Pues parece que no todos los israelies estan contentos con lo sucedido y que a Benny and company les estan cayendo las suyas y las de un pulpo.
La prensa israelí pide la dimisión de Barak y arremete contra Netanyahu
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue ayer objeto de una inusual y virulenta crítica por parte de la prensa de su país, que ha llegado a pedir la dimisión del ministro de Defensa, Ehud Barak, por las consecuencias del abordaje a la Flotilla de la Libertad.
«¿Dónde tenía la cabeza?», «Puño de fuerza», «Los desaguisados como método de acción», «Completa estupidez», «Liderazgo de orates», «El precio de una política deficiente» o «Fiasco en alta mar», son algunos de los muchos artículos que ayer engalanaron los principales diarios de Israel.
Es la primera vez que Netanyahu, que llegó al poder en marzo del 2009 tras formar una coalición de derechas, afronta una ola de críticas de esta magnitud por parte de la opinión pública de su país, después de una de menor intensidad en marzo, tras la peor crisis diplomática con EE.?UU. en décadas.
«Casi todo lo que hacemos en los últimos años sufre de alguna deficiencia, de falta de inteligencia... para incurrir en la negligencia», escribe la columnista Sima Kadmon en el Yediot Aharonot , el de mayor tirada.
Con no poco cinismo, su colega de redacción Amnon Abramóvich recuerda que
«cada vez que toca algo relacionado con el Ejército y la seguridad, el primer ministro tiene mala suerte, sufre mal de ojo o es víctima de algún maleficio».
«Pero hay un momento en el que la mala suerte se convierte en metodología. En un cierto momento la masa crítica de tantos casos de mala suerte se convierte en una cualidad básica de la persona», agrega el columnista.
En el asalto israelí a la Flotilla de la Libertad en aguas internacionales, aparte del baño de sangre, las imágenes facilitadas por Israel muestran a un Ejército torpe y a unos soldados, miembros de una de las dos unidades de élite más importantes, apaleados por activistas con rudimentarias armas blancas como varas, tirachinas o sillas de plástico.
El periodista Eitan Haber, ex jefe de gabinete del asesinado Isaac Rabin, asegura que el problema que representaba
«se podía haber resuelto de forma pacífica», pero de nuevo Israel se dejó llevar por la creencia de que
«en la fuerza está la solución».
«Nos creemos más grandes que nadie porque hemos bombardeado reactores nucleares (Irak en 1981, Siria en el 2007), entrando disfrazados de mujer en los dormitorios de grandes terroristas en Beirut y Entebe», comenta.
Ben Dror Yamini, del diario Maariv , dice en su artículo
«Un liderazgo de orates» que, si bien es cierto que los líderes cometen errores,
«hay que diferenciar entre cometer errores lisa y llanamente y cometer errores cuando el resultado es previsible de antemano».
«Si este es el liderazgo israelí , no creo que ningún israelí pueda dormir tranquilo frente a la amenaza más grande que afrontamos [alusión al programa nuclear iraní]», apunta.
El prestigioso escritor David Grossman, internacionalmente respetado, argumenta en Haaretz que
«ninguna explicación puede justificar o blanquear el crimen que se ha cometido, ni hay excusa para la estupidez con la que el Gobierno y el Ejército han actuado».
Gran parte de la responsabilidad la vuelcan los comentaristas sobre el ministro de Defensa, Ehud Barak, a quien otro influyente columnista, Sver Ploztker, del Yediot , exige su dimisión.
«No importa cómo se tomó la decisión de caer en la trampa, en la provocación de Hamás, y no importa qué otras alternativas había. Lo único que importa es que Barak ha fracasado y debe dimitir», exige.
