Arturo Bloqueduro
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Almería, la lejana Almería, la pobre Almería, antes un secarral y ahora huerto de Europa, una tierra que llevaba más de 30 años haciendo los deberes en control sanitario, en trazabilidad, en adaptarse a las cada vez más exigentes medidas de control de calidad alimentaria que exigía Europa y para qué???....
¿Para qué? Pues puede que no sea precisamente para presumir de deberes en control sanitario ni cosas similares, aunque muchos nos hablen de las rusas como máximo ejemplo del éxito de los invernaderos en Almería. :rolleye:
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La imagen paisajística de algunas zonas del sur de Europa ha cambiado drásticamente. El territorio de algunos municipios del sureste de España, caso de toda la comarca de Poniente de Almería, se ha convertido en un mar de plástico. Los invernaderos han proliferado de tal forma que más del 30% de los de nueva construcción son ilegales y no poseen ningún tipo de control sanitario o ambiental sobre su ubicación o los tratamientos que utilizan para la aceleración y cuidado de sus cultivos. Ecologistas en Acción han denunciado la alta peligrosidad de los residuos de estos invernaderos que, en muchos casos, provocan serios problemas de salud por la combustión de los plásticos, lanzan al aire elementos cancerígenos y se utilizan plaguicidas no controlados o incluso prohibidos. A pesar de la existencia de plásticos ecológicos, su uso es mínimo.
Durante el verano los propietarios de invernaderos en las zonas costeras del sur de Europa, cambian los plásticos de sus explotaciones de agricultura intensiva. Los plásticos, en un porcentaje muy elevado, no son trasladados a las plantas de incineración y reciclado. Se quedan junto a los caminos o son quemados directamente por los trabajadores del invernadero. El humo de esos plásticos esparce por el aire las temidas dioxinas, elementos químicos cancerígenos y, en altas concentraciones, mortales. Esta práctica, totalmente prohibida, no supondría un grave problema ambiental ni sanitario si no se hubiese incrementado considerablemente la superficie ocupada por invernaderos y el escaso control existente sobre ellos. Según datos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía alrededor del 30% de los invernaderos de nueva construcción son ilegales y no pasan control sanitario ni ambiental alguno, ni en los compuestos que utilizan para sus tratamientos fitosanitarios ni en la forma de destrucción o vertido de sus residuos. Anualmente, según las informaciones recogidas por Ecologistas en Acción, en la costa oriental de Andalucía la agricultura intensiva bajo plástico genera 30 millones de kilos de residuos anuales, la mayoría plásticos y materia orgánica y los denominados tóxicos y peligrosos. La mayoría de esos residuos son abandonados en los campos formando vertederos incontrolados en los que encuentran productos tan peligrosos para la salud y la estabilidad ambiental de esas zonas como el DDT.
Un estudio realizado por el Centro de Investigación y fomento Agrario, incide en la existencia de hasta una decena de impactos sobre las personas derivados de esos residuos. Destaca la contaminación de la atmósfera, los acuíferos, el riesgo de incendios y la pérdida de calidad de vida de los ciudadanos por la trasmisión de enfermedades, olores y descomposición orgánica. También se han detectado índices muy altos de contaminación de las aguas del litoral por concentraciones masivas de residuos orgánicos agrícolas. Los ecologistas piden mayores controles en la instalación, explotación y tratamiento de los residuos de los invernaderos.
Agentes contaminantes
Plásticos: Si no se utilizan plásticos ecológicos, su incineración incontrolada produce dioxinas, altamente tóxicas.
Plaguicidas: La mala utilización de plaguicidas puede generar problemas graves para la salud y el medio ambiente, ya que se trata de compuestos químicos muy peligrosos.
Residuos orgánicos: La excesiva concentración de residuos orgánicos provoca ya problemas en ríos y en las aguas costeras.
El peligro acecha Dioxinas: Tienen el dudoso honor de ser reconocidas como los productos químicos más tóxicos sintetizados por el hombre. Forman parte de una familia química más amplia: los organoclorados. Entre ellos se encuentran los pesticidas (DDT, lindano), plásticos (PVC, PVDC), los disolventes (percloroetileno, tetracloruro de carbono) y los refrigerantes (CFC, HCFC)
Persistencia: Permanecen en el aire, el agua y el suelo cientos de años y resisten los procesos de degradación físicos o químicos. Los seres vivos no han desarrollado defensas ante ellos porque no existen en la naturaleza. Tienden a bioacumularse por lo que pasan del ambiente a los tejidos de los seres vivos.
Salud: Todos los estudios indican que las dioxinas producen cáncer en el ser humano. Las dosis inferiores a las asociadas con el cáncer producen alteraciones en los sistemas inmunitario, reproductor y endocrino. Los fetos y embriones de peces, aves, mamíferos y seres humanos son muy sensibles a sus efectos tóxicos.
Fuentes de generación: Las dioxinas se generan por la incineración de residuos plásticos; las fábricas de pasta de papel que usan cloro o dióxido de cloro como agente blanqueante y en los procesos de fabricación de PVC.
Contra las plagas: Los plaguicidas producen efectos muy peligrosos en la salud humana. Además de la contaminación de la piel por contacto, su inhalación puede ser letal. Un vehículo importante es la ingestión de alimentos contaminados por plaguicidas. Los vertidos al mar, como ocurre en algunas zonas del litoral mediteráneo provoca que podamos consumir pescados y mariscos contaminados. Además la utilización no adecuada de los plaguicidas provoca que el producto que ha sido tratado pueda ser tóxico en su consumo.