inferiores en poder, diez hijos ó parientes de reyes, y detrás de éstos considerable número de hombres muy respetables para los bárbaros. El ejército se elevaba a treinta y cinco mil combatientes, pertenecientes a diferentes naciones; parte de ellos asalariados, y sirviendo los demás en virtud de convenios de mutuo auxilio.

Había resonado la terrible señal de las bocinas cuando Severo, que guiaba el ala izquierda de los romanos, vió á corta distancia delante de él parapetos cubiertos de gentes armadas que, levantándose de pronto, habían
de introducir perturbación en las filas. Sin acobardarse suspendió, sin embargo, la marcha, ignorando con qué número tenía que pelear, temiendo avanzar y no queriendo retroceder. El César vió la vacilación ea aquel punto; acudió á él con una reserva de doscientos jinetes, que conservaba alrededor de su persona, dispuesto á acudir á donde fuese necesaria su presencia y siempre más animoso cuando mayor era el peligro. En rápida carrera recorrió el frente de la infantería, animando á todos; y como la extensión de las líneas y su profundidad no permitían arenga general, y tampoco quería despertar las suspicacias del poder, arrogándose lo que él mismo consideraba como prerrogativa del Emperador, limitóse á correr de aquí para allá resguardándose como podía de los dardos del enemigo, y dirigiendo á unos ó á otros, conocidos ó no, algunas frases enérgicas que les excitaban á cumplir su deber: «Compañeros, decía á unos, al fin tenemos una verdadera. batalla; este es el momento que deseábamos todos, y que vuestra impaciencia adelantaba siempre(……)

Hablando á cada uno de la manera conveniente, mandó avanzar la mayor parte de sus fuerzas contra la primera línea de los bárbaros. Entonces la infantería alemana se estremeció de indignación contra los jefes que estaban á caballo, prorrumpiendo en espantosos gritos. Debían pelear á pie como los demás, decían; que nadie tuviese ventajas en caso de huída; que nadie tuviese medios de salvarse abandonando á su suerte a los demás. Esta manifestación hizo que Chnodonario abandonase el caballo, siguiendo todos su ejemplo; no dudando ninguno que alcanzarían la victoria.

Dieron la señal las bocinas, y por ambas partes se vino á las manos con igual brío, empezando por una nube de dardos. Desembarazados de las armas arrojadizas, los germanos se lanzaron sobre nuestras fuerzas con más ímpetu que simultaneidad, rugiendo como fieras. Mayor ira que de ordinario erizaba su espesa cabellera y sus ojos brillaban con furor. Intrépidos al abrigo de los escudos, los romanos paraban los golpes, y blandiendo la pica, presentaban la fin á la vista del enemigo. Mientras la caballería sostiene el ataque con vigor, la infantería aprieta sus filas y forma una muralla con todos los escudos reunidos. Densa nube de polvo envuelve á los combatientes. Los romanos pelean con diferentes peripecias; aquí resisten bien, allá ceden; porque acostumbrados la mayor parte de los germanos á esta maniobra, se ayudaban con las rodillas para penetrar en nuestras filas. La lucha era cuerpo á cuerpo entre todos, mano contra mano, escudo contra escudo, y por todas partes resonaban gritos de triunfo ó de angustia.

Aprovechando la ventaja y dispersión de la caballería, los alemanes caen sobre la primera línea de la ínfantería romana, esperando encontrar soldados quebrantados é incapaces de resistir enérgicamente; pero se sostuvo el choque y se peleó durante algún tiempo con igual fortuna. Los cornutos y los bracatos, soldados aguerridos, al espantoso gesto que les es propio, unieron en aquel momento el tremendo grito de guerra que lanzan en el calor del combate, y que, comenzando por un murmullo apenas perceptible, va subiendo por grados y concluyendo por estallar como un rugido parecido al de las olas al estrellarse en un escollo. Chocan las armas, los combatientes se empujan en medio de una nube de dardos y de una nube de polvo que todo lo oculta, pero las masas desordenadas de los bárbaros no dejan de avanzar con el furor de un incendio; y más de una vez, la fuerza de sus espadas consigue romper la especie de tortuga con que se protegen las filas romanas con la unión de los escudos. Los batavos ven el peligro y dan la señal de ataque; secundados por los reyes acuden á la carrera en socorro de las legiones y se rehace el combate. Estas formidables fuerzas debían, ayudando la fortuna, decidir el éxito hasta en las circunstancias más críticas. Pero los alemanes, á quienes parecía dominar una rabia de destrucción, no dejaban de continuar en. sus desesperados esfuerzos. Aquí sin interrupción vuelan los dardos, se vacían los carcaxes; allá se acometen cuerpo á cuerpo; la espada choca con la espada, y el filo de las armas entreabre las corazas.


