M. Priede
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Juan Gaytán, como se ha relatado, las había nombrado en 1555 como Mesa, Desgraciada, Olloa o los Monges. Eran los Majos en el mapa que Anson sustrajo del galeón de Manila en 1742. Los ingleses encontraron instrumentos de hierro a su llegada y, según el relato del marinero inglés John Nichol, después de Cook, los indígenas usaban palabras de raíz latina: terra para tierra, nuna para luna, sola para sol, oma para hombre, leo para perro... Sorprende el esfuerzo aplicado durante dos siglos para modificar el pasado.
Cuando a los niños ingleses les enseñan en el colegio que el primero en dar la vuelta al mundo fue Drake, al hacerlo cincuenta años después que Juan Sebastián de Elcano es señal de que las fuentes historiográficas que se manejan en ese país no son muy de fiar.
Lo realmente sorprendente es que los españoles nos traguemos sin rechistar argumentaciones de boca del señor Kamen sobre nuestro pasado, mientras otros tergiversan la historia para esconder las deudas pendientes. Lo cierto es que los españoles descubrieron América y medio mundo no por casualidad, sino porque tenían los mejores astrónomos, geógrafos, navegantes, médicos e ingenieros. Cuya ciencia se venía acumulando desde 300 años antes, cuando Alfonso X el Sabio funda la Escuela de Traductores de Toledo. Y la otra mitad del mundo la descubrió el país hermano, Portugal, que compartía el liderazgo científico con España, que ellos localizaban en la Escuela de Pilotage de Sagres, primer centro náutico del mundo, fundado por Enrique el Navegante.
Tal era la competencia entre ambos países, y la ventaja que llevaban al resto, que se repartieron el mundo con el tratado de Tordesillas de 1494. España y Portugal, después de 800 años de reconquista contra los jovenlandeses, estaban curtidos en la guerra, en la mar y en las ciencias. Y frente a eso el mundo cayó como piezas de dominó, y no por casualidad como algunos afirman.
José Antonio Crespo-Francés, coronel en situación de Reserva.
http://www.elespiadigital.com/images/stories/Documentos2/HAWAII ESPAÑOL.pdf
Cuando a los niños ingleses les enseñan en el colegio que el primero en dar la vuelta al mundo fue Drake, al hacerlo cincuenta años después que Juan Sebastián de Elcano es señal de que las fuentes historiográficas que se manejan en ese país no son muy de fiar.
Lo realmente sorprendente es que los españoles nos traguemos sin rechistar argumentaciones de boca del señor Kamen sobre nuestro pasado, mientras otros tergiversan la historia para esconder las deudas pendientes. Lo cierto es que los españoles descubrieron América y medio mundo no por casualidad, sino porque tenían los mejores astrónomos, geógrafos, navegantes, médicos e ingenieros. Cuya ciencia se venía acumulando desde 300 años antes, cuando Alfonso X el Sabio funda la Escuela de Traductores de Toledo. Y la otra mitad del mundo la descubrió el país hermano, Portugal, que compartía el liderazgo científico con España, que ellos localizaban en la Escuela de Pilotage de Sagres, primer centro náutico del mundo, fundado por Enrique el Navegante.
Tal era la competencia entre ambos países, y la ventaja que llevaban al resto, que se repartieron el mundo con el tratado de Tordesillas de 1494. España y Portugal, después de 800 años de reconquista contra los jovenlandeses, estaban curtidos en la guerra, en la mar y en las ciencias. Y frente a eso el mundo cayó como piezas de dominó, y no por casualidad como algunos afirman.
José Antonio Crespo-Francés, coronel en situación de Reserva.
http://www.elespiadigital.com/images/stories/Documentos2/HAWAII ESPAÑOL.pdf