Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba.

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A raíz de un comentario sobre el duque de Alba, me he topado con que en el foro no se ha hablado mucho de él, y cuando se ha hecho, ha sido de forma breve o puntual.

Cuando pueda, actualizo el hilo de "Lista de HEROES DE GUERRA ESPAÑOLES" donde apenas se le menciona, pero de momento, abro este hilo para saber que se opina de él, hablemos de las gestas o polémicas de este personaje, de como le fueron las cosas en Flandes, o de como pudieron haber sido.


duquealba_s.jpg

El Gran Duque de Alba, por Antonio jovenlandés, 1549.

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el Gran Duque de Alba, nacido en Ávila en 1507, personaje de profunda convicción religiosa, azote de los herejes traidores holandeses, conquistador de Portugal.

El duque era un hombre de guerra, no había militar con más prestigio en esa época, ni nadie que supiese tratar tan bien a una gente tan brava y revoltosa como la que integraba su ejército. Llamaba siempre a sus soldados “nobles señores”, como si fueran sus iguales, sabía mantener la disciplina y se preocupaba por ellos cuando no les llegaban las pagas. También era una persona muy ilustrada y un amante del arte. Hablaba francés, italiano y algo de alemán.

En 1566 en los Países Bajos, gobernados por Margarita de Parma, hija natural de Carlos V, se dieron lugar una serie de disturbios religiosos muy importantes. Los protestantes calvinistas reclamaban libertad para su culto, pero a la vez eran intolerantes con los católicos, profanaban las iglesias, mataban a sus sacerdotes.


En 1567 fue enviado como Capitán General y gobernador a los Países Bajos, con el objetivo de devolver el orden a la provincia. Sin embargo, se comportó con escaso tacto (Tribunal de Tumultos, ejecuciones, poca tolerancia con el protestantismo, centralización y una subida de impuestos para financiar los gastos ocasionados por la rebelión).​


La política del duque de Alba en Flandes fué dura, hizo todo lo posible por defender los derechos legítimos de la corona española sobre aquellas tierras y plantó cara con suma severidad a los atropellos sin miramientos que los herejes luteranos ejercían sobre la religión de nuestros padres.

En 1580 se le encomendó el mando del ejército que debía asegurar a Felipe II el trono portugués. El duque cumplió de forma ejemplar su cometido y entró en Lisboa en agosto, ciudad donde moriría dos años después.

Gran Duque de Alba: hasta la última gota de sangre dedicada a España.


Pues eso, ¿hasta qué punto estuvo acertada su política de mano dura? ¿habrían cambiado las cosas de mandar a Flandes a otro personaje con más tacto? recordemos que Inglaterra y Francia estaban metiendo cizaña para tratar de debilitar el enorme potencial de España. ¿es cierto que se lamentó de no contar con el respaldo del rey? ¿y esto por qué? Hablemos del duque de Alba.
 
huevones y empaque en 1577. Duque de Alba rugiendo batalla de Jemmingen.

Por cierto, el tacto ya lo emplearon los diplomáticos españoles antes de que entrase el Duque de Alba. Los que no tenían tacto eran los calvinistas, mas bien.
 
Año 1568, Guerra de los Ochenta Años. Se enfrenta un ejército holandés de 10.000 infantes, 2.000 jinetes y 16 cañones contra un ejército del imperial español compuesto de 12.000 infantes y 3.000 jinetes.

Resultado: 7.000 muertos y heridos holandeses, y unos 80 muertos y 220 heridos del lado español.

Batalla de Jemmingen - Wikipedia, la enciclopedia libre
 
Entre la facción del Duque de Alba y la de los ambiciosos e intrigantes príncipes de Éboli no hay tonalidad.

Con el Gran Duque siempre.
 
Año 1568, Guerra de los Ochenta Años. Se enfrenta un ejército holandés de 10.000 infantes, 2.000 jinetes y 16 cañones contra un ejército del imperial español compuesto de 12.000 infantes y 3.000 jinetes.

Resultado: 7.000 muertos y heridos holandeses, y unos 80 muertos y 220 heridos del lado español.

Batalla de Jemmingen - Wikipedia, la enciclopedia libre

Y eso gracias a unos valientes españoles, que en una operación de comandos, se apresuraron a tomar una de las compuertas de un dique que los herejes estaban intentando abrir para inundar la depresión donde estaba el grueso del ejército español.

