Germar Rudolf - La Resistencia Es Obligatoria.

Texto largo, pero imprescindible:

El que sostiene que los pacíficos disidentes sobre cuestiones históricas deberían ser privados de sus derechos civiles por sus opiniones divergentes, esto es, encarcelados, es —si se le da el poder para poner en práctica sus intenciones— nada más que un tirano (si promulga leyes para apoyar sus acciones opresivas) o un terrorista (si actúa fuera de la ley).

I. El Calvario de un Pacífico Disidente

Imagine que usted es un científico que ha resumido los resultados de quince años de investigación en un libro, y que poco después de la publicación de ese libro usted es arrestado y arrojado en prisión precisamente por haberlo publicado. Imagine además que usted es consciente con indiscutible certeza de que en el planificado proceso judicial a usted y a sus abogados les estará prohibido, bajo amenaza de procesamiento, demostrar cualquier afirmación real hecha en aquel libro; que todas las otras peticiones para introducir evidencia de apoyo serán rechazadas también; que todos los tribunales, hasta los de apelación suprema, apoyarán tal conducta; que sólo muy pocos de sus colegas de investigación se atreverán a confirmar la legitimidad y la calidad de su libro porque ellos temen una persecución similar, y que los esfuerzos de esos pocos colegas serán en vano también; y finalmente que los medios informativos, los supuestos "guardianes de la libertad de expresión", se unirán a la acusación exigiendo que a usted se le castigue despiadadamente. En una situación como ésa, ¿cómo se "defendería" usted en el tribunal?.

Ésta es exactamente la situación kafkiana en la cual me encontré a fines de 2005, después de haber sido repentina y violentamente separado de mi esposa y mi hijo por las autoridades estadounidenses de inmi gración de Chicago (1), deportado a Alemania e inmediatamente arrojado a la guandoca para esperar el proceso, debido a mi libro "Conferencias sobre el Holocausto" (Lectures on the Holocaust) que yo había publicado en el verano de 2005, y por páginas web que promovían éste y otros libros similares. Esto no era un complot contra mí personalmente, sin embargo, porque ésta es la misma situación que cada uno afronta cuando choca con la ley de Alemania que castiga la "negación del Holocausto". La situación es similar en muchas otras naciones, la mayoría de ellas de Europa.

Varios abogados defensores me aseguraron unánimemente que toda la defensa estaba condenada en principio y que yo tendría que esperar una condena de prisión cercana a la pena máxima (cinco años). Otros abogados aconsejaron que yo me retractara de mis opiniones políticas y fingiera remordimiento y contrición, lo que podría ganarme la clemencia del Tribunal.

Renunciar a mis convicciones científicas no era una opción aceptable para mí, sin embargo. Una defensa basada en los hechos del caso era imposible, y si se intentaba a pesar de todo, aquello simplemente habría empeorado mi situación, porque en la tentativa de demostrar que mis opiniones eran correctas yo habría repetido una vez más el mismo delito de negar el dogma estatal por el cual yo estaba siendo procesado en primer lugar.

Pero incluso si tal estrategia hubiera sido posible, yo todavía la habría rechazado, porque estoy firmemente convencido de que ningún tribunal tiene el derecho de emitir un juicio obligatorio en asuntos de controversia científica. Es por lo tanto una concesión inadmisible el permitir que una corte emitiera un juicio sobre la exactitud de las tesis científicas —en este caso sobre Historia— en primer lugar. Cada propuesta para presentar pruebas es ya un crimen contra la ciencia, porque esto debilita su independencia del poder judicial.

Así, decidí muy tempranamente tratar el proceso que se aproximaba como una oportunidad para documentar las kafkianas condiciones legales que ahora prevalecen en la República Federal de Alemania a fin de escribir un libro sobre ello después de que el proceso hubiera terminado. Por esta razón quise hacer una declaración exhaustiva sobre la situación legal imperante al comienzo de los principales procedimientos. Después de una introducción biográfica, expliqué la naturaleza actual de la ciencia como tal y su significado para la sociedad humana. Esto fue seguido de una descripción de la situación kafkiana que prevalece en los procesos de los tribunales alemanes hoy en día, cuya misión es suprimir las opiniones que son una espina en el costado de la élite del poder. Después de analizar la prácticas actuales, que violan todos nuestros derechos humanos y constitucionales, planteé la pregunta explosiva de hasta qué grado, yo, como un ciudadano de este Estado, tengo el derecho e incluso el deber de resistir a tal injusticia.

Posteriormente mi presentación de siete días en el tribunal se convirtió en una Conferencia, esta vez sobre los principios de la ciencia y sobre la destrucción de la libertad de opinión en Alemania.

Al final recibí realmente una condena de prisión de 30 meses, que es sólo la mitad de lo que había sido augurado por los abogados, y esto a pesar de reafirmar públicamente mi derecho a expresar mis puntos de vista revisionistas y a pesar de llamar a la resistencia contra las autoridades alemanas.

Aquí me gustaría dar un extracto condensado de mis conferencias en la sala del tribunal, una versión completa de las cuales, con amplia documentación, está disponible en forma de libro (2). En la sección VIII de este artículo añadiré unas cuantas observaciones sobre mis experiencias en prisión, que no están incluídas en el mencionado libro.

II. Estrategia de Defensa

Comencé mis conferencias en la sala del tribunal con unos comentarios generales sobre mi estrategia de defensa, que, de alguna manera, era una declaración de guerra a las autoridades alemanas. Declaré que:

1. Durante mi defensa, las declaraciones sobre materias históricas serían hechas sólo por mí a fin de
a) explicar e ilustrar mi desarrollo personal;
b) ilustrar mediante ejemplos los criterios de la naturaleza de la ciencia;
c) colocar las acusaciones del Fiscal de Distrito en cuanto a mis declaraciones en un contexto más amplio.

2. Estas declaraciones no son hechas con el fin de reforzar mis opiniones históricas con hechos.

3. No haré peticiones pidiendo al Tribunal que considere mis tesis históricas, por los siguientes motivos:

a) Políticos: A los tribunales alemanes les está prohibido por órdenes superiores siquiera aceptar tales peticiones para presentar pruebas, como está declarado en el Artículo 97 de la Ley Básica Alemana: 3, "Los jueces son independientes y están sujetos sólo a la Ley". Por favor perdone mi sarcasmo.
b) Oportunistas: El motivo anterior no me prohibe presentar mociones para presentar pruebas. Sin embargo, ya que ellas serían todas rechazadas, todo sería un esfuerzo inútil. Deberíamos ahorrarnos todos esta pérdida de tiempo y energía.
c) Recíprocos: Ya que la ley presente me niega el derecho a defenderme históricamente y de hecho, por mi parte niego a mis acusadores el derecho a acusarme históricamente y de hecho, sobre la base de la máxima de la igualdad y la reciprocidad. Por lo tanto considero que las acusaciones históricas del procesamiento son inexistentes.
d) Jurídicos: En 1543 Nicolás Copérnico dijo (4):

"Si por casualidad debiesen existir interlocutores insensatos que, junto con aquellos ignorantes de todas las matemáticas, se encargarán de decidir acerca de estas cosas, y, tomando como base algún pasaje en las Escrituras perversamente deformado para su propósito, se atrevieran a atacar esta obra mía, ellos no tienen ninguna importancia para mí, hasta tal punto que yo realmente desprecio su juicio temerario".