El herido, mientras le queda una gota de sangre, se levanta del suelo y se obstina en pelear. Las probabilidades son casi iguales por ambas partes. Los germanos tenían ventaja por la fuerza y energía muscular; los romanos por la táctica y la disciplina; en los unos, ferocidad y ardor; en los otros, serenidady cálculo. Estos confiaban en la inteligencia; aquéllos en la fuerza del cuerpo. Cediendo algunas veces bajo los golpes del enemigo, el soldado romano se erguía en seguida. El bárbaro á quien flaqueaban los jarretes, peleaba rodilla en tierra, demostrando así su extremada obstinación. De pronto los germanos principales, con sus reyes al frente y siguiéndoles la multitud, atacan en masa compacta á, los romanos, abriéndose paso hasta la legión escogida, colocada en el centro de batalla, formando lo que se llama reserva pretoriana.


Allí las filas más apretadas y profundas les oponen muralla tan resistente como una torre, volviendo á comenzar el combate con nuevo vigor. Atentos á parar los golpes y manejando los escudos á la manera de los mirmilones, nuestros soldados herían fácilmente los costados de sus adversarios, que en su ciego furor olvidaban cubrirse. Pródigos de sus vidas y no pensando más que en vencer, los alemanes intentan los últimos esfuerzos para romper nuestras filas; pero los nuestros, cada vez más seguros de sus golpes, cubren el suelo de muertos y las filas de los que atacan sólo se renuevan para caer á su vez. Al fin flaquea su valor y los gritos de los heridos y moribundos acaban de espantarles. Agobiados por tantas pérdidas, ya no les quedaban fuerzas más que para huir, cosa que hicieron de pronto en todas direcciones, con la precipitación desesperada que lleva á los náufragos á abordar la primera playa que ven.

Cuantos presenciaron aquella victoria convendrán en que fué más deseada que esperada. Sin duda algún dios propicio intervino aquel día en favor nuestro. Los romanos cayeron sobre los fugitivos, y, á falta de las es- padas embotadas, que más de una vez les fueron inútiles, arrancaban la vida á los bárbaros con sus propias armas. No se cansaban los ojos de ver correr la sangre, ni los brazos de herir. A ninguno se perdonó. Multitud de guerreros gravemente heridos pedían la fin para librarse de los sufrimientos; otros, en el momento de expirar, abrían los moribundos ojos para ver por última vez la luz.


Juliano "El apóstata", héroe de Argentoratum, salvador de la Galia (II) - Historia o leyenda
 
Última edición:
Que yo recuerde no hubo más invasiones germánicas a través del Rin hasta el reinado de Honorio, a comienzos del siglo V.
 
Por si a alguien le interesa poner en contexto el magnífico trabajo previo de LawJem he realizado un breve estudio sobre el lugar donde ocurrieron esos hechos descriptos por Amiano Marcelino.

El sitio donde se peleó la batalla de Argentoratum es hoy parte de la ciudad alsaciana de Estrasbugo, Francia.

El primer asentamiento romano data del año 12 con un fuerte fundado por el general Drusus, el hermano de Tiberio, enclavado en una isla del río Rhin, el sitio fue conocido como Argentoratum, derivado del nombre de la aldea celta ubicada en ese lugar, llamada Argentorate; desde el siglo VIII está documentado el nombre latino Civitas Argentina o simplemente Argentina”, ello hasrta el sigloXVI en que aparece el nombre Estrasburgo actual.

Hasta el 260 dC se mantuvo como la base logística romana más importante y durante mucho tiempo asiento de la Legio VIII Augusta.

En 352, los alamanes y los francos en una campaña devastadora destruyeron totalmente unas cuarenta ciudades fortificadas a lo largo del Rin, incluyendo Argentoratum.

Pero Roma decidió reconquistarla dado su alto valor estratégico y envió a César Juliano, el "Apostata" que derrotaría a las tropas Alamanii en 357 A.D.

Gracias a ese triunfo, el Imperio Romano tuvo un breve respiro y la ciudad de Argentoratum fue parcialmente restaurada.

Al comenzar el siglo V se inician las invasiones de los burgundios, vándalos y suevos que se abalanzaron sobre Galia empujados por el avance incontenible de los hunos.

Fue justamente Atila quien definitivamente destruyó la ciudad en 451 A.D., que recién fue restauradaen el año 496 con el nombre de "Strateburgum" por los francos.


Los mapas permiten apreciar la ubicación estratégica del lugar.



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De nada, ha sido un placer....
 
Amiano Marcelino. El ultimo gran historiador romano, amigo personal del bueno de Juliano.