La acción coordinada de piqueros, rodeleros y arcabuceros hicieron el resto, y una vez rotos los cuadros del enemigo, en una retirada desordenada, el Duque de Alba lanzó su famosa carga de caballería barriendo al completo al enemigo.
 
Añado enlace relacionado con el tema posteado por Bilbainadas en... ¿la guardería? :roto2:

huevonES Y EMPAQUE en 1573
 
Tiene un aire a José Mota, como si éste interpretase Tywin Lannister
 
El Gran Duque de Alba fue el brazo ejecutor de Carlos I y Felipe II, siempre defendiendo los intereses de nuestro país a lo largo y ancho del viejo continente, desde Italia hasta Flandes, sin olvidar otras campañas de suma importancia como la guerra de sucesión por la corona portuguesa en 1580.

Hoy en día su figura ha quedado relegada al olvido por ser uno de los mayores exponentes de la Leyenda de color Española. Aunque parezca mentira, el Gran Duque de Alba no cuenta con ningún tipo de monumento, estatua u homenaje ni siquiera en su propio país, aun siendo uno de los mayores contribuyentes a la grandeza del Imperio Español del S.XVI.

¿Pero de dónde surge su Leyenda de color? en realidad esa Leyenda de color iba enfocada a su soberano, Felipe II, y por extensión, a D. Fernando Álvarez de Toledo, su mejor y más fiel general.

- Guillermo de Orange-Nassau (1533-1584) fue condenado al exilio por sus intrigas y la totalidad de sus bienes, confiscados. Su resentimiento es tan evidente que lo manifiesta a través de publicaciones como 'Apología', donde destila Leyenda de color pura y dura, y donde no ataca solamente a Felipe II, el responsable de su situación, sino a uno de sus más directos representantes, el Gran Duque de Alba, al que acusa de ser el perro de caza del rey, un expoliador y malo obseso.

- Otro elemento clave de su Leyenda de color llegó de la mano de Antonio Pérez de Hierro (1540-1611), secretario de estado de Felipe II, que había huido de la Corte tras ser acusado de un asesinato. Se refugió en Inglaterra y recibió una sustanciosa ayuda económica de Isabel I de Inglaterra para escribir 'Relaciones'. Ya os imagináis de que va el libro.

Estos dos personajes asentaron los fundamentos de su Leyenda de color, divulgados a través de miles de panfletos con un contenido mayor de dibujos que de letras, con objeto de llegar a más público. Estas iconografías iban acompañadas de un relato oral y se afianzaron de tal forma en los Países Bajos, que las madres de los niños que no querían comer, los amenazaban con llamar al Duque de Alba si no lo hacían.


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Grabado de 1572. El Duque está comiendo a un niño con una mano, mientras con la otra sostiene unas bolsas de dinero; detrás, una hidra con las cabezas de Granvela y los cardenales de Guise y Lorena; a sus pies, los cadáveres decapitados del Conde de Egmont y Felipe de Montmorency; detrás, un malo con un rosario aviva los pensamientos/locura del duque con un fuelle.​


En el año 1952, se publicó el libro 'Epistolario', que reproducía 2714 cartas escritas por el propio duque entre los años 1536 y 1581. Con su publicación, muchos historiadores extranjeros se empezaron a replantear la figura del duque.

Actualmente, según la historiografía seria, el tercer duque de Alba está considerado como una persona de gran inteligencia. El Gran Duque, entre otras cosas, se dirigía a sus soldados como nobles señores y eso lo convirtió en un general muy respetado en sus ejércitos. Las batallas dirigidas por el duque tenían dos características básicas: velocidad y efectividad. Una de las máximas del duque era terminarlas con el menor número de bajas humanas posibles. Planteaba muy bien sus batallas.
 
Última edición:
¿Pero de dónde surge su Leyenda de color? en realidad esa Leyenda de color iba enfocada a su soberano, Felipe II, y por extensión, a D. Fernando Álvarez de Toledo, su mejor y más fiel general.
Sobre la leyenda de color, no cabe duda que el duque de Alba fue una de las principales víctimas de la operación de propaganda lanzada por Guillermo de Orange.

El gran duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo (1507 - 1582), fue uno de los más brillantes generales y estrategas de su época, un servidor leal de la Monarquía Hispánica y una gran figura histórica europea, aunque también tiene su lado oscuro, ya que protagonizó la represión de los levantamientos en Flandes y ello le valió en Holanda el sambenito de la leyenda de color, una demonización que pesa sobre su fama desde entonces.

