El otro día me encontré con una amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía. La vi muy desmejorada, la recordaba como una chica alta y atlética, y la encontré como si se hubiera echado 20 años encima. Tras las cortesías iniciales, le pregunté como le iba la vida. Sin querer hacer hincapié en su deplorable aspecto. Ella me comentó que ahora estaba bien y recuperándose, pero que lo había pasado muy mal. Le pregunté qué si no se había ido a vivir a la Sagra por un casual, ya que no podía yo imaginar suceso más luctuoso en la vida de alguien. Contestó que no sabia que era una Sagra. Detrás de mi cara de estupefacción debió adivinar la enorme curiosidad que me inundaba, así que comenzó a relatarme los acontecimientos que desembocaron en su condición actual:
-¿Recuerdas que me saqué el título de piloto espacial para cruceros de carga?
-Si, por supuesto. le dije yo, mintiendo como un bellaco, en realidad no recordaba nada de aquello.
- Pues verás, en uno de mis primeros viajes intergalácticos como segunda oficial de vuelo, nuestra nave, la Nostromo, recibió un mensaje en un idioma desconocido desde un planeta cercano. Mensaje que la computadora de abordo interpretó como un S.O.S, así que decidió desviar nuestra trayectoria y sacar a la tripulación de la hibernación inducida. Varios miembros de la tripulación descendieron a explorar. En la fuente desde la que se emitía el mensaje, encontraron una nave abandonada posiblemente desde hacía eones. Una nave de una civilización desconocida. La nave estaba preñada con miles de crisálidas de algún tipo de criatura ignota. Los tripulantes de esta nave extraterrestre, ya fosilizados, mostraban enormes heridas en sus vientres, heridas que se habían producido de dentro hacia afuera…
Finalmente, cuando el grupo explorador regresó a La Nostromo, uno de los integrantes traía una pequeña criatura adherida a su rostro. Una criatura que no se le pudo extraer si no a costa de su propia vida. tras*curridas 48 horas, la criatura se desprendió de su hospedador y murió. Aparentemente este se encontraba bien, incluso jovial y animado, pero una mañana durante el turno de comida el pecho de este tripulante exploto, literalmente, expulsando al exterior de su cuerpo un “bicho” que después de terminarse el almuerzo de su hospedador, nos miró a todos, y antes de que nadie pudiera reaccionar, huyó por el conducto de ventilación. Las siguientes jornadas en La Nostromo fueron una estrepitosa sucesión de muertes a cada cual mas sangrienta que la anterior. Finalmente, cogí al gato, y me precipite a la nave auxiliar no sin antes activar la secuencia de autodestrucción. Pero la criatura, que había crecido en pocos días más que el pandero de la Ayuso, cuya sangre era mas potente que el ácido clorhídrico, y que mostraba más inteligencia que toda la PSOE y PABLEMOS juntos, me siguió hasta la nave de salvamento. De la que tuve que expulsarla activando la descompresión..
Cuando regresé a la tierra nadie me creyó, incluso la compañía aseguradora de la carga me acusó de destrucción de propiedad privada y me retiraron mi permiso de vuelo y mis licencias.
Hasta que una noche llamaron a la puesta de mi pocilga. Venían a buscarme por que necesitaban desesperadamente mi ayuda. Una avanzadilla de mineros espaciales que estaba prospectando para la extracción de metales preciosos el mismo planeta en el que encontramos a la criatura, había desaparecido. Llevaban semanas sin dar ningún tipo de señal. Por lo que la Compañía me solicitaba, a cambio de restituirme en mis cargos, que acompañase a un comando de Marines Espaciales a investigar la desaparición de los mineros. Al principio me negué en redondo, pero finalmente accedí a acompañarles, en calidad de experta en bichos alienígenas y otras hiervas.
Cuando llegamos a la colonia minera no encontramos a nadie con vida, toda la instalación parecía abandonada. Solo encontramos a una niña que llevaba meses viviendo sola en el complejo minero. Los tras*pondedores de los mineros nos indicaban que estaban todos reunidos en un lugar concreto del complejo de túneles de la colonia. Los Marines se aventuraron en la zona para buscarlos…Lo siguiente que sucedió fue fin y destrucción a raudales. Las criaturas alienígenas los cazaron como a ratas. Los supervivientes tomamos la decisión desesperada evacuar el planeta, pero la nave de rescate fue destruida en su descenso por uno de estos áliens que debió colarse cuando aterrizo en el planeta para dejar a la expedición. Solo quedaba una cosa que hacer, volar el reactor nuclear del complejo minero para destruir a las criaturas, y traer la otra nave de rescate por control remoto desde la nave nodriza…El androide del equipo, un tal bisohp, se encargó de arrastrase por un tubo de varios kilómetros hasta la antena necesaria para hacer descender la nave de rescate. Y ella, mi amiga, se encargó con las armas que quedaban, de adentrarse en el reactor y hacerlo saltar por los aires. Finalmente, tras luchar a vida o fin con la reina ponedora de las criaturas alienígenas, logró volar el reactor, destruir a los áliens y regresar a la tierra con los trozos del androide, el cabo lisiado de los marines y la niña superviviente…
Cuando terminó su relato, la miré a los ojos y solo acerté a preguntar ¿Y qué tal están tus padres? ¿Y tú prima Pilar? ¿Se sacó la oposición?
Finalmente, nos dejamos con la falsa promesa de llamarnos pronto para quedar a tomar algo como en los viejos tiempos.
Y me alejé pensando en aquellos pobres mineros espaciales y de como si en vez de tomar la decisión de dedicarse a los metales preciosos intergalácticos, se hubieran dedicado a minar BITCOINS desde un antro de alquiler en California, en La Sagra, o incluso en Granada, a estas horas no solo estarían vivos, si no que serían multimillonarios…
