El miércoles se emitió el capítulo final de
Friday Night Lights, que echa el cierre después de cinco temporadas. La verdad es que es una serie con unas premisas que echan para atrás. Está centrada en torno al equipo de fútbol americano del instituto de una pequeña localidad de Texas. Los protagonistas son los jugadores adolescentes y su entrenador, el inolvidable coach Taylor.
Echa para atrás la historia, porque parece que hace temer una serie de típicos embrollos de instituto con adolescentes sobrehormonados y complejos ridículos. Además, el fútbol americano resulta muy poco atractivo desde nuestro desconocimiento de este deporte. Adolescentes, la América profunda, deporte de instituto... son premisas que quitan las ganas a cualquiera y sin embargo estamos hablando de uno de los mejores dramas de los últimos tiempos, pero los planteamientos iniciales resultan tan poco sofisticados que a muchos les sigue costando reconocer que Friday Night Lights es una serie sobresaliente, con un gran reparto, personajes profundos, carismáticos y una extraordinaria capacidad para implicar al espectador en las tramas que protagonizan.
Friday Night Lights es una serie de adolescentes,pero no para adolescentes. Es una serie para adultos. Aunque el contexto invite al cliché, es casi imposible encontrar ninguno. Todo es de verdad y ese verismo se traslada incluso a la dirección, con la grabación cámara en mano y las escenas desencuadradas tan características.
En la pequeña localidad de Dillon todo gira en torno al partido que juegan los viernes por la noche los Panthers. Las estrellas del equipo son el orgullo del pueblo y auténticas celebridades locales. Al comienzo de la primera temporada, se hace cargo de los Panthers un nuevo entrenador, Eric Taylor, que se va a revelar como un auténtico forjador de hombres, siendo un padre para sus jugadores y consiguiendo mantener unido al grupo en los momentos más difíciles, como la gravísima lesión de su jugador estrella en el primer partido. Su sustituto, el quarterback suplente Matt Saracen, es un chico tímido y sensible que se ve enfrentado a una responsabilidad inesperada que afrontará con la ayuda de su entrenador, convirtiéndose es uno de los personajes que mayor empatía genera en el espectador que yo haya visto en televisión.
La primera temporada es realmente brillante, la segunda fue muy desigual debido a la huelga de guionistas, pero recupera las esencias en la tercera. En ese punto la serie estuvo a punto de cancelarse y parecía un final natural, ya que se había cumplido el ciclo de los chicos protagonistas en el instituto, pero se consiguieron dos temporadas más con cambios obligados, como la aparición de una nueva generación de jugadores y diversos sobresaltos personales. Son dos temporadas notables, pero sin el brillo y el encanto de las primeras. Aún así, el episodio final (5x13, Always) fue enormemente emotivo para los fans, con la vuelta de todos los antiguos protagonistas para despedirse.
Buen ejemplo de cómo se descubren grandes grandes historias si nos libramos de ciertos prejuicios.
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