Corrupción Franco fue un franc-masón traidor genocida sionista amamoros antiespañol a sueldo del anglosionismo

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"Hay hombres que no comprenden cuánto distan y qué diferencia hay entre principio, causa y pretexto; que estos dos últimos preceden a toda acción, y que el principio es lo último de los tres" (Polibio, Historias).

La causa es el globalismo.
El pretexto, la democracia (que en realidad es el gobierno de los oligarcas mediante demagogos).
El principio, la Constitución de 1978.

Después de la IIGM, los liberales y los comunistas se repartieron Europa y el mundo como buenos amigos e impusieron a España un bloqueo criminal, económico y diplomático (Suárez, Luis: Franco. Victoria frente al bloqueo, ed. Actas, Madrid, 2001, 610 págs.)

No habiendo caído el régimen con el bloqueo, se abrieron relaciones comerciales y militares que beneficiaban a España económicamente; y a EEUU en el control militar de su parte de Europa en el reparto, y en su enfrentamiento (nunca bélico, se inventaron el absurdo de "guerra fría") con la URSS (por cierto, en 1972 se llegó a un acuerdo comercial entre España y la URSS, estableciéndose Delegaciones Comerciales, y en 1973 relaciones diplomáticas con China).

Pero el régimen anterior no aceptaba las nuevas modas NWO: aborto, pronografía, gaiismo, partidos políticos (demagogos corruptos a las órdenes del NWO como actualmente estamos viendo), etc. El Régimen del 18 de Julio no permitió tal ingeniería social, sólo porque se le había puesto en las narices a las élites de la mano de EEUU...

Todo un mérito de Franco frente al imperialismo yanqui y los poderosos amos del mundo...

Y, en la cuestión militar, tampoco el régimen sufría del servilismo compulsivo del régimen actual con EEUU y la OTAN. Por ejemplo, sólo mandó personal médico a Vietnam y no permitió en 1973 que la base de Rota fuera utilizada por EEUU en sus operaciones en el conflicto de Oriente Medio (el ministro de Asuntos Exteriores López Rodó reitera hasta dos veces que "el Gobierno de España es determinante en afirmar que las bases no deben ser utilizadas ni del modo más insignificante en el conflicto mismo o en el apoyo a operaciones militares. Cualquier uso de las bases en el conflicto de Oriente Medio, ya sea directa o indirectamente, supondría una violación del acuerdo").

De modo que los globalistas se pusieron desde el principio a trabajar en ello:

Relación CIA>CLC>IV Congreso del Movimiento Europeo>Constitución Española de 1978 (separatismo):

CIACRACIA


En 1966 se descubrió que la CIA financiaba en secreto y pastoreaba la intelectualidad europea e hispanoamericana, de derechas e izquierdas, a través del Congreso por la libertad de la Cultura (CLC).

Thomas Braden (llegado a la CIA en 1950, encargado de organizar la División Internacional de Oposición al Comunismo) confirma el financiamiento oculto del Congreso en un artículo con título provocador: Me siento orgulloso de que la CIA sea amoral.

Los españoles exiliados como consecuencia de la Guerra Civil iban a participar activamente en los trabajos del CLC y entre éstos cabe enumerar a los ex miembros del partido revolucionario independiente, POUM [Partit Obrer d’Unificació Marxista], miembros del ala «caballerista» [vinculados a Largo Caballero] del PSOE en el exilio, así como intelectuales y escritores liberales. Mención especial se merece el ex poumista Julián Gorkin, que durante años ocupó el cargo de la secretaría latinoamericana del CLC y promovió importantes iniciativas antifranquistas, en esta última tarea auxiliado por el escritor europeísta Salvador de Madariaga, liberal, y por otro ex poumista, Enrique Adroher Gironella, secretario del Consejo Federal del Movimiento Europeo.

En una carta del escritor y ciácrata a sueldo Raditsa a Josselson, jefe del CLC y agente de la CIA, de 5 de enero de 1959, lo urgía: "La liberación intelectual de España debe ser el trabajo del Congreso".

Entre los intelectuales financiados por la CIA y miembros del Comité español del CLC se encontraban Dionisio Ridruejo, Julián Marías, Enrique Tierno Galván, José Luis Cano, José Luis Aranguren, Pedro Laín Entralgo, Marià Manent, Lorenzo Gomis, Fernando Chueca, Pablo Martí Zaro, Carlos María Bru, Domingo Garcia Sabell, Marià Manent, Raúl jovenlandésdo, José Luis Cano, J. Caro Baroja, Fernando Chueca, Paulino Garagorri, José Antonio Maravall, Antonio Menchaca Careaga, Jesús Prados Arrarte, Ruiz Gimenez, José Luis Sampedro, Josep Benet, Josep Maria Castellet, Lorenzo Gomis, Albert Manent, Josep M. Vilaseca Narcet, Vicente Ventura y Fernando Vicente–Arche, Jaime García Añoveros, Luis Michelena, Eduardo Chillida, Carlos Santamaría, Antonio Buero Vallejo, Miguel Delibes, C. J. Cela y Ramón Piñeiro.

