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✟ Católico converso ✟
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Como católico, me gustaría realizar una encuesta para conocer cuántos hermanos católicos verdaderos hay entre nosotros y cuantos cumplen con el deber católico en lo referente al ámbito sensual. Ruego a los no católicos que se abstengan de participar en la encuesta.
La jovenlandesal católica da una gran importancia a la castidad. La castidad es la pureza sensual. Las personas que son castas son jovenlandesalmente puras en pensamientos, palabras y obras. La castidad significa abstenerse de cualquier relación sensual prematrimonial, ser completamente fiel al cónyuge en el matrimonio y buscar siempre la procreación.
La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer sensual. Éste es jovenlandesalmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión. «Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5, 27-28).
La masturbación es un pecado gravemente contrario a la castidad. Es la banalización una de la sexualidad que conlleva la banalización de la persona.
La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio.
El consumo de pronografía es un grave pecado contra esa dignidad. Nos quita esas partes íntimas, destinadas a comunicar amor, y deshumaniza, nos convierte en objetos.
La prespitación atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella, y el que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo.
Las personas gayses están llamadas a la castidad. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
La jovenlandesal católica da una gran importancia a la castidad. La castidad es la pureza sensual. Las personas que son castas son jovenlandesalmente puras en pensamientos, palabras y obras. La castidad significa abstenerse de cualquier relación sensual prematrimonial, ser completamente fiel al cónyuge en el matrimonio y buscar siempre la procreación.
La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer sensual. Éste es jovenlandesalmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión. «Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5, 27-28).
La masturbación es un pecado gravemente contrario a la castidad. Es la banalización una de la sexualidad que conlleva la banalización de la persona.
La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio.
El consumo de pronografía es un grave pecado contra esa dignidad. Nos quita esas partes íntimas, destinadas a comunicar amor, y deshumaniza, nos convierte en objetos.
La prespitación atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella, y el que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo.
Las personas gayses están llamadas a la castidad. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.