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Nicolás Copérnico (19 de Febrero de 1473 — 24 de Mayo de 1543) fue un astrónomo del Renacimiento y la primera persona en formular una cosmología heliocéntrica completa que desplazó a la Tierra del centro del universo.

Ningún tribunal en el mundo tiene el derecho o la competencia para decidir de manera autoritativa sobre cuestiones científicas. Ningún parlamento en el mundo tiene el derecho de usar la ley penal para prescribir dogmáticamente respuestas a cuestiones científicas. Por ello sería absurdo para mí como un divulgador de la ciencia pedir a una corte que determine la validez de los trabajos que he publicado. Sólo la comunidad científica es competente y está autorizada para hacer aquello.

III. Dignidad

Un aspecto horrible de las normas jurídicas alemanas es que, cuando se trata del "Holocausto", se pone en oposición la dignidad humana contra el derecho de buscar la verdad. Según esta "lógica", la dignidad humana de todos los judíos —aquellos que sufrieron entonces y aquellos que viven hoy— depende de que todos acepten la narrativa ortodoxa del "Holocausto". Y puesto que la protección de la dignidad humana es el primero y más importante artículo en la Constitución alemana, esto tiene prioridad sobre todo lo demás.

Lo que primero señalé en el tribunal fue el hecho de que negarnos la búsqueda de la verdad es una violación aún más seria de la dignidad humana que negar a los judíos una cierta narrativa de un detalle de su historia. Después de todo, ¿qué nos diferencia a los humanos de las bacterias e insectos?: ¿No es la capacidad para dudar de nuestros sentidos y buscar sistemáticamente la realidad detrás de las meras apariencias?. Para sostener mi caso, cité a varias famosas personalidades de la cultura occidental, como Sócrates, quien observó (5):

"Una vida no examinada no vale la pena vivirla".

Aristóteles expresaba el mismo pensamiento cuando observó (6):

"Todos los hombres por naturaleza desean conocer".

"[...] para los hombres, por lo tanto, la vida según la razón es la mejor y la más placentera, ya que la razón más que cualquier otra cosa son los hombres" (7).


Konrad Lorenz describió la curiosidad humana, es decir, la voluntad para aprender la verdad, con estas palabras (8):

"Existen sistemas conductuales innatos que son equivalentes a los derechos humanos y cuya supresión puede conducir a serias perturbaciones mentales".

El filósofo Karl R. Popper describió la diferencia entre nosotros los humanos y los animales como sigue (9):

"La principal diferencia entre Einstein y una ameba [...] es que Einstein conscientemente busca la eliminación del error. Él trata de apiolar sus teorías: él es conscientemente crítico de sus teorías que, por esta razón, él trata de formular de manera precisa más bien que vagamente. Pero la ameba no puede ser crítica porque no puede afrontar sus hipótesis: ellas son parte de ella. (Sólo el conocimiento objetivo es criticable. El conocimiento subjetivo se hace criticable cuando decimos lo que pensamos, e incluso más cuando lo escribimos, o lo imprimimos)".

El escepticismo y la curiosidad, el dudar de los sentidos y las teorías y el mirar más profundo en la búsqueda de la verdad, son por lo tanto lo que nos hizo bajar de los árboles y salir de las cuevas. Son lo que nos convirtió en lo que somos y lo que nos pone aparte de los animales. De aquí que los derechos a dudar y a buscar la verdad no son negociables. Es por lo tanto pérfido cuando el Estado contrapone la libertad de la ciencia a la dignidad humana, cuando de hecho ellas son inseparables. Todos tenemos derecho por naturaleza a buscar la verdad y a anunciar lo que pensamos que hemos encontrado. No necesitamos ningún permiso oficial para esto.

IV. Ilustración

Cuando se trata del "Holocausto", los valores más importantes de la civilización occidental son puestos al revés. Para demostrar esto, cité la clásica definición de ilustración del filósofo Emanuel Kant (10):

"La ilustración es el abandono del hombre de su auto-provocada inmadurez. La inmadurez es la incapacidad para usar la inteligencia de alguien sin la dirección de otro. Tal inmadurez es auto-provocada, si es que no es causada por la carencia de inteligencia sino por la carencia de determinación y coraje para usar la inteligencia de uno sin ser dirigido por otro. ¡Sapere Aude! [¡Atrévete a saber!] ¡Ten el coraje para usar tu propia inteligencia! es por lo tanto el lema de la ilustración".

Pero cuando se trata del "Holocausto", la mayor parte de los gobiernos nos disuaden de utilizar nuestra propia inteligencia. Algunos de ellos hasta nos amenazan con procesamientos, y ellos insisten en que sigamos la dirección de otros. Karl Popper caracterizó una sociedad donde las autoridades hacen cumplir una "creencia estatal" e imponen tabúes, como una sociedad cerrada, dogmática y arcaica (11). La sociedad moderna, abierta, por contraste, estimula la crítica de los dogmas tradicionales. De hecho, éste es su sello principal (12).

En consecuencia, el dogma y la crítica se oponen el uno al otro como antípodas. En nuestro caso, se trata del Estado opuesto al Revisionismo; o, en otras palabras, los Enemigos de la Ciencia por una parte, contra la Ciencia, por otra:

• El Dogma contra la Crítica
• El Estado contra el Revisionismo
• Los Enemigos de la Ciencia contra la Ciencia

Para el científico, sin embargo, los dogmas y los tabúes son estrictamente inaceptables.

V. Ciencia

Los dos principales pilares no negociables de cualquier esfuerzo científico son:

1. Libertad de Hipótesis: Al comienzo de la búsqueda para crear conocimiento cualquier pregunta puede ser hecha. La duda como la base intelectual de todos los humanos puede ser expresada como una simple pregunta: "¿Es esto realmente verdadero?". Así la curiosidad no es nada más que la razón planteando preguntas en busca de respuestas.

2. Resultado Indeterminado
: Las respuestas a las preguntas investigativas pueden ser determinadas exclusivamente por pruebas verificables. Ellas no pueden ser determinados por tabúes o directrices oficiales establecidos por autoridades científicas, sociales, religiosas, políticas, judiciales u otras.

