Claro. Porque la seguridad se paga con ataduras.
Cuando lleves 15 años haciendo lo mismo (estas chicas rondarán los 40 para entonces...), y no tengas seguramente posibilidad alguna de hacer algo mínimamente distinto, cuando ya te haya invadido el espíritu de quejarte por todo y arrastrar los pies por los pasillos, darte cuenta de que te quedan veintitantos años de hacer exactamente lo mismo, puede ser horrible para tu jovenlandesal.
Porque seguro que hay ambientes en los que la convivencia es amena, y el trabajo agradable, o incluso creativo. Pero en muchos otros casos, la convivencia tendrá elementos tóxicos, y el trabajo se convertirá en pura rutina. Y por mucho que al principio lo tomes con ganas, es difícil que repetir la misma labor año tras año no canse.
Tienes un cinturón de seguridad enorme, pero también una condena en plan Sísifo de subir todos los días la misma piedra a la misma montaña. Para algunos será una bendición, no tener que pensar cada día y que tu vida laboral sean todo automatismos. Pero creo que para muchos (a mi me pasaría...) sería una auténtica condena...