Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba.

Año 1568, Guerra de los Ochenta Años. Se enfrenta un ejército holandés de 10.000 infantes, 2.000 jinetes y 16 cañones contra un ejército del imperial español compuesto de 12.000 infantes y 3.000 jinetes.

Resultado: 7.000 muertos y heridos holandeses, y unos 80 muertos y 220 heridos del lado español.

Batalla de Jemmingen - Wikipedia, la enciclopedia libre

La España del XVI y XVII debió ser la leche. Hay un montón de batallas por Europa en las que los españoles practicamente aniquilaban a sus rivales, muchas veces en franca superioridad de soldados y material, mientras apenas sufrían bajas.

Eso ha quedado en el ADN de los europeos. :D
 
La actuación del duque de Alba originó la pérdida de Holanda para España, y que la guerra de Flandes se hiciera interminable y consumiese los recursos del Imperio español. Intentó reprimir la sublevación a lo bestia y le salió mal. Después, ni Don Juan de Austria ni Alejandro Farnesio pudieron remediarlo, a pesar de que este último no sólo fue un gran general sino también un hábil político.
Sin embargo, la política con Portugal fue radicalmente la opuesta. Felipe II era hijo y heredero de Carlos I de España e Isabel de Portugal, por tanto, era uno de los candidatos legítimos al trono portugués. Tras imponerse a sus rivales, el 25 de marzo de 1581 Felipe es reconocido oficialmente por las Cortes Portuguesas como su rey bajo el nombre de Felipe I de Portugal.

La aceptación del nuevo rey se hizo bajo la condición de que los territorios portugueses y sus colonias mantuvieran sus propias Cortes, derechos y privilegios, sin ser anexionadas a Castilla como provincia española. Portugal mantuvo su gobierno, independencia, moneda y leyes. Incluso se llegó a proponer el traslado de la capital imperial a Lisboa. No hubo asimilación ninguna.

La anexión de Portugal fue económicamente un gran esfuerzo para Castilla, pues pasó a costear la defensa marítima de su extenso imperio sin aportar Portugal nada al conjunto.

Felipe II de España - Wikipedia, la enciclopedia libre


¿Y sirvió de algo? tan pronto como les dijeron que ya estaba bien de absorber del bote, y que tenían que aportar recursos para hacer frente las revueltas promovidas por las intrigas de ingleses, holandeses y franceses en varias regiones españolas, pusieron el grito en el cielo y se unieron a la rebelión.

¿Y en Flandes valió de algo la política de guante de seda aplicada tras retirar al duque de Alba? No, tuvieron que ir los Tercios a poner orden, y si no fuese porque Felipe II estaba constantemente desviando recursos hacia otras empresas (Revueltas en Francia, Gran Armada, etc) Farnesio habría puesto orden en Flandes. Cito parte de otro post mío:

Alejandro Farnesio fue reclamado por Don Juan de Austria, junto a los Tercios Españoles, para acudir a Flandes en 1578. El héroe de Lepanto había tratado de alcanzar una solución por la vía pacífica, pero acabó pidiendo, hastiado de las falsas promesas rebeldes, el regreso de los Tercios.

Tras la fin de D. Juan de Austria, Felipe II confirmó a Alejandro Farnesio como gobernador de Flandes.

Al inicio de su gobierno en Flandes, el panorama era todavía crítico. Solo tres, y parte de una cuarta, de las diecisiete provincias eran leales a la Corona de España y los rebeldes contaban con el apoyo de varias potencias extranjeras, que apostaron por este conflicto como una manera de debilitar al Imperio Español.

Durante el sitio a la ciudad de Maastricht, Farnesio aprendió una importante lección de la guerra: las obras de ingeniería pueden reducir al mínimo los riesgos de un asalto.

Más tarde, Alejandro Farnesio logró aunar las provincias católicas bajo la Unión de Arras, cuyo punto más importante exigía la retirada de los Tercios Españoles. Por tanto, tuvo que conformarse con reanudar las acciones militares al frente de un inexperimentado ejército formado por tropas locales, que titubeaban a la hora del asalto. Una vez una compañía de 50 soldados alcanzó el primer baluarte defensivo y en vez de atrincherarse, se quedaron festejando la acción y acabaron masacrados por los rebeldes. Estas campañas resultaron un desastre y al final los propios aliados acabaron exigiendo el regreso de los Tercios.

Ya con las tropas de élite a su disposición, Alejandro Farnesio eligió una presa de gran calado como su siguiente objetivo: Amberes. Su sistema de fortificaciones no conocía parangón en todo el continente, y tenía una población de 100.000 personas.

Así, con 10.000 soldados, se acometieron una serie de obras drenar parte de las aguas que rodeaban la ciudad y se levantó un puente compuesto de 32 barcos unidos entre sí para poder acceder a la muralla principal de Amberes.

Puente_Farnesio_Amberes.jpg


Casi finalizadas las obras del puente, los rebeldes lanzaron tres barcos explosivos hacia la obra de ingeniería española, aunque solo uno alcanzó el puente, la explosión causó la fin de 800 soldados y la onda expansiva envió a Alejandro Farnesio varios metros despedido, aunque sus heridas no revistieron gravedad. Finalmente, en agosto de 1585, las tropas españolas entraron en Amberes y la noticia corrió como la pólvora por toda Europa.

A pesar sus esfuerzos, Alejandro se quedó a las puertas de la victoria completa por falta de recursos (solo las provincias de Holanda y Zelanda permanecían en manos rebeldes). La conquista de Portugal de 1580 obligó a desviar tropas y fondos, la empresa de la 'Grande y Felicísima Armada' forzó al ejército de Flandes a abandonar muchas de sus guarniciones, y cuando en 1593 la Guerra Civil de Francia se llevó la vida de Alejandro Farnesio (a donde había acudido contra su voluntad), sus enemigos aprovecharon para recuperar muchas ciudades en Flandes.

Alejandro Farnesio, el invicto «Rayo de la Guerra» de los Tercios Españoles
 
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