Si las respuestas a las preguntas científicas son fijadas reglamentariamente, entonces el planteamiento de preguntas es degradado a una mera farsa retórica, y la ciencia se hace imposible. Esto es por lo tanto no sólo un debilitamiento de la naturaleza esencial de la ciencia, sino su abolición completa.

Por lo tanto dije al tribunal alemán:

"Como un científico y un divulgador de la ciencia, es mi deber combatir activamente la destrucción de los pilares de la ciencia promoviendo la duda, el escepticismo y la crítica, y proporcionándoles un campo de acción".

Después presenté una minuciosa discusión sobre la naturaleza de la ciencia y sobre cómo determinar si un informe o un libro es académico o científico en su naturaleza, apoyándome principalmente en las obras de mi filósofo y epistemólogo favorito Karl R. Popper (13). Ahorraré al lector los detalles de esta discusión y reproduciré simplemente el resumen aquí:

¿Qué Es Ciencia?

◊ No hay juicios (finales) sino más bien siempre sólo (preliminares) pre-juicios más o menos confiables.

◊ Las razones, es decir la evidencia, para nuestros pre-juicios deben ser examinables / verificables, así como posibles.

◊ Nosotros debemos poner a prueba tanto activa como pasivamente y criticar:

• Poner a prueba y criticar los pre-juicios y razones de los otros.
• Invitar a otros a poner a prueba y criticar nuestros pre-juicios y dar la bienvenida a esta actividad. Esto incluye el deber de publicar los descubrimientos de alguien a fin de permitir a otros la crítica de ellos.
• Debemos hacer frente a las pruebas y las críticas de los otros y probarlos y criticarlos a su vez. Esto también significa que uno no debería retroceder demasiado rápido ante la crítica.

◊ Tenemos que evitar inmunizar nuestros pre-juicios:

• Evitar crear teorías auxiliares diseñadas para apoyar una hipótesis principal insostenible o torpe.
• Seleccionar datos sólo según criterios objetivos, usando la técnica de la crítica de la fuente.
• Usar definiciones exactas, consistentes y constantes de términos.
• Evitar los ataques contra las personas como sustituto de los argumentos objetivos.

La motivación de mis larguísimas elaboraciones para definir la naturaleza de la ciencia es que la corriente principal menosprecia los trabajos de los revisionistas como simplemente "pseudo-científicos", es decir, como falsa ciencia. Después de haber definido las características formales de los trabajos científicos, entonces contrapuse varios casos de academicismo ortodoxo que claramente llevan los sellos de la "pseudo-ciencia" con trabajos revisionistas que calzan mucho mejor con la definición de trabajos científicos.

Me restrinjo aquí a resumir sólo un caso presentado al tribunal, que trata con la selección arbitraria y la eliminación de datos. Se refiere al intento polaco (14) de refutar afirmaciones revisionistas basadas en los resultados de análisis químicos de muestras de las paredes tomadas en Auschwitz por Fred Leuchter (15) y por mí mismo (16). El problema que los polacos tuvieron que superar era que los resultados analíticos como tales eran innegablemente verdaderos y reproducibles. Lo que ellos posteriormente hicieron equivalió a un fraude científico: Ellos eligieron un método analítico diferente, que simplemente eliminó todos los datos no deseados, dando como justificación el hecho de que ellos no entendieron los temas en cuestión. Si ése fue realmente el caso, sin embargo, entonces ellos en primer lugar no deberían haberse involucrado, y deberían haber dejado el campo a aquellos que entienden realmente lo que están haciendo (17).

VI. La Ley

Fue Federico el Grande, Rey de Prusia, quien una vez declaró —y yo lo cité en el tribunal también por una buena razón— (18):

"Un organismo jurídico que ejerce injusticias es más peligroso y peor que una banda de ladrones; uno puede protegerse contra estos últimos, pero nadie puede protegerse contra rufianes que utilizan el ropaje de la justicia para llevar a cabo sus disolutas pasiones; ellos son peores que los mayores sinvergüenzas en el mundo y merecen doble castigo".

No voy a abusar de la paciencia del lector reiterando mis explicaciones sobre las perversiones del sistema de justicia alemán para perseguir a disidentes pacíficos. Me restringiré simplemente a un resumen de una comparación con la cual introduje mis observaciones legales en el tribunal. Es una yuxtaposición de las condiciones del actual sistema judicial alemán en general cuando trata con revisionistas en particular, con las de otro país, cuya identidad revelé sólo al final de esta comparación: la Unión Soviética bajo Stalin. Esta comparación está basada por una parte en la trilogía de Alexander Solzhenitsyn "El Archipiélago Gulag", en la cual él describe sus propias experiencias y las de otros presos políticos en la Unión Soviética de Stalin (19). Y está basada por otra parte en mis experiencias y mis apreciaciones del sistema judicial alemán.

El primer paralelo tiene que ver con la existencia de unidades especiales del gobierno que están al servicio de la persecución políticamente motivada de "crímenes", que se refieren mayormente a expresiones indeseables de opinión. Stalin tenía su NKVD. En la Alemania de hoy este papel es llevado a cabo por el Departamento de Policía para la Protección Estatal (Dezernat Staatsschutz), cuyo foco principal está, visto estadísticamente, en el procesamiento de generalmente pacíficos "delitos de pensamiento" cometidos por personas que mantienen opiniones derechistas.

Otro asombroso paralelo entre el poder judicial de Stalin y el sistema alemán actual fue descrito por Solzhenitsyn como sigue:

"Otra cosa muy importante sobre los tribunales hoy en día: no hay ninguna grabadora de cintas, ningún taquígrafo, sino sólo un secretario de gruesos dedos con la caligrafía sin prisa de una colegiala del siglo dieciocho, registrando trabajosamente alguna parte de los procedimientos en la tras*cripción. Este registro no es leído en voz alta durante la sesión, y a nadie se le permite verlo hasta que el juez lo haya revisado y lo haya aprobado. Sólo lo que el juez confirma permanecerá en el registro y habrá sucedido en el tribunal. ¡Mientras las cosas que hemos escuchado con nuestros propios oídos desaparecen como el humo, ellas nunca sucedieron en absoluto!"
(volumen 3, p. 521).

En la Alemania de hoy la situación es aún peor, ya que en los procedimientos ante los Tribunales de Distrito, que manejan delitos "graves", no se sigue ningún protocolo en absoluto sobre quién dice qué y cuándo. Huelga decir que esto abre las compuertas del error y la arbitrariedad. Y aquí está la pervertida justificación dada por las autoridades alemanas de por qué los protocolos están supuestamente obsoletos: Dado que de todas maneras no se pueden apelar las decisiones dictadas por un Tribunal de Distrito en disputas sobre hechos, un protocolo que presente los hechos del caso es innecesario. Entonces aquí usted tiene el núcleo de la judicatura alemana: como ninguna apelación es posible, por lo tanto no se requiere ningún protocolo. Esto tiene su lógica y consecuencia internas, pero ¿no parece más bien una totalitaria república bananera?.

