Confirmado: la progresía contemporánea es una enfermedad mental
El Psiquiatra de derechas
Algunos comenzamos a albergar la sospecha hace ya años, cuando nos dimos cuenta de que todas las actitudes y valores del progre moderno consistían en instintos autodestructivos disfrazados de humanitarismo y utopía. De imponerse todos los dogmas progres en todo su esplendor no habría sociedad que durase más de dos o tres generaciones
, tales serían el debilitamiento y el auto-repruebo inducidos.
La demografía es, por ejemplo, un gran indicador de lo que decimos. Pareciera como si toda estrategia natural de supervivencia colectiva fuese objetivo de la piqueta de los autoproclamados
progresistas (y de no pocos liberales): natalidad, familia, autoprotección, autoestima colectiva, el instinto de perpetuación en sus múltiples sentidos… todo.
El mero hecho de pretender que tu población, habitante ancestral del solar de tus antepasados, no sea sustituida demográficamente en un par de generaciones te convierte en un xenófobo. O más aún: en un racista (!). ¿Sabrá este puñado de analfabetos funcionales lo que realmente es el racismo? De seguirles el juego la única forma de no ser “racista” es trabajando activa o pasivamente por la erradicación de tu propia población y de su cultura (plasmación de la endofobia), lo cual, al parecer, no es “racista”. ¿Qué les parece?
Son unos dementes.
Además,
están tan ciegamente convencidos de ser los defensores de todo lo Bueno y Justo que eso los convierte en unos fanáticos peligrosos.
Por poner un ejemplo, tanto soviéticos como nazis no se veían a sí mismos como los
malos de la película, sino como los heroicos rebeldes autorizados a hacer todo lo que fuera necesario para acabar con el Mal Absoluto, ya fuera éste la conspiración judía mundial o la burguesía reaccionaria. Y por si no lo sabe el nuevo Mal Absoluto de los progres es usted.
Sí, sí, usted lo es.
Por negarse a dejar de ser quien es. Más todavía:
por negarse a desaparecer. O bien por haberse dado cuenta de la locura colectiva de la izquierda moderna.
En esto los progres se parecen mucho a los
sometidos, también conocidos en español por “fiel a la religión del amores”: no hay nada que odien más que un apóstata. Advertido está.
Pero volvamos al hilo principal.
Esperábamos que progresivamente más y más simpatizantes de la llamada
izquierda política aceptasen que aquellos a quienes seguían votando eran en realidad los enemigos de sus intereses. Algunos casos actuales claman al cielo, como el del voto al PSC de los
currantes catalanes despreciativamente llamados
charnegos, que
con su apoyo electoral mantienen en el poder a los verdugos del futuro de sus propios hijos. Llamarles fulastres simples es quedarse muy corto. Así lo digo y no me arrepiento. Es de
sus hijos de lo que estamos hablando y ni siquiera así son capaces de reaccionar. ¿Se puede saber qué les pasa? ¿Qué son, ovejas o animales de tiro?
Quien ha demostrado la insania mental de la progresía es el doctor Lyle Rossiter, psiquiatra clínico, en su libro “
La Mente Progre: Las Causas Psicológicas de la Locura Política“ (
The Liberal Mind: the Psychological Causes of Political Madness). Copio y traduzco la siguiente reseña:
“Basándose en creencias y emociones notablemente irracionales, los progres modernos minan incansablemente los principios más importantes sobre los que se fundaron nuestras libertades… Como niños furiosos y malcriados se rebelan contra las responsabilidades normales de la edad adulta demandando que un gobierno paternalista se ocupe de sus necesidades desde la cuna hasta la tumba”.
Los activistas políticos del ala opuesta del espectro político han hecho observaciones similares, pero Rossiter hace gala de credenciales profesionales y de una vida sin prácticamente ningún activismo ni vínculos con la ”vasta conspiración de los derechistas”.
Durante más de 35 años ha diagnosticado y tratado a más de 1500 pacientes como psiquiatra clínico colegiado y ha examinado más de 2700 casos civiles y criminales como acreditado psiquiatra forense. Se formó como médico y psiquiatra en la Universidad de Chicago.
Rossiter afirma que el tipo de progresía que están demostrando los dos principales aspirantes del Partido Demócrata a la candidatura presidencial sólo puede ser entendida como un desorden psicológico.
“Un científico social que comprende la naturaleza humana no desprecia los papeles fundamentales que juegan la elección libre, la cooperación voluntaria y la integridad jovenlandesal… como si lo hacen los progres”, sostiene. “Un líder político que comprenda la naturaleza humana no ignorará las diferencias individuales en talento, determinación, atractivo personal y ética de trabajo para intentar a continuación imponer el igualitarismo social y económico sobre la población como hacen los progres. Y un legislador que comprenda la naturaleza humana no creará un entorno normativo sobrerregulador y super-impositivo que corrompa el carácter de los ciudadanos de la nación y los reduzca a lacayos del estado, como hacen los progres”.
El doctor Rossiter afirma que la ideología de la progresía se ceba en la debilidad y en los sentimientos de inferioridad de la población:
- creando y reforzando percepciones de victimismo.
- satisfaciendo necesidades infantiles de indulgencia, recompensa y privilegios.
- engordando sentimientos primitivos de envidia y,
- rechazando la soberanía del individuo y subordinándolo a la voluntad del gobierno.
“Las raíces de la progresía, y su demencia asociada, pueden ser claramente identificadas comprendiendo cómo desarrollan los niños su paso de la infancia a la edad adulta y cómo un desarrollo distorsionado puede producir las creencias irracionales de la mente progre”, afirma Rossiter.
”Cuando la mente de un progre moderno aúlla por víctimas imaginarias, se enfurece contra villanos imaginarios y busca por encima de todo dirigir las vidas de personas más que competentes para gobernar sus vidas por sí mismas, la neurosis de la mentalidad progre se vuelve dolorosamente obvia”.