Historiografía de una vida sensual

Que yo recuerde, desde niño supe que me gustaban los chicos. Mi progenitora me leía cuentos de pequeño, y en mi mente, yo era siempre la princesa reclamada por el príncipe, nunca este. Recuerdo ver la ilustración del príncipe de la bella durmiente, y sentir por primera vez esa precoz emoción, de que quieres “hacer algo” pero no sabes que le harías.

A los 9 años, me masturbé mutuamente con un compañero del cole en su casa, bajo una manta, no recuerdo cómo se planteó, solo lo agradable de la sensación, de ambas, la física, y la de que estábamos haciendo algo “prohibido”.

A los 12-14 años tuve esporádicos tocamientos con un primo 2 años mayor que yo. Solíamos restregarnos el miembro viril en las nalgas del otro, o entre los muslos. Él siempre decía lo mismo: esto es algo que hacen todos los chicos para practicar y hacerlo con chicas cuando seamos mayores. Cada uno se engaña como quiere…

Mi primera experiencia sensual completa la tuve con Omar, un compañero, una loca. Nunca me han gustado las locas, pero entonces era joven y me picaba el regazo. Era rubito, delgado, con gafas de ojo ciego de vaso. Odiaba todo lo masculino: el fútbol, la actividad física, la compañía femenina. Odiaba a todas las chicas de clase, no sé si por envidia o qué. De vez en cuando “se enamoraba” de algún compañero, y se solía llevar un par de palos. Era muy pesado.

Yo por aquel entonces, estaba en el armario. Pero supongo que nos llegamos a identificar, acabamos quedando y, puesto que sus padres trabajaban los dos, íbamos a su casa, que estaba vacía toda la tarde. Allí no tardamos mucho en empezar con besos, toqueteos y masturbación mutua, y de ahí, al sesso traseril, mi primera experiencia, como activo, porque Omar era totalmente pasivo. Hoy lo veo todo completamente ridículo, pero entonces nos sentíamos excitadísimos por el secreto. A Omar le gustaba desnudarse por completo y ponerse unas ropa interior de su progenitora, de las que bajaba solo la parte trasera, lo suficiente para que yo pudiera metérsela. Era una fruta loca.

Me corrí por primera vez dentro de él. Él se ponía un par de gotas de aceite de oliva en el ojo ciego para lubricarse, y no sé si fue eso lo que me dio tanto gusto. Solo sé que me corrí y que estuve 5 segundos completamente ausente, como si me hubiera muerto y estuviera en el cielo.

No sé si hubiera seguido con él o no. No creo, era muy absorbente. En cualquier caso, nos mandaron a institutos distintos y nunca más lo volví a ver. En mi nuevo instituto me centré en pasar por hetero, eran otros tiempos. Tuve mi primera vez de sesso traseril pasivo con un chaval que estaba 2 cursos por encima de mí, no me gustó lo mismo y no repetí con él. En el viaje de fin de curso me enrollé con Borja, un 100% hetero no fake guapetón, que las traía a todas locas, pero a juzgar por cómo gemía mientras yo se la metía, se habrían llevado una desilusión. Borja iba a clases de kárate, que odiaba, me dijo que a veces se las saltaba y se subía al ático de su edificio, a hacerse caricias con fotos de chicos guapos de revistas que le pillaba a su hermana, y me invitó a ir alguna vez, pero no llegué a ir.

Del instituto pasé a la uni, a estudiar comunicación audiovisual en otra ciudad, mucho más grande, a vivir solo en un estudio de 1 dormitorio que alquilaron mis padres para mí. Era otro mundo. Libertad absoluta. Esos 4 años ***é como loco. Empecé a usar condón, cosa que hasta entonces no había hecho. A veces iba a bares de ambiente, y otras, a bares a secas, a recoger despistados, heteros borrachos, solos o abandonados, que querían usarme como paño de lágrimas, yo me los llevaba a mi casa y los usaba como paño de otra cosa. Normalmente empezaba los preliminares en el sofá, se la chupaba un poco y cuando estaban calientes, los pasaba al dormitorio y me los amaba. Cuatro se negaron de plano y se largaron cuando empecé los acercamientos boca-platano. Siete me dejaron mamársela pero se escabulleron cuando los quise pasar al dormitorio (desagradecidos me gusta la fruta). Me amaría en 4 años a unos 30, que sí se dejaron hacer de todo.