Otro paralelo es que defenderse usted mismo delante de tal tribunal tratando de argumentar que usted tiene razón sólo empeorará su situación, como Solzhenitsyn escribió:

"Incluso si usted hablase en su propia defensa con la elocuencia de Demóstenes (20), esto no lo ayudaría en lo más mínimo. Todo que usted conseguiría sería aumentar su sentencia" (volumen 1, p. 294).

Esto es lo que le sucedió a Ernst Zündel en Alemania, cuyos abogados defendieron con ferocidad su derecho a expresar su pensamiento, a consecuencia de lo cual Zündel consiguió la máxima sentencia por ser recalcitrante. Más encima sus abogados también fueron procesados, lo cual es otro paralelo con el paraíso soviético del Tío Joe (Stalin), como Solzhenitsyn lo reportó:

"El tribunal bramó una amenaza de arrestar [...] al principal abogado de la defensa" (volumen 1, p. 350).

Como si perseguir a los abogados defensores por sus perfectamente legítimas actividades de defensa no fuera lo suficientemente malo, esto es lo que lo rebasa todo: amenazar también a los testigos con el procesamiento, a los que se atreven a hablar claro en favor de los acusados en procesos por "crímenes de pensamiento" ("delitos de opinión"), o como Solzhenitsyn dijo (ibíd):

"Y justo en ese momento el tribunal ordenó el encarcelamiento efectivo de un testigo, el profesor Yegorov...".

Esto me sucedió en 1994, cuando fui convocado por un abogado de la defensa a fin de declarar como un testigo experto. Cuando el Juez Presidente oyó con qué fin la defensa quería que yo testificase, él me advirtió sucintamente que yo sería objeto de procesamiento si declaraba en el estilo del planteamiento del abogado. Por supuesto, nunca se llegó a esto, porque, como Solzhenitsyn correctamente observó:

"A los testigos de la defensa no se les permitió declarar" (volumen 1, p. 351).

En Alemania nunca se les permite declarar cuando se trata de revisionistas procesados. Y peor todavía: no sólo se rechaza a testigos que apoyan las opiniones de un revisionista acusado sino toda clase de evidencias: testigos, documentos, expertos. El sistema judicial de Alemania afirma que todo lo referente al "Holocausto" es "evidente por sí mismo", así que no se requiere ninguna prueba en absoluto. En efecto, ellos llegan tan lejos como a procesar a alguien que simplemente se atreva a establecer una petición para presentar tales pruebas, sea él un acusado o un abogado de la defensa. ¡Sí, Alemania ha hecho que sea ilegal la presentación de pruebas exculpatorias!. ¡Ni siquiera Stalin tuvo un instrumento tan ingenioso en su repertorio represivo!. De esta manera, el poder judicial alemán logra eliminar todos los datos no deseados del registro —no es que haya mucho en un expediente, para empezar...

Aunque hay más paralelos que cité durante mis conferencias de sala del tribunal, lo dejaré hasta aquí, por cuanto el mensaje que quiero comunicar está probablemente claro.

Se sobreentiende que hay también importantes diferencias entre los sistemas de justicia soviético y alemán actual: la tortura no existe en las prisiones alemanas, y estoy muy agradecido por esto —aunque es muy irónico leer en la obra de Solzhenitsyn que un acusador soviético una vez declaró:

"Para nosotros [los soviéticos] el concepto de tortura es inherente al hecho mismo de tener prisioneros políticos en prisión..." (volumen 1, p. 331).

Con esto él se refería a los métodos del régimen zarista, no a los abusos de su propio sistema, tal como Alemania critica las infracciones de otros contra la justicia (como Irán o China) pero ignora el atropello de la justicia en sus propios tribunales.

Cuando revelé al final de esta comparación con cuál sistema yo había estado parangonando al sistema alemán, los jueces se vieron visiblemente perturbados. ¿Tal vez comprendieron que algo en el sistema del que ellos son parte es en efecto de dudosa condición?.

Seguí mi presentación con una definición de un preso político y la posterior demostración de que nosotros los revisionistas somos la equivalencia perfecta de ello. Aquí están los diez criterios que puse en una lista, y expliqué y ofrecí pruebas de que todos estos puntos pueden observarse en los casos de prominentes revisionistas:

• Estamos tratando con un desacuerdo pacífico, pacíficamente presentado; con "pacífico" quiero decir que ninguna justificación o llamado a violar los derechos civiles de otros ocurre.
• El delito enjuiciado no es castigable en la gran mayoría de las naciones.
• El disidente es apoyado por organizaciones de derechos civiles.
• El disidente recibe declaraciones de solidaridad de extranjeros (correspondencia, visitas, intervenciones de autoridades, demostraciones).
• El gobierno intenta suprimir tales declaraciones de solidaridad.
• Individuos prominentes hacen declaraciones de solidaridad.
• Declaraciones de solidaridad o crítica contra el procesamiento son publicadas por medios de comunicación y políticos, sobre todo en el extranjero.
• Los derechos del disidente a una defensa son restringidos.
• La nación persecutoria rechaza reconocer a los presos políticos como tales a pesar de las características mencionadas.
• Los disidentes reciben un trato peor que el de los presos comunes.

El último punto resulta del hecho de que las autoridades de prisión esperan que nosotros los revisionistas nos retractemos y cesemos todos los contactos con personas de nuestro mismo parecer. Ya que la mayor parte de nosotros rechaza hacer eso, las consecuencias son severas: ninguna liberación temprana en libertad condicional, y ningún aligeramiento en nuestro régimen de prisión. Demás está decir que las mismas autoridades no esperan que un traficante de drojas, por ejemplo, se retracte de sus opiniones sobre las drojas y que abandone cualquier contacto con sus amigos y clientes. Los criterios, las opiniones y los contactos sociales no son simplemente de ningún interés cuando se trata de criminales "normales". De aquí que los disidentes en Alemania estén sujetos a un tratamiento especial. Esto no sólo significa "sanar" mentalmente al criminal de pensamiento, sino también desalentar a otros de discrepar. En la jerga legal, disuadir a la población general de cometer un delito es llamado "prevención general". Según Solzhenitsyn, el encarcelamiento de disidentes en la fallecida Unión Soviética era una medida de "profilaxis social" (volumen 1, p. 42), lo que probablemente viene a ser lo mismo.

