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Quitáis las ganas de vivir
Hallado en Albacete un “excepcional” conjunto de armas de época romana
Hallado en Albacete un “excepcional” conjunto de armas de época romana
Los expertos hacen públicas por primera vez, tras dos décadas de trabajos, las 30 piezas militares íberas y sertorianas exhumadas en el yacimiento oretano de Libisosa
Casco íbero hallado en el yacimiento de Libisosa, en Lazuza (Albacete).HÉCTOR UROZ
VICENTE G. OLAYA
Madrid - 30 DIC 2020 - 09:52 CET
Libisosa ―una ciudad oretana levantada en el siglo V a.C. sobre un cerro del actual término de Lezuza (Albacete)― sufrió, al menos, dos grandes destrucciones. La primera, parcial, en el II a. C., por un escarmiento de los romanos. La segunda, con carácter definitivo, durante las guerras sertorianas, que enfrentaron en Hispania a las facciones que pugnaban por el poder en Roma entre los años 82 y 72 a. C.
Los expertos de las universidades de Alicante y Murcia llevan más de dos décadas investigando los niveles de destrucción de este asentamiento de 30 hectáreas. En este tiempo, los arqueólogos han hallado viviendas, calles, talleres, ajuares o vajillas, en lo que se considera un yacimiento “excepcional congelado en el tiempo”. Y ahora, por primera vez, hacen públicos los resultados del estudio integral del conjunto de armas que defensores y atacantes iberos y romanos utilizaron durante las guerras o las ceremonias sagradas que se celebraban en el interior de las edificaciones. Más de treinta armas completas han sido ya estudiadas, entre las que se incluye un espectacular casco de hierro, espadas, puñales, pila (jabalinas) y hasta proyectiles pesados para las máquinas de guerra, además de bocados de caballo y numerosas espuelas.
El artículo El armamento de época iberromana de Libisosa, un conjunto excepcional, firmado por el catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Quesada ―el mayor experto español en armas de época ibérica y romana―, junto al del codirector de las excavaciones Héctor Uroz, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia, indica que el conjunto de piezas militares “se convierte, por derecho propio, en uno de los más importantes de la península Ibérica para el periodo republicano avanzado, entre las guerras celtibéricas y las sertorianas (del 150 al 75 a. C.). Y lo es tanto por el amplio número de piezas como por la excelente conservación de la mayoría”.
Uroz explica que el número de armas halladas de ambos periodos “es prácticamente el mismo”, aunque la mayoría de los puñales y espuelas serían de tradición ibérica, mientras que las espadas y jabalinas son romanas. “Es muy difícil determinar quién usó cada arma encontrada, porque los soldados, a lo largo de su carrera, iban recolectando muchas y usaban unas u otras indistintamente. Es casi imposible saber si una espada recta o un pilum fueron empuñados por un romano o por un íbero, que combatían de forma similar. Se necesitan elementos adicionales contextuales para determinarlo y no siempre se encuentran”, señala Quesada.
De todos los hallazgos militares, el más espectacular, sin duda, es el de un casco de hierro. Se trata de una pieza completa de las llamadas de tipo Montefortino. Sin embargo, carece de carrilleras, piezas que protegían los laterales del rostro, y que eran habituales en este casco empleado por las legiones y muchos aliados y enemigos, en este caso retirando los cubremejillas. Aunque su estado de conservación es muy bueno, “está deformado por la presión, algo aplastado”, explica el informe de Quesada y Uroz, y “presenta la huella de un gran golpe romo en el parietal izquierdo”.
Fue fabricado en hierro, lo que es muy raro en este periodo, y pesa 1,5 kilos, “muy por encima de los valores para estos cascos que, en sus variantes más tardías de los siglos II al I antes de Cristo, rara vez sobrepasan el kilo, sino que oscilan entre los 700 y 900 gramos. Solo modelos más antiguos (350-250 a. C.) llegan a los dos kilos”.
Dos espadas de época romana halladas en el yacimiento de Libisosa (Lezuza, Albacete)HÉCTOR UROZ
Fue encontrado en el interior de una pequeña edificación junto a otros objetos ibéricos, entre ellos la llamada “crátera de la monomaquia”, que muestra a dos guerreros en combate, ataviados con sendos cascos de este tipo y usando la falcata, espada íbera. “Se puede considerar una producción local, hispana, imitando modelos itálicos en bronce, puesto que los cascos legionarios de este periodo, e incluso del siglo anterior, eran casi universalmente de bronce. Lo que parece más seguro es que no sería nada probable que hacia el 75 a. C. un legionario romano recibiera un casco de hierro sin carrilleras y de kilo y medio de peso como parte de su equipo”, señala Quesada. Actualmente se puede admirar en el Museo Arqueológico de Lezuza.
