Hipotiposis

lotengoclaro

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manteniendo vagos
Pierre Dujols
H I P O T I P O S I S
por
MAGOPHON

Este título, pese a que lo parezca, no tiene la menor pretensión. Es exclusivamente técnico - el único
genuino y conveniente al tema -, ya que traza, en su concisión, el plan de nuestro estudio. Una hipotiposis
(del “hypo” 1 = debajo, y “typos” = grabado, emblema 2 ) es una explicación situada bajo figuras
abstractas. Ahora bien, el «Mutus Liber» es una recopilación de imágenes enigmáticas.
Se ha formado una leyenda absurda sobre el Mutus Liber. Una Escuela que no tiene de hermética sino el
nombre – ha dado a esta obra una reputación de oscuridad impenetrable y por ello, la venera sin
comprenderla como a un sacramento. Es un error, lo mismo que es un contrasentido filosófico traducir
Mutus Liber por "Libro Mudo, sin palabras". Todos los signos que la industria humana adopta para
manifestar el pensamiento son verbos. Los Latinos - entendiendo el término de modo congruente -denominan
"mutae arte", es decir, las "artes simbólicas", al dibujo, la pintura, la escultura, y la
arquitectura, por medio de las cuales los Hierogramáticos reservan a los elegidos los arcanos de la
Ciencia.

¿Qué es un símbolo? "Symboli" 3 es una convención; "Symboli" 4 es un signo de reconocimiento. Por
tanto, un símbolo es lo que hoy llamamos un "código", un sistema tácito de escritura adoptado para la
correspondencia diplomática, e incluso para la comercial, las comunicaciones telegráficas, semafóricas,
etc. Cualquier libro es un "Mutus" para un hombre iletrado. Un volumen en hebreo, sánscrito, chino, es un
"Mutus Liber", un libro mudo para la mayoría, a pesar de que estén instruidos en su propia lengua. Por
tanto, hay que hacerse a la idea simple de que Mutus Liber es un libro como los demás, y que puede
leerse en claro si se posee la clave.

A mayor abundancia, las obras de alquimia en verso, en prosa, en latín, en francés o en cualquier otro
idioma no son sino criptogramas. Pese a que puedan estar escritos con las letras banales del alfabeto y el
vocabulario común, no por ello son menos indescifrables para quien ignore la clave. A decir verdad, entre
los dos procedimientos esteganográficos el del Mutus Liber es todavía el más tras*parente, ya que la
imagen objetiva es ciertamente más parlante que los tropos literarios y las figuras de retórica, sobre todo
en una materia tan experimental como la química.
Al acompañar las planchas alegóricas del Mutus Liber con estas pocas páginas de comentarios, nos hemos propuesto, sin por ello dejar el manto del filósofo, facilitar la lectura por medio de una interpretación sincera a los verdaderos inquisidores de la ciencia, probos, pacientes, laboriosos como diligentes abejas, y no así a los curiosos, desocupados y frívolos, que pasan su vida mariposeando inútilmente de libro en libro, sin nunca detenerse en ninguno para saborear su melifica sustancia.

¡Pues vaya! ¡La gramática, la geografía, la historia, las matemáticas, la física, la química y todo el resto
no se vuelven accesibles sino después de largos y penosos esfuerzos y se quema, en cambio, entrar
descalzo en el "Palacio del Rey" sin observar las conveniencias y someterse a las reglas de la etiqueta!
Una lectura presurosa y superficial no podría reemplazar al estudio austero y grave. Las mismas ciencias
profanas no son penetrables y asimilables, sino como fruto de un trabajo sostenido y prolongado.
Nos podrían objetar que la Universidad cuenta con ilustres gramáticos, geógrafos, historiadores,
matemáticos, físicos y químicos, pero que en ella nunca figuró el menor alquimista. Y si la cátedra de
Alquimia es desconocida es porque se trata de una quimera. Este argumento "ad hominem" tiene su
réplica: una cosa escondida no es por ello inexistente, y la alquimia es una ciencia oculta. Por decirlo
mejor, es la ciencia ocultada enteramente, el arcano universal, el sello de lo absoluto, el resorte mágico de las religiones. Y es por ello que ha sido llamada el Arte Sacerdotal o Sagrado.
En todas las creencias impuestas al vulgo por medio de una mitología apropiada (Biblia, Veda, Avesta,
Kings, etc.) existe un sustrato positivo que es el fundamento de los santuarios de todos los cultos
extendidos sobre el globo. La alquimia, en todos los planos, físico y metafísico, es este misterio
reconocido en el Catecismo como privativo de los Pontífices, quienes no son los Dignatarios públicos. La posesión exclusiva del "sacrarimú" hace la fuerza de las Iglesias; igualmente velan ellas sobre el "secreto masónico" con un cuidado inquieto y celoso, secundadas por una policía y una censura desconfiadas.

Nada decimos al azar y, sin embargo, estas alegaciones pueden parecer gratuitas por inverosímiles, visto
que desde la invención de la imprenta los libros herméticos han sido publicados siempre libremente, con
licencia de las autoridades civiles y religiosas. Y nada se oponía, en efecto, a la difusión de esos
opúsculos escritos en lengua conocida, pero escritos "desde dentro", de modo que los mayores químicos
de la Escuela - desde Lavoisier hasta Bertbelot - se rompieron la cabeza en ellos sin resultados. ¡No es
aquí lugar de recordar el despreciativo denuesto de Artefius y las altivas advertencias de los Adeptos que
declaran, sin tapujos, que escriben sólo para los que saben y para embaucar a los demás! De este modo es
como hacen hablar a "Cristo" en los Evangelios y como los discípulos se modelan en el "Maestro".
Pero, pese a ser una ciencia oculta, no por ello la alquimia es menos una ciencia real, exacta, conforme
con la razón e incluso racionalista. Ha habido desde siempre "hacedores de oro": los "gentilhombres
vidrieros", que gozaban de tan alta consideración, eran hermetistas. Incluso en nuestros días la
tras*mutación opera milagros. Se ha dicho, tras debates sensacionalistas y recientes y en medio de un
gran estupor, que la Administración de la Moneda habría intervenido, por supuesto sin ningún tipo de
proceso, la producción de un alquimista contemporáneo: Usted no debe saber hacer oro, le dijeron de
modo conminatorio, dejándolo libre, pero con las manos vacías. ¿Está, pues, prohibido ser un sabio o
acaso la alquimia es un secreto de estado? Esto no habría de llevarnos a la conclusión ingenua de que los
ministros que se suceden estén al tanto de la Cábala. Los reyes reinan, pero no gobiernan, de acuerdo con
un aforismo célebre. ¡Y a menudo se diría que existe entre bastidores alguna eminencia gris que mueve
los hilos! El famoso "galetas du Temple" (ver N. del T) no está quizás tan abolido como se le supone y se
podría escribir un libro sorprendente sobre las filigranas de los billetes de banco y las siglas de las
monedas.
N. del T.: la traducción primaria de la expresión "galetas du Temple" es "buhardilla - o desván - del Templo", refiriéndose, claro
está, a la Orden de los Templarios, de la que son bien conocidos los entresijos o la función financiera: sobre ello, remitimos al
lector a la bibliografía o historia de la Orden. No obstante, advertimos que no sabemos traducir la expresión que Magophón uti-liza,
pese a las consultas que hemos hecho y que quizás debiéramos haber llevado más lejos. Por supuesto, nos parece que la
referencia es a lo secreto o escondido del Templo, cara a su manifestación pública y exterior.
 
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