Por ello, el papel del duque de Alba en la historia merecía una revisión y es la que acaba de ofrecerle, en lengua inglesa, el monumental volumen «Alba. General and servant to the Crown», de la editorial holandesa Karwansaray.

Los responsables de la edición, Mauritius Ebben, Margriet Lacy-Brujin y Rolof van Hövell tot Westerflier -que ya preparan una edición en español- han sido capaces de reunir en este volumen, que se presentó recientemente en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid, a dieciséis de los mayores especialistas de ocho países con el fin de presentar un trabajo exhaustivo, renovador, y muy moderno sobre el gran duque de Alba.

Durante su gobierno se uniformizaron las leyes, se moderaron los impuestos y se reorganizó la iglesia. La hábil jugada de Guillermo de Orange fue centrar su artillería propagandística en el vasallo y dejar fuera de sus ataques al Rey: «Yo siempre honré al rey de España», cuentan que dijo astutamente Guillermo de Orange, una cita que hoy forma parte de la letra del himno de Holanda.

El libro que pone fin a la Leyenda de color que persigue al gran Duque de Alba.
 
La actuación del duque de Alba originó la pérdida de Holanda para España, y que la guerra de Flandes se hiciera interminable y consumiese los recursos del Imperio español. Intentó reprimir la sublevación a lo bestia y le salió mal. Después, ni Don Juan de Austria ni Alejandro Farnesio pudieron remediarlo, a pesar de que este último no sólo fue un gran general sino también un hábil político.
 
Bueno, antes de continuar, creo que ya es hora de ampliar un poco más la biografía de nuestro personaje.


Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel nació en Ávila el 29 de Octubre de 1507, en plena expansión del Imperio Español. A la edad de 17 años, Álvarez de Toledo conseguió su primera victoria militar al formar parte de un ejército que rindió Fuenterrabía, que había caido en manos francesas.

En 1531 fue nombrado Duque de Alba, y un año después inicia su primera gran misión internacional. Carlos I formó un gran ejército con cerca de 200.000 hombres que marcharían hasta Viena para defenderla de un ataque otomano. Los turcos se retiraron sin oponer resistencia. Sería en 1535, ya con 28 años, cuando consiguió su primer gran triunfo fuera de su patria. Sería en Túnez, donde el ejército español aplastó sin contemplaciones las defensas de esa capital, ocupada por entonces por Jeireddin Barbarroja, el famoso almirante otomano.

Sin embargo sus hazañas no acabarían ahí, porque a medida que pasaban los años, el Imperio Español se iba ganando más y más enemigos. El próximo ejército en probar las buenas artes del Duque de Alba, sería la Liga Esmacalda, una coalición de países protestantes que se había propuesto adueñarse de lo que hoy es Alemania como punto de partida para extender el protestantismo en Europa. Allí se envió al Duque de Alba, que ya era considerado una figura de vital importancia dentro de la jerarquía del Imperio Español, y que al frente de los Tercios Españoles, acabó rápidamente con aquella coalición derrotando a un gran ejército protestante en la Batalla de Muhlberg.

Su próximo destino sería Italia donde tras una traición del Papa al Imperio Español permitiendo la entrada de un ejército francés dispuesto a tomar las posesiones españolas en la zona, entró victorioso en Roma derrotando sin mayores dificultades a las tropas papales, la Guardia Suiza del Vaticano. Esta victoria obligó al papa a firmar la Paz de Cateau-Cambresis.

Tras Italia, vendría Flandes. Allí fue donde el Duque de Alba comenzó a labrarse su leyenda de color y el apodo de "El Duque de Hierro". El primero de estos episodios fue en Bruselas, donde muchos de los componentes de una revuelta llevada a cabo un año antes fueron condenados a fin. Entre los sentenciados se encontraba el Conde de Egmont, amigo personal del Duque de Alba y comandante de los Tercios Españoles en La Batalla de San Quintín. Al duque de Alba no le tembló el pulso. En Flandes también se llevó a cabo una serie de campañas militares, represiones, saqueos y abusivas tasas e impuestos para mantener las tropas que pusieron al Duque de Alba en el punto de mira del repruebo de todos los holandeses. Tanto es así que Felipe II le liberó de sus responsabilidades en Flandes intentando dar un giro a la situación optando por una política menos bélica.

