No existe tal cosa como el punky verdadero, de haber existido alguno habría sido consecuente con su proclama nihilista del no future y se habría quitado de enmedio. Sin embargo aquel era un ambiente propicio para que florecieran los estafadores que venden revoluciones de todo a 100 condenadas a nacer muertas. 20 años antes los estudiantes de la Sorbona ya lo intentaron y acabaron fagocitados por el sistema y este lumpen barriobajero e ignorante no iba a correr mejor suerte.
Lo que resulta curioso es que 40 años después de aquella performance la figura de este estafador siga seduciendo a los más orates que pretenden emular su impostura bufonesca, aunque eso sí, en un espacio amigable que les permite cabalgar cómodamente sus contradicciones sin que ello les cause mayor quebranto.