Douglas MacArthur
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Interesante artículo y muy recomendable, más de uno me ha preguntado sobre este tema estos meses atrás:
¿Cómo funciona una espiral deflacionista y por qué puede ser una trampa letal para la Eurozona?
¿Cómo funciona una espiral deflacionista y por qué puede ser una trampa letal para la Eurozona?
EURUSD
1,1979+0,35%
17:01 - 30/11/2020
La crisis del el bichito-19 ha llegado en un momento en el que las economías avanzadas, como la zona euro, ya se enfrentaban a una serie importante de riesgos: baja productividad, envejecimiento de la población, sostenibilidad de las pensiones, baja inflación... Esta crisis ha acelerado ciertas tendencias a la par que ha convertido a algunos de estos problemas futuros en presentes, como es el caso de la baja inflación y las dificultades de la banca central para impedir esta deriva. La zona euro podría enfrentarse a una trampa deflacionista y sin las armas necesarias para escapar de la misma.
Es cierto que la economía de la zona euro aún no se encuentra dentro de una espiral deflacionista, pero el riesgo se eleva con cada dato mensual de inflación en medio de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. El IPC armonizado del bloque lleva casi un año desinflándose (desinflación), incluso antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se veía esta tendencia que ahora se ha agudizado. Además, la reciente fortaleza del euro, rozando los 1,2 dólares, supone un lastre más para la inflación, sobre todo si la moneda única sigue apreciándose. Los expertos coinciden en señalar que a corto plazo el gran riesgo es la deflación (en el medio y largo plazo puede ser bien distinto).
¿Qué tiene de malo que bajen los precios? Parece el sueño de cualquier consumidor. Sin embargo, en economía, lo que de forma individual puede parecer una bendición, de forma agregada puede ser un gran problema. Unos precios congelados o a la baja pueden llevar a millones de consumidores a retrasar sus decisiones de consumo (o inversión: quién va a comprar una casa si prevé que su precio bajará), lastrando el crecimiento económico y el resultado de las empresas, que a su vez recortarán sus planes de inversión y de creación de empleo. Se crea un círculo vicioso con nefastas consecuencias. Algo similar pasa con el ahorro. Que una familia ahorre puede ser positivo de forma individual, pero si todas ahorran a la vez (reducen el consumo), la economía se hunde, se genera desempleo y al final termina cayendo la renta de las familias.
Ahora, el el bichito ha agravado la situación llevando los precios a territorio negativo en los tres últimos meses. Lo peor es que la tendencia es clara, un IPC más negativo. El propio Banco Central Europeo descartó en su última reunión una vuelta de la inflación, al menos, hasta 2021. A diferencia de 2014-2015, en esta ocasión la zona euro se encuentra en una crisis profunda y el BCE ya ha desplegado el grueso de su arsenal, lo que limita las opciones para abandonar esta tendencia y aumenta el riesgo de que se convierta en una espiral.
Este principio de deflación es síntoma de una demanda muy débil, que en los próximos meses podría seguir perdiendo fuerza, generando un círculo vicioso en el que los consumidores retrasan sus decisiones por la enorme incertidumbre y porque ven que los precios no paran de bajar, lo que a su vez genera una deflación aún mayor. De convertirse en realidad este escenario, la Eurozona se enfrentaría a una espiral deflacionista dentro, a su vez, de una trampa de liquidez. El BCE ha bajado ya los tipos de interés oficiales por debajo de cero y ha desplegado grandes programas de estímulo, lo que merma el margen de actuación.
Marchel Alexandrovich, economista de Jefferies, reconocía en una nota que el riesgo de deflación en la zona euro se encuentra al alza. "Un tercio de toda la cesta de bienes y servicios de la zona euro se encuentra ya en deflación (precios a la baja)". Philippe Waechter, economista de Natixis, también advertía en un análisis reciente sobre la Eurozona de que "la mayor amenaza a corto plazo es la deflación". La baja inflación observada en la zona del euro se traducirá en una dinámica salarial muy débil. Mientras las restricciones sanitarias continúen afectando a la actividad, la demanda será escasa, aseguraba el experto.