Su última gran campaña sería llevaba a cabo en 1580. El Duque de Alba ya con 73 años, partió de Badajoz con 40.000 hombres hacia Lisboa. Felipe II tenía derechos hereditarios sobre la corona de Portugal y este había exigido dicha corona. Fue la última gran gesta del Duque de Alba, tomar Lisboa en una acción conjunta con las tropas marítimas comandadas por Don Álvaro de Bazán. La empresa que resultó ser un gran éxito y permitió a Felipe II sumar a su Imperio Portugal y todas sus posesiones. Felipe II de España se había convertido a su vez en Felipe I de Portugal.

Dos años después el Duque de Alba muere en Lisboa por causas naturales.
 
Y ahora sigamos el debate. Partiendo de la premisa de que el duque ha sido un personaje machacado por la leyenda de color, esto es lo sabemos de su etapa en Flandes:


Fue precisamente en Flandes donde comenzó a labrarse su leyenda de color y el apodo de "El Duque de Hierro". El primer episodio fue en Bruselas, donde se condenó a muchos de los componentes de una revuelta llevada a cabo un año antes. Entre los sentenciados se encontraba el Conde de Egmont, amigo personal del Duque de Alba y comandante de los Tercios Españoles en La Batalla de San Quintín. Al duque de Alba no le tembló el pulso.

En Flandes se llevó a cabo una serie de campañas militares, represiones, saqueos y abusivas tasas e impuestos para mantener las tropas que pusieron al Duque de Alba en el punto de mira del repruebo de todos los holandeses. Tanto es así que Felipe II le liberó de sus responsabilidades en Flandes intentando dar un giro a la situación optando por una política menos bélica.​


Y ahora, unos extractos del enlace que he posteado ayer. Por cierto, ¿alguien se ha leído ese libro? :confused:

alba_shop.jpg


Para empezar «hay que tener en cuenta que el duque sirvió 59 años a la Corona y solo pasó seis en Flandes». Centrar su valoración negativa en ese periodo revela el fallo secular de perspectiva. Pero incluso en Holanda logró grandes victorias, a veces sin luchar, sino con la pura habilidad táctica que mostró en Jemmingen, donde hizo retirarse al enemigo antes del choque.

Durante su gobierno se uniformizaron las leyes, se moderaron los impuestos y se reorganizó la iglesia. La hábil jugada de Guillermo de Orange fue centrar su artillería propagandística en el vasallo y dejar fuera de sus ataques al Rey: «Yo siempre honré al rey de España», cuentan que dijo astutamente Guillermo de Orange, una cita que hoy forma parte de la letra del himno de Holanda y que se canta todavía, recuerda Van Hövell.

Lo cierto es que se demuestra que el gran duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, «no estaba tan obsesionado con la herejía como se suele asumir, puesto que contrató soldados protestantes en su ejército, aparte de que durante sus años de servicio trabajó sin problemas con la reina Isabel de Inglaterra. Lo que siempre aborreció fue la rebelión», concluye.​


Pues por lo visto ahora tenemos dos versiones distintas del duque. Si tradicionalmente lo recordábamos como una persona muy devota, que financió los costes de la pacificación de Flandes con una fuerte subida de impuestos, los últimos estudios -16 historiadores de 8 países diferentes- nos señalan que... ¿tenía protestantes en sus filas y que no hubo tales subidas de impuestos?
 
Fue precisamente en Flandes donde comenzó a labrarse su leyenda de color y el apodo de "El Duque de Hierro". El primer episodio fue en Bruselas, donde se condenó a muchos de los componentes de una revuelta llevada a cabo un año antes. Entre los sentenciados se encontraba el Conde de Egmont, amigo personal del Duque de Alba y comandante de los Tercios Españoles en La Batalla de San Quintín. Al duque de Alba no le tembló el pulso.
Bueno, el duque no era ningún monstruo sediento de sangre, de hecho, planificaba sus batallas para tener las menos bajas posibles, pero también es verdad que se tomaba muy en serio la indisciplina.

