No creo que hayamos de enfrentar a una generación contra otra, si bien es cierto que los langostos tienen tendecia a humillar a los más jóvenes, a presumir de unos logros que no son mérito suyo, sino de una época de bonanza de los 60 a los 90 en toda Europa occidental, sazonada con una mayor conciencia de clase etc.
El poder adquisitivo (de biene básicos) de los langostos era mayor que el de los jóvenes actuales, que pueden viajar a Cancún, pero no pueden comprarse una casa.
Pero bueno, trabajaron (tampoco más duro y mejor que los jóvenes actuales, en trabajos muy poco cualificados), ahorraron y acumularon un patrimonio (a veces el patrimonio se acumulaba solo, porque no había donde gastarlo más que en pisos).
El problema pincipal de los langostos es la ausencia de formación y cultura. Tienen cierto pensamiento mágico simplista, según el cual si trabajas duro, si descargas el camión delante del patrón, todo te saldrá rodado. Y la realidad del mundo actual es muchísimo más complejo, la competencia más feroz, la libertad de medios más escasa, y la falsa ilusión de prosperidad enorme.
En cuanto a este problema principal, su falta de formación y de conocimiento del mundo, hay algo que sí me escama. Mi padre, por ejemplo, no sabe cómo funciona el sistema de pensiones. Se cree que lo que trabajó se metió en una hucha, de la que cada mes van sacando un poquito para pagarle la pensión. Cree que el dinero que le quitaron está o estaba ahí, a buen recaudo, hasta que el dinero lo malgastó.
Es decir, que no sabe cómo funciona el sistema de pensiones, y aunque se lo expliques, aunque le hagas una piramide de población activa y los problemas que ello conlleva para mantener el sistema de pensiones, no entra en razón.
Ahora bien, si se celebran unas elecciones, o aun un referéndum, en el que la cuestión sea la remodelación del sistema de pensiones, ¿cómo puede ser legítimo que el voto de personas que no tienen ni idea de cómo funcionan las pensiones tenga el mismo valor que de aquellos que sí lo entienden?
Así no me extraña que los políticos engañen, se aprovechen o, quién sabe, se resignen, a sabiendas de que la generación langosta no da su brazo a torcer, y sigue viviendo en el mundo mágico y sencillo en el que crecieron.
Pues como este caso de las pensiones, tantos otros. Hay una generación entera que vota a PPSOE que no es que no sepa de pensiones, sino que no sabe de absolutamente nada, y su voto condiciona la deriva del país.
La juventud estupidizada y reguetonera que se nos viene encima tampoco es mucho mejor. En cualquier caso, creo que empieza a ser necesario una especie de carné de votante que se adquiera con unos conocimientos básicos de cómo funciona el país, o bien una verdadera democracia donde cada cual aguante su vela, no en el que los caprichos de una generación determinen el porvenir de la siguiente.