Peor que en 2014-2016
En los últimos meses, la situación empieza a recordar al escenario que se vivió 2014-2016, pero cuenta con varios agravantes que hacen de este riesgo uno de los más peligrosos para la economía Europea. Por un lado, el grado de incertidumbre es mucho mayor ahora que en 2015, cuando no había ninguna esa época en el 2020 de la que yo le hablo azotando al Viejo Continente. Por otro lado, la economía está atravesando una zona de grandes turbulencias que además están afectando a la medición de precios, lo que complica aún más la toma de medidas para subsanar la situación.
También resulta relevante que la inflación subyacente están en mínimos históricos (0,2%), mientras que en el periodo 2014-2016 no bajó del 0,6%. Por último, la política monetaria llega exhausta para luchar contra esta caída de la inflación: todas las herramientas a disposición del BCE están fuera de su caja y como mucho se puede ampliar su tamaño, un movimiento cuyo impacto podría ser escaso dados los rendimientos decrecientes (y riesgos crecientes) de estas políticas.
¿Cómo funciona una espiral deflacionista?
Esto último es lo que puede convertir un periodo de deflación en una espiral deflacionista. Olivier Blanchard, profesor de la Universidad de Harvard, explica este fenómeno en sus manuales de macroeconomía de forma concisa. "Cuando la inflación cae por debajo del nivel deseado, la labor del banco central parece sencilla: reducir los tipos de interés hasta que la producción haya vuelto a su nivel natural". Si la inflación está, por ejemplo, al 1,5% y los tipos de interés en el 3%, el banco central puede bajar el precio del dinero con facilidad hasta que la economía alcance un nuevo punto de equilibrio.
¿Qué pasa si los tipos de interés ya están en el 0% y la inflación no mejora? "Si la economía está muy deprimida, el tipo de interés necesario para devolver la producción (el PIB) a su nivel natural puede ser negativo. Sin embargo, la restricción del límite inferior cerca de cero (zero lower bound) puede hacer imposible alcanzar este tipo de interés real negativo. Supongamos, por ejemplo, que la inflación inicial es cero. Debido al límite inferior, el tipo de interés más bajo que puede usar el banco central es 0%, lo que, combinado con una inflación cero, implica que el tipo de interés real es de 0% (real quiere decir descontando la inflación)... Esto da inicio a lo que los economistas llaman una espiral de deflación o una trampa de deflación", explica Blanchard.
La fortaleza del euro acorrala al BCE y desata el miedo a una espiral deflacionista
Si la inflación, además, cae por debajo de cero (como está ocurriendo ahora) y los tipos de interés nominales que establece el banco central no pueden adentrarse mucho más en territorio negativo, la política monetaria adoptará de forma involuntaria una postura contractiva, en lugar de expansiva. Consumidores y empresas retrasarán sus decisiones de compra e inversión esperando que bajen más los precios y "la deflación se hará cada vez más grande. Es poco lo que puede hacer el banco central, la economía irán de mal en peor. Este escenario no es solo una preocupación teórica. Este es en gran medida el escenario que se desarrolló durante la Gran Depresión entre 1929 a 1933, la inflación se convirtió en una deflación cada vez mayor", sentencia Blanchard.
Preocupación en la banca central
Aunque los esperanzadores avances en las banderillas contra el el bichito-19 están retirando parte de la incertidumbre y generando optimismo en los mercados, los banqueros centrales ven con preocupación la tendencia de los precios en la zona euro y el escaso margen de actuación. En el periodo 2014-2016 todavía había margen para bajar los tipos y no existía un programa de compra de bonos. En la zona euro, el tipo de interés de la facilidad de depósito del BCE ya se encontraba en el -0,5% antes de la crisis del el bichito-19. Los tipos se encuentran en su límite inferior, ya no hay una tras*misión perfecta de la política monetaria porque los bancos tienen dificultades para trasladar los tipos negativos a sus clientes. Esto se conoce como cota inferior de los tipos o zero lower bound.
