Satori
Madmaxista
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Imagino que no hará falta que les diga que yo hubiera preferido que su documentadísimo trabajo no se refiriera al periodo de la guerra fría, sino al momento presente; que no se centrara en músicos, pintores y escritores, sino en los medios de comunicación de masas; y -ya puestos a pedir- que incluyera un amplio capítulo relativo a España.
Ocurre, sin embargo, que el libro que ella ha escrito ha sido posible (aun a costa de ímprobos esfuerzos), en tanto que el que yo pido sería directamente imposible. Pocas realidades tan bien escondidas como las que yo quisiera que se desvelaran.
Sin embargo -y retorno con ello al inicio, en el que hablaba de las lecturas interesadas-, este libro, por más que se centre en un tiempo pretérito y en un sector tan específico como es el de los escritores y artistas, nos proporciona claves de valor inapreciable para analizar la realidad presente, incluyendo la realidad del mundo de la comunicación de masas. Y eso es así porque Saunders, al describirnos la intervención de la CIA en el mundo cultural de hace décadas, nos desvela lo que bien podría calificarse como un modelo de actuación. Un modelo que, sin lugar a dudas -ella misma lo apunta-, ha sido utilizado también en tiempos posteriores y con respecto a otros sectores de interés estratégico para los EEUU. Dicho de otro modo: aunque ella hable de la intervención de la CIA en el terreno estrictamente cultural, literario y artístico, en los principales países de la Europa democrática y durante los años de la guerra fría -esto es, aunque hable muy poco de los medios de comunicación de masas, no se refiera prácticamente para nada a España y no proporcione datos actualizados-, nos proporciona de hecho las herramientas necesarias para reconstruir lo que sin duda está sucediendo actualmente aquí y ahora.
¿En qué consiste ese modelo de actuación extraíble, a mi entender, de la obra de Saunders? Trataré de describirlo brevemente.
Primer punto que conviene retener: la reivindicación de la llamada «mentira necesaria».
Cuenta la autora cómo George Kennan, uno de los padres de la CIA, desarrolló en 1947 el concepto de «mentira necesaria» en tanto que componente esencial de la diplomacia norteamericana de posguerra. Kennan, situándose en la línea del sempiterno principio que justifica la utilización de cualquier medio, por odioso que resulte, siempre que el fin se considere correcto, propugnaba la puesta en pie de una tupida red mundial de complicidades intelectuales, culturales y periodísticas que permitieran a los EEUU expandir sus criterios. Esa red no debería dudar en recurrir a la mentira, la manipulación y la intoxicación a gran escala cuando ello resultara conveniente para los intereses norteamericanos.
Pocos meses después, y en sintonía con los criterios de Kennan, el Consejo de Seguridad Nacional norteamericano elaboró diversas instrucciones -entonces ultrasecretas, ahora ya accesibles, gracias al trabajo de Saunders- destinadas a impulsar no sólo el desarrollo de esa red de propaganda, sino también el trabajo sistemático de «guerra económica, acciones directas, incluido el sabotaje... y de subversión contra Estados hostiles, incluida la ayuda a movimientos clandestinos de resistencia, grupos guerrilleros y grupos de liberación de refugiados». El CSN precisaba que esas acciones deberían «planificarse y ejecutarse de modo que las personas no autorizadas carezcan de pruebas de la responsabilidad del gobierno de los Estados Unidos, y que, en caso de ser descubiertas, el gobierno de los Estados Unidos pueda rechazar de forma convincente cualquier responsabilidad al respecto de ellas» (National Council Directive 10/2).
Ocurre, sin embargo, que el libro que ella ha escrito ha sido posible (aun a costa de ímprobos esfuerzos), en tanto que el que yo pido sería directamente imposible. Pocas realidades tan bien escondidas como las que yo quisiera que se desvelaran.
Sin embargo -y retorno con ello al inicio, en el que hablaba de las lecturas interesadas-, este libro, por más que se centre en un tiempo pretérito y en un sector tan específico como es el de los escritores y artistas, nos proporciona claves de valor inapreciable para analizar la realidad presente, incluyendo la realidad del mundo de la comunicación de masas. Y eso es así porque Saunders, al describirnos la intervención de la CIA en el mundo cultural de hace décadas, nos desvela lo que bien podría calificarse como un modelo de actuación. Un modelo que, sin lugar a dudas -ella misma lo apunta-, ha sido utilizado también en tiempos posteriores y con respecto a otros sectores de interés estratégico para los EEUU. Dicho de otro modo: aunque ella hable de la intervención de la CIA en el terreno estrictamente cultural, literario y artístico, en los principales países de la Europa democrática y durante los años de la guerra fría -esto es, aunque hable muy poco de los medios de comunicación de masas, no se refiera prácticamente para nada a España y no proporcione datos actualizados-, nos proporciona de hecho las herramientas necesarias para reconstruir lo que sin duda está sucediendo actualmente aquí y ahora.
¿En qué consiste ese modelo de actuación extraíble, a mi entender, de la obra de Saunders? Trataré de describirlo brevemente.
Primer punto que conviene retener: la reivindicación de la llamada «mentira necesaria».
Cuenta la autora cómo George Kennan, uno de los padres de la CIA, desarrolló en 1947 el concepto de «mentira necesaria» en tanto que componente esencial de la diplomacia norteamericana de posguerra. Kennan, situándose en la línea del sempiterno principio que justifica la utilización de cualquier medio, por odioso que resulte, siempre que el fin se considere correcto, propugnaba la puesta en pie de una tupida red mundial de complicidades intelectuales, culturales y periodísticas que permitieran a los EEUU expandir sus criterios. Esa red no debería dudar en recurrir a la mentira, la manipulación y la intoxicación a gran escala cuando ello resultara conveniente para los intereses norteamericanos.
Pocos meses después, y en sintonía con los criterios de Kennan, el Consejo de Seguridad Nacional norteamericano elaboró diversas instrucciones -entonces ultrasecretas, ahora ya accesibles, gracias al trabajo de Saunders- destinadas a impulsar no sólo el desarrollo de esa red de propaganda, sino también el trabajo sistemático de «guerra económica, acciones directas, incluido el sabotaje... y de subversión contra Estados hostiles, incluida la ayuda a movimientos clandestinos de resistencia, grupos guerrilleros y grupos de liberación de refugiados». El CSN precisaba que esas acciones deberían «planificarse y ejecutarse de modo que las personas no autorizadas carezcan de pruebas de la responsabilidad del gobierno de los Estados Unidos, y que, en caso de ser descubiertas, el gobierno de los Estados Unidos pueda rechazar de forma convincente cualquier responsabilidad al respecto de ellas» (National Council Directive 10/2).