Rain dog
Madmaxista
Es la primera vez que intervengo en el foro de política, principalmente porque me mantengo todo lo aislado que puedo de ella. Hoy, por diversos motivos que no vienen al caso, he llegado hasta la columna de Ignacio Escolar en Público. Escolar.net El himno inaudito. La titula el animalico "El himno inaudito". Es purgante lo que escribe, y más que eso lo que trasluce, pero echadle un vistazo si queréis, o podéis.
Resumo: este tipo llama al himno cosas como "chunda chunda ramplón" o "cuatro notas garbanceras" en su columna, y yo me pregunto si tendría tantos bemoles de describir de la misma forma a "Els Segadors" (himno catalán) o al himno vasco.
Por otro lado, también me pregunto que tipo de golpe se dio -o le dieron- de pequeño a este tipo, que no ha nacido en Girona, ni en Guernica, sino en la provincia de Burgos. De dónde le puede salir el repruebo y el desprecio a lo español, la satisfacción por los pitos del partido que se destila en su artículo. Por que sí, a mi este país también me da por ojo ciego, también me ha dado de patadas en la cara hasta que muchas cosas, muchos símbolos, han perdido gran parte, sino todo, su significado. También he crecido, leído y viajado, y veo las cosas con mucha más profundidad.
Pero lo que no entiendo, es a qué aspira, o que espera, un tipo de Burgos, de los catalanes, los vascos u otros nacionalistas, como no sea ser su bufón, el mono de feria charnego,maketo que se caga en sus raíces para que le rían las gracias y le echen unas monedas.
Escribo esto, porque he leído la columna por casualidad, y no la comprendo, y quería compartir por qué no la comprendo. Los vascos y los catalanes que pitaron el himno, jamás pitarían los suyos propios y mucho menos se felicitarían porque otras aficiones lo hicieran afirmando además "sí; si es que es una cosa". Ignacio Escolar debería reflexionar sobre esto, pero supongo que no puede. Porque le daban de cazos en Burgos de pequeño o, en el mejor de los casos, porque el Franquismo le hace confundir el tocino con la velocidad.
Enhorabuena por la columna, porque sí consigue una cosa: retratar a la perfección la esquizofrenia que sufre la izquierda con respecto a la palabra o idea hasta ahora conocida como España. Una esquizofrenia que ha conseguido que incluso yo mismo, al terminar este artículo, me sienta un puñetero de derechas porque me aguante que piten el himno del país donde he nacido y, aún más, un periodista también español, se descojone y orgasmee con ello. Manda bemoles (sic).
Resumo: este tipo llama al himno cosas como "chunda chunda ramplón" o "cuatro notas garbanceras" en su columna, y yo me pregunto si tendría tantos bemoles de describir de la misma forma a "Els Segadors" (himno catalán) o al himno vasco.
Por otro lado, también me pregunto que tipo de golpe se dio -o le dieron- de pequeño a este tipo, que no ha nacido en Girona, ni en Guernica, sino en la provincia de Burgos. De dónde le puede salir el repruebo y el desprecio a lo español, la satisfacción por los pitos del partido que se destila en su artículo. Por que sí, a mi este país también me da por ojo ciego, también me ha dado de patadas en la cara hasta que muchas cosas, muchos símbolos, han perdido gran parte, sino todo, su significado. También he crecido, leído y viajado, y veo las cosas con mucha más profundidad.
Pero lo que no entiendo, es a qué aspira, o que espera, un tipo de Burgos, de los catalanes, los vascos u otros nacionalistas, como no sea ser su bufón, el mono de feria charnego,maketo que se caga en sus raíces para que le rían las gracias y le echen unas monedas.
Escribo esto, porque he leído la columna por casualidad, y no la comprendo, y quería compartir por qué no la comprendo. Los vascos y los catalanes que pitaron el himno, jamás pitarían los suyos propios y mucho menos se felicitarían porque otras aficiones lo hicieran afirmando además "sí; si es que es una cosa". Ignacio Escolar debería reflexionar sobre esto, pero supongo que no puede. Porque le daban de cazos en Burgos de pequeño o, en el mejor de los casos, porque el Franquismo le hace confundir el tocino con la velocidad.
Enhorabuena por la columna, porque sí consigue una cosa: retratar a la perfección la esquizofrenia que sufre la izquierda con respecto a la palabra o idea hasta ahora conocida como España. Una esquizofrenia que ha conseguido que incluso yo mismo, al terminar este artículo, me sienta un puñetero de derechas porque me aguante que piten el himno del país donde he nacido y, aún más, un periodista también español, se descojone y orgasmee con ello. Manda bemoles (sic).
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