Irónicamente, yo había cometido los "delitos de pensamiento" por los cuales fui encarcelado en Alemania en países donde estos actos habían sido y todavía son absolutamente legales: Estados Unidos y el Reino Unido. Alemania simplemente reclama el derecho de procesar el disenso en cualquier parte del mundo, si sus voces discrepantes violan la ley alemana y puede aquél oírse o leerse en Alemania. En la era de Internet, esto básicamente equivale al procesamiento de quien sea, donde sea y cuando sea, si sólo las autoridades alemanas pueden conseguir poner sus manos sobre el disidente.

Para cualquiera que no resida en Alemania o en alguna otra nación persecutoria, la pregunta es: ¿a qué ley debe atenerse uno para evitarse problemas?. No creo que haya una respuesta satisfactoria a esta pregunta. He decidido por lo tanto cumplir con una ley más alta, no codificada, que fue resumida sucintamente por Emanuel Kant en su imperativo categórico (21):

"Actúe sólo de acuerdo a aquella máxima que usted pueda al mismo tiempo desear que se convierta en una ley universal".

Si aplicamos esto al caso presente, veremos inmediatamente que los conceptos legales de "incitar a la gente" y "poner en peligro el orden público" que están mencionados en la ley alemana usada para procesar a los revisionistas, son insostenibles, por cuanto ellos no describen los actos de un autor, sino más bien los efectos que esto tiene en otros.

Si un acto justifica o llama a violar los derechos civiles de otros, entonces éste mismo es el acto que uno podría considerar perseguible. Si este acto tiene alguna otra consecuencia, como la perturbación de la paz pública, debería ser una circunstancia agravante en el peor de los casos. De hecho, muchos escenarios pueden ser imaginados donde una opinión absolutamente pacífica podría provocar el caos en una sociedad que piensa que tal opinión es herética o blasfema. La historia de la Humanidad está llena de individuos inocentes y pacíficos que fueron perseguidos porque ellos trastornaron a ciertos —por lo general poderosos— segmentos del pueblo: Sócrates, Jesús Cristo, Martín Lutero, Galileo Galilei, Mahatma Gandhi. O considere a los Padres Fundadores de la Constitución estadounidense: ¿no perturbaron ellos la paz pública, incitaron al pueblo y cometieron sedición?.

En todos estos casos no fue el disidente el que provocó el caos, sino que lo fue el modo de pensar de la gente en su ambiente y el modo en que ellos reaccionaron frente al disenso. Lutero ni abogaba por que la Iglesia fuera dividida, ni pidió la Guerra de los Campesinos o la Guerra de los Treinta Años, pero todos esos hechos se produjeron como una repercusión. ¿Fue Lutero responsable de todo eso?. No, no lo fue. Las injusticias sociales, políticas y económicas de la época fueron la causa. Entonces ¿dónde y cómo dibujamos la línea cuando se trata de castigar a los perturbadores de la "paz pública"?.

Déjeme dar un ejemplo más para hacer que incluso el anti-fascista más incondicional esté de acuerdo con que conceptos como "perturbar el orden público" pertenecen al basurero de la Historia: Durante el Tercer Reich el sacerdote católico alemán Rubert Mayer fue públicamente inculpado porque con sus sermones él había "repetidamente hecho públicas declaraciones incitadoras" y porque él había hablado de asuntos del Estado "de una manera capaz de poner en peligro la paz pública" (22). Él fue posteriormente encarcelado en el campo de concentración de Sachsenhausen durante siete meses. ¡Compárese esto con las condenas a prisión de muchos años que a los revisionistas les dan hoy en día en la "democrática" Alemania!.

Aunque argumenté durante mi conferencia de defensa que la ley alemana bajo la que yo estaba siendo procesado era inconstitucional, esto es de poca importancia para la gente que actúa dentro de otros marcos legales. Lo que es más importante es un enfoque universal e integral frente a la cuestión de cómo reaccionar ante las autoridades que persiguen a disidentes pacíficos, no importando qué trampas legales ellos tejan alrededor de ello.

VII. Resistencia

Karl R. Popper escribió en su clásica obra "La Sociedad Abierta y Sus Enemigos" (23):

"Aquellos que no están preparados para luchar por su libertad la perderán".

La tragedia consiste en que el enemigo que amenaza nuestra libertad es la misma entidad —el Estado— cuyo "objetivo fundamental [es] la protección de aquella libertad que no daña a otros ciudadanos" (24).

Entonces ¿qué debemos hacer como ciudadanos generalmente observantes de la ley, cuando la ley misma se ha hecho fundamentalmente injusta?. La respuesta fue dada hace aproximadamente 160 años por Henry David Thoreau en su clásico ensayo "Desobediencia Civil" (25):

"Las leyes injustas existen: ¿estaremos contentos de obedecerlas, o procuraremos enmendarlas, y las obedeceremos hasta que hayamos tenido éxito, o las tras*grediremos inmediatamente?. Los hombres, generalmente bajo un gobierno [democrático] como éste, piensan que ellos deberían esperar hasta que hayan persuadido a la mayoría para cambiarlas. Piensan que si debieran resistir, el remedio sería peor que la enfermedad. Pero es culpa del gobierno mismo que el remedio sea peor que la enfermedad. El gobierno lo empeora todo. ¿Por qué no es más apto para prever y proporcionar la reforma? [...] ¿Por qué siempre crucifica a Cristo, y excomulga a Copérnico y a Lutero, y declara como rebeldes a Washington y Franklin?".

Una minoría es impotente mientras se adapta a la mayoría; [...] pero es irresistible cuando obstaculiza con todo su peso. Si la alternativa es tener a todos los hombres justos en la prisión o renunciar a la guerra y la esclavitud, el Estado no dudará en cuanto a qué elegir. [...]

Bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente, el verdadero lugar para un hombre justo es también la prisión".

Así, si usted es un verdadero luchador por la libertad de expresión y no ha estado en prisión aún, usted ha hecho algo incorrecto. O simplemente usted ha tenido suerte.

Este ensayo de Thoreau inspiró a Mahatma Gandhi, de cuyos escritos cito algunas frases fundamentales que, por su parte, fueron una inspiración para mí durante mi tiempo en prisión (26):

"Mientras exista la superstición de que los hombres deberían obedecer leyes injustas, existirá su esclavitud".

"La democracia no es un estado en el cual la gente actúa como ovejas. Bajo la democracia la libertad individual de opinión y de acción es celosamente protegida" (27).

"En otras palabras, el verdadero demócrata es el que con medios puramente no-violentos defiende su libertad y por lo tanto la de su país, y en último término la de toda la Humanidad" (28).

