(Un ejemplo que recuerdo es estando en una fábrica multinacional, yo sola un día festivo y con todo cerrado a cal y canto. Y veo que viene hacia la garita, desde el interior --no hace falta que diga en qué trabajaba, es fácil-- un hombre con cara de despistado y con papeles en la mano. Lo de cara de despistado lo vi conforme se iba acercando bastante, claro. Estaba algo oscuro aún, aunque empezaba a amanecer.
Resulta que era un tras*portista frances que, extrañado, al no ver a nadie en el muelle para descargar, se le ocurrió saltar la valla y recorrer el pasillo interior perimetral a ver si se encontraba a alguien.
Recuerdo que le eché la bronca en francés,
de manera proporcionada, claro. Pues por el lenguaje corporal me percaté enseguida que no era un ladrón.
Otras sé que se habrían puesto histéricas.
En otra ocasión también vi una atropello mortal de un camión a un peatón, estando de uniforme en otra fábrica, muy
gore, a pocos metros de donde estaba. Supe estar a la altura (entre otras cosas tienes que dar ejemplo en esas circunstancias. Eso sí, el gerente de la fábrica me dijo que por qué no le había avisado en el momento. No se querría perder el espectáculo
porque, precisamente, yo estaba intentando que no se percatara nadie de los trabajadores esperando a ver cuándo tapaban el cadáver.
Siempre me acuerdo de ver, en cuanto me puse a llamar por teléfono al 091, cómo empezaron a pasar autobuses escolares por el otro carril estando todo a la vista. Pobres críos, bien que se habrán acordado toda su vida).
Eso sí, no dormí apenas durante las tres noches siguientes.