Además del casco, se han hallado dos espadas de hoja recta. Una fue encontrada apoyada verticalmente en una pared de un lugar de culto del siglo II a. C., lo que provocó que se curvase. Junto a ellas, más armas, como un puñal completo de hierro de 29,3 centímetros con empuñadura casi completa. “Las dos espadas son especialmente significativas. Estamos ante ejemplares del gladius hispaniensis [espada romana republicana] o de su prototipo. Dado que ese nombre se asocia indistintamente, en según qué ocasiones, a la morfología o al usuario, se provoca confusión. En realidad, en pleno siglo II a. C., por la pieza misma no puede deducirse si en su último uso la empuñó un hispano resistente contra Roma, un hispano aliado de Roma o un legionario romano”, afirma Quesada.
En su informe, los arqueólogos detallan más piezas, como puntas de flecha, cuchillos, umbos (elementos metálicos que iban en la parte exterior y central de los escudos), pila, bocados de arreos, espuelas (seis íberas y una romana)…
Vista aérea del yacimiento de Libisosa. En vídeo, la ciudad oretana “congelada en el tiempo”: una historia de destrucción.FOTO Y VÍDEO: JUNTA DE CASTILLA-LA MANCHA
También han hallado (en unas investigaciones financiadas por la Junta de Castilla-La Mancha, la Diputación de Albacete, el Instituto de Estudios Albacetenses, el Ayuntamiento de Lezuza y las universidades de Alicante y Murcia) un proyectil de artillería de forma esférica ligeramente irregular. Fue tallado en cuarcita gris extremadamente dura y mide 7,5 centímetros. Su peso es de 580 gramos. Fue encontrado también dentro de un edificio, por lo que “no parece probable que llegara por lanzamiento desde el exterior de la ciudad en el ataque de época sertoriana”.
El estudio concluye: “Las armas de Lezuza ocupan un lugar relevante en la investigación del armamento republicano tardío de Iberia, al mismo nivel —o incluso por encima en lo contextual— que conjuntos tan importantes como los de Numancia, Cáceres el Viejo, Valentia, Caminreal, la Azucarera u Osuna. Y todo hace pensar que se seguirán aportando, en los años venideros, más objetos que amplíen y contribuyan a la comprensión” de este período de la historia. Y es que los arqueólogos solo han excavado el 10 por ciento de las 30 hectáreas de la ciudad que soportó dos destrucciones, dejando sepultado hasta nuestros días todo lo que se encontraba en su interior.
Hallado en Albacete un “excepcional” conjunto de armas de época romana
Los expertos hacen públicas por primera vez, tras dos décadas de trabajos, las 30 piezas militares íberas y sertorianas exhumadas en el yacimiento oretano de Libisosa
VICENTE G. OLAYA
Madrid - 30 DIC 2020 - 09:52 CET
Libisosa ―una ciudad oretana levantada en el siglo V a.C. sobre un cerro del actual término de Lezuza (Albacete)― sufrió, al menos, dos grandes destrucciones. La primera, parcial, en el II a. C., por un escarmiento de los romanos. La segunda, con carácter definitivo, durante las guerras sertorianas, que enfrentaron en Hispania a las facciones que pugnaban por el poder en Roma entre los años 82 y 72 a. C.
Los expertos de las universidades de Alicante y Murcia llevan más de dos décadas investigando los niveles de destrucción de este asentamiento de 30 hectáreas. En este tiempo, los arqueólogos han hallado viviendas, calles, talleres, ajuares o vajillas, en lo que se considera un yacimiento “excepcional congelado en el tiempo”. Y ahora, por primera vez, hacen públicos los resultados del estudio integral del conjunto de armas que defensores y atacantes iberos y romanos utilizaron durante las guerras o las ceremonias sagradas que se celebraban en el interior de las edificaciones. Más de treinta armas completas han sido ya estudiadas, entre las que se incluye un espectacular casco de hierro, espadas, puñales, pila (jabalinas) y hasta proyectiles pesados para las máquinas de guerra, además de bocados de caballo y numerosas espuelas.
El artículo El armamento de época iberromana de Libisosa, un conjunto excepcional, firmado por el catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Quesada ―el mayor experto español en armas de época ibérica y romana―, junto al del codirector de las excavaciones Héctor Uroz, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia, indica que el conjunto de piezas militares “se convierte, por derecho propio, en uno de los más importantes de la península Ibérica para el periodo republicano avanzado, entre las guerras celtibéricas y las sertorianas (del 150 al 75 a. C.). Y lo es tanto por el amplio número de piezas como por la excelente conservación de la mayoría”.