Álvarez de Toledo también fue un hombre muy severo frente la indisciplina, no solo militar, sino también humana, pues el duque hacía colgar a aquellos soldados, fuese cual fuese su rango, culpables de robo a los campesinos. Finalmente, cabe destacar que el duque de Alba también fue un hombre culto, pues dominaba a la perfección, francés, italiano, alemán y leía Tácito en latín. Fue un amigo entrañable de Erasmo de Rotterdam (1466-1536).​



En Flandes se llevó a cabo una serie de campañas militares, represiones, saqueos y abusivas tasas e impuestos para mantener las tropas que pusieron al Duque de Alba en el punto de mira del repruebo de todos los holandeses. Tanto es así que Felipe II le liberó de sus responsabilidades en Flandes intentando dar un giro a la situación optando por una política menos bélica.
En realidad las órdenes del duque eran las de acabar con la rebelión protestante (nuestros vecinos estaban muy intimidados porque el potencial de España no paraba de crecer y financiaban y promovían estas cosas) y asegurar esa región antes de la llegada del rey a Flandes. No profundizó en temas administrativos porque pensaba que no iba a estar allí tanto tiempo.

Respecto a esas subidas de impuestos, solamente las propuso, pero no las hizo efectivas. Y en lo referente a los saqueos, sí lo hizo con un par de bastiones rebeldes para dar ejemplo a las demás plazas, que se rindieron. Lo que ocurrió en Flandes fue mas o menos así:


En octubre de 1566 Alba recibió la orden de ir a Flandes y preceder el viaje que más tarde haría Felipe II. Partió en abril con 10.000 soldados, viajando por mar hasta Italia y luego por tierra cruzando el Piamonte, Saboya, el Franco Condado, Lorena y Luxemburgo, evitando Francia y las protestantes Suiza y Renania (este fue el origen del "Camino Español" usado hasta el s.XVII por las tropas hispánicas para ir del norte al sur de Europa o viceversa).

Su llegada con un ejército provocó gran inquietud, confirmada cuando en septiembre arrestó entre otros a Lamoral, conde de Egmont, y a Felipe de Montmorency, conde de Horn, dos de los más importantes nobles flamencos junto con Guillermo de Orange, refugiado en Alemania. Poco después dimitió Margarita de Parma, quedando Alba también como gobernador civil. Al creer inminente la llegada del rey no creó un sistema definido de gobierno, lo que le causaría más tarde numerosos problemas administrativos. Para él su misión se limitaba a devolver el orden a la provincia restableciendo la autoridad real y asegurando la unidad religiosa. Levantó así una serie de fortalezas para acuartelar tropas españolas y creó en octubre un tribunal especial en el que tenía la última decisión, que llamó Tribunal de los Tumultos, conocido popularmente como Tribunal de la Sangre por sus juicios sumarios y condenas a fin (entre ellas las de todos los firmantes del Compromise de 1566). Las ejecuciones totales de este periodo serían algo más de mil, confiscándose a los condenados sus propiedades. Esta represión no apaciguó los ánimos, sino que creó sensación de terror y deseo de resistencia.

Entre tanto, Guillermo de Orange juntaba en Alemania un ejército con el apoyo de los calvinistas holandeses y franceses, mientras otros exiliados formaban los Mendigos del Mar ('gueux de la mer') y una considerable flota. Los primeros movimientos rebeldes fueron rápidamente neutralizados (abril de 1568), siendo derrotado y capturado en la región de Maastricht Jean de Montigny, señor de Villiers. En junio decapitó a Egmont y Horn, y luego partió hacia Groningen, en el norte, para combatir al hermano de Guillermo, Luis de Nassau, derrotándolo en julio. Luego fue el turno del propio Guillermo de Orange, que entró en septiembre en los Países Bajos; Alba evitó el combate hasta que su rival comenzó a perder orden, y entonces lo atacó no lejos de Bruselas el 16 de octubre. Guillermo tuvo que volverse a Alemania con su ejército deshecho. Alba, a su regreso a Bruselas, se enteró de que Felipe II había renunciado a ir a los Países Bajos por diversos problemas (fin de su entonces único hijo Carlos y de su esposa, e inicio de la sublevación morisca de las Alpujarras), por lo que solicitó su sustitución, no aceptada.