"Me gustaría poder persuadir a cada uno de que la desobediencia civil es el derecho inherente de un ciudadano. Él no puede renunciar a ese derecho sin dejar de ser un hombre. [...] Pero acabar con la desobediencia civil es intentar encarcelar la conciencia. [...] La desobediencia civil, por lo tanto, se convierte en un deber sagrado cuando el Estado se ha hecho ilícito, o, lo que es la misma cosa, corrupto. [...] Es un derecho de nacimiento que no puede ser renunciado sin renunciar al respeto por uno mismo" (29).


Pero ¿cuándo exactamente y cómo se le permite a una minoría en una democracia constitucional bajo el (supuesto) imperio de la ley resistir a su gobierno?. En mi discurso de defensa me expliqué en cuanto a esto citando a numerosos expertos, la mayor parte alemanes, sobre el tema. En resumen, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que la desobediencia civil contra un gobierno, es decir el pacífico incumplimiento de la ley, es permisible sólo si la violación del gobierno contra la cual la protesta está dirigida afecta a principios constitucionales válidos o principios generales de derechos humanos. Esto también significa que los protestantes pueden ignorar o violar sólo aquellas leyes contra las cuales la protesta está dirigida. En otras palabras, los protestantes no pueden poner sus opiniones privadas como absolutas, y no se les permite violar otras leyes, que son generalmente aceptadas incluso por ellos. De aquí que las protestas violentas son inaceptables.

Esto es sobre lo que nosotros los revisionistas deberíamos insistir: El derecho a dudar y disentir pacíficamente en cualquier tema es una parte integral e inalienable de nuestra condición humana, y por lo tanto de nuestros derechos humanos, sea ella venerada en la Constitución de nuestro país o no. Cualquier gobierno que decreta leyes o regulaciones que infringen ese derecho debe ser resistido con medios pacíficos, violando consciente y deliberadamente la ley que viola nuestra dignidad humana.

Y eso es exactamente lo que dije al tribunal alemán en 2007.

Curiosamente, la Constitución alemana incluso concede a todos los ciudadanos alemanes el derecho a resistir a su gobierno. En el artículo 20, párrafo 4, de la Ley Básica Alemana dice:

"Todos los alemanes tienen el derecho de resistir contra cualquiera que procure remover este orden
[democrático constitucional], si ningún otro remedio es posible".

La pregunta es, por supuesto, ¿en qué punto es permitido invocar este derecho?. ¿Tenemos que esperar hasta que el gobierno se haya convertido en una tiranía absoluta, o se nos debería permitir frenar desde el principio los excesos del gobierno?. Ya que es siempre más fácil resistir al inicio del abuso gubernamental en vez de esperar hasta que la resistencia se haya hecho mortalmente peligrosa para los que resisten, la respuesta sabia a aquella pregunta debería ser obvia.

Déjeme citar a la más alta autoridad de Alemania sobre esta cuestión, el profesor Dr. Roman Herzog, ex-presidente de la Suprema Corte Constitucional Federal Alemana y posterior presidente de la República Federal de Alemania. Él declaró repetidamente que "desde tiempo inmemorial ha existido un derecho a resistir por parte de aquellos que han sido vulnerados y un derecho a la ayuda de emergencia para todos los ciudadanos" en caso de atentados a la dignidad humana y a los derechos humanos (30). Según Herzog, cada artículo en la constitución de Alemania —los derechos civiles estatutarios también entre ellos— es,

"visto a la luz del día, ...nada más que la elaboración específica de un principio fundamental de la naturaleza constitucional del Estado, de modo que el asalto sobre casi cualquier artículo individual inmediatamente hace referencia a los principios del artículo 20 de la Ley Básica [el derecho a resistir]" (31).

Ya que es la obligación primaria del Estado proteger la dignidad de sus súbditos, es por su parte también el derecho primario de todos los seres humanos resistir los atentados del Estado a la dignidad humana (32).

Esto cierra el círculo de mi argumentación, al comienzo de la cual demostré que el derecho a dudar, buscar la verdad, y comunicar los resultados de esta actividad es simplemente constitucional para el ser humano, y por ende para la dignidad humana como tal.

Por consiguiente, ¡la resistencia es obligatoria!.

VIII. Prisión

Entre los años 1993 y 2011 yo tuve, de un cierto modo, una experiencia judía: fui perseguido por mi propio gobierno, vi las posibilidades de mi carrera destruídas, huí de un país a otro en un intento de evitar el encarcelamiento, pero finalmente fui capturado y deportado. Posteriormente pasé muchos años en varios lugares de detención: Rottenburg, Stuttgart, Heidelberg, Mannheim, y nuevamente Rottenburg. En aquellas prisiones tuve que trabajar a fin de pagar los gastos que yo causaba al sistema alemán de prisiones (¿trabajo forzado?). Después de ser liberado, finalmente, después de una agonizantemente larga batalla legal, logré emigrar para siempre de mi país de origen.

Sin embargo, soy también muy afortunado, ya que desde muchos puntos de vista mi experiencia fue mucho más benigna que lo que muchos judíos tuvieron que experimentar durante la Segunda Guerra Mundial: las condiciones de detención fueron bastante favorables, mi familia no fue dañada, mi salud no se vio comprometida, mi espíritu no fue quebrantado, y mi propiedad resultó intocada (excepto tal vez por un cuarto de millón de dólares en cuentas de abogado que se acumularon durante estos 18 años).

"Entonces, ¿cómo es estar en prisión?", me pregunta la gente de vez en cuando. Por una parte recomiendo que usted mejor no lo averigüe. Pero entonces de nuevo, quizá usted debería. Aunque no es una agradable, todavía es una parte de la condición humana.

Ser arrestado y arrojado a la guandoca es traumático. Las primeras semanas y meses son lo peor. Pero los humanos son criaturas de hábitos, y entonces usted se adapta a las circunstancias de su vida incluso en un ambiente tan deprimente. Usted encuentra un modo de organizar su día, concentrarse en algunas actividades de las cuales usted disfruta y que hacen que el tiempo pase: usted escribe cartas, dibuja cuadros, canta canciones (estilo karaoke, durante la mayor parte del tiempo...), y usted se integra a muchas de las actividades recreativas ofrecidas: vóleibol, ejercicios, estudios bíblicos, grupos de discusión, coro de iglesia, grupo musical (sí, teníamos el rock de la guandoca). Y, ni qué decirlo, usted juega juegos con sus compañeros presidiarios y también hace ejercicios en su celda: flexiones, abdominales, flexiones en la barra de la cortina del baño, y otros ejercicios con "pesas" hechas por uno mismo.

Usted incluso se hace de una especie de amigos, no de la clase que usted conserva una vez que sale de allí, pero cada prisión es un pequeño mundo con toda la dinámica social que usted tiene fuera también. De este modo, aunque usted al principio pensara que nunca podría adaptarse a ello, finalmente usted se instala. Usted tiene su tiempo bien organizado y hasta se siente un poco cómodo en su pequeño rincón que usted se ha forjado para usted.