En España, las conferencias internacionales organizadas por el CLC se anunciaban bajo el patronazgo de la UNESCO, la AECI, las cátedras universitarias (como la de Derecho de Aranguren en la Universidad Complutense, o la de Economía de Sureda en la Universidad de Barcelona), y organismos culturales extranjeros, como el Institut Français.

El CLC colaboró de forma muy estrecha con Ínsula, Revista de Occidente y Cuadernos para el diálogo.

El plan desembocó en la realización del IV Congreso del Movimiento Europeo, que se reunió en Múnich del 5 al 8 de junio de 1962 con el objeto de discutir la situación española bajo el lema "Europa y España". Paga la CIA.

El contubernio de Munich, un contubernio del CLC con los ciácratas Madariaga y Gorkin -el liberal y el marxista- como maestros de ceremonias, y donde la CIA impuso a España la sarama que padecemos:

El 5 de julio de 1978, durante el Pleno del Congreso de los Diputados, Enrique Tierno Galván, el viejo ciácrata, miembro del Comité español del CLC, desvela en la tribuna de oradores que el reparto de España entre “nacionalidades y regiones” no es fruto del consenso entre los parlamentarios reunidos en las ponencias, como hacían creer los medios de comunicación, sino de un compromiso con el separatismo bastante anterior:

“¿Por qué no decirlo? –dice Tierno- ¿Por qué ocultar que se trata de un compromiso adquirido entonces? Es como si algunos se avergonzasen o sintieran un extraño pudor. Pues bien, yo proclamo aquí que en este punto lo que estoy haciendo es cumplir un compromiso contraído en tiempos de clandestinidad.”

En los debates de la comisión constitucional del Senado del 20 de agosto de ese mismo año, el senador socialista Villar Arregui dijo que la palabra nacionalidades ya estaba acordada por la oposición en Munich en 1962.

El senador González Seara, de UCD, en esa misma sesión, dijo que el compromiso era anterior a las elecciones del 15 de junio, “porque las fuerzas democráticas se habían puesto ya de acuerdo en aceptar el término nacionalidades”.

¿Cuáles eran esas "fuerzas democráticas"? Ese mismo día, apareció en El país un artículo del ciácrata Aranguren donde lo clavaba: “El régimen de consenso está cumpliendo una función semejante a la que el régimen de pacto (de San Sebastián) cumplió antes de implantada la República de 1931; esa función consiste y consistió en definir cuáles son los partidos con derecho a gobernar, aquéllos a quienes se otorgan credenciales, republicanas entonces, democráticas ahora”.


El término nacionalidades, según aparece en la Constitución, es un atentado a la lengua española que encubre un atentado a la unidad española, pues nacionalidad se define como la cualidad de pertenencia de cada individuo a una nación y, por tanto, deriva de ésta última.

Algunos senadores se opusieron a su inclusión en la futura Constitución, como Cela, que proponía países, o Julián Marías alegando que la ambigüedad del concepto podría dar lugar a graves conflictos por su posible uso político, dado que consideraba que “nacionalidad” no debía entenderse, como consideraba que se hacía en el texto constitucional, como “nación subordinada o subnación o parte de nación”, sino que “se usa en el Derecho español y en el de los demás países, y en el internacional, en los tratados internacionales y en el uso común de la lengua en el sentido de que es el vínculo de pertenencia o la cualidad de conducción de alguien que pertenece a una nación".

DRAE:
nacionalidad.
1. f. Condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación.
2. f. Estado propio de la persona nacida o naturalizada en una nación.
Posteriormente hubieron de incluir dos acepciones más:
3. f. Esp. Comunidad autónoma a la que, en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y cultural.
4. f. Esp. Denominación oficial de algunas comunidades autónomas españolas.


En el debate televisado para las elecciones generales de 2019, Casado le preguntaba a Sánchez que dónde ponía en la Constitución eso de "nación de naciones", y Sánchez le interrumpió diciendo: "nacionalidades, nacionalidades", y chitón todo el mundo.

