El mal llamado motín de Hesperia, cuando tendría que ser llamado la estafa de los derechos de imagen, nos ilumina con lo bien que administraba los dineros Núñez y el FC Barcelona, esos seres de la luz que competían como siempre haciendo trampas, esta vez fiscales. Pagaban más que nadie y al mismo tiempo les salía más barato que a ninguno. Cuando estalló el escandalo tenían en nómina a 5 extranjeros cuando solo podían inscribir a dos y a 27 fichas en el primer equipo sin contar a 3 cedidos (Hughes, Archibald y a Carlos que llegó a internacional siendo durante muchos años el jugador franquicia del Real Oviedo).
Con este método desmontaron la liga de balonmano, asaltando al Atlético de Madrid llevándose a sus principales figuras y trayendo a los mejores internacionales del mundo. O como lo intentaron con el baloncesto, haciendo exactamente lo mismo.
Yo creo que es la primera vez que el pagador, el contratante, el empleador, el ideólogo, el defraudador sale ileso de una estafa colosal a la hacienda pública. En cambio los asalariados, los currantes, los jugadores se comen la complementaria más la sanción correspondiente y para rematarlo todos a la fruta calle (menos el capitán Alesanco y Zubizarreta, dos de los más mediáticos en dicho motín). Aquí una vez más, los poderes públicos y los políticos se hicieron los locos; ni hacienda, ni trabajo, ni sindicatos dijeron nada al FC Barcelona, tampoco le recriminaron nada la RFEF, la Liga o los medios. Todos pasaron página rápidamente y de puntillas, nadie investigó nada y para colmo, el desaguisado lo pagó con su dinero una televisión pública con el que renovaron toda la plantilla.