Uroz explica que el número de armas halladas de ambos periodos “es prácticamente el mismo”, aunque la mayoría de los puñales y espuelas serían de tradición ibérica, mientras que las espadas y jabalinas son romanas. “Es muy difícil determinar quién usó cada arma encontrada, porque los soldados, a lo largo de su carrera, iban recolectando muchas y usaban unas u otras indistintamente. Es casi imposible saber si una espada recta o un pilum fueron empuñados por un romano o por un íbero, que combatían de forma similar. Se necesitan elementos adicionales contextuales para determinarlo y no siempre se encuentran”, señala Quesada.
De todos los hallazgos militares, el más espectacular, sin duda, es el de un casco de hierro. Se trata de una pieza completa de las llamadas de tipo Montefortino. Sin embargo, carece de carrilleras, piezas que protegían los laterales del rostro, y que eran habituales en este casco empleado por las legiones y muchos aliados y enemigos, en este caso retirando los cubremejillas. Aunque su estado de conservación es muy bueno, “está deformado por la presión, algo aplastado”, explica el informe de Quesada y Uroz, y “presenta la huella de un gran golpe romo en el parietal izquierdo”.
Fue fabricado en hierro, lo que es muy raro en este periodo, y pesa 1,5 kilos, “muy por encima de los valores para estos cascos que, en sus variantes más tardías de los siglos II al I antes de Cristo, rara vez sobrepasan el kilo, sino que oscilan entre los 700 y 900 gramos. Solo modelos más antiguos (350-250 a. C.) llegan a los dos kilos”.
Fue encontrado en el interior de una pequeña edificación junto a otros objetos ibéricos, entre ellos la llamada “crátera de la monomaquia”, que muestra a dos guerreros en combate, ataviados con sendos cascos de este tipo y usando la falcata, espada íbera. “Se puede considerar una producción local, hispana, imitando modelos itálicos en bronce, puesto que los cascos legionarios de este periodo, e incluso del siglo anterior, eran casi universalmente de bronce. Lo que parece más seguro es que no sería nada probable que hacia el 75 a. C. un legionario romano recibiera un casco de hierro sin carrilleras y de kilo y medio de peso como parte de su equipo”, señala Quesada. Actualmente se puede admirar en el Museo Arqueológico de Lezuza.
Además del casco, se han hallado dos espadas de hoja recta. Una fue encontrada apoyada verticalmente en una pared de un lugar de culto del siglo II a. C., lo que provocó que se curvase. Junto a ellas, más armas, como un puñal completo de hierro de 29,3 centímetros con empuñadura casi completa. “Las dos espadas son especialmente significativas. Estamos ante ejemplares del gladius hispaniensis [espada romana republicana] o de su prototipo. Dado que ese nombre se asocia indistintamente, en según qué ocasiones, a la morfología o al usuario, se provoca confusión. En realidad, en pleno siglo II a. C., por la pieza misma no puede deducirse si en su último uso la empuñó un hispano resistente contra Roma, un hispano aliado de Roma o un legionario romano”, afirma Quesada.
En su informe, los arqueólogos detallan más piezas, como puntas de flecha, cuchillos, umbos (elementos metálicos que iban en la parte exterior y central de los escudos), pila, bocados de arreos, espuelas (seis íberas y una romana)…
Vista aérea del yacimiento de Libisosa. En vídeo, la ciudad oretana “congelada en el tiempo”: una historia de destrucción.FOTO Y VÍDEO: JUNTA DE CASTILLA-LA MANCHA
También han hallado (en unas investigaciones financiadas por la Junta de Castilla-La Mancha, la Diputación de Albacete, el Instituto de Estudios Albacetenses, el Ayuntamiento de Lezuza y las universidades de Alicante y Murcia) un proyectil de artillería de forma esférica ligeramente irregular. Fue tallado en cuarcita gris extremadamente dura y mide 7,5 centímetros. Su peso es de 580 gramos. Fue encontrado también dentro de un edificio, por lo que “no parece probable que llegara por lanzamiento desde el exterior de la ciudad en el ataque de época sertoriana”.
El estudio concluye: “Las armas de Lezuza ocupan un lugar relevante en la investigación del armamento republicano tardío de Iberia, al mismo nivel —o incluso por encima en lo contextual— que conjuntos tan importantes como los de Numancia, Cáceres el Viejo, Valentia, Caminreal, la Azucarera u Osuna. Y todo hace pensar que se seguirán aportando, en los años venideros, más objetos que amplíen y contribuyan a la comprensión” de este período de la historia. Y es que los arqueólogos solo han excavado el 10 por ciento de las 30 hectáreas de la ciudad que soportó dos destrucciones, dejando sepultado hasta nuestros días todo lo que se encontraba en su interior.