Vicent74_borrado
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He hecho 3 viajes en mi vida, el de fin de curso, otro y uno a Mallorca. El viaje de fin de curso fue una M, el otro viaje me aburrí bastante y el viaje a Mallorca probé lo que era ir de viaje en un sentido auténtico; vuelo, risort, “todo incluido” (pensión completa), borracheras, viaje discotecas de gente extranjera, viaje en barco, excursiones, ligues... Como diría un cantautor; bien como experiencia, pero... ¿Para qué repetir? Visto un Risort, vistos todos y donde de verdad nos divertimos fue en el hotel... Shelf Service 24h, mini golf, sala de villares, terrazas con “todo incluido”, música ambiental, incluso parrilladas aparte del servicio de restaurante... Borracheras y servicio de animación (en el hotel)...
Ahora pregunto; mi hermana estuvo en Cancún de viaje de novios; ¿aparte de bucear en unas aguas posiblemente plagadas de tiburones, ¿hizo algo más que yo, o algo menos, en Mallorca?... Quiero decir; estar en el Risort, beber cócteles tropicales, estar en las terrazas bebiendo y comer... Cuando le pregunté qué tal la población me dijo que allí solo se está en los risort y se sale a las excursiones contratadas, que aquello es bastante peligroso les dijeron, y que no podían salir del risort por su seguridad, bajo su responsabilidad.
Ahora me pregunto yo; ¿vale la pena viajar 20.000 km y cruzar medio mundo en avión para estar y pasar la mayor parte del tiempo en un risort??? ¿Qué es la aventura??? La aventura para mí es coger el coche, ir a casa mi tía y mi tío, estar charlando con ellos de clips de gafas de sol y animación sociocultural, irme a un pueblo cercano a por tabaco respetando las señales viales, encontrar sitio legal para aparcar, bajar caminando antes de que cierren el estanco, entrar en él y comprobar que huele realmente a limpio, hablar con la el matrimonio de los tipos de tabaco que suelen tener mientras compruebo que a pesar de todo el negocio les debe ir bien, pues sonrien y el marido está buscando algo seguramente en internet, en el monitor de seguramente el ordenador del establecimiento, salir y subir la cuenta que separa del lugar donde he aparcado el vehículo, pasar por delante de una agencia de viajes y ver a un futbolista famoso en un cartal haciendo una señal de triunfo, llegar al vehículo y decidir fumarme un cigarro del tabaco recien comprado, abrir un bote de una bebida energética a base taurina, saludar al dueño de un pub que tenía el coche aparcado delante, sonreirle a un joven que pasa por la calle, ver una vieja que le cuesta subir la subida y pensar si debe estar cansada, sonar las camapanas de la iglesia adyacente y yo poner mi grupo favorito en la autorradio del coche y por fín tener un momento álgido de bienestar, un pico de placer; la bebida energética, el “trabajo” bien hecho, el cigarro “especial” que lío con dos boquillas, el haber evocado momentos que pasamos en el pub del chico que se acaba de marchar con el coche y su novia... Todo ello me tras*portan a un moemto de placer similar al alcanzado en la terraza de aquel risort junto a mi ex compañero de juego y sumido en los vapores del alcohol...
¿Por qué no hablar del momento de triunfo de la semana pasada cuando estaba deprimido una tarde y me fui a comprar unas lámparas que había decidido no ir a comprar, a 35 km, solamente por “moverme del sitio” y sentir el placer de arreglarme, de programar el GPS del teléfono móvil que “solo” es una aplicación gratuita de Google, viajar media comarca, salvarme ¡oh! De una buena; el mechero del coche casi ardiendo en la utopista por haber conectado el cargador del netbook y el móvil con el GPS en marcha y ¡sobrevivir! Llegar milagrosamente llevado por el GPS a la puerta de la nueva gran superficie, caminar por toda la gran superficie escuchando a Nirvana y preguntarle a una “etniana” por iluminación y ¡decirme en qué planta esta! Y preguntarle a una “señorita” del centro comercial en qué lugar de la planta se haya y descubrir que sus ropas huelen mal... Llegar finalmente indicado por otra señorita de atención al público y no sin dar varias vueltas descubrir el “bug” (agujero) que daba con iluminación, caminar con la esperanza de no encontrarlas, de que de encontrarla serían una pena y de repente unas lámparas preciosas, a las que nadie les hacía caso, con una luz cálida ideal para mí ¡a 4,95€ la unidad!!!! ¡¡Y con el aplique para colgarlas en la pared!! ¿Se puede pedir más?