En los años siguientes aplicó diversas reformas en los Países Bajos, además de misiones concretas como la de asegurar el traslado a España de la cuarta esposa de Felipe II, Ana de Austria (hija del emperador Maximiliano II). Promovió la redacción de un código legal único que dio como resultado la Ordenanza del Derecho Penal de 1570, abolido tras su marcha. Reorganizó la administración eclesiástica según las disposiciones de la bula Super Universalis de 1559, creando una estructura duradera. Paralela a ésta fue su búsqueda de libros heréticos, que también culminó con éxito. Por último, más problemática fue la introducción de un sistema fiscal más justo: a pesar de sus plenos poderes sobre la cuestión no pudo enderezar la desastrosa situación. Su propuesta de imponer un impuesto del 10 % sobre el comercio y del 5 % sobre la venta de bienes raíces encontró gran resistencia entre los consejeros flamencos. Alba finalmente hizo aprobar en 1571 una tasa más reducida que nunca llegaría a ser aplicada por su marcha a España no mucho después.

Se opuso a la oleada turística de Inglaterra, desestimada cuando la reina Isabel I expulsó de sus puertos a los Mendigos del Mar. Cuando su cabecilla Lumey de la Marck tomó en abril de 1572 una pequeña ciudad de los Países Bajos, las regiones del norte aprovecharon la ocasión para manifestarse partidarias de Guillermo de Orange. El duque preparó con calma su respuesta: reclutó hombres, reunió medios y se aseguró la neutralidad francesa. Al poco su hijo Fadrique venció en Mons (Hainaut) a una partida de hugonotes franceses. Desaparecida por fin la posibilidad de intervención de Carlos IX de Francia por la matanza de los hugonotes en la noche de San Bartolomé, pudo enfrentarse sin temor a Guillermo de Orange, que había entrado en Brabante. Una vez más se impuso el genio militar de Alba, debiendo retirarse su rival con graves pérdidas sin haber sido capaz de auxiliar a la sitiada Mons. Al rendirse ésta el 21 de septiembre, su hermano Luis de Nassau fue hecho prisionero.

Aún faltaba someter a las plazas septentrionales rebeldes, para lo cual Alba decidió dar un castigo ejemplar a alguna de ellas para infundir respeto a las demás. Malinas y Zutphen fueron sometidas a pillaje y varias ciudades se rindieron al poco sin combatir. Pero cuando el hijo del duque, Fadrique, aplicó la misma política en Naarden, los holandeses creyeron que ello había ocurrido a pesar de haberse rendido sin luchar. Esta acción intensificó aún más la resistencia protestante a los ejércitos de Alba. En marzo de 1573 llegó a un acuerdo con Isabel I para que negase definitivamente toda ayuda a los rebeldes, pero entre tanto el sitio de la vital plaza de Haarlem se prolongaba; el ataque por mar la rindió al fin en julio, tras varios meses de asedio. Era ya tarde para Alba, pues en enero de ese año Luis de Requesens había sido nombrado su sustituto para alegría de los flamencos, que no gustaban del autoritarismo del duque. Requesens no llegó a Bruselas hasta noviembre, regresando contento Alba a España en diciembre. Quedaba incierta la situación de los Países Bajos.

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba (1507-1582).
 
Otro de los trucos extendidos por los rebeldes para poner al pueblo de su parte fue avivar el mito de la Inquisición. Extendieron el rumor de que los españoles tenían planeado llevar su Tribunal del Santo Oficio a Flandes y crear una era de terror.

Un caso común es la mención a la Inquisición española como institución absolutamente cruel, irracional e injusta. Algo que ya ocurría en el siglo XVI, pues uno de los grandes miedos de los flamencos era que Alba tuviese la intención e instaurar el célebre tribunal. Esto, para sorpresa tanto de Felipe II como de cualquiera avisado, no era su intención y, además, los tribunales europeos equivalentes eran mucho más sanguinarios e irracionales.​


Respecto al comentario del tag, por lo general se amanazaba con llamar al Duque de Alba para asustar a los niños cuando se portaban mal; cuando querían que parasen de llorar, cuando no querían irse temprano a dormir, etc. Sus enemigos no tuvieron reparo en crear esa imagen del duque para avivar la rebelión.

Otro ejemplo de propaganda leyendanegrista contra el duque, donde se trata de identificar su figura con la de Herodes: El artista flamenco Pieter Brueghel, el Viejo (1525–1569), en su cuadro de 'La matanza de los santos inocentes de Belén' ilustra a su manera el episodio en el que el rey Herodes ordena asesinar a todos los niños menores de dos años nacidos en Belén. No hay romanos, sino Tercios, y el papel de Herodes es asumido por un siniestro Duque de Alba, contemplando la ejecución de los niños.

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