Muchas cosas hacen pensar que ETA –la mano de obra criminal del separatismo- es un producto made in USA: su santuario francés, su buena prensa en EEUU, la ley de Amnistía de 1977, la legislación chapucera que les favorece aquí y en Estrasburgo, los cerca de 400 asesinatos sin investigar, sus mediadores de postín en 2011 (el ex secretario general de la ONU Kofi Annan; la ex primera ministra de Noruega Gro Harlem Bruntland; el ex ministro francés de Interior y Defensa Pierre Joxe; el ex jefe de gabinete de Toni Blair, Jonathan Powell...), los pactos y acuerdos con el gobierno, su ingreso en las instituciones hasta convertirse en un partido gubernamental con un gobierno otanero y globalista perdido...

Adolfo Suárez: “me voy de la presidencia sin saber si ETA cobra en dólares o en rublos”.

(En general, los terroristas “intelectuales” que triunfan con sus chanchullos en esta ciacracia avanzada, como Jon Juaristi de ETA, Pío Moa del GRAPO, Esteban Ibarra del FRAP o Rafael Blasco del FRAP, han pasado de la extrema izquierda a sectarios extremos de EEUU y fervorosos sionistas, con su adhesión inquebrantable al Estado de Israel y todos sus gobiernos, sin fisura alguna para la más mínima crítica y con el mismo fanatismo que antes mostraban hacia la URSS o China; por lo que cabe preguntarse si, más que orates útiles, fueron siempre sionistas yanquifilíticos. Lo mismo puede decirse de Losantos y su banda, no digo que terrorista, de Losantos: esos comunistas de la época franquista como él, Girauta, Albiac, Carmen Grimau, Antonio Escohotado, César Vidal, etc., que pasaron de ser furibundos marxistas a furibundos liberales -lo cual no es tan difícil, sólo hay que girarse un poco a la izquierda o a la derecha para que el sol salga por el Kremlin o por Wall Street; "Soy socialista a fuer de liberal", dijo Indalecio Prieto en 1921; "y viceversa", pueden decir Losantos y compañía-, que han acabado siendo más sionistas que Netanyahu y, si antes todo era criticable menos la URSS o China, ahora lo es todo menos Israel.)

Demonizar al Régimen para sustituirlo por la cosa poco buena ciacrática era prioritario. Por ejemplo, cuando Solschenitzin visitó España en marzo de 1976, declaró en una entrevista en TVE (vídeo, por cierto, imposible de encontrar en internet):

«Sus progresistas llaman dictadura al régimen vigente en España. Hace diez días que yo viajo por España y me he quedado asombrado. ¿Saben ustedes lo que es una dictadura? He aquí algunos ejemplos de lo que he visto. Los españoles son absolutamente libres de residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier parte de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme de tal o cual población. También he podido comprobar que los españoles pueden salir libremente de su país para ir al extranjero. Sin duda saben ustedes que, debido a las fuertes presiones ejercidas por la opinión mundial y por los Estados Unidos, se ha dejado salir de la Unión Soviética, con no pocas dificultades, a cierto número de judíos. Pero los judíos restantes y las personas de otras nacionalidades no pueden marchar al extranjero. En nuestro país estamos como encarcelados.
Paseando por Madrid y otras ciudades, he podido ver que se venden en los kioscos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros, se verían inmediatamente decenas y decenas de manos tendidas y luchando por procurárselos. También he observado que en España uno puede utilizar libremente las máquinas fotocopiadoras. Cualquier individuo puede hacer fotocopiar cualquier documento, depositando cinco pesetas por copia en el aparato. Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así. Cualquiera que emplee máquinas fotocopiadoras, salvo por necesidades de servicio y por orden superior, es acusado de actividades contrarrevolucionarias.
En su país –dentro de ciertos límites, es cierto– se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años de poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladoras, pese a que sólo reclamaban mejores condiciones de trabajo. Si nosotros gozásemos de la libertad de que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos. Hace poco han tenido ustedes una amnistía. La califican de “limitada”. Se ha rebajado la mitad de la pena a los combatientes políticos que habían luchado con armas en la mano (alude a los terroristas). ¡Ojalá a nosotros nos hubiesen concedido, una sola vez en veinte años, una amnistía limitada como la suya! Entramos en la guandoca para morir en ella. Muy pocos hemos salido de ella para contarlo.»

Ante lo cual, Joan Benet rebuznó en Cuadernos para el diálogo:

«Todo esto, ¿por qué? ¿Porque ha escrito cuatro novelas, las más insípidas, las más fósiles, literariamente decadentes y pueriles de estos últimos años? ¿Porque ha sido galardonado con el premio Nobel? ¿Porque ha sufrido en su propia carne –y buen partido ha sacado de ello– los horrores del campo de concentración? Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexandr Soljenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Alexandr Soljenitsin no puedan salir de ellos. Nada más higiénico que el hecho de que las autoridades soviéticas –cuyos gustos y criterios sobre los escritores rusos subversivos comparto a menudo– busquen la manera de librarse de semejante peste.»