Esta semana, Pablo Hernández Cos ponía de relieve en un discurso esta compleja situación: "La cota inferior a los tipos de interés introduce una asimetría en la conducción de la política monetaria. Si la inflación sube por encima de su objetivo, los bancos centrales pueden subir los tipos de interés lo que sea necesario para 'enfriar' la economía. Sin embargo, ante shocks deflacionistas que llevan la inflación por debajo del objetivo y al banco central a reducir sus tipos de interés, estos pueden terminar 'chocando' con su cota inferior. Esta asimetría hace que la política monetaria sea potencialmente muy efectiva en su lucha contra la inflación, pero no tanto en su lucha contra la deflación o, incluso, una inflación persistentemente baja. Esto último puede llevar a un peligroso círculo vicioso", reconocía el banquero español.
De Cos sentencia que esto deja un menor espacio para proporcionar estímulo a la economía en períodos recesivos con baja inflación, "lo cual abunda en menores expectativas de inflación, y así sucesivamente. En este contexto de tipos naturales históricamente bajos, pérdida de capacidad de maniobra para la política de tipos de interés y riesgo de desanclaje de las expectativas de inflación, los principales bancos centrales han visto necesario replantearse su estrategia de política monetaria, es decir, la manera en que se articulan sus objetivos de política monetaria y cómo se persiguen dichos objetivos con las herramientas disponibles".
Para evitar caer en este tipo de trampas o espirales, los bancos centrales se encuentran inmersos en una profunda revisión de sus políticas monetarias. Dentro de estas revisiones destaca, como no podía ser de otra forma, el objetivo de inflación. Un cambio de este objetivo o de las herramientas para alcanzarlo puede generar unas mayores expectativas de inflación (la inflación que prevén en el futuro los agentes) que lleve a consumidores y empresas a tomar sus decisiones y contribuir al crecimiento económico y, por ende, al de la inflación. Una vez que la inflación levante el vuelo, la tarea para los bancos centrales será mucho más sencilla.
¿Cómo funciona una espiral deflacionista y por qué puede ser una trampa letal para la Eurozona?
¿Cómo funciona una espiral deflacionista y por qué puede ser una trampa letal para la Eurozona?
- La caída de los precios llega con un BCE exhausto y con el arsenal ya desplegado
- En el periodo de 'deflación' 2014-2016' había margen para bajar los tipos
- De Cos: "La política monetaria no es tan efectiva para luchar contra la deflación"
EURUSD
1,1979+0,35%
17:01 - 30/11/2020
La crisis del el bichito-19 ha llegado en un momento en el que las economías avanzadas, como la zona euro, ya se enfrentaban a una serie importante de riesgos: baja productividad, envejecimiento de la población, sostenibilidad de las pensiones, baja inflación... Esta crisis ha acelerado ciertas tendencias a la par que ha convertido a algunos de estos problemas futuros en presentes, como es el caso de la baja inflación y las dificultades de la banca central para impedir esta deriva. La zona euro podría enfrentarse a una trampa deflacionista y sin las armas necesarias para escapar de la misma.
Es cierto que la economía de la zona euro aún no se encuentra dentro de una espiral deflacionista, pero el riesgo se eleva con cada dato mensual de inflación en medio de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. El IPC armonizado del bloque lleva casi un año desinflándose (desinflación), incluso antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se veía esta tendencia que ahora se ha agudizado. Además, la reciente fortaleza del euro, rozando los 1,2 dólares, supone un lastre más para la inflación, sobre todo si la moneda única sigue apreciándose. Los expertos coinciden en señalar que a corto plazo el gran riesgo es la deflación (en el medio y largo plazo puede ser bien distinto).
¿Qué tiene de malo que bajen los precios? Parece el sueño de cualquier consumidor. Sin embargo, en economía, lo que de forma individual puede parecer una bendición, de forma agregada puede ser un gran problema. Unos precios congelados o a la baja pueden llevar a millones de consumidores a retrasar sus decisiones de consumo (o inversión: quién va a comprar una casa si prevé que su precio bajará), lastrando el crecimiento económico y el resultado de las empresas, que a su vez recortarán sus planes de inversión y de creación de empleo. Se crea un círculo vicioso con nefastas consecuencias. Algo similar pasa con el ahorro. Que una familia ahorre puede ser positivo de forma individual, pero si todas ahorran a la vez (reducen el consumo), la economía se hunde, se genera desempleo y al final termina cayendo la renta de las familias.