Esto lleva al punto donde, habiendo salido de su celda por varias horas para participar en algunas actividades, usted murmura para sí: "Estoy cansado, quiero irme a casa" —con lo cual usted quiere decir su celda... Lo encuentra inquietante, ¿verdad?. Pero hacerse a usted mismo sentirse en casa incluso en un lugar tan sombrío, es el arte de la vida, es el modo de limitar el daño emocional.

Y luego, por cualquier razón, usted es tras*ferido a otra guandoca. Esas son malas noticias. Usted puede leerlo con frecuencia en los testimonios de sobrevivientes: Usted es arrancado de su rutina. Usted pierde todos los privilegios informales que había ganado, todos los amigos que había hecho. Usted llega a un lugar donde no conoce a nadie. Usted tiene que comenzar desde el principio a organizarse a usted y su rutina cotidiana: cómo conseguir la comida que usted prefiere, cómo afiliarse a los grupos recreativos que le gustan, etcétera. De aquí que cada tras*ferencia es una nueva experiencia traumática.

Por lo tanto entiendo hoy por qué los prisioneros que habían estado en Auschwitz durante un poco tiempo y habían logrado forjarse un pequeño lugar para ellos temían ser tras*feridos a otro campo —siempre, por supuesto, que no estuviera ocurriendo ningún exterminio en Auschwitz.

Pero a pesar de toda la adaptación, no se equivoque: estuve durante muchas horas detrás de aquellas barras de hierro en mis distintas celdas de prisión deseando poder irme finalmente a casa, y durante nuestro tiempo de patio mis ojos siguieron muchas veces un aeroplano en el cielo volando hacia el Oeste ansiando que Scotty pudiera teletransportarme allá...

Lo que nos lleva a otro hecho asombroso de la vida: En Alemania cada preso tiene derecho a pasar una hora al día en el patio, y asumo que la ley es similar en la mayoría de los países. Ya que éste es el único tiempo en que los presidiarios pueden salir de sus celdas (aparte de ir a trabajar y a actividades recreativas), la mayoría de ellos sacan el mayor partido posible de aquél. El resultado es que durante el tiempo de verano la mayor parte de los presidiarios consiguen un buen bronceado, lo que llevó a que mi progenitora me preguntara un día si teníamos una sala de bronceado en la prisión. Bien, no, pero cuente las horas que usted, como una persona libre, pasa al sol cada día, y usted comprenderá que una persona libre por término medio pasa bastante menos de una hora a la intemperie. De este modo, estadísticamente hablando, los presidiarios están más a menudo "fuera y alrededor de la casa" que la gente libre. ¿Asombroso, verdad?. Bueno, admito que tal vez ellos están fuera, pero no alrededor...

Nada es peor que el sentimiento de perder una parte importante de su vida estando encerrado. Entonces usted busca algo que le ayude a sentir que usted ha usado su tiempo para algo constructivo y útil en su vida posterior. Por ello obtuve un Certificado de Cambridge en Inglés Avanzado, aprendí castellano, y amplié mi vocabulario inglés aprendiendo las palabras en el Thesaurus de Roget (una hora de aprendizaje de lenguaje cada día, religiosamente). Leí como nunca había leído en toda mi vida. Me suscribí a la revista semanal Science y la leí durante tres años de tapa a tapa, ampliando así considerablemente mi conocimiento científico en numerosos campos. También leí las obras de la literatura clásica y filosófica que yo nunca había logrado examinar antes: los que me gustan (Aristóteles, Kant, Popper, Tolstoi, Dickens, Schopenhauer, por nombrar a los más impresionantes) y los que aprendí a rechazar (Dostoyevski, Hegel, Hemingway).

Ahora mi esposa me llama una enciclopedia andante. Hablando de quien... ella es una psicóloga que se especializa en ayudar a gente que ha sido traumatizada por las experiencias de su vida. Entonces ella anunció hacia el final de mi encarcelamiento que ella cuidaría bien de mí y me ayudaría a borrar mis cicatrices emocionales. Pero después de mi liberación ella rápidamente comprendió que estos 45 meses de encarcelamiento habían pasado por mí sin dejar ningún rastro aparente. Yo era todavía el mismo hombre que ella había perdido tiempo atrás, y entonces ella se enamoró de mí de nuevo...

Incluso aunque las autoridades me trataron peor que a otros presidiarios porque no me retracté de mis opiniones y no mostré ningún signo de remordimiento —ellos me reprocharon repetidamente por propagar mis opiniones entre los internos— mi suerte fue mucho mejor que la de los otros presidiarios desde un punto de vista psicológico: ser encarcelado no deslustró mi reputación, muy por el contrario. Lo llevo puesto como una insignia de honor, o, como el historiador alemán profesor Dr. Ernst Nolte me escribió en una carta después de mi liberación, puedo contarme ahora entre los hombres de honor que han ido a prisión por motivos de conciencia. Mientras que la mayoría de los presidiarios pierde a la mayor parte de sus amigos y a menudo hasta el apoyo de sus familias, mis amigos y mi familia han estado firmes junto a mí. Mientras que la mayoría de los presos luchan económicamente y entran en profundas deudas durante su encarcelamiento, puesto que ellos pierden sus empleos y posteriormente a menudo también sus casas y propiedades, yo fui muy afortunado de encontrar tantos generosos partidarios, que no sólo mis gastos judiciales fueron cubiertos, sino también el apoyo a mis hijos. Quedaron incluso algunos fondos que yo podía usar después de mi liberación para reanudar mi vida.

Más importante, y en contraste con la mayor parte de los presidiarios, los presos políticos no pierden su sentimiento del significado: ellos no se sienten ni culpables ni avergonzados de lo que ellos han hecho. O como David Cole lo expresó una vez: Somos fuertes, estamos orgullosos, y, lo mejor de todo, ¡tenemos razón!.

Esta actitud, más que ninguna otra, le da a usted alas incluso en los momentos más difíciles, y lo mantiene en marcha después también, como el New York Times correctamente observó en un artículo titulado "¿Por Qué los Disidentes Liberados Eligen el Camino de la Mayor Resistencia?". Este artículo, que fue convenientemente publicado cinco semanas antes de mi liberación de la prisión, describe cómo los disidentes árabes que fueron encarcelados por sus pacíficas opiniones políticas regresaron directamente a sus acciones de desobediencia civil una vez liberados de la prisión (33). Como uno de ellos lo expresó:

"Esto es un asunto no sólo de dignidad, sino que se trata del sentido de vuestra vida. Ésta es su opción de vida, y si usted se rinde, usted perderá el sentido de su vida".

Él dijo que no tenía ninguna otra opción sino ir directamente a donde había quedado.

