Sacado de uno de mis artículos enlazados arriba:
Dime qué dioses adoras y te diré quién eres.
En otro capítulo del libro
El sacrificio humano en la tradición religiosa mesoamericana que he estado reseñando, Marie Areti-Hers, la autora del artículo sobre el sacrificio humano de los toltecas-chichimecas, dice que para “penetrar en la oscuridad” de esa cultura uno debe tomar en cuenta la compleja estatua que la representaría en su encarnación posterior, “la summa teológica encerrada en las imágenes formidables de la Coatlicue” (pág. 241).
Los españoles pusieron a la Virgen de Guadalupe, la actual diosa de los mexicanos, en el Cerro del Tepeyac. Pero lo que se les oculta a los niños mexicanos en las escuelas es que justamente en ese cerro los aztecas adoraban a su diosa. ¡Y qué diosa…!
La imagen vale más que mil palabras. La fotografía de abajo muestra una representación de 2.7 metros de la progenitora del principal dios azteca en el Museo de Antropología:
Como he escrito en otro lugar, la Coatlicue tenía su falda de serpientes entretejidas (náhuatl: cōātlicuē, coatl, serpiente; cueitl, falda). Véase su collar en medio formado de un cráneo flanqueado de manos y corazones mutilados; sus dos grandes víboras besándose en el lomo formando un espantoso hocico ya que sus hijos la habían decapitado y el rostro original no aparece, hocico que también nos mira sonriente; además del culebrón fálico que le cuelga entre sus patas en forma de garras, ya que según la imaginería azteca su diosa predilecta—en las casas de Tenochtitlan había más estatuillas de la Coatlicue que de su hijo Huitzilopochtli—se alimenta de cadáveres. Y la diosa devoradora de corazones y sangre humana era diosa de la fertilidad y de la tierra (lugar donde se entierran los cadáveres).
La imagen de arriba ha perdido el tonalidad. ¿Cómo habrá lucido pintada en violentos colores en su templo precolombino? Su aspecto era tan terrorífico que las indias bajaban la cabeza para evitar hacer contacto ocular con el monstruo cuando le ofrendaban bellas flores.
Y no sólo flores… Como digo en mi libro, se dice que aplacaban a la diosa con sacrificios de infantes.
No es de extrañar que los españoles hayan escogido precisamente el cerro de Tonantzin-Coatlicue, que solía albergar a tan formidable estatua, para implantar a una Guadalupana que habían copiado de la virgen española con el mismo nombre.
Sólo así lograron desterrar el culto azteca a la progenitora terrible.