Que yo recuerde no hubo más invasiones germánicas a través del Rin hasta el reinado de Honorio, a comienzos del siglo V.

Invasiones armadas no pero la infiltracion continuo hasta el fin del imperio romano.
 
Pero no fue el propio emperador de oriente Constancio quien provocó estas invasiones barbaras para perjudicar a Juliano intentando desmoronar occidente.
 
Y poniéndonos en modo magufo.

¿Qué opináis del hecho de que la mayoría de las invasiones germánicas del siglo III en adelante se iniciaran por oriente pero acabaran ocupando las provincias occidentales?

¿Hubo una conspiración prototurcochina-bizantina contra el Oeste?

Pasaron cosas muy raras entre Alarico, Radagaiso, Atila y la corte de Constantinopla.

---------- Post added 20-ene-2017 at 22:04 ----------

Pero no fue el propio emperador de oriente Constancio quien provocó estas invasiones barbaras para perjudicar a Juliano intentando desmoronar occidente.

En aquellas fechas Juliano no era aún emperador. Lo era unicamente Constancio II, después de deshacerse de sus hermanos Constantino II y Constante.
 
¿Qué opináis del hecho de que la mayoría de las invasiones germánicas del siglo III en adelante se iniciaran por oriente pero acabaran ocupando las provincias occidentales?

¿Hubo una conspiración prototurcochina-bizantina contra el Oeste?

Pasaron cosas muy raras entre Alarico, Radagaiso, Atila y la corte de Constantinopla.

Alemania y Francia son mucho mas tras*itables para una turba con sus familias, sus carros y su ganado a cuestas que los Balcanes.

Y ya no digamos para la caballeria huna.

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Este comportamiento cabezota y cerril aún lo tienen, es una comparación que puede parecer estulta, pero antes en el futbol se podía comprobar. Cuando un equipo italiano, español o portugués viajaba a Alemania, Inglaterra u otro sitio del norte, tanto la afición como el equipo comenzaban de igual forma que aquellos bárbaros de antaño sus batallas contra Roma, eran una botella de cava.
Demostración de fuerza para intimidar, con la ayuda del público, y asalto frontal a lo bestia basado en la fuerza física, aplastamiento inicial y asunto terminado. Pero si el equipo visitante aguanta ordenado los primeros asaltos, manteniendo la calma y asestando golpes cuando la oportunidad lo permita, los "barbaros" se irán apagando en la medida que su agotamiento físico vaya aumentando, su derroche inicial les pasa factura y si no han logrado ventaja con el, están perdidos.
 
Y poniéndonos en modo magufo.

¿Qué opináis del hecho de que la mayoría de las invasiones germánicas del siglo III en adelante se iniciaran por oriente pero acabaran ocupando las provincias occidentales?

¿Hubo una conspiración prototurcochina-bizantina contra el Oeste?

Pasaron cosas muy raras entre Alarico, Radagaiso, Atila y la corte de Constantinopla.

---------- Post added 20-ene-2017 at 22:04 ----------



En aquellas fechas Juliano no era aún emperador. Lo era unicamente Constancio II, después de deshacerse de sus hermanos Constantino II y Constante.

Creo que los bizantinos detuvieron al Islam durante siglos por su buena posición geoestratégica ( defendidos por el Mediterráneo,además de contar con una potente marina).En cambio,por su flanco norte,entraban constantemente sucesivas invasiones esteparias (Godos,hunos,avaros,pechenegos,búlgaros,magiares,etc). Estas tribus pobres y salvajes,no tenían nada que hacer contra Constantinopla,pero si causar bastantes problemas en los Balcanes,ya que muchas de estas hordas ecuestres,establecían su jovenlandesada en la excelente y geoestratégica llanura de Pannonia (defendida por los Montañosos Carpatos y el Danubio)

Así que los métodos bizantinos para deshacerse de estos peligrosos nómadas,solían ser los típicos tributos para lograr treguas o alianzas (pe. Magiares contra búlgaros,eslavos,etc)

Y si,creo que así,también lograron desviar al entonces debilitado Imperio Imperio romano occidental determinadas invasiones (Godos,hunos,etc) que en principio,atacaron al imperio romano oriental.

Por esta y otras razones,distingo siempre desde el 476 DC entre "bizantinos" y "romanos",ya que de facto,siempre fueron entidades diferenciadas y no un Imperio unido con intereses comunes.

Y para no desviarme del hilo,comentar que las batallas entre la Roma bajoimperial y los godos,ya no serían la típica imagen de una horda de melenudos germanos con pieles y hachas lanzándose caóticamente contra la disciplinada Legión romana (Al estilo "Astérix" o "Gladiator"..),sino que hablariamos de un ejército godo bastante romanizado(A la vez que un ejército romano bastante barbarizado...),con bastante similitud,tácticas y armamento entre ambos,lo que igualaria bastante sus fuerzas...
 
