Ciudad de provincias.
He vivido en las más grandes ciudades del planeta (Nueva York, Tokio, etc) y acaban por envenenarle a uno el cuerpo y la mente. Lo he hecho con medios, lo que abre infinitas opciones culturales y sociales. Pero el "human noise" es abrumador.
También he vivido en caseríos, mansiones y fincas por medio mundo. El problema empieza en el momento que necesitas algo, ya sea un supermercado o un dentista. Todo require coche y organizarse. Incluso con chofer y tal, con una mansión en un acantilado y playa propia de kilómetros, ir de cena o al sastre requiere hacer carretera.
Cierto es que, entre ambas, prefiero el campo.
Pero el compromiso fetén está en la ciudad de provincias. Si se elige bien, se tiene todo.