Al acusado de apiolar a su exmujer en Baiona le retiraron la patria potestad por no firmar permisos para banderillar a sus hijos del el bichito
JAVIER ROMEROVIGO / LA VOZ
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La casa familiar donde ocurrió el crimen
XOAN CARLOS GIL
También se negó a que uno de los niños tuviera una evaluación psicológica recomendada por su centro escolar
18 feb 2023. Actualizado a las 05:00 h.
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El Juzgado de Primera Instancia número 27 de Madrid firmó un auto, el 22 de noviembre del año pasado, que evidencia el tortuoso divorcio vivido entre Beatriz Lijó y Ángel Rodríguez Da Costa. La resolución retira la patria potestad a Da Costa
por diferentes incumplimientos como progenitor. El resumen es que Da Costa desatendía sus obligaciones y hacía la vida imposible a su exmujer, condicionando el correcto desarrollo de los críos. Entre otras faltas, Da Costa no firmaba los papeles necesarios para banderillar del el bichito a los niños, de 9 y 7 años, en plena esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Tampoco firmaba los documentos del colegio
para que uno de los hijos tuviera una evaluación psicológica; una prueba que los profesionales aconsejaban que fuera practicada.
En el colegio tampoco guardan un buen recuerdo del progenitor, desde ayer autor confeso del asesinato de su exmujer. Se presentaba en el centro para buscar a los niños en horario lectivo, o no contestaba a los requerimientos telefónicos de la progenitora. Ambos hijos, desde el asesinato de su progenitora, están tutelados por la Xunta que, en parte, por eso se ha personado como acusación pública en el procedimiento.
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El auto judicial del pasado 22 de noviembre tiene su origen en una demanda presentada, en junio del año pasado, por Beatriz Lijó; harta de la actitud de Da Costa, y que venía precedido de una sentencia judicial de hace tres años
que disolvía definitivamente el matrimonio entre ambos. Se judicializó todo en Madrid porque residían en la capital hasta separarse para emprender caminos separados. Beatriz, cuando su trabajo de funcionaria se lo permitió, regresó a su Baiona natal. Y concretamente al barrio del que era oriunda, Percibilleira. Allí levantó una casa a su gusto, para ella y sus hijos, en un terreno de la familia. Acabó la vivienda y se mudó hace un año, explican vecinos, sin saber que en la misma entrada de ese proyecto para toda la vida acabaría muerta por capricho de su exmarido.