Tuve dos relaciones medio serias en aquellos años. La primera, con César, un compañero de audiovisuales. Era un pijo de la leche. Sus padres vivían en un chalet a las afueras, que parecía una de esas mansiones de pelis americanas, fuimos alguna vez a merendar varios amigos. César era abiertamente lgtb, por la época empezaba a ser normal decirlo, a mi me fascinaba su libertad para declararse como tal. amamos varias veces en mi casa, me hizo la primera churrupaica que recibí, era bastante pasivo, tenía incluso platanos de plástico para metérselas mientras se masturbaba, es un rollo que a mi nunca me ha ido. Pero estaba, sexualmente, con mucha gente, frecuentaba bares de ambiente y tenía siempre en perspectiva media docena de rollos.

La segunda, fue Javi. Supongo que puede decirse que fue mi primer novio. Amigo de amigos, estudiaba periodismo en la facultad, tenía 2 años más que yo, era muy tímido, virgen y hambriento de cariño. Era muy alto, estaba bastante fuerte, pero tenía un enorme complejo por ser, por usar sus propias palabras “afeminado”. Hacíamos vida de pareja en la intimidad. Peli y manta, cenitas románticas, ir al cine, excursiones, a la playa juntos… pero en el tema sensual, era completamente cerrado. ***ábamos, tenía un hambre de cama brutal, pero luego no quería saber nada. No quería ver prono. No quería hablar de sesso conmigo. No era capaz de hablar de ningún tema sensual, tenía un pudor exagerado, teníamos que hacerlo con las luces apagadas siempre, etc. Me dejaba correrme en su boca, pero no hablar del tema.

Fue una relación difícil. Se agobiaba, solo quería hacer cosas en casa, y cuando salíamos, yo era “su amigo”. Cualquier contacto físico en público, incluso casual, rollo palmada en el hombro, le hacía reaccionar con violencia exagerada. Era una persona muy complicada, y lo acabamos dejando, perdí la paciencia con él, una pena, porque era buena persona.

Volví de la universidad, mis padres me consiguieron trabajo como personal laboral en la concejalía de cultura. Pasé varios años solo, en mi pequeña ciudad de provincias no había “sitios de ambiente” y yo de todas formas estaba ocupado laboralmente, comprándome una casa y mudándome, etc. No fue hasta los 27 años que conocí a mi actual marido y terminó mi carrusel particular.

Mis Alaska dijo:

Es perfectamente compatible con lo que he dicho.

Hablo del primer estímulo que despierta la sexualidad de un niño. Ese primero que puede llegar a marcar hasta parafilias.

Un chaval puede descubrir su primera rigidez* porque en su radar aparece una mujer atractiva Y posteriormente zurrarse la sardina con un compañero de clase o amigo por la intimidad que promueve la cercanía. Le gustarán las mujeres y usa a su amigo para obtener ese placer erótico.

Yo digo que en la primera rigidez* de un gays, no hay una mujer en su radar. Tampoco tiene que haber otro niño. Puede ser algo totalmente inocente en plan no sé, rascarse y que la cosa vaya a mas.

Subo la apuesta, en el primer despertar de la sexualidad de un gays NO hay una mujer de por medio. Estamos hablando de la primerísima rigidez* sensual espontánea (no a las que pudiese haber por las mañanas al despertar).

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ya le digo que desde la informacion clinica de gayses parece haber mas una identificacion con el sesso femenino en algunos casos y una da repelúsncia por la genitalidad femenina en otros.

y desde un punto de vista biologico se cree que en la misma gestacion actuarian factores hormonales contrarios al sesso del embrion lo que condicionaria incluso que su desarrollo cerebral seria del sesso opuesto , lo que explicaria tambien los tras* , siendo todo cuestion de cantidad de hormonas o tiempo..