Clavisto
Será en Octubre
- Desde
- 10 Sep 2013
- Mensajes
- 33.225
- Reputación
- 77.273
Entrada en Francia
“Nos llevaron a un servicio de desinfección, donde nos dimos una magnífica ducha con agua templada. Pronto nos dimos cuenta de la organización alemana. ¡Indudablemente única! Horas más tarde, después de repartirnos la primera ración, consistente en pan francamente bueno, mermeladas, mantequilla, caramelos, miel, queso y algún embutido, seis cigarrillos (ración diaria) por cierto muy flojos, lo que no nos dejó de llamar la atención, al igual que a los alemanes llámasela lo fuerte del nuestro, tomamos un tren, esta vez de viajeros, aunque muy antiguo y empezamos a recorrer el territorio de Francia.
Nuestros administrativos empezaron a repartirnos francos, no sé para qué, debido a la carestía de la vida en Francia no podíamos comprar nada. En todas las estaciones de paso nos obsequiaban las enfermeras alemanas con suculentos desayunos, lo que dio oportunidad de comprobar lo salvajes que somos los españoles, o cuanto menos la mayoría y la falta de disciplina, que la mayoría de las veces era de educación. ¡Qué diferencia con los alemanes! ¡Es muy triste reconocerlo!
Así fuimos atravesando territorio francés sin llegar a París, ya que al hacerlo en Tours nos desviaron hacia el Este, por la línea de Strasburgo. Duranto todo el trayecto los alemanes nos suministraban, sin cesar, formidables ranchos en frío, consistente siempre en similares golosinas: miel, mantequilla, chocolate y mermelada y desde este momento sería el rancho general en el frente más adelante. Comprobamos el carácter de los alemanes. Educados y agradables en extremo. Nos cuesta gran trabajo entendernos con ellos, aunque muchos lo hacemos recurriendo al francés. Tienen un magnífico temperamento, quizá un tanto infantil y opuesto al nuestro. De constitución fuerte en su mayoría y con una gran educación y una cultura general media digna del pueblo alemán.
En contraposición a ello, nos encontramos el repruebo del pueblo francés en todo nuestro paso por el territorio. Nos amenazaban, nos levantaban el puño haciéndonos toda clase de gestos obscenos por doquier. Siempre he tenido manía a los franceses, pero se ve que ello reunía condición de reciprocidad. Esto fue motivo de algunos incidentes como el siguiente: en una ocasión nos apedrearon el tren, teniendo que lamentar algún herido, aunque de carácter leve, afortunadamente. A estas agresiones que empezaron a frecuentarse, la sección de la Guardia Civil, que venía con nosotros y que eran los único que iban armados, hicieron uso de sus armas contra los agresores, aunque con fines exclusivamente conminatorios.
Nosotros, para las próximas pedreas habíamos tomado ya precauciones, para contrarrestarlas, correspondiendo con idénticos proyectiles que habíamos tenido la precaución de recoger en las paradas del ferrocarril. Atravesando Francia escribí otras dos veces, a casa y a Marina, y así llegamos a entrar en territorio alemán.
Entrada en Alemania
Excelente nación. Precioso país. Campos divinamente cultivados. Poblaciones maravillosamente saneadas. ¡Hasta las más modestas aldeas! Bien pronto nos dimos cuenta de que estábamos en territorio alemán. ¡Con qué entusiasmo tan grande se nos recibe! Llegamos a Karlsruhe, bella ciudad alemana, donde nos hicieron un apoteósico recibimiento. A lo largo de los andenes de la estación nos han preparado mesas y sillas para un magnífico desayuno. Nos vamos acomodando y desayunamos con un apetito excelente. Un buen tazón de café con leche y dos riquísimas vienas con abundante mantequilla y mermelada por barba.
Se nos acercan las chicas de las juventudes hitlerianas regalándonos emblemas alemanes y a cambio nosotros les entregamos las flechas de nuestros unifirmes , que nos agradecen extraordinariamente, haciendo toda clase de comentarios que realmente no entendíamos, pese a los improvisados intérpretes”.