¿Cuadernos para el diálogo estaba financiado por la KGB? No, era uno de los periódicos financiados por la CIA a través del CLC y J. Benet era miembro del Comité español del CLC.

(Sobre el CLC hay bastante información en internet; respecto a España, puede verse Causas y circunstancias del establecimiento del Comité español del Congreso por la libertad de la Cultura, de Olga Glondys. También hay libros publicados acerca del CLC; recientemente, Nuestro hombre en la CIA: Guerra Fría, antifranquismo y federalismo, de Iván Vélez. Las declaraciones hechas en las cámaras las he tomado de las crónicas parlamentarias de Joaquín Aguirre Belllver, recogidas en el libro Así se hizo la Constitución.)
MA-GIS-TRAL

Me acabo de copiar y guardar este texto en mi ordenador.

Por lo demás lectura recomendada: "la CIA y la guerra fría cultural", de Frances S. Saunders.


Todas las lecturas son interesadas.

Incluso cuando no nos damos cuenta, también leemos interesadamente.

Estoy seguro de que muchos de ustedes lo habrán comprobado por propia experiencia: lees un libro a los veintitantos años, inmerso en una determinada realidad -y en un específico estado de ánimo-, y el libro te dice unas cosas, y te deja una impresión concreta. Vuelves a leerlo veinte años después, y te parece que fuera otro libro, del todo distinto: las enseñanzas de ayer se difuminan por completo y otras nuevas ocupan su lugar. No ha cambiado el libro: ha cambiado el lector. Hemos cambiado nosotros.

Finalmente, sólo encontramos lo que buscamos.

Admito sin el menor recato que mi lectura de este impresionante trabajo de Frances Stonor Saunders ha sido interesada. Ferozmente interesada. No tanto porque me apasione la Historia de la guerra fría cultural -que ahora ya también-, como porque me apasiona el presente.

La autora ha hecho un trabajo de recopilación de datos que resulta conmovedor, a fuer de exhaustivo. No me cuesta nada hacerme cargo de las muchas dificultades con las que se habrá topado. De algunas, ella misma da cuenta en la Introducción. Otras imagino que las habrá omitido, por mero pudor.

Es difícil escoger una materia de investigación que cuente con fuentes de más difícil acceso. Incluso refiriéndose a una época ya relativamente lejana en el tiempo, es obvio que los protagonistas supervivientes tienen demasiado que ocultar, o que maquillar, o que reconvertir. La CIA, por su parte, tampoco se caracteriza por dar facilidades a quienes tratan de inspeccionar sus tétricos desvanes. La autora de este libro ha demostrado poseer una tenacidad y una presencia de ánimo envidiables.

Reconozco en ella el espíritu investigador anglosajón del que me convertí en ferviente admirador en el breve espacio de mi vida en que me dediqué a la indagación historiográfica. Invertí varios años en el estudio febril de la Historia de la Rusia zarista y de la posterior URSS, con el ánimo de hacer un ensayo biográfico sobre Jósif Stalin.

Tuve ante mí dos ejemplos contrapuestos. De un lado, el de los estudiosos anglosajones, con Edward Hallet Carr en primerísimo plano. Del otro, el de los analistas latinos, entre los que, por aquel tiempo, destacaba Charles Bettelheim. Los primeros analizaban la realidad rusa y soviética con actitud y pasión semejantes a la que hacen suyas los entomólogos cuando estudian la vida sensual de los himenópteros. Los segundos sucumbían, uno tras otro, a la irrefrenable pulsión de explicarnos la verdad de lo sucedido, extrayendo las lecciones políticas correspondientes, para el caso de que nosotros no fuéramos capaces de hacerlo por nuestra propia cuenta. Bettelheim llegó al extremo de publicar tres tomos sobre la Historia de la Rusia Soviética: en el primero nos explicaba cómo había que interpretarlo todo, en el segundo refutaba lo dicho en el primero y nos explicaba cómo había que interpretarlo todo, y en el tercero refutaba los dos anteriores y, oh maravilla, volvía a explicarnos cómo había que interpretarlo todo. Sin cortarse un pelo.

Prefiero con mucho a los entomólogos.

Frances Stonor Saunders analiza pormenorizadamente la actividad de la CIA en el mundo cultural europeo durante los años de la guerra fría con el rigor y el distanciamiento propios de una entomóloga. Proporciona datos, cifras, fechas, declaraciones. Los clasifica. Les confiere sentido. Pero no da muestra de estar izando ninguna bandera particular, salvo la del conocimiento de la realidad de lo sucedido. Por ello mismo, su trabajo acaba resultando infinitamente más valioso y eficaz que si hubiera escrito un panfleto contra la CIA, por documentado que estuviera. Su libro rezuma honestidad. Y ganas de saber.
 
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