Ahora, el el bichito ha agravado la situación llevando los precios a territorio negativo en los tres últimos meses. Lo peor es que la tendencia es clara, un IPC más negativo. El propio Banco Central Europeo descartó en su última reunión una vuelta de la inflación, al menos, hasta 2021. A diferencia de 2014-2015, en esta ocasión la zona euro se encuentra en una crisis profunda y el BCE ya ha desplegado el grueso de su arsenal, lo que limita las opciones para abandonar esta tendencia y aumenta el riesgo de que se convierta en una espiral.
Este principio de deflación es síntoma de una demanda muy débil, que en los próximos meses podría seguir perdiendo fuerza, generando un círculo vicioso en el que los consumidores retrasan sus decisiones por la enorme incertidumbre y porque ven que los precios no paran de bajar, lo que a su vez genera una deflación aún mayor. De convertirse en realidad este escenario, la Eurozona se enfrentaría a una espiral deflacionista dentro, a su vez, de una trampa de liquidez. El BCE ha bajado ya los tipos de interés oficiales por debajo de cero y ha desplegado grandes programas de estímulo, lo que merma el margen de actuación.
Marchel Alexandrovich, economista de Jefferies, reconocía en una nota que el riesgo de deflación en la zona euro se encuentra al alza. "Un tercio de toda la cesta de bienes y servicios de la zona euro se encuentra ya en deflación (precios a la baja)". Philippe Waechter, economista de Natixis, también advertía en un análisis reciente sobre la Eurozona de que "la mayor amenaza a corto plazo es la deflación". La baja inflación observada en la zona del euro se traducirá en una dinámica salarial muy débil. Mientras las restricciones sanitarias continúen afectando a la actividad, la demanda será escasa, aseguraba el experto.
Peor que en 2014-2016
En los últimos meses, la situación empieza a recordar al escenario que se vivió 2014-2016, pero cuenta con varios agravantes que hacen de este riesgo uno de los más peligrosos para la economía Europea. Por un lado, el grado de incertidumbre es mucho mayor ahora que en 2015, cuando no había ninguna esa época en el 2020 de la que yo le hablo azotando al Viejo Continente. Por otro lado, la economía está atravesando una zona de grandes turbulencias que además están afectando a la medición de precios, lo que complica aún más la toma de medidas para subsanar la situación.
También resulta relevante que la inflación subyacente están en mínimos históricos (0,2%), mientras que en el periodo 2014-2016 no bajó del 0,6%. Por último, la política monetaria llega exhausta para luchar contra esta caída de la inflación: todas las herramientas a disposición del BCE están fuera de su caja y como mucho se puede ampliar su tamaño, un movimiento cuyo impacto podría ser escaso dados los rendimientos decrecientes (y riesgos crecientes) de estas políticas.
¿Cómo funciona una espiral deflacionista?
Esto último es lo que puede convertir un periodo de deflación en una espiral deflacionista. Olivier Blanchard, profesor de la Universidad de Harvard, explica este fenómeno en sus manuales de macroeconomía de forma concisa. "Cuando la inflación cae por debajo del nivel deseado, la labor del banco central parece sencilla: reducir los tipos de interés hasta que la producción haya vuelto a su nivel natural". Si la inflación está, por ejemplo, al 1,5% y los tipos de interés en el 3%, el banco central puede bajar el precio del dinero con facilidad hasta que la economía alcance un nuevo punto de equilibrio.