Que yo recuerde no hubo más invasiones germánicas a través del Rin hasta el reinado de Honorio, a comienzos del siglo V.

Los alamanos siguieron siendo una pesadilla para Roma durante la segunda mitad del siglo iv ,volviendo de nuevo a invadir la galia varias veces.
 
Última edición:
Alemania y Francia son mucho mas tras*itables para una turba con sus familias, sus carros y su ganado a cuestas que los Balcanes.

Y ya no digamos para la caballeria huna.

Y sin embargo, fue en los Balcanes donde se produjo el famoso "día de los bárbaros" el 9 de agosto del 378 cuando la caballería del rey visigodo Fritigerno aplastó al grueso del ejercito romano y al emperador Valente con él en Adrianópolis. Su consecuencia, el primer asentamiento germano independiente dentro de las fronteras del Imperio.

Por otra parte, los bosques, pantanos y ríos de Germania no eran de tan fácil tras*ito en esa época, sobre todo si había germanos al acecho...

Creo que los bizantinos detuvieron al Islam durante siglos por su buena posición geoestratégica ( defendidos por el Mediterráneo,además de contar con una potente marina).En cambio,por su flanco norte,entraban constantemente sucesivas invasiones esteparias (Godos,hunos,avaros,pechenegos,búlgaros,magiares,etc). Estas tribus pobres y salvajes,no tenían nada que hacer contra Constantinopla,pero si causar bastantes problemas en los Balcanes,ya que muchas de estas hordas ecuestres,establecían su jovenlandesada en la excelente y geoestratégica llanura de Pannonia (defendida por los Montañosos Carpatos y el Danubio)

Y si,creo que así,también lograron desviar al entonces debilitado Imperio Imperio romano occidental determinadas invasiones (Godos,hunos,etc) que en principio,atacaron al imperio romano oriental.

En efecto, las sucesivas oleadas germanas y altaicas arrasaron los Balcanes y lo vaciaron de población griega, permitiendo el establecimiento de los eslavos a partir del siglo VI. En ocasiones, los bizantinos desviaron esta presión hacia el oeste, aunque solo fuera porque Bizancio y los estrechos eran infranqueables para los bárbaros, que finalmente preferían marchar a Occidente en busca de botín después de dejar los Balcanes exhaustos. Pero eso solo funcionó hasta el siglo VI. El posterior reino de los francos no era un objetivo militar fácil y ofrecía pocas perspectivas de rapiña.
 
Los alamanos siguieron siendo una pesadilla para Roma durante la segunda mitad del siglo iv ,volviendo de nuevo a invadir la galia varias veces.

Valentiniano I rechazó otra oleada turística de alamanes pero se quedó en Germania y no llegó a penetrar en las Galias y en el 378 Graciano los detuvo al poco de pasar la frontera en Alsacia.

La oleada turística de Juliano fué mucho peor, los alamanes se pasearon como Pedro por su casa por la Galia varios años.
 
Yo personalmente considero la batalla de los Campos Catalaúnicos de 451 d.C. como la última gran victoria de Roma. Los hunos no eran germanos, vale, pero es la última vez que se rechaza a un enemigo exterior.

Podemos alegar que la mitad del ejército eran visigodos luichando bajo órdenes de sus propios líderes, pero no deja de ser cierto que el mando supremo recaía sobre Aecio, que los hunos se retiraron y aunque la oportuna fin de Atila desbarató un contraataque, ese fué el último día grande de Roma.
 
Al atardecer del 20 de junio del 451, la batalla de los Campos Catalanes estaba terminada, Atila estaba derrotado, tanto, que organizó su propio túmulo funerario, suponiendo que con la llegada del nuevo día su aniquilación era segura. Pero no ocurrió.

En lugar de asestar el golpe final a los hunos y a Atila, Aecio no atacó sus posiciones defensivas y éste pudo,cómodamente, retirarse más allá de la frontera del Rin.

La opinión de Jordanes, historiador de la época es que Aecio no quería romper el equilibrio de fuerzas existentes y pensó que aplastar a los hunos podría animar a los visigodos para expandirse por toda la Galia y amenazar la misma Roma.

El historiador romano Hidacio, contemporáneo de los hechos, afirma que Aecio, en la noche posterior a la batalla, fue directamente al campamento de los hunos, se entrevistó con Atila y le aseguró, que si se retiraba, él no se lo impediría, Atila, en agradecimiento, le regaló diez mil monedas de oro.


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