¡Tal como nosotros los revisionistas!.–

Notas:

(1) No hablaré extensamente de mis problemas con las autoridades de inmi gración estadounidenses. Mi caso está completamente documentado en línea en Germar Rudolf's Personal Website.
(2) G. Rudolf, La Resistencia Es Obligatoria, publicado privadamente, 2012.
(3) Se piensa que la Ley Básica de Alemania, que fue negociada entre políticos alemanes y principalmente las fuerzas estadounidenses de ocupación, justo después de la 2ªGM, es su Constitución, aunque nunca haya sido aprobada por un referéndum del pueblo alemán; de aquí que carezca de legitimidad formal.
(4) Nikolaus Kopernikus, Über die Kreisbewegungen der Weltkörper, Thorn 1879, p. 7; Engl.: Nicolaus Copernicus, On the Revolution of Heavenly Spheres, Prometheus Books, Amherst, NY, 1995; aquí citado de Dorothy Stimson, The Gradual Acceptance of the Copernican Theory of the Universe, Hanover, NH, 1917, p. 115; original: De revolutionibus orbium coelestium, 1543; desde 1616 a 1822 este libro fue "suspendido" por la Iglesia Católica, lo que significaba que, cuando se citaba el libro, tenía que enfatizarse que el sistema heliocéntrico era simplemente un modelo matemático.
(5) Sócrates, Apologia, Sec. 38.
(6) Aristóteles, Metafísica, libro 1, cap. 1, primera frase; Richard Keon (ed.), The Basic Works of Aristotle, Random House, New York, 1941, p. 689.
(7) Aristóteles, Ética Nicomaquea, libro X, cap. 7; ibid., p. 1105.
(8) Konrad Lorenz, "Der Abbau des Menschlichen", Piper, Munich 1983, p. 1; "The Waning of Humaneness", Little, Brown & Co., Boston 1987, p. 186.
(9) Karl Popper, "Objective Knowledge", 4ª ed., Clarendon Press, Oxford 1979, pp. 24 y ss.
(10) Emanuel Kant, "Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung?", Berlinische Monatsschrift, Diciembre de 1784, pp. 481-494.
(11) Karl R. Popper, "The Open Society and Its Enemies", Routledge & Paul, Londres 1962, vol. 1, p. 202.
(12) Karl Popper, "Objective Knowledge", op. cit. (nota 9), pp. 347 y ss.
(13) Basado principalmente en sus obras The Logic of Scientific Discovery, Hutchinson & Co., London 1968, y Objective Knowledge, op. cit. (nota 9).
(14) J. Markiewicz, W. Gubala, J. Labedz, "A Study of the Cyanide Compounds Content in the Walls of the Gas Chambers in the Former Auschwitz and Birkenau Concentration Camps", Z Zagadnien Nauk Sadowych, Vol. XXX (1994) pp. 17-27.
(15) F. Leuchter, R. Faurisson, G. Rudolf, "The Leuchter Reports", 3ª ed., The Barnes Review, Washington, DC, 2012, pp. 44-46, 59.
(16) Originalmente presentados en: Ernst Gauss (=Germar Rudolf), "Vorlesungen über Zeitgeschichte", Grabert, Tübingen 1993; en inglés vea G. Rudolf, "The Rudolf Report", 2a ed., The Barnes Review, Washington DC, 2011, pp. 230-278.
(17) Para más detalles vea Germar Rudolf, Carlo Mattogno, "Auschwitz Lies", 2a ed., The Barnes Review, Washington, DC, 2011, pp. 45-67.
(18) Bruno Frank, "Friedrich der Große als Mensch im Spiegel seiner Briefe", Deutsche Buch-Gemeinschaft, Berlin 1926, p. 99.
(19) Aleksandr Solzhenitsyn, "The Gulag Archipelago", Collins & Harvill, Londres 1974-1978.
(20) Importante orador griego y estadista principal de Atenas (384-322 a.C.).
(21) Emanuel Kant, "Kritik der praktischen Vernunft", Riga 1788, p. 54 (§ 7 "Grundgesetz der reinen praktischen Vernunft"; new: Meiner, Hamburg 2003, p. 41); en inglés: "Grounding for the Metaphysics of jovenlandesals", 3a ed., Hackett, Indianapolis 1981, p. 30.
(22) Otto Grit*schneder (ed.), "Ich predige weiter. Pater Rupert Mayer und das Dritte Reich", Rosenheimer Verlag, Rosenheim 1987, p. 89.
(23) Karl Popper, "The Open...", op. cit. (nota 11), vol. 2, p. 287.
(24) Ibid., vol. 1, p. 110.
(25) Henry David Thoreau, "Walden and Other Writings", Bantam, Toronto 1981, pp. 92, 94.
(26) Shriman Narayan (ed.), The Selected Works of Mahatma Gandhi, vol. 4, Navajivan Publishing House, Ahmedabad 1969, p. 174.
(27) Young India, 2 de Marzo de 1922; Ministry of Information and Broadcasting, Government of India (ed.), The Collected Works of Mahatma Gandhi (Electronic Book), Publications Division Government of India, New Delhi 1999, 98 volúmenes (Collected Works of Mahatma Gandhi), posteriormente CWMG, aquí vol. 26, p. 246.
(28) Harijan, 15 de Abril de 1939, CWMG, vol. 75, p. 249.
(29) Young India, 5 de Enero de 1922; CWMG, vol. 25, pp. 391 y ss.
(30) Roman Herzog, "Das positive Widerstandsrecht" en: Festschrift für A. Merkel, Munich 1970, p. 102; citado de acuerdo a Klaus Peters, "Widerstandsrecht und humanitäre Intervention", Osnabrücker Rechtswissenschaftliche Abhandlungen, vol. 61, Carl Heymanns Verlag, Colonia 2005, p. 184 (Disertación en la Universidad de Osnabrück 2004/2005).
(31) R. Herzog, ibid., p. 100; K. Peters, ibid., p. 188.
(32) R. Herzog, en: Theodor Maunz, Günter Dürig, "Grundgesetz Kommentar", 41er Suplemento (Ergänzungslieferung), Munich 2002, Art. 20, para. 4, Rn. 17-19: de acuerdo a K. Peters, ibid.
(33) Publicado online en www.nytimes.com/2009/05/27/world/middleeast/27egypt.html el 26 de Mayo de 2009. Una versión de este artículo apareció impresa el 27 de Mayo de 2009 en la página A6 de la edición de Nueva York bajo el título "Once Freed from Prison, Dissidents Often Continue to Resist" ("Una Vez Liberados de Prisión, los Disidentes a menudo Continúan Resistiendo").–

Editorial Streicher: Germar Rudolf - La Resistencia Es Obligatoria

esto hay que leerlo atentamente y despacio
 
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