¿Qué pasa si los tipos de interés ya están en el 0% y la inflación no mejora? "Si la economía está muy deprimida, el tipo de interés necesario para devolver la producción (el PIB) a su nivel natural puede ser negativo. Sin embargo, la restricción del límite inferior cerca de cero (zero lower bound) puede hacer imposible alcanzar este tipo de interés real negativo. Supongamos, por ejemplo, que la inflación inicial es cero. Debido al límite inferior, el tipo de interés más bajo que puede usar el banco central es 0%, lo que, combinado con una inflación cero, implica que el tipo de interés real es de 0% (real quiere decir descontando la inflación)... Esto da inicio a lo que los economistas llaman una espiral de deflación o una trampa de deflación", explica Blanchard.
La fortaleza del euro acorrala al BCE y desata el miedo a una espiral deflacionista
Si la inflación, además, cae por debajo de cero (como está ocurriendo ahora) y los tipos de interés nominales que establece el banco central no pueden adentrarse mucho más en territorio negativo, la política monetaria adoptará de forma involuntaria una postura contractiva, en lugar de expansiva. Consumidores y empresas retrasarán sus decisiones de compra e inversión esperando que bajen más los precios y "la deflación se hará cada vez más grande. Es poco lo que puede hacer el banco central, la economía irán de mal en peor. Este escenario no es solo una preocupación teórica. Este es en gran medida el escenario que se desarrolló durante la Gran Depresión entre 1929 a 1933, la inflación se convirtió en una deflación cada vez mayor", sentencia Blanchard.
Preocupación en la banca central
Aunque los esperanzadores avances en las banderillas contra el el bichito-19 están retirando parte de la incertidumbre y generando optimismo en los mercados, los banqueros centrales ven con preocupación la tendencia de los precios en la zona euro y el escaso margen de actuación. En el periodo 2014-2016 todavía había margen para bajar los tipos y no existía un programa de compra de bonos. En la zona euro, el tipo de interés de la facilidad de depósito del BCE ya se encontraba en el -0,5% antes de la crisis del el bichito-19. Los tipos se encuentran en su límite inferior, ya no hay una tras*misión perfecta de la política monetaria porque los bancos tienen dificultades para trasladar los tipos negativos a sus clientes. Esto se conoce como cota inferior de los tipos o zero lower bound.
Esta semana, Pablo Hernández Cos ponía de relieve en un discurso esta compleja situación: "La cota inferior a los tipos de interés introduce una asimetría en la conducción de la política monetaria. Si la inflación sube por encima de su objetivo, los bancos centrales pueden subir los tipos de interés lo que sea necesario para 'enfriar' la economía. Sin embargo, ante shocks deflacionistas que llevan la inflación por debajo del objetivo y al banco central a reducir sus tipos de interés, estos pueden terminar 'chocando' con su cota inferior. Esta asimetría hace que la política monetaria sea potencialmente muy efectiva en su lucha contra la inflación, pero no tanto en su lucha contra la deflación o, incluso, una inflación persistentemente baja. Esto último puede llevar a un peligroso círculo vicioso", reconocía el banquero español.
De Cos sentencia que esto deja un menor espacio para proporcionar estímulo a la economía en períodos recesivos con baja inflación, "lo cual abunda en menores expectativas de inflación, y así sucesivamente. En este contexto de tipos naturales históricamente bajos, pérdida de capacidad de maniobra para la política de tipos de interés y riesgo de desanclaje de las expectativas de inflación, los principales bancos centrales han visto necesario replantearse su estrategia de política monetaria, es decir, la manera en que se articulan sus objetivos de política monetaria y cómo se persiguen dichos objetivos con las herramientas disponibles".
Para evitar caer en este tipo de trampas o espirales, los bancos centrales se encuentran inmersos en una profunda revisión de sus políticas monetarias. Dentro de estas revisiones destaca, como no podía ser de otra forma, el objetivo de inflación. Un cambio de este objetivo o de las herramientas para alcanzarlo puede generar unas mayores expectativas de inflación (la inflación que prevén en el futuro los agentes) que lleve a consumidores y empresas a tomar sus decisiones y contribuir al crecimiento económico y, por ende, al de la inflación. Una vez que la inflación levante el vuelo, la tarea para los bancos centrales será mucho más sencilla.