Pues esos son mis “pequeños viajes” y alguien dirá aun que soy un derrochador o un tacaño, pero cuente la de pequeños viajes como estos que pueden hacer con los diez o cien mil euros que se gastan al año en viajes al año. Que la verdadera aventura, el verdadero ocio es ir a un sitio “a algo”, “a por algo” o simplemente “por algo”, pero como decía decía el humorista “si hay que ir se va, pero p'ha ná es tontería”.
Ahora pregunto; mi hermana estuvo en Cancún de viaje de novios; ¿aparte de bucear en unas aguas posiblemente plagadas de tiburones, ¿hizo algo más que yo, o algo menos, en Mallorca?... Quiero decir; estar en el Risort, beber cócteles tropicales, estar en las terrazas bebiendo y comer... Cuando le pregunté qué tal la población me dijo que allí solo se está en los risort y se sale a las excursiones contratadas, que aquello es bastante peligroso les dijeron, y que no podían salir del risort por su seguridad, bajo su responsabilidad.
Ahora me pregunto yo; ¿vale la pena viajar 20.000 km y cruzar medio mundo en avión para estar y pasar la mayor parte del tiempo en un risort??? ¿Qué es la aventura??? La aventura para mí es coger el coche, ir a casa mi tía y mi tío, estar charlando con ellos de clips de gafas de sol y animación sociocultural, irme a un pueblo cercano a por tabaco respetando las señales viales, encontrar sitio legal para aparcar, bajar caminando antes de que cierren el estanco, entrar en él y comprobar que huele realmente a limpio, hablar con la el matrimonio de los tipos de tabaco que suelen tener mientras compruebo que a pesar de todo el negocio les debe ir bien, pues sonrien y el marido está buscando algo seguramente en internet, en el monitor de seguramente el ordenador del establecimiento, salir y subir la cuenta que separa del lugar donde he aparcado el vehículo, pasar por delante de una agencia de viajes y ver a un futbolista famoso en un cartal haciendo una señal de triunfo, llegar al vehículo y decidir fumarme un cigarro del tabaco recien comprado, abrir un bote de una bebida energética a base taurina, saludar al dueño de un pub que tenía el coche aparcado delante, sonreirle a un joven que pasa por la calle, ver una vieja que le cuesta subir la subida y pensar si debe estar cansada, sonar las camapanas de la iglesia adyacente y yo poner mi grupo favorito en la autorradio del coche y por fín tener un momento álgido de bienestar, un pico de placer; la bebida energética, el “trabajo” bien hecho, el cigarro “especial” que lío con dos boquillas, el haber evocado momentos que pasamos en el pub del chico que se acaba de marchar con el coche y su novia... Todo ello me tras*portan a un moemto de placer similar al alcanzado en la terraza de aquel risort junto a mi ex compañero de juego y sumido en los vapores del alcohol...
¿Por qué no hablar del momento de triunfo de la semana pasada cuando estaba deprimido una tarde y me fui a comprar unas lámparas que había decidido no ir a comprar, a 35 km, solamente por “moverme del sitio” y sentir el placer de arreglarme, de programar el GPS del teléfono móvil que “solo” es una aplicación gratuita de Google, viajar media comarca, salvarme ¡oh! De una buena; el mechero del coche casi ardiendo en la utopista por haber conectado el cargador del netbook y el móvil con el GPS en marcha y ¡sobrevivir! Llegar milagrosamente llevado por el GPS a la puerta de la nueva gran superficie, caminar por toda la gran superficie escuchando a Nirvana y preguntarle a una “etniana” por iluminación y ¡decirme en qué planta esta! Y preguntarle a una “señorita” del centro comercial en qué lugar de la planta se haya y descubrir que sus ropas huelen mal... Llegar finalmente indicado por otra señorita de atención al público y no sin dar varias vueltas descubrir el “bug” (agujero) que daba con iluminación, caminar con la esperanza de no encontrarlas, de que de encontrarla serían una pena y de repente unas lámparas preciosas, a las que nadie les hacía caso, con una luz cálida ideal para mí ¡a 4,95€ la unidad!!!! ¡¡Y con el aplique para colgarlas en la pared!! ¿Se puede pedir más?
Pues esos son mis “pequeños viajes” y alguien dirá aun que soy un derrochador o un tacaño, pero cuente la de pequeños viajes como estos que pueden hacer con los diez o cien mil euros que se gastan al año en viajes al año. Que la verdadera aventura, el verdadero ocio es ir a un sitio “a algo”, “a por algo” o simplemente “por algo”, pero como decía decía el humorista “si hay que ir se va, pero p'ha ná es tontería”.