Impresiones de un divisionario | Dichos, Actos y Hechos
“Nos llevaron a un servicio de desinfección, donde nos dimos una magnífica ducha con agua templada. Pronto nos dimos cuenta de la organización alemana. ¡Indudablemente única! Horas más tarde, después de repartirnos la primera ración, consistente en pan francamente bueno, mermeladas, mantequilla, caramelos, miel, queso y algún embutido, seis cigarrillos (ración diaria) por cierto muy flojos, lo que no nos dejó de llamar la atención, al igual que a los alemanes llámasela lo fuerte del nuestro, tomamos un tren, esta vez de viajeros, aunque muy antiguo y empezamos a recorrer el territorio de Francia.
Nuestros administrativos empezaron a repartirnos francos, no sé para qué, debido a la carestía de la vida en Francia no podíamos comprar nada. En todas las estaciones de paso nos obsequiaban las enfermeras alemanas con suculentos desayunos, lo que dio oportunidad de comprobar lo salvajes que somos los españoles, o cuanto menos la mayoría y la falta de disciplina, que la mayoría de las veces era de educación. ¡Qué diferencia con los alemanes! ¡Es muy triste reconocerlo!
Así fuimos atravesando territorio francés sin llegar a París, ya que al hacerlo en Tours nos desviaron hacia el Este, por la línea de Strasburgo. Duranto todo el trayecto los alemanes nos suministraban, sin cesar, formidables ranchos en frío, consistente siempre en similares golosinas: miel, mantequilla, chocolate y mermelada y desde este momento sería el rancho general en el frente más adelante. Comprobamos el carácter de los alemanes. Educados y agradables en extremo. Nos cuesta gran trabajo entendernos con ellos, aunque muchos lo hacemos recurriendo al francés. Tienen un magnífico temperamento, quizá un tanto infantil y opuesto al nuestro. De constitución fuerte en su mayoría y con una gran educación y una cultura general media digna del pueblo alemán.
En contraposición a ello, nos encontramos el repruebo del pueblo francés en todo nuestro paso por el territorio. Nos amenazaban, nos levantaban el puño haciéndonos toda clase de gestos obscenos por doquier. Siempre he tenido manía a los franceses, pero se ve que ello reunía condición de reciprocidad. Esto fue motivo de algunos incidentes como el siguiente: en una ocasión nos apedrearon el tren, teniendo que lamentar algún herido, aunque de carácter leve, afortunadamente. A estas agresiones que empezaron a frecuentarse, la sección de la Guardia Civil, que venía con nosotros y que eran los único que iban armados, hicieron uso de sus armas contra los agresores, aunque con fines exclusivamente conminatorios.
Nosotros, para las próximas pedreas habíamos tomado ya precauciones, para contrarrestarlas, correspondiendo con idénticos proyectiles que habíamos tenido la precaución de recoger en las paradas del ferrocarril. Atravesando Francia escribí otras dos veces, a casa y a Marina, y así llegamos a entrar en territorio alemán.
Entrada en Alemania
Excelente nación. Precioso país. Campos divinamente cultivados. Poblaciones maravillosamente saneadas. ¡Hasta las más modestas aldeas! Bien pronto nos dimos cuenta de que estábamos en territorio alemán. ¡Con qué entusiasmo tan grande se nos recibe! Llegamos a Karlsruhe, bella ciudad alemana, donde nos hicieron un apoteósico recibimiento. A lo largo de los andenes de la estación nos han preparado mesas y sillas para un magnífico desayuno. Nos vamos acomodando y desayunamos con un apetito excelente. Un buen tazón de café con leche y dos riquísimas vienas con abundante mantequilla y mermelada por barba.
Se nos acercan las chicas de las juventudes hitlerianas regalándonos emblemas alemanes y a cambio nosotros les entregamos las flechas de nuestros unifirmes , que nos agradecen extraordinariamente, haciendo toda clase de comentarios que realmente no entendíamos, pese a los improvisados intérpretes”.
Impresiones de un divisionario | Dichos, Actos y Hechos